PARA EL
MODELO DE 2011
Durante
el reinado de Isabel II se instalará
definitivamente el liberalismo; un
liberalismo de tipo moderado. Será un reinado de gran inestabilidad por la
falta de entendimiento entre las distintas ramas liberales. A lo largo de su reinado será frecuente el
recurso al pronunciamiento para cambiar el gobierno y también la intervención
del ejército en la vida política, debido a la debilidad de las fuerzas
burguesas y a la vinculación de la corona con un grupo concreto del liberalismo:
los moderados. Durante su reinado tendremos
cuatro textos constitucionales.
El reinado de Isabel II
comienza en 1833 tras la muerte de su padre Fernando VII. Como aún es menor de
edad será su madre, María Cristina, la
que asuma la regencia. Podemos dividir el reinado en dos etapas: a) de 1833 a 1844 la etapa de regencias:
María Cristina de 1833 a
1840 y la del general Espartero, de 1840 a 1844; b) de 1844 a 1868, su reinado
personal, dividido en tres etapas; década moderada: 1844-54; bienio progresista:
1854-56; y etapa de la Unión Liberal, de 1856 a 1868.
A la muerte de Fernando
VII, en 1833, María Cristina asume la regencia y mantiene en el gobierno
a Cea Bermúdez, que pretende gobernar sin muchos cambios, con el apoyo de los
absolutistas leales a Fernando VII y de los liberales muy moderados. Pero tiene
que atender al problema del carlismo. El carlismo es una de las distintas
fuerzas políticas que hay durante la época de Isabel II. El Carlismo, al
igual que las distintas fuerzas políticas, no son partidos políticos como los
actuales, sino corrientes de opinión alrededor de alguna personalidad
importante que van conformando una base ideológica diferenciada. (ampliable)
En el doc. 1 se nos
presentan los rasgos esenciales del pensamiento carlista. Los carlistas, partidarios de Carlos María Isidro, no
aceptan la regencia y reclaman el trono, consideran ilegal la publicación de la
Pragmática Sanción anulando la Ley Sálica, y desde Portugal (están refugiados
desde finales del reinado de Fernando VII) reclaman el trono (Manifiesto
de Abrantes) e inician una guerra: la 1ª guerra carlista. Los carlistas defienden
posturas ultraabsolutistas, que se sintetizan, como expone María Teresa de
Braganza la mujer de D. Carlos en el doc. nº 1, en el lema “Dios, Patria y Rey”. El carlismo defiende el concepto de soberanía
real, fundamentado en la idea de que el poder viene de Dios (Doc. 1, lín. 4),
defienden el legitimismo, el predominio de la Iglesia católica y el foralismo
(respeto a las leyes propias en el País Vasco y Navarra). Los carlistas no
quieren perder sus privilegios.
Están apoyados por parte de la nobleza, clero, hidalguía rural y campesinos
del País Vasco, Navarra, norte de Cataluña, algo en Valencia y muy poco en
Galicia. Esta primera guerra Carlista, cuenta con éxitos iniciales de los
carlistas, dirigidos por Zumalacárregui, pero después de su muerte, y con la
recuperación del bando cristino-isabelino, serán derrotados por el general
Espartero. Remata la guerra con el Convenio de Vergara de 1839 firmado por
Espartero y el general carlista Maroto. Por esta Paz los militares
carlistas podían integrarse en el ejército cristino y eran respetados los
derechos forales. Los carlistas extremistas mantienen la guerra, dirigidos por
Cabrera, hasta ser derrotados en 1840. A partir de ahí el carlismo apenas
contará con seguidores y aunque provocarán dos guerra más (1846-1849 y 1872-76)
no tendrá mucha importancia.
