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domingo, 18 de septiembre de 2011

PROPUESTA DE SOLUCIÓN EXAMEN ISABEL II. 2011

  
            PARA EL MODELO DE 2011


            Durante el reinado de Isabel II se instalará definitivamente el liberalismo; un liberalismo de tipo moderado. Será un reinado de gran inestabilidad por la falta de entendimiento entre las distintas ramas liberales. A lo largo de su reinado será frecuente el recurso al pronunciamiento para cambiar el gobierno y también la intervención del ejército en la vida política, debido a la debilidad de las fuerzas burguesas y a la vinculación de la corona con un grupo concreto del liberalismo: los moderados. Durante su reinado tendremos  cuatro textos constitucionales.

            El reinado de Isabel II comienza en 1833 tras la muerte de su padre Fernando VII. Como aún es menor de edad será  su madre, María Cristina, la que asuma la regencia. Podemos dividir el reinado en dos etapas: a) de 1833 a 1844 la etapa de regencias: María Cristina de 1833 a 1840 y la del general Espartero, de 1840 a 1844; b) de 1844 a 1868, su reinado personal, dividido en tres etapas; década moderada: 1844-54; bienio progresista: 1854-56; y etapa de la Unión Liberal, de 1856 a 1868.

            A la muerte de Fernando VII, en 1833, María Cristina asume la regencia y mantiene en el gobierno a Cea Bermúdez, que pretende gobernar sin muchos cambios, con el apoyo de los absolutistas leales a Fernando VII y de los liberales muy moderados. Pero tiene que atender al problema del carlismo. El carlismo es una de las distintas fuerzas políticas que hay durante la época de Isabel II. El Carlismo, al igual que las distintas fuerzas políticas, no son partidos políticos como los actuales, sino corrientes de opinión alrededor de alguna personalidad importante que van conformando una base ideológica diferenciada. (ampliable)

            En el doc. 1 se nos presentan los rasgos esenciales del pensamiento carlista. Los carlistas, partidarios de Carlos María Isidro, no aceptan la regencia y reclaman el trono, consideran ilegal la publicación de la Pragmática Sanción anulando la Ley Sálica, y desde Portugal (están refugiados desde finales del reinado de Fernando VII) reclaman el trono (Manifiesto de Abrantes) e inician una guerra: la 1ª guerra carlista. Los carlistas defienden posturas ultraabsolutistas, que se sintetizan, como expone María Teresa de Braganza la mujer de D. Carlos en el doc. nº 1, en el lema “Dios, Patria y Rey”.  El carlismo defiende el concepto de soberanía real, fundamentado en la idea de que el poder viene de Dios (Doc. 1, lín. 4), defienden el legitimismo, el predominio de la Iglesia católica y el foralismo (respeto a las leyes propias en el País Vasco y Navarra). Los carlistas no quieren perder  sus privilegios. Están apoyados por parte de la nobleza, clero, hidalguía rural y campesinos del País Vasco, Navarra, norte de Cataluña, algo en Valencia y muy poco en Galicia. Esta primera guerra Carlista, cuenta con éxitos iniciales de los carlistas, dirigidos por Zumalacárregui, pero después de su muerte, y con la recuperación del bando cristino-isabelino, serán derrotados por el general Espartero. Remata la guerra con el Convenio de Vergara de 1839 firmado por Espartero y el general carlista Maroto. Por esta Paz los militares carlistas podían integrarse en el ejército cristino y eran respetados los derechos forales. Los carlistas extremistas mantienen la guerra, dirigidos por Cabrera, hasta ser derrotados en 1840. A partir de ahí el carlismo apenas contará con seguidores y aunque provocarán dos guerra más (1846-1849 y 1872-76) no tendrá mucha importancia.

