POBLACIÓN Y SOCIEDAD EN EL SIGLO XIX
A lo largo del siglo XIX la población creció de manera importante, pero fue un crecimiento menor que en otros países de Europa por el mantenimiento de unas tasas de mortalidad elevadas. Junto con el crecimiento es importante destacar los movimientos migratorios interiores y exteriores que muestran las dificultades de la estructura económica española.
1. LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN: NATALIDAD Y MORTALIDAD
De 1797 a 1900 la población pasó de 11,5 a 18,6 millones de habitantes, un crecimiento del 60% aproximadamente, menor que en otros países de Europa. Esto é debido al mantenimiento de un régimen demográfico propio de Antiguo Régimen, con altas tasas de natalidad y mortalidad.
La mortalidad se mantiene elevada, sobre el 29‰, desapareció la peste pero aparecen otras enfermedades: viruela, tifus, fiebre amarilla, y sobre todo el cólera (1833, 54-55, 85), y aunque se aumenta la superficie cultivada y se introducen nuevos cultivos (maíz, patata) siguen produciéndose crisis de subsistencia provocadas por las malas cosechas.
Las crisis demográficas están relacionadas con épocas de escasez (1857, 67-8) que se deben a problemas coyunturales (sequía) y estructurales (bajos rendimientos, etc.). A estos elementos que mantenían la mortalidad elevada y que afectaban más a las clases desfavorecidas, habría que añadir los problemas de higiene, sanidad e ignorancia.
El cambio en la mortalidad se produce a finales de siglo.
La natalidad se mantiene elevada por encima del 34 ‰, las únicas causas que inciden en su descenso son las derivadas de las dificultades de acceso al matrimonio (económicas) y de su ruptura por las guerras, enfermedades o migraciones.
2. MOVIMIENTOS MIGRATORIOS
2.1. MIGRACIONES INTERIORES Y URBANIZACIÓN
Los movimientos migratorios se dirigen hacia las capitales de provincia, que se desarrollan por la industrialización y el crecimiento de actividades administrativas, y que provocan zonas casi despoblados. Al mismo tiempo se produce un crecimiento, aunque muy lento de la urbanización (solo 11 ciudades superan los 100.000 habitantes en 1900).
La llegada de gente a la ciudad provocó cambios muy importantes:
- Extensión en superficie de la ciudad.
- Crecimiento en altura.
- Cambio en el empleo de edificios (desamortización).
- Remodelaciones urbanas.
- Aparición de nuevos espacios: tren.
Entre las transformaciones más importantes destacamos:
- Los ensanches: Creación de nuevos espacios (plano geométrico) al lado del casco histórico para residencia de las clases medias y altas. Ensanche de Barcelona, Ildefonso Cerdá (1860).
- Grandes Vías: Apertura de grandes calles para unir la ciudad histórica y el ensanche, donde se instalan negocios y clases altas.
- Barrios obreros: Instalados en la periferia de la ciudad (construidos con grandes beneficios) con los mínimos equipamientos.
- Obras de saneamiento.
2.2. MIGRACIONES EXTERIORES
No alcanzaron un volumen considerable hasta principios del siglo XX, y además es muy difícil de cuantificar. Entre 1882 y 1914 se calcula sobre un millón, y como en el resto de la emigración europea está relacionada con las coyunturas económicas y políticas mundiales.
Los emigrantes eran mayoritariamente varones, procedentes de zonas rurales: Galicia, Asturias, Castilla, Extremadura, y con destino a la costa mediterránea, América del Sur e también Francia.
3. LA POBLACIÓN GALLEGA
En Galicia la evolución de la población es semejante a la de Europa, ya que mantiene unas tasas de natalidad elevadas y las de mortalidad se reducen ante la desaparición de epidemias y mortandades catastróficas provocadas por las crisis de subsistencias.
A mediados de siglo el crecimiento se desacelera debido al aumento de las migraciones. Por eso la población gallega pasó de ser casi el 14 % del total español en 1752 para situarse en el 9 % en 1930.
También se produce desde el XIX un crecimiento mayor en las ciudades y zonas costeras que en las provincias de Lugo y Ourense que comienzan a despoblarse y avejentarse.