La otra gran corriente ideológica es el liberalismo,
dividido en dos grupos: el moderado y el progresista. Los dos aceptan los
principios del liberalismo: existencia de constitución, limitación del poder
político, defensa de los derechos naturales (vida, libertad, igualdad,
propiedad…), soberanía como forma de legitimación del poder, participación de
los ciudadanos en la vida pública (sufragio), instituciones representativas de
los ciudadanos (Congreso y Senado), etc. Pero se diferencian en la extensión de
esos principios. Por ejemplo, como señala Fernando Garrido en el doc. 4, en el
concepto de soberanía. Los moderados la entienden compartida entre el rey y las
cortes, mientras los progresistas la sitúan en las Cortes. Otro aspecto que los
diferencia es la división de poderes que los progresistas entiende muy rígida y
sin interferencias entre los poderes, mientras que los moderados dan mucho
predominio al ejecutivo, con capacidad de intervenir en el legislativo (tener
iniciativa legislativa y nombrar senadores) y subordinado al judicial. En lo
referente al sufragio, ambos son partidarios del sufragio censitario, aunque
los progresistas algo ampliado a las burguesía baja. En lo referente a las
relaciones con la Iglesia, los progresistas defienden un estado sin confesión
religiosa, mientras los moderados defienden un estado confesional católico. Por
otra parte los moderados son proteccionistas y los progresistas son
librecambistas. Estas son algunas de las
diferencias entre estos dos grupos y que vienen motivadas porque responden a
los intereses de dos bases sociales distintas: La base social de los
liberales moderados está integrada por una parte de los
terratenientes, de los grandes burgueses (industriales, comerciantes,
banqueros), de los altos mandos del ejército, de los compradores de las tierras
desamortizadas...
La base
social de los liberales progresistas está integrada por los pequeños
comerciantes, los empleados, los mandos inferiores del ejército, intelectuales
y profesionales liberales.
Del liberalismo
progresista saldrá una escisión en 1849 que formará el partido demócrata. Son
más radicales y preocupados de las cuestiones sociales. Defienden la soberanía
nacional, el sufragio universal masculino, las libertades de conciencia,
asociación y expresión que debían garantizarse por la tolerancia religiosa, el
juicio por jurados y la libertad de imprenta. Eran partidarios de restaurar la
Milicia Nacional, la abolición de los fueros y el establecimiento de un sistema
fiscal proporcional a la riqueza que anulase los impuestos indirectos, en
particular los consumos que afectaban a las clases populares.
Del
grupo moderado saldrá la Unión Liberal,
que es un grupo que aparece en 1854 liderado por Leopoldo O´Donnell formado por
moderados reformistas y por progresistas moderados. Tiene una base social
bastante heterogénea. Defienden posiciones semejantes a moderados y progresistas
intentando alejar a la monarquía de posiciones absolutistas, pero manteniendo
la idea de soberanía compartida entre rey y cortes. Será el grupo que dirigirá
la política en la última etapa de Isabel II.
El
último grupo que podemos señalar es el los republicanos.
Aparecen en la década de los treinta. En 1840 ya hay núcleos organizados en
Madrid y Barcelona. En sus comienzos el republicanismo fue federal. Como vemos
en el doc. 4 defienden un consejo o junta federal en lugar del rey. Ellos
consideraban que España, en el pasado, nunca había constituido una unidad
política compacta, sino que estaba compuesta por unidades menores con lenguas,
costumbres e intereses distintos. Además entienden los derechos de un modo muy
extenso, como se señala en el texto (sufragio universal). Y su base social está
formada por profesionales liberales, trabajadores, artesanos y la incipiente
clase media.
Como decíamos, este problema carlista obligó a María
Cristina a tener que buscar más apoyos, y a realizar reformas para permitir también
un desarrollo económico. De este
modo cesó a Cea Bermúdez y nombró a un liberal moderado, Martínez de la Rosa , que redactó el ESTATUTO REAL DE 1834. Este
documento no es una constitución sino
una Carta otorgada, ya que es una autolimitación del poder por parte de la Corona.
Básicamente consistía en una convocatoria de Cortes, no se recogían libertades,
la soberanía seguía siendo del rey, no hay separación de poderes. Sólo se convocaban
unas Cortes divididas en dos cámaras: Próceres
(para la alta nobleza...) y Procuradores
(diputados); con las funciones de: aprobar impuestos y contestar a
consultas y derecho de petición; pero no tiene iniciativa legislativa.
Es
un liberalismo muy censitario, solo piensa en obtener apoyo de la nobleza,
burguesía, administración, ejército,
etc. para respaldar a Isabel II.