La otra gran corriente ideológica es el liberalismo, dividido en dos grupos: el moderado y el progresista. Los dos aceptan los principios del liberalismo: existencia de constitución, limitación del poder político, defensa de los derechos naturales (vida, libertad, igualdad, propiedad…), soberanía como forma de legitimación del poder, participación de los ciudadanos en la vida pública (sufragio), instituciones representativas de los ciudadanos (Congreso y Senado), etc. Pero se diferencian en la extensión de esos principios. Por ejemplo, como señala Fernando Garrido en el doc. 4, en el concepto de soberanía. Los moderados la entienden compartida entre el rey y las cortes, mientras los progresistas la sitúan en las Cortes. Otro aspecto que los diferencia es la división de poderes que los progresistas entiende muy rígida y sin interferencias entre los poderes, mientras que los moderados dan mucho predominio al ejecutivo, con capacidad de intervenir en el legislativo (tener iniciativa legislativa y nombrar senadores) y subordinado al judicial. En lo referente al sufragio, ambos son partidarios del sufragio censitario, aunque los progresistas algo ampliado a las burguesía baja. En lo referente a las relaciones con la Iglesia, los progresistas defienden un estado sin confesión religiosa, mientras los moderados defienden un estado confesional católico. Por otra parte los moderados son proteccionistas y los progresistas son librecambistas.  Estas son algunas de las diferencias entre estos dos grupos y que vienen motivadas porque responden a los intereses de dos bases sociales distintas: La base social de los liberales moderados está integrada por una parte de los terratenientes, de los grandes burgueses (industriales, comerciantes, banqueros), de los altos mandos del ejército, de los compradores de las tierras desamortizadas...

La base social de los liberales progresistas está integrada por los pequeños comerciantes, los empleados, los mandos inferiores del ejército, intelectuales y profesionales liberales.


            Del liberalismo progresista saldrá una escisión en 1849 que formará el partido demócrata. Son más radicales y preocupados de las cuestiones sociales. Defienden la soberanía nacional, el sufragio universal masculino, las libertades de conciencia, asociación y expresión que debían garantizarse por la tolerancia religiosa, el juicio por jurados y la libertad de imprenta. Eran partidarios de restaurar la Milicia Nacional, la abolición de los fueros y el establecimiento de un sistema fiscal proporcional a la riqueza que anulase los impuestos indirectos, en particular los consumos que afectaban a las clases populares.

            Del grupo moderado saldrá la Unión Liberal, que es un grupo que aparece en 1854 liderado por Leopoldo O´Donnell formado por moderados reformistas y por progresistas moderados. Tiene una base social bastante heterogénea. Defienden posiciones semejantes a moderados y progresistas intentando alejar a la monarquía de posiciones absolutistas, pero manteniendo la idea de soberanía compartida entre rey y cortes. Será el grupo que dirigirá la política en la última etapa de Isabel II.

            El último grupo que podemos señalar es el los republicanos. Aparecen en la década de los treinta. En 1840 ya hay núcleos organizados en Madrid y Barcelona. En sus comienzos el republicanismo fue federal. Como vemos en el doc. 4 defienden un consejo o junta federal en lugar del rey. Ellos consideraban que España, en el pasado, nunca había constituido una unidad política compacta, sino que estaba compuesta por unidades menores con lenguas, costumbres e intereses distintos. Además entienden los derechos de un modo muy extenso, como se señala en el texto (sufragio universal). Y su base social está formada por profesionales liberales, trabajadores, artesanos y la incipiente clase media.


            Como decíamos, este problema carlista obligó a María Cristina a tener que buscar más apoyos, y a realizar reformas para permitir también un desarrollo económico. De este modo cesó a Cea Bermúdez y nombró a un liberal moderado, Martínez de la Rosa, que redactó  el ESTATUTO REAL DE 1834. Este documento no es una constitución  sino una Carta otorgada, ya que es una autolimitación del poder por parte de la Corona. Básicamente consistía en una convocatoria de Cortes, no se recogían libertades, la soberanía seguía siendo del rey, no hay separación de poderes. Sólo se convocaban unas Cortes divididas en dos cámaras: Próceres (para la alta nobleza...) y Procuradores (diputados); con las funciones de: aprobar impuestos y contestar a consultas y derecho de petición; pero no tiene iniciativa legislativa.

