LA TRANSICIÓN DEL ANTIGUO RÉGIMEN A LA ESPAÑA
CONTEMPORÁNEA
1.
LOS ELEMENTOS ECONÓMICOS, POLÍTICOS Y SOCIALES
QUE CONFIGURAN EL ANTIGUO RÉGIMEN
La expresión A.R. fue
acuñada por los revolucionarios franceses para referirse al régimen existente hasta
1789, y con el que querían acabar. Ese régimen se define por una sociedad jerarquizada en estamentos,
privilegiados y no privilegiados, por una economía rural y señorial, y
por un régimen político dominado por
la monarquía absoluta.
1.1.
LA SOCIEDAD ESTAMENTAL
La sociedad del A.R.
estaba dividida en tres órdenes o estamentos. Había unas
características básicas: la desigualdad jurídica, el inmovilismo,
y la existencia de privilegios. Los criterios de clasificación son: el
nacimiento, el honor y la función. Cada estamento tenía su ley y juzgaban los nobles (lo que los
beneficia). Era muy difícil salir de un estamento, sólo burgueses ricos o
ilustrados llegaban a ser ennoblecidos.
La nobleza y el clero
eran los privilegiados, tenían la mayor parte de la propiedad de la tierra, no
pagaban impuestos y ocupaban casi todos los cargos públicos. La nobleza era el
5% de la población, ocupaban los cargos públicos, no pagaban impuestos y vivían
de las rentas que cobraban a los campesinos. Es importante destacar en Galicia
el papel desempeñado por la hidalguía. Tienen una mentalidad consumidora
y poco inversora. Valores aristocráticos son: no practicar ciertos trabajos
(herrero, etc.), vivir de rentas sin trabajar y tener limpieza de sangre, es decir,
no tener antepasados judíos, herejes o musulmanes. Los señores en sus señoríos
ejercen la justicia, nombran las autoridades, exigen corveas (trabajos) y tienen
privilegios.
El tercer estamento
estaba formado por campesinos, burgueses y clases populares de las ciudades. No
tienen privilegios y están sujetos al pago de impuestos o “pechos”.
Dentro de cada grupo hay
fuertes diferencias.
Es una sociedad
analfabeta, sólo unos pocos saben leer y escribir, y muy pocos tienen conocimientos
universitarios.
Es una sociedad muy
religiosa mezclada con supersticiones. La defensa que hacen los reyes de la
religión llevó a una posición de gran intransigencia y defensa de la ortodoxia
católica, en ese sentido se crea el tribunal de la Inquisición que vigilaba,
juzgaba y condenado a los que atacaban esos principios; hacían autos de fe donde
los condenados eran vestidos con el sambenito y paseados por la ciudad.
El régimen demográfico
es de tipo antiguo: Las tasas de natalidad elevadas: natalidad sin control.
Las tasas de mortalidad son altas: hambre, epidemias, guerra, muerte; tasas de
mortalidad infantil muy elevadas y baja esperanza de vida. El crecimiento
natural lento (rombos de crisis).
Se
entra en la fase de la transición demográfica al bajar la mortalidad, lo que
dispara el crecimiento natural y provoca el éxodo rural y la emigración a las
ciudades.
1.2. UNA
ECONOMÍA AGRARIA
La agricultura
es de subsistencia. Las técnicas son rudimentarias (aperos de madera). El
sistema de cultivo es extensivo, con rotación bienal o trienal con barbecho. No
hay abonado. Los rendimientos son muy bajos, y los pocos excedentes son absorbidos
por los pagos de rentas. Apenas hay innovaciones (aquí destacamos la entrada de
la patata y del maíz).La agricultura era la base de la economía. A esta actividad se dedicaba el 80% de la población. La propiedad de la tierra estaba en manos de la Iglesia y de la nobleza y la mayor parte estaba amortizada (instituciones laicas o eclesiástica) o vinculada (bienes de las familias), no se podía comprar ni vender (manos muertas). La institución del mayorazgo ejemplificaba esta situación. Consistía en el derecho a vincular el conjunto de bienes al título nobiliario. Además, la nobleza, iglesia y corona eran titulares de los señoríos, extensas posesiones de las que recibían rentas.
El
campesinado era en su mayor parte arrendatario o jornalero. Su
condición variaba en función del tipo de contrato. En Cataluña el contrato
característico era el enfitéutico a perpetuidad, por lo que no estaban
sometidos a aumentos de rentas. En Galicia y Asturias eran los FOROS,
fijos durante tres generaciones; pero la falta de tierra provocó la división, los
subforos, y con esto el minifundismo. En Extremadura y Andalucía lo
característico eran contratos a corto plazo y la existencia de jornaleros. Su
situación era la más dura, contando además con la competencia de la ganadería
ovina extensiva. Los grandes propietarios se organizaban en el Honrado Concejo
de la Mesta y preservaban la tierra para pasto.
Las actividades
artesanales seguían organizadas de forma gremial, con un estricto
control sobre la producción y la creación de talleres. El gremio organiza y
controla la producción, regula el precio y las características de los
productos, pero impide las innovaciones
El comercio era
muy débil, se limitaba al intercambio de tipo local o comarcal, dificultado por
los problemas del transporte (vías y medios de transporte muy pobres). Comercio
internacional marítimo con América y Europa.
1.3.
UNA MONARQUÍA ABSOLUTA
El monarca
absoluto constituía la encarnación misma del Estado. Los Borbón
impusieron el modelo de absolutismo implantado en Francia con Luís XIV. De ese
modo, asumieron la tarea de unificar y reorganizar los diferentes reinos
peninsulares. Esto significó la pérdida de su soberanía.
El
poder supremo o soberanía residía en el rey, y este poder debía ser ejercido
sin limitaciones, ya que lo recibía directamente de Dios (justificación del
origen divino del poder). Los reyes actuaban con un sentido patrimonial del
estado. A pesar de estos intentos absolutistas, en España existió un alto grado
de diversidad jurídica, administrativa y diferencias regionales.
2.
LA LLEGADA DE LOS BORBÓN
2.1.
LA GUERRA DE SUCESIÓN (1700-1713)
En el año de 1700 muere Carlos II de Austria, como no tenía descendencia se promovieron candidatos para ocupar el trono. Eran Felipe d’Anjou, nieto de Luís XIV de Francia y de Mª Teresa de Austria, y el archiduque Carlos de Habsburgo, hijo del emperador Leopoldo I de Austria. Carlos II designó como sucesor a Felipe[1], que fue proclamado rey en 1701 como Felipe V.
Este nombramiento
fortalecía el poder de los Borbón en Europa y así Gran Bretaña, Holanda y Portugal declararon
su apoyo al candidato austríaco y entraron en guerra contra España y Francia, en
la denominada Guerra de Sucesión.
En el interior de España
la cuestión sucesoria también dividió a los reinos peninsulares. Castilla
fue partidaria de Felipe, mientras que Aragón se decantó por Carlos, ante el
temor a las tendencias centralizadoras y uniformizadoras de los Borbón, que
rompían la tendencia pactista de Aragón.