Otras reformas que plantea MdlR
son: reponer la Milicia Nacional, revalidar los empleos del Trienio,
ayuntamientos, desamortización. La realización de estas reformas divide a los
liberales en: MODERADOS y PROGREISTAS.
María Cristina no cuenta con el apoyo suficiente, las reformas no son
lo bastante profundas, la economía no mejora, la guerra carlista no va bien.
En ese contexto se
producen protestas y motines (quema de la fábrica Bonaplata en Barcelona), por
lo que María Cristina llama para formar gobierno a un liberal destacado, Juan
Álvarez de Mendizábal, que realiza
medidas más progresistas para solucionar el problema económico y la guerra:
supresión de conventos, salvo los dedicados al auxilio y obra social, y expropiación
y puesta en venta de sus propiedades; reforma en el servicio militar. Estas
medidas causan temor en los moderados, que logran que sea cesado y el nombramiento
de un moderado, Istúriz; pero el 13 de agosto de 1836 un grupo de sargentos
llevan a cabo el Motín de la Granja y obligan a la regente a reponer la
constitución de 1812 y llamar de nuevo a los progresistas.
María Cristina tiene que llamar a formar
gobierno a los liberales progresistas. Forma gobierno Calatrava (y Mendizábal
en hacienda) que elaborará la Constitución de 1837. A partir de este
momento queda instalado definitivamente el liberalismo. Esta Constitución de 1837 es una
revisión de la de 1812, y aunque es progresista, e más moderada que la del 12.
Tiene cierto equilibrio entre los principios moderados y los progresistas. Pretende moderar algo la
Constitución del 12, dando más poder a la Corona, pero aumentado libertades y
más tolerancia religiosa. Los aspectos
más destacados son: la Soberanía nacional, que reside en las Cortes,
recorte con respecto a la Constitución de Cádiz que estableciera una soberanía
popular. Reforzamiento de las prerrogativas del rey: ejerce el poder executivo,
nombra y separa ministros, comparte el poder legislativo, tiene veto absoluto,
convoca y suspende cámaras, nombra senadores...Cortes bicamerales: Congreso y
Senado. Iguales en funciones. Congreso elegido por sufragio censitario, Senado
nombrado por el rey a partir de una terna (grupo de tres).
·
Declaración de derechos y libertades: amplios.
·
Tolerancia religiosa, pero manteniendo los
gastos de culto e clero.
·
Elección popular de ayuntamientos.
Una vez aprobada la Constitución de
1837, a los moderados les parecía muy
progresista, por lo que se organizaron mejor en las elecciones de 1838 y lograron
la victoria, formaron gobierno e intentaron paralizar las reformas. El punto
final fue la ley de ayuntamientos que María Cristina quería imponer para nombrar
todos los alcaldes y poder parar las reformas, sobre todo la desamortización. La
ley no tuvo apoyos (habló con Espartero,
pero no la aceptó) y María Cristina la impuso lo que provocó motines y la formación de Juntas revolucionarias, por lo
que ante el cariz que tomaba la situación María Cristina presentó la renuncia y
fue nombrado regente el general Espartero. Militar progresista de prestigio
(vencedor de los carlistas). Espartero
es regente de 1840 a
finales de 1843. Su regencia será muy
autoritaria, casi despótica, y no gustará ni a los moderados ni a los
progresistas. Entre sus acciones destacan: la desamortización de bienes del
clero secular (se continua con la desamortización del clero regular); intento
de solución del particularismo foral vasco-navarro, Ley paccionada con
Navarra (supresión de particularismo a cambio de un cupo económico) y supresión
del vasco (más tarde repuesto); acuerdo librecambista con Inglaterra (provoca la
sublevación de Barcelona que es bombardeada). Un conjunto de acciones que
causan las protestas de moderados o progresistas.
Su
autoritarismo y la imposibilidad de cambiar el gobierno lleva a la realización
de un pronunciamiento[1] que hacen los
moderados: Ramón Narváez se enfrenta en Torrejón de Ardoz a las tropas del gobierno.
Espartero se exilia a Inglaterra.