La emigración entre 1860-1970 se aproxima a 1.200.000 gallegos. Las causas se encuentran en la estructura del campo gallego, con bajos rendimientos y explotaciones minifundistas. Los destinos preferentes fueron: Cuba, Argentina y Brasil.
4. LA SOCIEDAD DE CLASES
Desde las décadas iniciales del siglo XIX se produjeron importantes cambios en la estructura y organización de la sociedad española. Los más significativos fueron la liquidación de la sociedad estamental, el crecimiento de la burguesía, la formación del proletariado obrero y la organización de la sociedad de clases. La sociedad se hizo mucho más fluida y de mayor movilidad frente a la sociedad estática e inmovilista del A. Régimen. Los negocios, la valía personal, etc., posibilitaban el ascenso de los individuos en una sociedad que valoraba más el esfuerzo, la capacidad de empresa y de trabajo, el servicio público que el nacimiento o la pertenencia a las viejas linajes nobiliarias.
4.1. LOS GRUPOS TRADICIONALES
Nobleza, clero y campesinado evolucionaron de modo diferente ante las transformaciones provocadas por la revolución liberal y la formación de la sociedad de clases.
4.1.1 LA NOBLEZA
Va a sufrir un declive a lo largo del siglo XIX. En un primero momento, su situación no varía mucho: pierden los privilegios pero mantienen la propiedad de la tierra, y aun la pudieron aumentar. Pero a medida que avanzaba el siglo los patrimonios nobiliarios fueron menguando (desinterés por la agricultura, mala gestión, caída de precios) ya que las rentas de la tierra no aumentaban al mismo ritmo del nivel de vida que mantenían. Así para compensar esa situación se pusieron a la cabeza del liberalismo y formaban parte de las “camarillas” que rodeaban a la Corona, y donde conseguían participación en negocios y privilegios. También fue frecuente acudir a matrimonios con la burguesía industrial y de negocios para mantener y aumentar las fortunas. Ya que la nobleza perdía dinero pero mantenía su influencia social (deseo de imitarlos) y prestigio, incluso parte de la burguesía deseaba integrarse en la nobleza.
En Galicia la hidalguía rural mantuvo su papel principal continuando como receptora de las rendas forales, dejadas al margen de la desamortización. Su permanencia manifiesta la ausencia de transformaciones agrarias en Galicia a lo largo del XIX. Los hidalgos fueron los cabecillas de las luchas contra el liberalismo, tanto en el Trienio como en la 1ª Guerra Carlista, apoyados por el clero. Desde mediados de siglo decreció su importancia hasta su desaparición a principios del XX, cando los foros van desapareciendo en beneficio de la propiedad del campesinado.
4.1.2. EL CLERO
La Iglesia sufrió un fuerte desmantelamiento. Entre 1836 y 43 se tomaron medidas decisivas para acabar con la Iglesia del Antiguo Régimen: desamortización, supresión de monasterios y conventos y abolición de los diezmos.
El número de eclesiásticos bajó en toda España a causa de la pérdida de poder económico. Mayor fue el descenso del clero regular, debido a la supresión de las órdenes religiosas, frente al secular que fue muy semejante.
Con el Concordato de 1851 se estableció una Iglesia renovada, que finalmente aceptó el liberalismo, la pérdida de privilegios y propiedades pero que conservó una sólida posición aliándose con la burguesía moderada. Mantuvo una influencia espiritual sobre los fieles, y el Estado le reconoció una función fiscalizadora sobre la educación. A cambio el Estado se hacía cargo de los gastos de culto y clero.
4.1.3. EL CAMPESINADO
Su situación era muy variada. En el siglo XIX predominaba el proletariado agrícola, aunque en disminución debido a la emigración. El jornalero, trabajador sin tierra, sufría paro estacional lo que obligaba al trabajo de mujeres y niños. Después estaban los arrendatarios, que tenían cierta estabilidad sobre todo si tenían contratos a largo plazo. Finalmente, los pequeños propietarios, generalmente de pocas tierras por lo que tenían que complementar con e trabajo en otras tierras o actividades.
4.2. LOS NUEVOS GRUPOS
Burguesía y proletariado industrial constituyeron los grupos que adquirieron trazos novedosos y antagónicos en la nueva sociedad de clases.