El principio de la guerra
fue favorable a Carlos. Fue proclamado rey en Barcelona en 1705 y en 1710 toma
Madrid. Pero, en 1711, muere su hermano el emperador José I (1705-1711). Así,
ingleses y holandeses prefirieron acabar la guerra y reconocieron como rey a
Felipe V.
En los tratados de Utrech
(1713) Felipe V es reconocido como rey de España y de las colonias americanas,
pero los territorios europeos de la monarquía son repartidos: el Milanesado,
Flandes, Nápoles y Cerdeña para Austria; Sicilia para Saboya; fortalezas en Bélgica para los
Países Bajos y Gibraltar y Menorca para Gran Bretaña, junto con el monopolio
del comercio de esclavos con América (Tratado de asiento de negros). Los catalanes
mantienen la guerra, pero Felipe V toma Barcelona en 1714 y el emperador Carlos
VI acepta el tratado de Utrech por las paces de Rastatt y Baden.
2.2.
REFORMA DE
LA MONARQUÍA: CENTRALIZACIÓN Y UNIFORMIZACIÓN
Los reyes Borbón del
XVIII son: Felipe V (1700-1724, 1724-1746), Luis I (1724, hijo de Felipe V),
Fernando VI (1746-1759, hijo de Felipe V), Carlos III (1759-1788, hermanastro
de Fernando) y Carlos IV (1788-1808, hijo de Carlos III).
Los reyes Borbón van a
cambiar el modelo de monarquía autoritaria de los Austria por el modelo de
monarquía centralizada y absoluta característica de los Borbón. A medida que Felipe V se impone en la guerra
fue llevando a cabo una serie de cambios para intentar imponer el modelo de monarquía absoluta y centralizada.
Por encima de todo, el poder del
monarca que estaba auxiliado por los Secretarios (Estado, Asuntos
Extranjeros, Justicia, Guerra Hacienda),
nombrados y destituidos por el rey.
A nivel provincial,
los Borbón intentaron racionalizar el territorio y para eso eliminaron los
Virreinatos (salvo América) y crearon demarcaciones provinciales.
Al frente de cada provincia un Capitán General, con funciones militares
y administrativas. Implantaron Reales Audiencias con funciones
judiciales y los Corregidores para el control de las ciudades. Por
último, crearon los Intendentes (de inspiración francesa) que dependían
directamente del rey y tenían como misiones la recaudación de impuestos y
dinamizar la economía, controlar las autoridades locales, cuidar de las reales
fábricas, confeccionar mapas, hacer censos...
A nivel de Hacienda también
se producen cambios, ya que un Estado sólido necesita una Hacienda sólida. Se pretendió, sin éxito, la
unificación de las monedas y el aumento de la recaudación con un sistema
fiscal basado en la riqueza de cada habitante, incluidos los propietarios, pero
no fueron capaces. En la Corona de Aragón, con los decretos de Nueva Planta se
aplicó la Contribución Única, en Valencia el Equivalente, en
Mallorca la Talla y el Catastro en Cataluña. En Castilla el
Marqués de la Ensenada intentó aplicar el modelo pero fracasó ante la oposición
de la nobleza y clero.
También debemos destacar el cambio
en la ley de sucesión. En Castilla las mujeres podían heredar el trono, y en
la corona de Aragón las mujeres transmiten el derecho a sus hijos. Felipe V
introduce la Ley sálica que da
preferencia al varón desplazando a las mujeres.
2.3. LA
POLÍTICA EXTERIOR DE LOS BORBÓN
La pérdida de peso en Europa supuso
un siglo de relativa paz y neutralidad que fue aprovechada para
reconstruir el ejército y la flota, y mejorar la Administración y el comercio
con América.
De 1717 a 1720: intentos de
recuperar posesiones en Italia. Se obtienen en 1720 los ducados de Parma,
Plasencia y Toscana para los infantes Carlos y Felipe (hijos de Isabel de
Farnesio).
En 1725: primer tratado de Viena con
Austria, asedio de Gibraltar.
En 1734: Primer Tratado
de Familia con Francia, Carlos (III) obtiene Nápoles y Sicilia.
En 1743: Segundo Tratado de Familia.
En
1761: Tercer Pacto de Familia. Intervención en la Guerra de los Siete años; Paz
de París de 1763, España obtiene Manila, La Habana y Luisiana (francesa).
2.4. FERNANDO VI
En el reinado de Fernando VI destacamos su política
pacifista en el exterior, para dedicar los esfuerzos económicos a revitalizar la
economía interna (Marqués de la
Ensenada ). En lo referente a la política absoluta, destacamos
la consolidación del regalismo, es decir, subordinar la autoridad de la
Iglesia a la de los reyes; en este sentido nuevos acuerdos con el Papa y firma
de un Concordato en 1753 (presentación de obispos).
2.5. CARLOS III. EL REFORMISMO ILUSTRADO – DESPOTISMO ILUSTRADO
Durante el reinado
de Carlos III se van a multiplicar las reformas. Esto se explica por dos razones:
1ª es el Borbón mejor preparado, 2ª confluye la llegada de la Ilustración y del
despotismo ilustrado. La Ilustración es una corriente de pensamiento que nace en Francia en el XVIII. La característica básica es una confianza ilimitada en la razón. Nada puede estar por encima de la razón. Solo así se podría alcanzar el conocimiento, que era la base de la felicidad. Por eso defiende la educación y el progreso.
De ahí se deriva una crítica a
todos los principios de la sociedad estamental: afirman la igualdad,
el derecho a la libertad y niegan la transmisión hereditaria de virtudes
y privilegios. Defienden la propiedad y la libertad de comercio e
industria, y critican los inconvenientes de la organización económica
(gremios). Se oponen al dominio ideológico de la Iglesia y sus
privilegios y, finalmente, critican el absolutismo monárquico defendiendo el
modelo de contrato entre gobernantes e gobernados (Montesquieu, separación de
poderes; Rousseau, contrato social).
En España la difusión de estas
ideas es muy lenta, se produce sobre todo a partir de 1760: Feijoo,
Campomanes, Aranda, Floridablanca, etc. Se preocupan sobre todo de la
educación, base del cambio, y de la lucha contra las órdenes religiosas y los
estamentos privilegiados. Otro tema importante fue la cuestión económica:
reformas en la agricultura e introducir la industria.
El Despotismo Ilustrado es una corriente de pensamiento que pretende
reforzar la autoridad del monarca, pero entendida para el servicio al pueblo.