Como vemos una nueva intervención militar hace cambiar el gobierno. Este es otro rasgo
de la construcción del liberalismo.
Una de las características del ejército español
durante el siglo XIX fue su constante presencia en la vida política.
Desde 1808 la oficialidad se nutre de los sectores populares proclives al
liberalismo, así durante el reinado de Fernando VII el regreso al
constitucionalismo solo era posible apelando al poder de las armas (el
pronunciamiento). Durante la regencia de María Cristina, la guerra carlista
hizo necesario contar con el apoyo de los militares y a su vez obtienen
prestigio (como Espartero) al derrotar al carlismo, y durante el reinado de
Isabel II los militares son líderes de
los partidos y también serán jefes de gobierno. Por su parte, la oposición
para acceder al gobierno tenía que contar con el apoyo de los militares para
realizar pronunciamientos y lograr expulsar del poder a la facción contraria.
De ese modo se produce una alternancia en el poder y se acusan los distintos
grupos, como hace referencia en el doc. 3, para el periodo que va de 1833 a
1846. Así la intervención militar se convirtió en un fenómeno crónico que
evidencia la debilidad de los grupos
civiles y de la burguesía para implantar sólidamente el liberalismo
(doc. 3 “El poder militar es
fuerte porque el civil es flaco, no tanto se debe pensar en abatir aquel como
en fortalecer éste…”). El
ejército se emplea para acceder al poder, mantenerse, combatir la oposición y
dominar los grupos populares que exigen reformas más profundas. Y ambas grupos se acusan mutuamente como vemos
explicado en el documento 3, líneas 2,3 y 4. Entre los grandes espadones,
término con el que se designa a estos militares influyentes en la política,
están: Baldomero Espartero (progresista), Ramón Narváez (moderado), Leopoldo
O´Donnell (Unión Liberal), Juan Prim (progresista), Francisco Serrano (Unión
Liberal), Juan Topete (progresista).
Otra característica de la construcción
del liberalismo durante la vida política de Isabel II que podemos comentar es la formación y desarrollo de las Juntas
revolucionarias. Cuando existe un problema y el poder no actúa como quiere
la burguesía o una parte de la población (como en el inicio de la guerra de
Independencia), entonces se forman unas juntas (grupo de personas), que se eligen
de modo espontáneo mediante procesos electorales variados y de las que forman
parte personalidades anteriores y otras que se significan en ese momento
(generalmente nobles, algún miembro del clero y gente de la burguesía) tienen
especial incidencia en algunos momentos 1835, 36, 40, 42-43, 54 y 68-69. Estas
juntas canalizan las peticiones y si consiguen el apoyo de la población o de la
Milicia Nacional pueden forzar a la corona a tomar un rumbo distinto.
Después
de la marcha de Espartero y ante el
temor a otra regencia es adelantada la mayoría de edad de Isabel y proclamada
Reina. Inicia su reinado personal (nov. 43-sep.68). El poder está en los
progresistas, pero a raíz del incidente Olozaga (jefe de gobierno progresista acusado
de forzar a la reina a firmar el decreto de disolución de cortes), el poder
pasó a los moderados, que tendrán el predominio político
durante los siguientes años inaugurándose la primera etapa de su reinado: la
década moderada (1844-54).
Los moderados controlan el poder (el general
Ramón Narváez es el artífice) y consolidarán su sistema liberal moderado:
políticamente autoritario, oligárquico y centralista. Este modelo es el que
predomina, solo se verá alterado durante el bienio progresista (1854-56).
Su
aplicación se hace con una fuerte represión sobre las otras opciones políticas,
con el uso del ejército y la Guardia Civil, y el dominio ideológico de la
iglesia.
Su sistema se basa en la Constitución
moderada de 1845 (Doc.2) y en la legislación que promulgan. Al llegar al
poder los moderados revisan la Constitución del 37 y hacen una que responda a sus
intereses. Esta constitución responde a los principios básicos del moderantismo:
- Soberanía: se entiende compartida Rey-Cortes (“… por la Gracia de Dios y de la Constitución….siendo nuestra voluntad y a la de las Cortes…” doc.2, lín. 1, 3). En realidad no se habla de soberanía nacional en la cosntitución.