4.2.1 LA BURGUESÍA
Es el grupo hegemónico dentro de la vida política, social y económica de España hasta 1939. Era un grupo bastante heterogéneo formado por la burguesía agraria, antiguos nobles, burguesía comercial compradora de tierras desamortizadas, pequeños propietarios de tipo medio, etc. Junto a estos, un grupo formado por hombres de negocios, banqueros, nuevos industriales y comerciantes que vivían en Madrid y intentaban beneficiarse de las influencias políticas, constituyendo una burguesía nacional situada en la cima del poder.
Al lado de esta burguesía central se encuentra la burguesía periférica formada por los burgueses industriales de Cataluña, País Vasco y Cádiz, lejos de los centros del poder, que se limitaba a pedir una política proteccionista que les permitiese desarrollar sus negocios.
El desarrollo económico y urbano originó la aparición e incremento de las chamadas clases medias, término que se emplea para referirse a una serie de grupos sociales que comparten su carácter de masa intermedia y diferenciada entre la alta burguesía y los trabajadores manuales.
La clase media e un conglomerado muy heterogéneo y al tiempo numéricamente pequeño, dado el escaso crecimiento urbano e industrial. Forman parte los rentistas acomodados, los pequeños y medianos propietarios agrarios, comerciantes, artesanos, profesionales liberales, funcionariado y ejército.
Entre ellos destacan los notables locales y regionales que formaban la élite de su comunidad (transmisión del sistema de poder), los profesionales liberales, los empleados de la Administración (los pretendientes y cesantes) y los mandos medios del ejército.
Tenían un nivel de ingresos medios pero compartían con los grupos poderosos el estilo de vida. Eran conservadores y defendían la propiedad y el orden.
4.2.2. EL PROLETARIADO INDUSTRIAL
Desenvuelve parejo a la industrialización, de modo que este grupo no alcanza importancia numérica significativa hasta el siglo XX. Eran trabajadores procedentes del campo y también de los talleres artesanales, arruinados por la competencia de las máquinas. Los obreros industriales tuvieron que soportar unas duras condiciones de vida (jornadas extenuantes, salarios ínfimos, trabajo infantil...) por lo que tuvieron que organizar acciones reivindicativas para ir logrando mejoras salariales y laborales.
Creció lentamente concentrándose en Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia. Las condiciones de vida eran muy duras (1919, jornada de 8 horas), compensadas con unos salarios más elevados que en el campo.
5. EL MOVIMIENTO OBRERO. CONFLICTIVIDAD SOCIAL
Obreros y trabajadores industriales y del campo fueron organizándose progresivamente y empleando medidas de fuerza y de presión para reivindicar lo que ni los patrones ni las leyes les concedían de buen grado. Para lograrlo se asociaron; primero en organizaciones de defensa de los intereses puramente laborales (mejora de salarios, reducción de la jornada...) para pasar más tarde a reivindicaciones más globales de transformación de la sociedad siguiendo los modelos defendidos por las principales ideologías inspiradoras de las organizaciones obreras: anarquismo y socialismo marxista.
5.1. PRIMERAS FORMAS DE LUCHA: LUDISMO Y SINDICALISMO
Con la instalación del liberalismo son suprimidos los gremios y los trabajadores no tenían ningún tipo de organización asociativa, a excepción de las asociaciones de ayuda mutua que solo servían para ayudarse en caso de una desgracia, pero que no tenían una función reivindicativa. Por eso los obreros comienzan a protestar y a intentar organizarse cuando se introducen las máquinas, aumentan los trabajadores asalariados y empeoran las condiciones de vida y trabajo.
El primer foco de protesta se produce en Alcoy (Alicante), en 1821. Después, en los años 30, las protestas se desarrollan en Cataluña, cuando se inicia la mecanización de la industria textil. Una de las primeras formas de protesta es el ludismo, la destrucción de máquinas (incendio de la fábrica de Bonaplata en Barcelona en 1835). Pero pronto se dieron cuenta los trabajadores que lucha tenía que tomar otro camino, ya que las acciones eran duramente reprimidas por el gobierno, no conseguían los objetivos y quedaban sin empleos. Así en la década de los treinta aparecieron sociedades (al amparo de la orden de 1839 que permite las sociedades obreras de ayuda mutua y beneficencia) que en principio son de oficio y tienen solo un carácter mutual, para ser después más reivindicativas (mejoras salariales...). De este modo, en 1840 se fundó en Barcelona el primer sindicato: la Asociación de Tejedores de Barcelona; sus objetivos eran: la disminución de la jornada laboral, el aumento del salario y el derecho a hacer asociaciones.