Se mantiene el poder absoluto de la monarquía y el rey se debe ilustrar (ideal
de rey filósofo) con las luces de la razón para incorporar los adelantos a su
pueblo y conseguir la felicidad y bienestar de todos. Su acción se resume en el
lema: todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
Las medidas más importantes son:
a) En lo referente al fortalecimiento del estado:
Aumentar los poderes del rey, aumentar la administración, mejorar los
ayuntamientos, más tribunales de justicia, bandera para la monarquía.
b) En lo referente
a la agricultura: Limitar los privilegios de la Mesta, impulsar la
colonización de nuevas tierras (Sierra Morena, Olavide), construcción de alguna
infraestructura de regadío, defender el sistema de “montes abiertos” para mantener
el ganado e impulsar los programas de Reforma Agraria[2] para aumentar los
propietarios y arrendatarios. Entre estos programas destacamos los de
Campomanes, Olavide y Jovellanos.
c) En cuanto al comercio: Crear mercados de bienes
y capitales fomentando el transporte y la libre circulación de mercancías
(libre circulación de grano en 1765, fin del monopolio comercial de Cádiz con
América, creación del banco de S. Carlos en 1782). Fomento para la creación de
compañías comerciales privilegiadas con una zona y con un producto.
d) En lo referente a la industria: Apoyar la
actividad industrial liberalizando el proceso de fabricación (ataque a
los gremios), estableciendo aranceles y tratados comerciales para defender la
industria nacional. Uno de los esfuerzos más
interesantes fue el apoyo a las Sociedades Económicas de Amigos del
País; la primera fue fundada por el conde de Peñaflorida en 1765 con la intención de fomentar la
agricultura, industria y comercio. Potenciar la industria del campesino (a tiempo
parcial). Defender el valor del trabajo artesanal (que es compatible con la
nobleza).
e) Reformas educativas: Defendieron los ilustrados la
necesidad de una enseñanza útil y práctica. En consecuencia adoptaron una serie
de iniciativas entre las que destacamos: la creación de las Reales Academias,
paso de las universidades a la jurisdicción real, apoyo a los manteistas
(universitarios no privilegiados) en detrimento de los colegiales, creación de
los Estudios de S. Isidro con planes modernos de enseñanza, fundación de nuevas
instituciones culturales y científicas (Jardín Botánico).
f) Política regalista con la Iglesia: pretende el
control y sometimiento de la iglesia al Estado. Esta política implica:
restricción de los derechos temporales del clero, freno a la Inquisición,
expulsión de los Jesuitas en 1767.
3. LÍMITES
DEL REFORMISMO
Carlos
III se enfrentó al principio de su reinado con una fuerte oposición de
los grupos privilegiados. Las clases populares se oponían por la ignorancia y las
privilegiadas por el temor a perder los privilegios.
En 1766, el 23 de marzo, se produce el Motín de Esquilache. Como
consecuencia de una orden sobre indumentaria (capas y sombreros) estallan motines
populares contra Esquilache y los “reformadores” (también se critica el precio
de los alimentos, los ministros extranjeros, oposición de los privilegiados,
etc.). Carlos III destituyó a Esquilache, frenó las reformas y bajó el precio de
algunos productos. Los motines cesaron y Carlos III continuó las reformas con ministros
españoles. En 1767 decretará la expulsión de la Compañía de Jesús por ser uno de
los principales instigadores de los motines y por no supeditarse a su poder
(problema con 4º voto). Fue una medida regalista para limitar el poder de la
Iglesia.
Las
reformas tuvieron siempre un alcance limitado ya que el límite de las
reformas estaba en la pervivencia del sistema político absoluto. De este
modo, cuando muere Carlos III en 1788, la mayor parte de las reformas están
paralizadas, no se hizo apenas nada para evitar la concentración de riqueza en
los privilegiados. Así, una parte de la población estaba desencantada: primero la
burguesía urbana, que tenía dinero pero no tenía poder político, segundo el
campesinado que se veía atacado por los privilegiados y por los burgueses que
querían invertir en la tierra.
4. LA
CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1808-1833)
-
El modelo del A.R no es capaz
de dar solución a los problemas que se
presentan.
- Desarrollo de las ideas del liberalismo y la Revolución
francesa.
- La burguesía quiere poder político.
- La monarquía-gobernantes actúan mal.
La
unión de estos problemas va a hacer que el modelo del A.R entre en crisis, y
que después sea sustituido por el modelo del Liberalismo.
Este cambio es progresivo; se
produce del siguiente modo:
-Reinado
de Carlos IV (1788-1808): crisis del A.R.
-Guerra
Independencia-convocatoria Cortes Cádiz-Constitución 1812: llegada del
Liberalismo.
-Reinado
de Fernando VII (1814-1833): lucha entre el modelo absolutista y el liberalismo.
-1833-6
inicio Regencia de María Cristina, instalación definitiva liberalismo.
4.1.
EL REINADO
DE CARLOS IV Y EL IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
El
reinado de Carlos IV tiene que hacer frente a un contexto muy negativo:
a)
el fin de la prosperidad de la etapa anterior e inicio
de problemas económicos.
b)
la agudización de la crítica de cierto sector de los
ilustrados que demandaban cambios más profundos.
c)
El desarrollo de graves problemas políticos: la
ineficacia de gobierno, la crítica de los privilegiados, el odio a Godoy, los
intentos de Fernando VII de alcanzar el poder...
Carlos IV también tiene que hacer
frente a las consecuencias que se derivan del desarrollo de la Revolución
Francesa. El gobierno de Carlos IV frente a la amenaza revolucionaria de
Francia paralizó su política de reformas y cerró la frontera francesa.
Cesó a los ministros reformistas (Floridablanca, Aranda) y se produce el
ascenso de nuevas personalidades, como la de Manuel Godoy y Álvarez de Faria[3].
El 15 de noviembre de 1792 Manuel Godoy es nombrado secretario de
Despacho. Ocupa el cargo después del cese de Floridablanca y de Aranda al no
lograr solucionar los problemas con la Francia revolucionaria.
El ascenso de Godoy, protegido de la
reina, fue mal acogido y simbolizó la corrupción y la incapacidad
de la familia real. Fue odiado por todos, nobles (por ser de origen
hidalgo), iglesia (por los ataques a sus privilegios y propiedades),
ilustrados, partido fernandino…
Por otro lado, la Revolución Francesa dividió,
además, a los ilustrados. Unos, como el conde Floridablanca[4]
(José Moniño), se pusieron de parte de la tradición y del orden; otros, como el abate Marchena[5], se
pusieron a favor de la revolución; y los menos, como Jovellanos[6],
confiaban en el Estado como instrumento de reformas.
La
gestión de Godoy no fue buena y agrava la crisis. En política interior intentó impulsar una política ilustrada: intentos
de contribución única, desamortización de bienes de la iglesia en 1798, aumento
de la presión fiscal. Pero esas medidas no fueron suficientes y contaron
siempre con la oposición de los privilegiados.
En política exterior la gestión fue nefasta. Primero se inicia una
guerra contra la Francia revolucionaria (1793-5, Guerra del Rosellón, de los
Pirineos o de la Convención), que fue un fracaso y se tiene que firmar la Paz
de Basilea[7], que suponen pérdidas para España aunque Godoy
es nombrado Príncipe de la Paz. Después nos aliamos con Francia (Tratados de
San Ildefonso 1796 y 1800) y entramos en guerra contra Gran Bretaña. Esto nos
supondrá la pérdida de parte de la flota en 1805 (Batalla de Trafalgar[8]) y
a continuación la firma del Tratado de Fontainebleau (1807) que permite pasar
los ejércitos franceses por territorio español para conquistar Portugal. Una
vez conquistado Portugal Godoy sería nombrado rey de los Algarves, lo que
colmaba sus aspiraciones.
La oposición a Godoy
favoreció la formación de un “partido
fernandino” compuesto por nobles y clérigos favorables al príncipe
Fernando. Este grupo preparó, a finales
de 1807, una conspiración contra el rey, en la que estaba implicado Fernando, la
Conjura del Escorial[9].