               Es un liberalismo muy censitario, solo piensa en obtener apoyo de la nobleza, burguesía, administración,  ejército, etc. para respaldar a Isabel II.

               Otras reformas que plantea MdlR son: reponer la Milicia Nacional, revalidar los empleos del Trienio, ayuntamientos, desamortización. La realización de estas reformas divide a los liberales en: MODERADOS y PROGREISTAS.

               María Cristina no cuenta con el apoyo suficiente, las reformas no son lo bastante profundas, la economía no mejora, la guerra carlista no va bien.

            En ese contexto se producen protestas y motines (quema de la fábrica Bonaplata en Barcelona), por lo que María Cristina llama para formar gobierno a un liberal destacado, Juan Álvarez de Mendizábal, que realiza medidas más progresistas para solucionar el problema económico y la guerra: supresión de conventos, salvo los dedicados al auxilio y obra social, y expropiación y puesta en venta de sus propiedades; reforma en el servicio militar. Estas medidas causan temor en los moderados, que logran que sea cesado y el nombramiento de un moderado, Istúriz; pero el 13 de agosto de 1836 un grupo de sargentos llevan a cabo el Motín de la Granja y obligan a la regente a reponer la constitución de 1812 y llamar de nuevo a los progresistas.


            María Cristina tiene que llamar a formar gobierno a los liberales progresistas. Forma gobierno Calatrava (y Mendizábal en hacienda) que elaborará la Constitución de 1837. A partir de este momento queda instalado definitivamente el liberalismo. Esta Constitución de 1837 es una revisión de la de 1812, y aunque es progresista, e más moderada que la del 12. Tiene cierto equilibrio entre los principios moderados y  los progresistas. Pretende moderar algo la Constitución del 12, dando más poder a la Corona, pero aumentado libertades y más tolerancia religiosa. Los aspectos más destacados son: la Soberanía nacional, que reside en las Cortes, recorte con respecto a la Constitución de Cádiz que estableciera una soberanía popular. Reforzamiento de las prerrogativas del rey: ejerce el poder executivo, nombra y separa ministros, comparte el poder legislativo, tiene veto absoluto, convoca y suspende cámaras, nombra senadores...Cortes bicamerales: Congreso y Senado. Iguales en funciones. Congreso elegido por sufragio censitario, Senado nombrado por el rey a partir de una terna (grupo de tres).

·   Declaración de derechos y libertades: amplios.

·   Tolerancia religiosa, pero manteniendo los gastos de culto e clero.

·   Elección popular de ayuntamientos.

         Una vez aprobada la Constitución de 1837, a los moderados les parecía muy progresista, por lo que se organizaron mejor en las elecciones de 1838 y lograron la victoria, formaron gobierno e intentaron paralizar las reformas. El punto final fue la ley de ayuntamientos que María Cristina quería imponer para nombrar todos los alcaldes y poder parar las reformas, sobre todo la desamortización. La ley no tuvo apoyos (habló con  Espartero, pero no la aceptó) y María Cristina la impuso lo que provocó motines y  la formación de Juntas revolucionarias, por lo que ante el cariz que tomaba la situación María Cristina presentó la renuncia y fue nombrado regente el general Espartero. Militar progresista de prestigio (vencedor de los carlistas). Espartero es regente de 1840 a finales de 1843.  Su regencia será muy autoritaria, casi despótica, y no gustará ni a los moderados ni a los progresistas. Entre sus acciones destacan: la desamortización de bienes del clero secular (se continua con la desamortización del clero regular); intento de solución del particularismo foral vasco-navarro, Ley paccionada con Navarra (supresión de particularismo a cambio de un cupo económico) y supresión del vasco (más tarde repuesto); acuerdo librecambista con Inglaterra (provoca la sublevación de Barcelona que es bombardeada). Un conjunto de acciones que causan las protestas de moderados o progresistas.

         Su autoritarismo y la imposibilidad de cambiar el gobierno lleva a la realización de un pronunciamiento[1] que hacen los moderados: Ramón Narváez se enfrenta en Torrejón de Ardoz a las tropas del gobierno. Espartero se exilia a Inglaterra.