Estas asociaciones, en principio reconocidas, son prohibidas por el Regente, Espartero, y tienen que pasar a la clandestinidad, aunque mantienen sus peticiones, como ellos expresan en un Manifiesto: ”Tejedores y demás jornaleros asociados, no os dejéis sorprender. Nuestra Asociación no necesita de la aprobación ni de la reprobación de nadie; con los derechos que nos concede la naturaleza y la ley, tenemos bastante, y los que digan lo contrario son los perturbadores. Por consiguiente, nuestra asociación es un acto voluntario y recíproco que no está sujeto a disolución. Mucha firmeza y mucho silencio es lo que debemos guardar y vengan decretos”.
En la década moderada la situación de los trabajadores empeoró, ya que se vuelven a dictar órdenes de prohibición (en 1844 se ilegalizaron las sociedades obreras) y los conflictos son constantes.
Durante el Bienio progresista, a partir del conflicto de las selfactinas de 1854 en Barcelona son reconocidas las Sociedades Obreras y autorizadas debido a la masiva petición de los obreros. En 1854 apareció en Barcelona la primera Confederación de Sociedades Obreras de España. Su denominación fue «Unión de clases». Pero en 1855 se produce la primera huelga general en Barcelona, motivada por la orden que disolvía las asociaciones obreras ilegales, y ponía bajo el control militar todas las asociaciones de socorros mutuos permitidas. Esto une a los trabajadores de todas las empresas con el objetivo alcanzar la legalización de las sociedades obreras, la reducción de los consumos, la abolición de quintas, etc. (Doc. del examen). El gobierno contestó con una fuerte represión y Espartero no recibió a la Comisión de la huelga. Después en 1856 se aprobó una Ley de Trabajo que reducía la jornada laboral a los niños, permite las asociaciones obreras de menos de 500 miembros, establece, para resolver conflictos laborales, los jurados, formados exclusivamente por patronos. Esta Ley fue rechazada por demócratas y republicanos y la conflictividad siguió creciendo, en 1856 hubo violentos motines en el campo y en las ciudades, siendo reprimidos muy duramente. El gobierno perdió el apoyo de las Cortes y Espartero dimitió. La Reina encargó formar gobierno al general O’Donell.
Después del Bienio volverán a ser prohibidas. Pero el asociacionismo obrero continuó su marcha en la clandestinidad. En esta época el sindicalismo se hace más fuerte, desde las asociaciones de oficio a las uniones locales y de ésta a la federación regional de clases. En los años 1864 a 1868, hubo una cierta tolerancia gubernamental que permitió reconstruir las sociedades de resistencia obrera. Así el 31 de diciembre de 1865 se celebró el Congreso Obrero de Barcelona, al que acudieron 40 sociedades obreras catalanas y en el que además de las sociedades de resistencia, acudieron a participar asociaciones mutuas y cooperativas. El Congreso Obrero se pronunció a favor de la libertad de asociación, por el principio de cooperación y por la federación de las sociedades Obreras.
Con la caída de Isabel II y la inauguración del Sexenio se produce un fuerte crecimiento asociativo al amparo de la Constitución de 1869 que reconoce el derecho de asociación. Durante el Sexenio llegan a España las ideologías anarquista y marxista de manos de la 1ª Internacional, y se fundaran numerosas asociaciones. Será un momento de fuerte conflictividad social, que se incrementa durante la 1ª República (sucesos de Alcoi, huelgas en muchos puntos de España),
Con la Restauración se vuelve a la prohibición y a la dura represión sobre el movimiento obrero (prohibición de la AIT, miedo de la burguesía hacia los trabajadores, etc.). Esto obligará a las asociaciones a volverse clandestinas y mantendrá la lucha por alcanzar el derecho de asociación, que se logrará de modo definitivo en 1887. Desde ese momento el crecimiento de las asociaciones obreras crecerá constantemente, y luchará en la defensa de sus reivindicaciones. Pese a estar legalizadas, estas organizaciones estarán siempre fuertemente vigiladas y sus acciones duramente reprimidas. Durante a Restauración será, el movimiento obrero, un elemento de inestabilidad constante y ayudará en la crisis y descomposición del sistema de la Restauración con la realización de numerosas huelgas, alguna tan importante como la de la Semana Trágica de 1909 o en la de la crisis de 1917.