Pero Godoy consiguió abortar la
conspiración avisando en secreto a Carlos IV. Fernando VII y sus colaboradores
son detenidos y él tiene que pedir perdón, pero los colaboradores son
desterrados. De este modo Godoy se libraba, momentáneamente, de Fernando VII.
El punto final de este
enfrentamiento fue el desarrollo del Motín de Aranjuez[10], del 17 al 19 de marzo
de 1808. Motín de inspiración fernandista y dirigido por la nobleza palaciana y
el clero, que se aprovecha del descontento popular por la presencia de las
tropas francesas en España y por la posible marcha de los reyes hacia Sevilla y
después a América. El día 17 se inician las protestas y el asalto al palacio de
Godoy, que es detenido y Carlos IV cesa. El día 19 Carlos IV, ante las
protestas, abdica, aduciendo motivos de salud, en Fernando. Con el motín el
partido fernandino consigue la destitución de Godoy[11] y la abdicación de
Carlos IV a favor de Fernando VII.
Carlos
IV, arrepentido de la abdicación, quiere contactar con Napoleón para que no
reconozca a Fernando y así recuperar el trono. Este también quiere el apoyo de
Napoleón. Ambos, manejados por los ayudantes de Napoleón, que les indican la
conveniencia de entrevistarse con Napoleón, marchan a su encuentro. Napoleón
quiere una familia real desunida y ve la posibilidad de capturar a la familia
real. Así, Fernando y Carlos entran en Bayona
a finales de abril. Allí, Napoleón
obligó a Carlos (5 de mayo), ante los sucesos del 2 de mayo[12],
a cederle sus derechos al trono de España, con la promesa de mantener la
integridad de los reinos y la defensa de la religión católica en España; al día
siguiente, Fernando cedió sus derechos a Carlos IV y en los días siguientes
cederían sus derechos todos los miembros de la familia real.
El 6
de junio, Napoleón nombró a su hermano José I Bonaparte rey de España.
Para ratificarlo y darle al país una Constitución, ordenó a la Junta de
Gobierno que había dejado Fernando VII y que ahora presidía el general Murat,
la convocatoria de unas Cortes en Bayona para junio de 1808.
En las
Cortes de Bayona se aprobó el Estatuto de Bayona (julio de 1808).
Inspirado en las ideas de la Revolución Francesa intentó una serie de reformas
para acabar con el Antiguo Régimen. El Estatuto establecía un sistema político
basado en la monarquía autoritaria con una gran capacidad legislativa. En
segundo lugar, fijaba un poder legislativo en dos cámaras (Senado y Cortes) que
respetaban la estructura estamental, elegidas por sufragio censitario, y que no
tenían muchas atribuciones. También reconocía la igualdad de los españoles ante
la ley, impuestos y cargos. Finalmente, las reformas económicas serían
implantadas muy lentamente.
El
Consejo de Castilla no aceptó las renuncias de Bayona y reconoció a Fernando
VII como rey “in absentia”. Por su
parte, Gran Bretaña aceptaba a Fernando como rey de España.
5. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
La guerra se inició, el 2 de mayo, cuando el pueblo de Madrid
se levantó contra el ejército francés que llevaba a la familia real (el infante
Francisco de Paula) para Bayona. En el levantamiento no participan las autoridades
españolas, ya que quedaran con las órdenes de los reyes de atender bien a los
franceses.
Los motivos del levantamiento de las masas populares
contra la ocupación francesa fueron:
è
la defensa de la integridad nacional frente a
un aliado traidor,
è
la convicción del carácter tiránico de Napoleón,
y
è
el sentido patriótico.
El movimiento fue duramente reprimido[13]
por el general Joaquín Murat[14]
(fusilamientos del 3 de mayo), pero continuó por todo el país (llamamiento a la
defensa de España por el alcalde de Móstoles hecho el 2 de mayo y continuado
por otras personas en distintas localidades) apareciendo Juntas de Armamento
y Defensa (asumían el poder en su jurisdicción), primero locales hasta
formar una Junta Central, presidida
por el conde de Floridablanca, que coordinó la defensa contra los
franceses.
Las Juntas estaban
formadas por representantes de la
autoridad anterior (obispos, curas, capitanes generales, etc.) y nuevas figuras
que se significaban contra la ocupación francesa. La creación de las juntas
fue un acto de soberanía, ya que asumían la autoridad en nombre del pueblo, que
por primera vez se convertía en protagonista de la acción política. Estas Juntas eran instrumentos de autoorganización
de la respuesta popular ante el vacío de
poder, y se caracterizaron por:
è
Tener un perfil revolucionario, al proclamarse
soberanas.
è
Representar una ruptura político-administrativa
con el pasado.
è
Asumir un poder sin limitaciones, que actuaba en
nombre de Fernando VII y como responsable del pueblo/nación española.
El
ejército tradicional fue incapaz de detener el avance de los franceses, aunque
hay que destacar la victoria del general Castaños en Bailén (19 de julio de
1808), que da esperanza y permite mantener, en principio, a los franceses lejos
de Andalucía. En la guerra debemos destacar la fuerte defensa hecha por el pueblo,
que desembocó en ocasión en los llamados sitios
(Zaragoza, Palafox y Agustina de Aragón), es decir, en la resistencia de
algunas ciudades para desgastar al ejército enemigo y permitir la
reorganización del resto del país y las acciones de las guerrillas (El
Empecinado, Espoz y Mina, el cura Merino). La guerrilla es una forma espontánea
y popular de resistencia armada contra el invasor. Hostigaban constantemente al
enemigo. Conocían el terreno y obligaban a los franceses a tener muchos soldados
desplegados y que no tuvieran un perfecto control. La Junta Central y las
Cortes intentaron regularizar sus acciones. La base social era fundamentalmente
campesinos. Había partidas, grupos, cuadrillas, Cuerpos de Voluntarios,
Partidas de Cruzada, etc. El número de integrantes variaba notablemente,
algunas acabaron integrándose y formado grupos muy numerosos (División Navarra
de Espoz y Mina, Regimiento de Húsares de Burgos, 7º Ejército del general
Gabriel de Mendizábal). Estaban dirigidas por antiguos soldados (Juan Díaz
Porlier, Antonio Cuesta), campesinos (Francisco Espoz y Mina, Juan Martín “El
Empecinado”), miembros del clero (Jerónimo Merino, el cura Merino; Juan
Medieta, el Capuchino), desertores militares o contrabandistas. Sus acciones
son fundamentales para la victoria en la guerra. Algunas guerrillas acabarán
cayendo en el bandolerismo.
5.1. LAS DIFERENTES FUERZAS POLÍTICAS
La
invasión francesa obligó a la toma de postura por parte de las diferentes corrientes
ideológicas:
Los afrancesados, aceptaron
el nuevo gobierno de José I (eran los josefinos) y participaron en él, unos por
oportunismo y otros procedentes del despotismo ilustrado que creyeron que
podían realizar las reformas necesarias para la modernización del país.
Considerados traidores, al final de la guerra tuvieron que exiliarse.