         Como vemos una nueva intervención militar hace cambiar el gobierno. Este es otro rasgo de la construcción del liberalismo.

            Una  de las características del ejército español durante el siglo XIX fue su constante presencia en la vida política. Desde 1808 la oficialidad se nutre de los sectores populares proclives al liberalismo, así durante el reinado de Fernando VII el regreso al constitucionalismo solo era posible apelando al poder de las armas (el pronunciamiento). Durante la regencia de María Cristina, la guerra carlista hizo necesario contar con el apoyo de los militares y a su vez obtienen prestigio (como Espartero) al derrotar al carlismo, y durante el reinado de Isabel II los militares son líderes de los partidos y también serán jefes de gobierno. Por su parte, la oposición para acceder al gobierno tenía que contar con el apoyo de los militares para realizar pronunciamientos y lograr expulsar del poder a la facción contraria. De ese modo se produce una alternancia en el poder y se acusan los distintos grupos, como hace referencia en el doc. 3, para el periodo que va de 1833 a 1846. Así la intervención militar se convirtió en un fenómeno crónico que evidencia la debilidad de los grupos civiles y de la burguesía para implantar sólidamente el liberalismo (doc. 3 “El poder militar es fuerte porque el civil es flaco, no tanto se debe pensar en abatir aquel como en fortalecer éste…”). El ejército se emplea para acceder al poder, mantenerse, combatir la oposición y dominar los grupos populares que exigen reformas más profundas.  Y ambas grupos se acusan mutuamente como vemos explicado en el documento 3, líneas 2,3 y 4. Entre los grandes espadones, término con el que se designa a estos militares influyentes en la política, están: Baldomero Espartero (progresista), Ramón Narváez (moderado), Leopoldo O´Donnell (Unión Liberal), Juan Prim (progresista), Francisco Serrano (Unión Liberal), Juan Topete (progresista).

Otra característica de la construcción del liberalismo durante la vida política de Isabel II que podemos comentar es la formación y desarrollo de las Juntas revolucionarias. Cuando existe un problema y el poder no actúa como quiere la burguesía o una parte de la población (como en el inicio de la guerra de Independencia), entonces se forman unas juntas (grupo de personas), que se eligen de modo espontáneo mediante procesos electorales variados y de las que forman parte personalidades anteriores y otras que se significan en ese momento (generalmente nobles, algún miembro del clero y gente de la burguesía) tienen especial incidencia en algunos momentos 1835, 36, 40, 42-43, 54 y 68-69. Estas juntas canalizan las peticiones y si consiguen el apoyo de la población o de la Milicia Nacional pueden forzar a la corona a tomar un rumbo distinto.

            Después de la marcha de Espartero y ante el temor a otra regencia es adelantada la mayoría de edad de Isabel y proclamada Reina. Inicia su reinado personal (nov. 43-sep.68). El poder está en los progresistas, pero a raíz del incidente Olozaga (jefe de gobierno progresista acusado de forzar a la reina a firmar el decreto de disolución de cortes), el poder pasó a los moderados, que tendrán el predominio político durante los siguientes años inaugurándose la primera etapa de su reinado: la década moderada (1844-54).

Los moderados controlan el poder (el general Ramón Narváez es el artífice) y consolidarán su sistema liberal moderado: políticamente autoritario, oligárquico y centralista. Este modelo es el que predomina, solo se verá alterado durante el bienio progresista (1854-56).

Su aplicación se hace con una fuerte represión sobre las otras opciones políticas, con el uso del ejército y la Guardia Civil, y el dominio ideológico de la iglesia.