FORMAS DE LUCHA
Las formas de lucha empleadas por los trabajadores fueron modificándose con el tiempo. Al principio eran motines, más o menos espontáneos, cuando surgía un problema por la falta de trabajo, de alimentos o el pago de impuestos de consumos. Estos motines se producían tanto en el campo como en la ciudad y son muy frecuentes durante la Restauración. También se producen los ataques a las fábricas desde los inicios de la industrialización (los actos ludistas). En algunos momentos estos motines e insurrecciones llegaron a ser muy violentos (durante el Sexenio). Poco a poco los trabajadores se dieron cuenta de la existencia de una forma de lucha más eficaz: la huelga. Abandonado el trabajo, los trabajadores intentaban conseguir las reformas que no obtenían en la negociación con los patronos. Dentro de la huelga se puede diferenciar entre la huelga parcial (de un solo sector), general (todos los sectores) y la huelga general revolucionaria, cuando a las peticiones de carácter laboral se suman las de carácter político. Las huelgas también evolucionaran al darse cuenta los trabajadores de que su preparación y coordinación (entre distintos sectores y sindicatos) les daba más fuerza para conseguir sus objetivos.
LA 1ª INTERNACIONAL EN ESPAÑA
En 1868 se decretó el derecho de Asociación y en octubre llegó Giuseppe Fanelli (enviado de Bakunin), y a partir de ahí se crean los primeros núcleos afiliados a la A.I.T. En 1870 se celebra en Barcelona el 1º Congreso de la Federación Regional Española de la Internacional. Pronto surgieron las diferencias entre la corriente anarquista (Fanelli difundió las ideas anarquistas como si fuesen de la A.I.T.), los llamados “aliancistas” (miembros de la Alianza para la Democracia Socialista ), y la socialista. En ese congreso se aprobó:
- El recurso a la huelga.
- El carácter apolítico, es decir, no colaborar con grupos que tuviesen como fin la transformación de la sociedad con medidas políticas.
La difusión de las ideas marxistas correrá a cargo de Paul Lafargue, que llega a Madrid en 1871 y forma un grupo con José Mesa, Pablo Iglesias y Francisco Mora, haciendo campaña a favor de la conquista del poder político por la clase obrera. Este grupo será expulsado de la Federación Regional Española, fundando la Nueva Federación Madrileña.
Durante la Primera República el internacionalismo tendrá su momento álgido con la intención de provocar el derrumbamiento del Estado. A partir de 1874, con la Restauración el movimiento fue declarado ilegal teniendo que pasar a la clandestinidad.
5.2. LAS CORRIENTES ANARQUISTAS
En 1881 la F.R.E. pasó a llamarse Federación de Trabajadores de la Región Española, debido a estar prohibidas las asociaciones de carácter internacional. Su base social se encontraba en Cataluña y Andalucía, pero era fuertemente reprimida por lo que una parte se decanta por la “acción directa”, comenzando a atentar contra: Estado, burguesía e Iglesia. De 1893 a 97 será el momento de acción más fuerte (procesos de Monjuïc de 1897 en los que son condenados 5 anarquistas –atentado a Martínez Campos-). Estas acciones dividirán a los anarquistas entre:
- Radicales, mantienen los atentados.
- Partidarios de crear un gran movimiento de masas con la creación de sindicatos. Fundación de “Solidaridad Obrera” en 1907 y la C.N.T. en 1910.
Principios anarquistas:
- Destrucción del Estado.
- Economía colectivizada, cada comunidad tiene autonomía.
- Propiedad colectiva administrada por todos.
- Rechazo de la participación política: revolución violenta para acabar con el Estado.
- Sociedad sin clases: cada individuo tiene plena libertad.