El frente patriótico, el grueso
de la población que se opuso a la invasión. Hay muchas diferencias. Una parte de
la nobleza y clero pretendían una vuelta al absolutismo. Los
ilustrados (Floridablanca, Jovellanos...) pretendían el regreso de Fernando
VII para que realizase reformas. Los sectores liberales ven en la guerra
el momento para transformar España en un sistema liberal-parlamentario;
pretendían: soberanía nacional, división de poderes y una Constitución.
5.2. EL CURSO DE LA GUERRA
La resistencia popular impide el dominio francés. La defensa
de Girona y Zaragoza resistieron durante meses el avance francés, y la derrota
de Bailén (julio de 1808) los obligó a abandonar Andalucía. Napoleón tuvo que
venir a España para intentar controlar todo el territorio, pero en 1812 la
guerra con Rusia obligó a Francia a desdoblar el ejército. Así, fue incapaz de
mantener dos frentes y, a finales de 1813, tuvo que abandonar España.
La guerra se divide en tres fases:
Mayo-noviembre
de 1808: derrota de los franceses en Bailen.
Noviembre
de 1808-enero de 1812: dominio francés y capitulación de ciudades (Zaragoza, defendida por el general Palafox y
Agustina de Aragón); solo Cádiz y Lisboa quedaron sin dominar.
Enero de 1812-abril
de 1814: repliegue francés (campaña de Rusia) y ofensiva hispano-inglesa (los
ejércitos coordinados por Wellington ganan las batallas de Vitoria y San
Marcial).
6 LAS CORTES DE CÁDIZ: CONSTITUCIÓN DE 1812
6.1. FORMACIÓN DE LAS
CORTES
Ante el vacío de poder que provoca la inacción de las instituciones frente
al ataque francés, el pueblo intenta organizarse. Primero, se forman Juntas locales y provinciales, que dirigían la
resistencia. Estas juntas estaban formadas por representantes de la autoridad
anterior y nuevas figuras que se oponían a la invasión. Estas juntas enviaron representantes para formar una Junta
Central Suprema que coordinase las
acciones y dirigiese el país. La Junta, presidida por el conde de
Floridablanca, se reúne en Aranjuez el 25 de septiembre de 1808 (más tarde se
traslada a Sevilla y luego a Cádiz) y reconoció a Fernando VII como rey
legítimo de España. En esta junta hay una
gran diversidad ideológica que se pode reducir a tres grupos: absolutistas, liberales e ilustrados.
La Junta Central fue
incapaz de dirigir la guerra por lo que a principios de 1810 traspasó sus poderes a una Regencia,
de 5 miembros. La Regencia convocó las Cortes, el 22 de mayo de 1809,
para septiembre de 1810. El proceso de elección de diputados era
muy difícil por lo que deciden hacerlo
no por estamentos, aunque la Junta Central había decidido una reunión
estamental, sino en un solo brazo, por medio de un sufragio indirecto. Se
escogió la representación basada en criterios poblacionales y no se concretó la
forma de las deliberaciones, ni los poderes que tendrían las Cortes. Muchas
provincias no pudieron elegir representantes debido a la guerra, por lo que se
nombraron a suplentes que se encontraban en Cádiz. La mayoría de los suplentes
eran partidarios del liberalismo, lo que junto a la mayor presencia de diputados
de las ciudades del litoral, en las que tenía más peso la burguesía liberal, reforzó
el sesgo progresista de los reunidos. Frente a ellos se situaron los partidarios de la vuelta al absolutismo,
encabezados por el Obispo de Ourense, que era el presidente de la Regencia.
Fueron unos 300 diputados, de los cuales unos 60 procedían de los territorios
extrapeninsulares. La composición social
era muy variada, había muchos representantes del clero, nobles y también
muchos militares, abogados, miembros de la administración, comerciantes,
propietarios, escritores, etc. Finalmente, destacar que no todos los nobles y
curas eran partidarios del absolutismo, como tampoco todos los burgueses lo
eran del liberalismo.
Las Cortes se abrieron en la
isla de León en Cádiz, el 24 de septiembre de 1810, se trasladaron después al
oratorio de San Felipe Neri. Funcionaron como una sola cámara y se declararon soberanas,
es decir que el poder reside en la nación, y que este se expresa a
través de las Cortes.
La legislación de las Cortes
de Cádiz (1810-1813) respondió a dos objetivos básicos: elaborar una constitución
como eje del nuevo régimen político y promover una serie de reformas
socioeconómicas que liberaran las ataduras del Antiguo Régimen. Entre estas
destacan:
A
nivel político y administrativo: la soberanía de la nación; la división,
separación y regulación de los poderes; la formación de los ayuntamientos
populares y de las Diputaciones (nueva división provincial); la incorporación
al Estado de todo los señoríos jurisdiccionales (se reconocen los señoríos
territoriales que se asimilan a la propiedad particular: litigio entre
campesinos y señores por demostrar la propiedad, resuelto en 1837 favoreciendo
a los señores); la abolición de los privilegios nobiliarios, etc.
A
nivel social: la igualdad ante la ley, la libertad de imprenta sin censura
para garantizar la libertad de expresión, la supresión de los oficios perpetuos
en manos de una familia, la libre elección de cargos públicos, la abolición del
tormento, la supresión de la Inquisición, ...
A nivel económico: la
desamortización de bienes en mano muerta[15],
la libertad de comercio, la libertad de cercamiento de fincas, etc.
A nivel religioso: supresión
de conventos y órdenes regulares con menos de 12 miembros y la incautación por
el Estado de sus propiedades; supresión de la Inquisición, eliminación del Voto
de Santiago.
En definitiva, un conjunto de
medidas de carácter revolucionario que constituyen la abolición legal del Antiguo
Régimen y la creación de un nuevo modelo político y social.
6.2. CONSTITUCIÓN
DE 1812
Es aprobada por las Cortes el 19 de
marzo de 1812 (cuarto aniversario de la subida al trono de Fernando VII, fue llamada
la Pepa), resultado de un compromiso entre liberales y absolutistas. Es una
Constitución muy amplia y de las más radicales de la historia de España. No
sólo pretendía regular el ejercicio del poder sino conseguir una reorganización
de la sociedad.
La estructura del
Estado corresponde a una monarquía moderada y limitada (frente a la
monarquía absoluta, un rey que sea moderado y con poderes, pero limitados),
que se fundamenta en la soberanía nacional y en la división de
poderes. La Soberanía reside en la
nación, entendida como conjunto de individuos que viven en un territorio,
por lo que el origen y fuente del poder se encuentra en el pueblo; por lo tanto
se entiende como una soberanía popular.
Y por lo tanto, el pueblo tiene derecho a participar en la gestión del poder
público mediante la elección de sus representantes (se establece el sufragio
universal masculino indirecto; aunque para ser elegible es censitario ya que
había que tener una determinada renta, lo que favorece a la burguesía y a la
nobleza, que controlarán el proceso político).
La Constitución
establece una rígida separación de poderes:
-
El poder legislativo que reside en las Cortes
(una sola cámara), es la institución
central del nuevo régimen al corresponderle la voluntad nacional. Sus poderes son: elaboración de las leyes
con el rey, aprobación de presupuestos e impuestos, sucesión de la Corona. Las
Cortes se reúnen anualmente durante un período de sesiones fijado en la
Constitución (ante el temor que o rey no las convocase). Hay una Diputación
Permanente, de siete diputados que vela por la Constitución cuando las Cortes
no están reunidas. El mandato de los diputados dura dos años, es inviolable y
es incompatible con otro cargo de nombramiento real. El sistema electoral está
fijado en la propia Constitución, que establece
el sufragio universal masculino indirecto en cuatro grados[16].