Su sistema se basa en la Constitución moderada de 1845 (Doc.2) y en la legislación que promulgan. Al llegar al poder los moderados revisan la Constitución del 37 y hacen una que responda a sus intereses. Esta constitución responde a los principios básicos del moderantismo:

  • Soberanía: se entiende compartida Rey-Cortes (“… por la Gracia de Dios y de la Constitución….siendo  nuestra voluntad y a la de las Cortes…” doc.2, lín. 1, 3). En realidad no se habla de soberanía nacional en la cosntitución.
  • División de poderes: reforzamiento del poder ejecutivo-rey.
      • Poder ejecutivo: rey. Nombra ministros, designa senadores, convoca y disuelve cortes, comparte el poder legislativo, veto.
      • Poder legislativo: 2 cámaras: Congreso y Senado. Congreso por sufragio muy censitario, Senado de nombramiento real, reservado para la aristocracia. Iguales en funciones.
      • Poder judicial: pierde la categoría de poder, se habla de administración de justicia, dependencia del gobierno. No juicio por jurados.
  • Declaración de derechos: semejante a la del 37, pero leyes posteriores los limitarán. Se moderan.
  • En materia religiosa: se vuelve a la confesionalidad del Estado y pago de gastos de culto y clero.

Unida a la Constitución hay una legislación que ayuda a conformar el modelo conservador oligárquico; destacamos: Creación de la Guardia Civil, 1844, en sustitución de la Milicia Nacional. Ley de ayuntamientos de 1845, nombra los alcaldes el poder central. Reforma impositiva de Mon y Santillán, 1845. Ley electoral de 1846: muy restrictiva. Y el Concordato de 1851 con la Santa Sede.


            La práctica política estaba reservada para una camarilla de los moderados (Narváez) que gobiernan con el apoyo de la corona y el uso sistemático de la represión sobre las demás fuerzas políticas.  El artífice de este modelo es el general Ramón Narváez. El logra controlar a toda la oposición y también a las distintas facciones dentro de su grupo moderado.

            Los progresistas intentan pronunciamientos, pero fracasan (ciclo 46-48): ejemplo: 1846 pronunciamiento de Solís en Lugo y se establece en Santiago una Junta (secretario Antolín Faraldo); rematan fusilados en Carral: Los mártires de Carral.

            También se oponen los carlistas: guerra de los matiners o 2ª guerra carlista, también fracaso.


            De este modo los moderados gobiernan sin oposición y sin control, incluso los progresistas no acuden a las elecciones. Pero en los años 1850 el gobierno pasa a manos de los grupos más moderados: en 1851 forma gobierno Bravo Murillo que firma el Concordato con la Santa Sede: esta acepta la desamortización a cambio de: gastos culto, prohibir otras religiones y control educativo. También intenta una reforma constitucional para moderar aún más. Su gestión fracasa y tiene que presentar su dimisión. Se suceden gobiernos moderados inestables y acosados  por la corrupción, que solo se mantienen por el fraude y por el apoyo de Isabel II. Así que los propios moderados se dan cuenta de la excesiva moderación, pero no queda más camino que recurrir a un PRONUNCIAMIENTO para poder cambiar el gobierno. De nuevo se tiene que producir una nueva intervención militar, para fozar un cambio de gobierno.


            El Pronunciamiento es organizado por el general Leopoldo O´Donnell en Vicálvaro (30-6-54), que fracasa (fue llamada la vicalvarada). Los moderados descontentos ven necesaria la participación de los progresistas. Buscan su apoyo a través del MANIFIESTO DE MANZANARES (7-7-54, redactado por Antonio Cánovas). Se producen motines en las ciudades, se forman Juntas Revolucionarias (otro rasgo de la construcción del liberalismo) e Isabel II tiene que cambiar el gobierno.


            La segunda etapa del reinado es el BIENIO PROGRESISTA (1854-56). La reina para controlar la situación tiene que llamar a Espartero (líder de los progresistas) como jefe de gobierno, y coloca a O´Donnell (moderado, líder de la Unión Liberal, grupo formado por moderados de centro y progresistas moderados) como ministro de la Guerra. Se inician dos años de gobierno progresista. Las principales acciones son:

      Redacción de una nueva constitución: la non nata de 1856. Progresista. (De nuevo la redacción de una constitución que responde a los intereses de los que gobiernan).

      Aprobación de la ley general de desamortización de 1855, Ley Madoz; y la Ley de ferrocarriles, de minas y sociedades anónimas de 1855.