- División de poderes: reforzamiento del poder ejecutivo-rey.
- Poder ejecutivo: rey. Nombra ministros, designa senadores, convoca y disuelve cortes, comparte el poder legislativo, veto.
- Poder legislativo: 2 cámaras: Congreso y Senado. Congreso por sufragio muy censitario, Senado de nombramiento real, reservado para la aristocracia. Iguales en funciones.
- Poder judicial: pierde la categoría de poder, se habla de administración de justicia, dependencia del gobierno. No juicio por jurados.
- Declaración de derechos: semejante a la del 37, pero leyes posteriores los limitarán. Se moderan.
- En materia religiosa: se vuelve a la confesionalidad del Estado y pago de gastos de culto y clero.
Unida a la Constitución hay una
legislación que ayuda a conformar el modelo conservador oligárquico;
destacamos: Creación de la Guardia Civil, 1844, en sustitución de la Milicia
Nacional. Ley de ayuntamientos de 1845, nombra los alcaldes el poder central. Reforma
impositiva de Mon y Santillán, 1845. Ley electoral de 1846: muy restrictiva. Y
el Concordato de 1851 con la Santa Sede.
La práctica política estaba reservada para una camarilla de los moderados (Narváez)
que gobiernan con el apoyo de la corona y el uso sistemático de la represión sobre las demás fuerzas
políticas. El artífice de este modelo es
el general Ramón Narváez. El logra controlar a toda la oposición y también a
las distintas facciones dentro de su grupo moderado.
Los progresistas intentan pronunciamientos,
pero fracasan (ciclo 46-48): ejemplo: 1846 pronunciamiento de Solís en Lugo
y se establece en Santiago una Junta (secretario Antolín Faraldo); rematan
fusilados en Carral: Los mártires de Carral.
También
se oponen los carlistas: guerra de los matiners o 2ª guerra carlista, también
fracaso.
De este modo los moderados gobiernan sin
oposición y sin control, incluso los progresistas no acuden a las
elecciones. Pero en los años 1850 el gobierno pasa a manos de los grupos más
moderados: en 1851 forma gobierno Bravo Murillo que firma el Concordato con la
Santa Sede: esta acepta la desamortización a cambio de: gastos culto, prohibir
otras religiones y control educativo. También intenta una reforma constitucional
para moderar aún más. Su gestión fracasa y tiene que presentar su dimisión. Se
suceden gobiernos moderados inestables y acosados por la corrupción, que solo se mantienen por
el fraude y por el apoyo de Isabel II. Así que los propios moderados se dan cuenta de la excesiva moderación, pero no
queda más camino que recurrir a un PRONUNCIAMIENTO
para poder cambiar el gobierno. De nuevo se tiene que producir una nueva
intervención militar, para fozar un cambio de gobierno.
El Pronunciamiento es organizado por el general
Leopoldo O´Donnell en Vicálvaro
(30-6-54), que fracasa (fue llamada la vicalvarada). Los moderados
descontentos ven necesaria la participación de los progresistas. Buscan su
apoyo a través del MANIFIESTO DE
MANZANARES (7-7-54, redactado por Antonio Cánovas). Se producen motines en
las ciudades, se forman Juntas Revolucionarias (otro rasgo de la construcción
del liberalismo) e Isabel II tiene que cambiar el gobierno.
La segunda etapa del reinado es el BIENIO PROGRESISTA (1854-56). La
reina para controlar la situación tiene que llamar a Espartero (líder de los progresistas) como jefe de gobierno, y coloca a
O´Donnell (moderado, líder de la Unión Liberal, grupo formado por moderados
de centro y progresistas moderados) como
ministro de la Guerra. Se inician dos años de gobierno progresista. Las
principales acciones son:
Redacción de una nueva constitución: la non nata de 1856. Progresista. (De
nuevo la redacción de una constitución que responde a los intereses de los que
gobiernan).
Aprobación de la ley general de desamortización de 1855, Ley Madoz; y la Ley de ferrocarriles, de minas y sociedades
anónimas de 1855.