Sólo se exige ser residente y tener una renta para los candidatos (el sufragio
pasivo se restringe a las grupos acomodados, nobles, clero, burguesía),
quedaban excluidos los criados domésticos y los esclavos.
-
El poder ejecutivo le corresponde al monarca (gran
desconfianza ya que se está a desmantelar el absolutismo). Monarca con poderes, pero limitados. Tiene la dirección del gobierno e interviene en la elaboración de las leyes
a través de la iniciativa legislativa y de
la sanción (aprobación de la ley); posee veto (impide que una ley entre en vigor) suspensivo durante dos años (en el caso de volver a presentarle la
ley tendrá que aprobarla). Sus decisiones
tienen que estar firmadas por los
ministros que el nombra.
-
El poder judicial está en manos de los jueces
inamovibles, con códigos únicos en todas las materias; excepción para curas e
militares.
La
Constitución contiene a través de su
articulado (aunque no tiene un capítulo especial como otras constituciones)
una declaración de derechos de los ciudadanos: la igualdad ante la ley
(manteniéndose un foro especial para el clero y militares), libertad de
imprenta, de propiedad, sufragio...
A nivel religioso el art. 12 establecía la religión Católica como la “única y verdadera”; quedaban prohibidas las
demás religiones.
En otros artículos de
la Constitución se establece la reorganización de la administración provincial
y local, la reforma de los impuestos, Hacienda, Ejército (obligatoriedad del
servicio militar), la creación de la
Milicia Nacional (cuerpo de civiles armados para la defensa del sistema constitucional),
enseñanza, etc. El último título de la Constitución es el de su reforma, que no
podía hacerse hasta pasar ocho años y por procedimientos muy rigurosos.
Se trata
de una constitución revolucionaria por cuanto altera las bases políticas y
sociales del Estado sobre el que se asienta. Tenía como objetivo abolir el
absolutismo y establecer un régimen constitucional con el predominio del poder
legislativo, ejercido por las Cortes. Responde al interés de la burguesía, aunque
contiene concesiones al AR, como en el tema religioso. Fue el primer texto
constitucional aprobado en España que tendrá una gran influencia en los textos
posteriores y sobre Europa. Fue un texto bien acogido por las clases medias
ilustradas pero extraño para las masas populares. Las fuerzas reaccionarias
sabrán emplear esta situación para intentar acabar con este nuevo régimen.
7. LA REVOLUCIÓN LIBERAL Y LAS REACCIONES
ABSOLUTISTAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX: REINADO DE FERNANDO VII
El reinado de FVII se inserta en la crisis
del AR, será constante el enfrentamiento entre las tendencias absolutistas y
liberales.
7.1. EL REGRESO AL ABSOLUSTIMO: EL SEXENIO
ABSOLUTISTA (1814-20)
El 11 de diciembre de 1813 Napoleón
firmó el Tratado de Valençay, por el que reconocía como rey a Fernando VII, quien
recobrará la corona el 22 de marzo de 1814.
Los liberales tenían dudas de que Fernando VII aceptase las
reformas (había marchado como rey absoluto), por eso intentaron controlar su
regreso. Las Cortes (Martínez de la
Rosa ) y la Regencia hacen un itinerario que Fernando VII
debía cumplir para llegar a Madrid y jurar la Constitución. Fernando VII quiere
recobrar la monarquía absoluta pero no sabe el respaldo que tiene.
Fernando
VII entra en España y ve el apoyo popular con el que cuenta: era el
Deseado, la gente aclama su regreso. Los absolutistas, por su parte, vieron la posibilidad de
volver al Antiguo Régimen y le mostraron al rey su apoyo incondicional a
través del Manifiesto de los Persas (12 de abril de 1814): 69 diputados
firman ese documento en defensa de la monarquía absoluta. La Iglesia también
quería su regreso para eliminar las reformas que atacaban sus privilegios y
obtener más poder. Finalmente, en Valencia contó con el apoyo del ejército
mandado por el general Elio. Con ese respaldo (pueblo, diputados absolutistas,
ejército e Iglesia), el 4 de mayo de 1814, mediante un Real Decreto, que
dejó en secreto, declaró “nulos y sin ningún valor ni efecto” los decretos de
Cádiz y la Constitución; se dirigió a Madrid y, el 10 y 11 de mayo, los
liberales, que no se percataron de las maniobras de Fernando, al ser los
decretos secretos hasta la llegada a Madrid, fueron detenidos y publicados los
decretos.
En los
meses siguientes se restauraron todas las instituciones del Antiguo Régimen[17] y se persiguieron a
los liberales. Los liberales no se dieron cuenta de las acciones del Rey ya
que: no conocían los decretos, no había precedentes de que un rey atacara a quien
lo defiende, creían que no habían delinquido (tampoco existía el delito, que lo
creará el Rey personalmente[18]),
creían que la Constitución era tan buena e importante que aunque no le gustara
al Rey la aceptaría, y creían que era imposible volver a la situación anterior
a 1808. El contexto internacional también le era favorable a Fernando VII:
Napoleón había sido derrotado y las potencias vencedoras consiguieron en el
Congreso de Viena restaurar el viejo
orden, y crearon la Santa Alianza para defender el absolutismo en cualquier
país.
Fernando VII intenta
gobernar de un modo absoluto y lleva a cabo una fuerte represión (no cuenta
casi ni con ministros ni con Consejos, ayudado por una camarilla), pero la situación del país era desastrosa: la economía
estaba rota, la Deuda era enorme, los campesinos se negaban a pagar las rentas
feudales, la recaudación era insuficiente pese a los intentos de reforma. España
estaba destrozada por la guerra y tenía que hacer frente a la independencia de
las colonias americanas que entorpecían el comercio y aumentaban los gastos.
Los intentos de reforma en la Hacienda (el ministro Martín de Garay propone un
sistema de contribución proporcional a la riqueza) chocaban con la oposición de
los privilegiados. Así, la oposición se manifestó rápidamente.
Los
levantamientos y pronunciamientos para forzar a Fernando VII a
introducir reformas liberales se
suceden (Mina -Pamplona, 1814-; Porlier -A Coruña, 1815[19]-:
la falta de apoyos militares y civiles propiciaron el fracaso y su ejecución el
3 de octubre), pero fracasan. El pronunciamiento consiste en la sublevación de un militar o personalidad importante
que luchó en la guerra de la Independencia. Generalmente están en el exilio, en
la cárcel o en puestos de poca importancia política. Tiene como finalidad forzar la voluntad de Fernando VII (o la
conquista del poder) para implantar el liberalismo mediante una acción que
pretende encontrar el apoyo del resto del ejército, de las fuerzas políticas y
de la mayoría de la población. La repetición de los pronunciamientos nos indica
el fuerte descontento de ciertas capas sociales, sobre todo de la burguesía, ya
que la mayoría de los pronunciamientos son impremeditados, impulsivos, débiles
y fruto de la casualidad y acaban en la detención y ejecución de los protagonistas.