            Tiene buenas acciones en el terreo económico, pero se olvida del plano social de ahí que se produzcan huelgas en Barcelona, en 1855, y en el campo en Castilla en 1856.

La falta de entendimiento de Espartero con los moderados, la hostilidad de la corona, las protestas, etc., llevan a la renuncia de Espartero.

Entramos en la última etapa, llamada etapa de la  UNIÓN LIBERAL (1856-68).

 Al principio se mantiene en el gobierno O´Donnell, que desmantela un poco el modelo progresista pero después, Isabel II, nombra a Narváez que se encarga de reponer la Constitución del 45, la ley de ayuntamientos y de moderar toda la legislación y acallar a la oposición. Hecho esto, vuelve al poder O´Donnell y la gente de la Unión Liberal que gobernará sin problemas del 58 al 63 gracias a: aislar a los sectores más reaccionarios, manipular los resultados electorales, al apoyo de la corona, prosperidad económica, y por la política exterior agresiva (Indochina, Marruecos, México....).

A partir de 1863 el gobierno vuelve a un mayor moderantismo y al autoritarismo: noche de S. Daniel –estudiantes- y cuartel de S. Gil.

Esta situación empeorará con la crisis económica, agraria y financiera que se desarrolla a partir de 1866. El ferrocarril no da beneficios, la industria algodonera catalana entra en crisis por el alza del precio del algodón y además hay aumento de precios por la crisis de subsistencias. Al mismo tiempo se extienden las ideas políticas en la sociedad española. A los tradicionales grupos de moderados, progresistas, carlistas, tenemos que añadir, como nos señala el documento 4, los demócratas y los republicanos, y también empiezan a llegar la ideas socialistas. La sociedad está muy enfrentada. Y existe una profunda crisis política.

La crisis hace que O´Donnell dimita en 1866 y vuelva Narváez, muy ultraconservador. Esta situación lleva a que, en el exilio (Pactos de Ostende y Bruselas), las fuerzas opositoras, progresistas y demócratas, dirigidos por el general Prim, unan sus fuerzas para derrocar a Isabel II. Ya están unidos todos contra Isabel II: progresistas, unionistas, demócratas y militares.

Parte de las causas del pronunciamiento están expuestas en el doc. 5: “Hollada la ley fundamental (…) corrompido el sufragio (…)”, etc., es decir un gobierno autoritario que recurre a la represión (muda la prensa), al abuso del poder, a la corrupción, y que gobierna con el apoyo de la Corona y del fraude. A esta situación hay que sumar la crisis económica y la extensión de las ideas políticas en la sociedad, como ya dijimos antes. De ese modo, el 18 de septiembre de 1868, el general Prim y el almirante Topete inician en Cádiz un pronunciamiento que dirige el general Serrano. Con el grito de “¡Viva España con honra!”, y con la promesa de medidas democráticas (sufragio universal, ampliación de derechos), consiguen el apoyo de la población. Se forman juntas revolucionarias y del 26-28 de septiembre se produce la batalla del Puente de Alcolea (Córdoba). Las tropas de la reina son derrotadas e Isabel II huye a Francia.

La revolución septembrina o Gloriosa, como fue llamada, derrumbó la monarquía de los Borbón. De nuevo una intervención militar, provocada por la incapacidad del régimen para permitir la alternancia, es la protagonista del cambio de gobierno; la novedad, ahora, es la propia caída de la monarquía de los Borbón.

         Acaba de este modo el reinado de Isabel II. Un reinado durante el que se instala el liberalismo, pero  moderado; un reinado muy convulso e inestable con continuos cambios de gobierno y con la constante intervención militar.





[1] El pronunciamiento consiste en un intento revolucionario que hace una personalidad o facción para que el gobierno cambie de orientación política o derrumbarlo. Intervienen fuerzas políticas y militares. Es característico del liberalismo español, por la debilidad de la burguesía. Se inician durante el reinado de Fernando VII (Porlier, Espoz y Mina, Torrijos, Riego, etc.) 


          
           
              
           

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