5.3. CORRIENTES SOCIALISTAS
En 1879 la Nueva Federación Madrileña pasó a denominarse Agrupación Socialista Madrileña, fundando Pablo Iglesias el PSOE, de carácter marxista. Con la Ley de asociación de 1887, el grupo socialista crea un sindicato en 1888, la UGT. El partido se afilia a la 2ª Internacional, participando en la celebración del 1º de Mayo de 1890.
Los núcleos socialistas se caracterizaban por los siguientes rasgos:
- Influencia del marxismo francés: preocupación por el proletariado industrial.
- Lucha contra las fuerzas políticas burguesas: lleva al enfrentamiento con los republicanos.
- Creencia en el hundimiento inevitable del capitalismo.
El crecimiento del movimiento será lento, la primera acta de diputado no se consigue hasta 1910 (Pablo Iglesias) en alianza con los republicanos.
Principios marxistas:
- Propiedad en manos del Estado.
- Estado dictatorial (dictadura del proletariado) previo a la instauración definitiva del comunismo.
- Economía centralizada y colectiva.
- Creación de partidos y sindicatos que promueven la conquista del estado por medio de la revolución.
- Sociedad sin clases sociales, pero el individuo queda anulado por la colectividad.
5.4. LOS GRUPOS CATÓLICOS
El sindicalismo confesional tuvo poca importancia, explicable por el posicionamiento de la Iglesia que nunca llegó a asumir que los intereses de los patronos y de los trabajadores eran contradictorios. Predicaban la colaboración (sumisión) de las clases y no el enfrentamiento.
En el sector agrario fue donde tuvo más influencia, sobre todo en el norte de Castilla, creándose la Confederación Nacional Católica Agraria, CONCA, compuesta por pequeños propietarios.
5.5. LAS ASOCIACIONES PATRONALES
Los patronos, comerciantes y artesanos, también hicieron sus organizaciones para defender sus intereses, defenderse frente a los obreros y presionar al Estado. Generalmente fueron organizaciones de ámbito regional o provincial, solo alguna logró alcanzar una implantación nacional, como la Liga Nacional de Fomento del Trabajo Nacional o la Confederación Nacional Española.
5.6. LA ACCIÓN DEL ESTADO
La actitud del Estado frente a los problemas sociales varió según el Gobierno en el poder. En líneas generales podemos establecer tres fases: la primera, hasta los años 80, negativa a toda petición o manifestación; la segunda, hasta principios del siglo XX, de tolerancia con los trabajadores; la tercera, en el siglo XX, en la que se van reconociendo lentamente una serie de derechos para los trabajadores (derecho a la huelga en 1909, jornada de ocho horas en 1919).
El estado liberal siempre ejerció una fuerte vigilancia sobre el movimiento obrero, empleando la fuerza, ejército y Guarda Civil, para limitar sus demandas.
Pese a todo o estado liberal fue elaborando leyes de carácter laboral que regulaban el trabajo, salarios, jornada laboral..., que recogían, de algún modo, las reivindicaciones del movimiento obrero. También, con el fin de atenuar la extrema explotación de los trabajadores, fue creada en 1883 la Comisión de Reformas Sociales; en 1903 se convertirá en el Instituto de Reformas Sociales con la finalidad de asesorar al Gobierno e impulsar la legislación en materia laboral. En 1908 se creó el Instituto Nacional de Previsión para la gestión de una incipiente seguridad social.
5.7. LA REIVINDICACIÓN FEMENINA
Con el trabajo industrial la mujer no mejora su condición que sigue estando discriminada desde el punto social (sometimiento al hombre), jurídico (reconocimiento legal de una condición inferior al home) y laboral (a igual trabajo, menor salario).
La condición femenina era, para el pensamiento burgués, de subordinación, sometimiento e inferioridad. Se acompañaba de los arquetipos de: dulce esposa, madre entregada y ángel del hogar.
Desde el punto de vista legal, la mujer estaba sometido al hombre para cualquier acción de tipo civil, aunque penalmente era considerada como igual (Concepción Arenal).
A nivel político, las mujeres no tenían reconocido el derecho al voto. El movimiento sufragista tuvo en España menos fuerza que en otros países de Europa (en 1918 se fundó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, en junio 1931 pueden presentarse a las elecciones, y votan por primera vez en noviembre de 1933).
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