Se suceden desde 1814 y así llegamos al 1 de enero de 1820 cuando se inicia el
pronunciamiento del coronel Rafael del Riego: se subleva en Cabezas de San Juan
(Sevilla) y recorre Andalucía proclamando la Constitución de 1812. Riego está
acantonado a la espera para embarcar para América, así se une el malestar por la
situación interna con la marcha para luchar en las posesiones americanas.
7.2. EL TRIENIO LIBERAL (1820-23)
El movimiento de Riego se deshacía sin encontrar ni mucha
oposición ni mucho apoyo, pero antes se extendió a otras ciudades de España. En
La Coruña la mayoría de los militares, con el apoyo de la burguesía, detuvieron
a las autoridades realistas, nombraron una Junta de Gobierno y restablecieron la
Constitución de 1812. Fernando VII, para poder controlar la situación, tuvo que
aceptar convertirse en monarca constitucional el 10 de marzo de 1820
(“…marchemos francamente por la senda constitucional”). Concedió una amnistía y
convocó elecciones. Las Cortes mayoritariamente liberales comenzaron una gran
obra legislativa:
-
Liquidar el feudalismo en el campo: supresión de
señoríos y mayorazgos, venta de tierras, desamortización de los bienes de la
Inquisición y monasterios suprimidos.
-
Liberalizar la industria y el comercio. Abolición de los
gremios.
-
Modernización política y administrativa.
-
Creación de la Milicia Nacional[20]
como fuerza de orden pública.
Los
liberales para extender su ideología se valían de la prensa, de las Sociedades
Patrióticas y masónicas y de la Milicia Nacional, pero el apoyo popular no era
grande y contaban además con la oposición de la Iglesia católica.
El
Rey y los absolutistas, desde el principio
intentaron boicotear todas las acciones (derecho de veto) para que
fracasara el Trienio. Además los absolutistas están muy presionados (momento
del “trágala”, canción que cantan los liberales para humillar a los
absolutistas). Por otra parte, el campesinado ve como su situación empeora, ya que ahora eran
arrendatarios de las tierras de los señores y tenían que pagar rentas o eran
expulsados, y los impuestos tenían que pagarlos en dinero y no eran capaces.
Así, los campesinos empezaron a alzarse contra los liberales, que cada
vez estaban más divididos entre exaltados y moderados.
Los
liberales comienzan a dividirse entre moderados e exaltados:
-
Los moderados (doceañistas) buscaban una
transición o pacto con sectores respetables y propietarios de la vieja sociedad.
Creían que la Constitución de 1812 debía ser reformada en los aspectos más
radicales. Así, reforzar el poder ejecutivo en manos de la Corona, limitar las
atribuciones de las Cortes, establecer un Parlamento bicameral (Cortes y Senado
para moderar), y eliminar el sufragio universal masculino.
-
Los exaltados (veinteañistas) defendían a ultranza
la Constitución de 1812. Creían que las reformas debían aumentarse y para eso se
tenía que dar una mayor participación popular (sufragio universal masculino).
Los
absolutistas lograron levantar partidas (grupos armados) realistas en Cataluña,
País Vasco, Navarra y norte de Castilla que contaban con el apoyo de la
población agraria, pero fracasaron a finales de 1822. Se dieron cuenta que sólo
podrían derribar el régimen liberal con
la ayuda extranjera.
El 15 de agosto de
1822 los absolutistas forman una Regencia en la Seo de Urgel (Lérida) y
solicitan ayuda a Metternich (Santa Alianza, Verona[21])
que acuerda enviarle cien mil soldados[22].
El 7 de abril de 1823 los “Cien Mil Hijos de San Luis” mandados por Luis
Antonio de Borbón, duque de Angulema[23]
invaden España, y el 1 de octubre el rey recobra el poder absoluto.
7.3. EL REGRESO AL
ABSOLUTISMO: LA DÉCADA OMINOSA (1823-1833)
Con el
regreso del absolutismo se sucede una fuerte represión (ejecuciones de
Riego y Mariana Pineda) sobre los liberales que sólo va a ceder debido a los
problemas económicos (actuaciones de la Superintendencia General de Policía, de
los voluntarios realistas, de los tribunales de justicia e incluso de las
Juntas de Fe).
La
economía mantiene las dificultades pese a los intentos de reforma del ministro
Luis López Ballesteros[24],
que pone en funcionamiento los presupuestos y el Tribunal de Cuentas. También
se funda el Banco de San Fernando (1829) y se pone en funcionamiento la bolsa
de Comercio en Madrid.
Una
parte del absolutismo se dio cuenta que se tenían que producir ciertas
reformas para intentar frenar la quiebra del sistema. Había que permitir ciertas
reformas liberales. Así, en contacto con la burguesía financiera moderada, se intentó racionalizar la economía a través de las reformas que se iban
sucediendo, y se elaboró un proyecto de
centralización del Estado que atentaba contra la existencia de los fueros del
País Vasco y Navarra.
Estas reformas
provocaron la reacción de los ultrarrealistas que no querían cambios y que contaban
con el apoyo del hermano del rey, D. Carlos María Isidro. La oposición
fue creciendo hasta llegar a dos enfrentamientos graves:
·
La guerra de los Malcontents, o revuelta de los
agraviados de Cataluña de 1827. Fue una revuelta protagonizada por los campesinos
y artesanos rurales en precaria situación, y que se extendió a Aragón,
Valencia, País Vasco y la Mancha, y que estaba financiada por los
ultrarrealistas.
·
La cuestión sucesoria, a partir de 1830.
En 1829, Fernando VII se casa (cuarto matrimonio) con su sobrina María Cristina
de Nápoles. Su embarazo y la posibilidad de descendencia hace que Fernando
firme en marzo la Pragmática de 1789 (Ley hecha por Carlos IV, pero no firmada)
que restablece la Ley de Partida, que permite la sucesión femenina. El 10 de octubre
1830 nace Isabel que es proclamada heredera. En enero de 1832 nace la segunda
hija, Luisa Fernanda. Fernando VII tenía asegurada, prácticamente, la sucesión.
Entonces, los partidarios de D. Carlos se negaron a aceptar la situación ya que
quedaban apartados de la sucesión y lograron en 1832 que Fernando, enfermo,
repusiese a Ley Sálica[25].
Este cambio quedó en secreto (aunque fue divulgado, maniobra que parece ser que
se le ocurrió a María Cristina), lo que asustó a los liberales, que temerosos
de una gran represión si el trono pasaba a D. Carlos, deciden apoyar a María
Cristina. A finales del año, repuesto
Fernando volvió a promulgar la Pragmática Sanción[26].
Ahora Mª. Cristina contaba con el apoyo de los absolutistas moderados y de los
liberales (ante el temor a una gran represión de los carlistas). El día de la
muerte del rey, el 29 de septiembre de 1833, desde Portugal, se inició el
levantamiento carlista.