Tiene
buenas acciones en el terreo económico, pero se olvida del plano social de ahí
que se produzcan huelgas en Barcelona, en 1855, y en el campo en Castilla en
1856.
La falta de entendimiento de Espartero con
los moderados, la hostilidad de la corona, las protestas, etc., llevan a la
renuncia de Espartero.
Entramos en la última etapa, llamada etapa
de la UNIÓN LIBERAL (1856-68).
Al principio se mantiene en el gobierno
O´Donnell, que desmantela un poco el modelo progresista pero después, Isabel
II, nombra a Narváez que se encarga de reponer la Constitución del 45, la ley
de ayuntamientos y de moderar toda la legislación y acallar a la oposición.
Hecho esto, vuelve al poder O´Donnell y la gente de la Unión Liberal que
gobernará sin problemas del 58 al 63 gracias
a: aislar a los sectores más reaccionarios, manipular los resultados electorales,
al apoyo de la corona, prosperidad económica, y por la política exterior
agresiva (Indochina, Marruecos, México....).
A partir de 1863 el gobierno vuelve a un mayor moderantismo y al autoritarismo:
noche de S. Daniel –estudiantes- y cuartel de S. Gil.
Esta situación empeorará con la crisis económica, agraria y financiera
que se desarrolla a partir de 1866. El ferrocarril no da beneficios, la
industria algodonera catalana entra en crisis por el alza del precio del
algodón y además hay aumento de precios por la crisis de subsistencias. Al mismo
tiempo se extienden las ideas políticas en la sociedad española. A los
tradicionales grupos de moderados, progresistas, carlistas, tenemos que añadir,
como nos señala el documento 4, los demócratas y los republicanos, y también
empiezan a llegar la ideas socialistas. La sociedad está muy enfrentada. Y
existe una profunda crisis política.
La crisis hace que O´Donnell dimita en 1866
y vuelva Narváez, muy ultraconservador.
Esta situación lleva a que, en el exilio (Pactos de Ostende y Bruselas), las fuerzas opositoras, progresistas y
demócratas, dirigidos por el general Prim, unan sus fuerzas para derrocar a Isabel II. Ya están unidos todos
contra Isabel II: progresistas, unionistas, demócratas y militares.
Parte de las causas del pronunciamiento
están expuestas en el doc. 5: “Hollada la ley fundamental (…) corrompido el
sufragio (…)”, etc., es decir un gobierno autoritario que recurre a la represión
(muda la prensa), al abuso del poder, a la corrupción, y que gobierna con el
apoyo de la Corona y del fraude. A esta situación hay que sumar la crisis
económica y la extensión de las ideas políticas en la sociedad, como ya dijimos
antes. De ese modo, el 18 de septiembre de 1868, el general Prim y el almirante Topete inician en Cádiz un pronunciamiento
que dirige el general Serrano. Con
el grito de “¡Viva España con honra!”, y con la promesa de medidas democráticas
(sufragio universal, ampliación de derechos), consiguen el apoyo de la población.
Se forman juntas revolucionarias y del 26-28 de septiembre se produce la batalla
del Puente de Alcolea (Córdoba).
Las tropas de la reina son derrotadas e Isabel II huye a Francia.
La revolución septembrina o Gloriosa, como
fue llamada, derrumbó la monarquía de los Borbón. De nuevo una intervención
militar, provocada por la incapacidad del régimen para permitir la alternancia,
es la protagonista del cambio de gobierno; la novedad, ahora, es la propia
caída de la monarquía de los Borbón.
Acaba de este modo el reinado de Isabel
II. Un reinado durante el que se instala el liberalismo, pero moderado; un reinado muy convulso e inestable
con continuos cambios de gobierno y con la constante intervención militar.
[1] El pronunciamiento
consiste en un intento revolucionario que hace una personalidad o facción para
que el gobierno cambie de orientación política o derrumbarlo. Intervienen
fuerzas políticas y militares. Es característico del liberalismo español, por
la debilidad de la burguesía. Se inician durante el reinado de Fernando VII
(Porlier, Espoz y Mina, Torrijos, Riego, etc.)
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