Por su
parte los liberales mantenían una estrategia insurreccional en torno a dos
militares, Espoz y Mina y Torrijos; pero estos intentos fracasaron. Así en los
años treinta se cambió de estrategia. Primero, unos inicios de contactos entre
liberales moderados y reformistas fernandinos como alternativa a la crisis y en
apoyo de María Cristina y de su hija Isabel, ante el temor a la llegada de los
ultrarrealistas. Segundo, el contexto internacional estaba marcado por el
triunfo del liberalismo moderado en Francia[27],
que intuía una posibilidad de transición sin revolución. Por estas razones los
liberales, ante la enfermedad de Fernando VII y posible sucesión de María
Cristina-Isabel II, prefieren dejar la vía del pronunciamiento y aliarse con
María Cristina.
Así, cuando María Cristina asuma la
Regencia tendrá que contar con el LIBERALISMO ya que:
-
ella necesita a los liberales para defender el trono
para su hija Isabel II.
-
la economía necesita las reformas liberales para
superar los problemas que tiene.
De
este modo se produce la sustitución del modelo do Antiguo Régimen por el modelo
del liberalismo.
[1]
Los asesores de Carlos II prefirieron a Felipe porque Francia podía defender
mejor la integridad de las posesiones españolas frente a las potencias europeas
que querían fragmentarlas.
[2]
Campomanes: “Tratado de la regalía de la amortización”, 1765 y “Memorial ajustado del Expediente para una
Ley Agraria” ,1795. Olavide: “Expediente
de Ley Agraria”, 1784. Jovellanos: “Informe sobre la ley agraria”.
[3] Hidalgo nacido en Badajoz, con una buena
preparación cultural. Se integra en la Guardia de Corps real en 1784. Una parte de la historiografía lo
acusa de mantener una relación amorosa con la reina María Luisa de Parma y ser
el motivo de su rápido ascenso. Otros de ser un noble libre de influencias no
vinculado ni con el grupo de Floridablanca ni con el de Aranda y solo leal y
fiel a los reyes.
[4]
Secretario de Despacho con Carlos III y Carlos IV, partidario de las reformas
hasta la Revolución francesa. Después defiende posturas muy reaccionarias. Con la llegada de Godoy es cesado y pasó por
la cárcel.
[5]
José Marchena Ruiz, político y escritor, exiliado en Francia participó muy activamente en la
Revolución, incluso colaboró con Sieyès. Después participó en el gobierno de
José I Bonaparte.
[6]
Jovellanos fue expedientado por la Inquisición por sus ideas avanzadas.
Nombrado por Godoy, en 1797, Secretario de Justicia. Fue cesado después y
juzgado por la Inquisición y condenado a prisión en Mallorca.
[7] Francia
devolvía los territorios españoles ocupados (Guipúzcoa…) y España entregaba
Santo Domingo (los franceses ya ocupaban Haití).
[8]
Sucede el 21 de octubre de 1805 cerca del cabo Trafalgar (Cádiz). Se enfrenta
la armada franco española, mandada por el almirante francés P. Villeneuve y el
español Federico Gravina, contra la armada británica dirigida por el almirante
Horatio Nelson. La idea era distraer la flota inglesa para poder llevar a cabo
la invasión del Reino Unido, pero el plan fracasó produciéndose la batalla que
acaba con el proyecto de invasión.
[9]
Godoy hizo llegar a Carlos IV, mediante anónimo, un supuesto plan, organizado
por Fernando VII, para deshacerse de los reyes. Fernando VII y sus
colaboradores son detenidos.
[10] Se produce cuando se preparaba la marcha de
los reyes hacia Andalucía por el temor a los franceses.
[11]
Llevado a prisión, después liberado por Murat y trasladado a Francia. Fue
despojado de todas sus propiedades y títulos en España. Murió en Paris en 1851.
[12]
Levantamiento popular de Madrid dirigido por los capitanes Daoíz y Velarde y el
teniente Ruiz para oponerse a la marcha del resto de la familia real para
Bayona. Reprimido por el general Murat.
[13] Cuadro de Goya La
carga de los mamelucos. Los mamelucos son soldados de origen turco que
formaban parte de la guardia de honor de Murat. Los franceses cuentan en Madrid
unos 35.000 soldados. Fusilamientos en la Moncloa, el Retiro, el Prado y la
Montaña del Príncipe Pio.
[14]
Murat, cuñado de Napoleón, mariscal de Francia, Gran duque de Berg. Fue
gobernador de Madrid y dirigió las tropas francesas en España. Después rey de
Nápoles.
[15]
El Estado pone a la venta una serie de tierras propiedad de los afrancesados, de
la Inquisición y de conventos desaparecidos para resolver el pago de la Deuda
Pública que se arrastraba desde el reinado de Carlos IV.
[16]
Reservado a los cabezas de familia y se realiza de modo indirecto a través de
las juntas electorales, de las parroquias, partido y provincias.
[17]
Se restablece el régimen señorial; se restaura la Inquisición, la censura
previa; se suprime la libertad de imprenta...
[18]
Los liberales detenidos eran encausados, pero los tribunales no encontraban
delitos para juzgarlos. Así Fernando VII personalmente decide el encarcelamiento
y destierro de los detenidos.
[19] Juan Díaz Porlier, militar del ejército
tradicional español, después de ser derrotado por los franceses en 1808, se
pasa a preparar y formar guerrillas. Cuando regresa Fernando VII es
traicionado, detenido y encarcelado en La Coruña. Aprovechando unas salidas de
la cárcel, por motivos de salud, organiza el pronunciamiento. Ajusticiado en La
Coruña en 1815.
[20]
Cuerpo armado de voluntarios formado por clases medias, esencialmente urbanas,
con el fin de garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.
[21]
La Santa Alianza (Austria, Prusia, Rusia, Francia) organiza congresos periódicos
para vigilar y sofocar los focos liberales en Europa. En 1823 se reúnen en
Verona.
[22]
Pero no le enviaron ayuda a Fernando VII para sofocar la independencia de las
colonias americanas. Este proceso de independencia de las colonias españolas es
bien visto por las potencias europeas que quieren ampliar allí su economía, por
lo que en este caso no intervienen y permiten la introducción del liberalismo y
la consiguiente independencia de España.
[23] Hijo del
futuro rey de Francia Carlos X.
[24] Nace en Vilagarcía de
Arousa en 1872. Participa en el levantamiento contra los franceses en 1808.
Nombrado señor de la Golpilleira.
[25]
Durante la convalecencia del Rey, se firmó el decreto que tendría que ser
“secreto”. Hacer el decreto en secreto le daba un tinte oscuro para que los
liberales se decidiesen a apoyar a Isabel ante el temor a las represiones de
los ultrarrealistas. Al mismo tiempo, se cambia el gobierno y los mandos
militares por gente afín a María Cristina. De ese modo, a la muerte del rey,
María Cristina cuenta con más respaldo frente a D. Carlos María Isidro.
[26] Con el apoyo de la hermana de
María Cristina, Luisa Carlota (mujer de Francisco de Paula, hermano de FVII),
que abofetea al ministro Calomarde, respondiéndole este para evitar ser cesado:
“manos blancas no ofenden”.
[27]
Luis Felipe de Orleans sucede a Carlos X. Fernando VII no reconoce el nuevo gobierno
francés y este apoya a los liberales que se encontraban en Francia, y que protagonizaran
varias sublevaciones que no tendrán éxito.
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