El
reinado de su padre, Carlos IV, viene marcado por la ineficacia del gobierno y por los graves problemas fiscales y de hacienda.
La mala gestión agudiza la crisis del AR, que es incapaz de dar solución a los
problemas que se le presentan y se ve necesario realizar reformas de tipo liberal.
La mala gestión de Godoy provocará, además, un enfrentamiento con Fernando y el
partido fernandino (grupo de nobles que apoya a Fernando y que quiere expulsara
a Godoy), que, aprovechando la presencia de las tropas francesas en España y la
posible marcha de los reyes para América, desencadenará los sucesos del Motín
de Aranjuez, con la destitución de Godoy, la abdicación de Carlos IV y el nombramiento
de Fernando VII como Rey, el 19 de marzo de 1808. Pero el “descontento” de
Carlos IV y las intrigas de Napoleón los va a llevar a Bayona, y allí, a la
renuncia de ambos a favor de Napoleón, que nombrará a su hermano José I como
rey de España. Al mismo tiempo, en España se inicia la Guerra de Independencia,
y ante el vacío de poder existente, se formarán unas Juntas que asumirán el poder y llevarán a la
convocatoria de unas Cortes que provocará la entrada del Liberalismo en España
y la redacción de la Constitución de Cádiz de 1812, que instala los principios
del liberalismo y rompe con el modelo de monarquía absoluta del AR.
El
liberalismo es una nueva ideología que se basa en la libertad y que responde a
los intereses de la burguesía. Los principios básicos en oposición o
absolutismo son: la libertad, la igualdad ante la ley frente a la desigualdad y
privilegios, la soberanía nacional (frente a la real) la división de poderes
como fundamento de un buen gobierno frente a la acumulación de poderes en el
rey, la existencia de instituciones representativas del pueblo frente a la no
convocatoria de ellas, la existencia de una Constitución, la participación de
los ciudadanos (sufragio), la defensa de los derechos naturales, etc. Estos
principios son proclamados en la Constitución de 1812, y junto con la legislación
de las Cortes de Cádiz se rompía con el AR y se instalaba el liberalismo. Pero el 11 de diciembre
de 1813, Napoleón, por el Tratado de Valençay, reconocía a Fernando VII como
rey de España y acababa la Guerra de la Independencia.
Se producía el regreso de Fernando VII y el inicio de su reinado.
El
reinado de Fernando VII se puede dividir en tres etapas, Sexenio absolutista
(1814-20), Trienio Liberal (1820-23) y Década Ominosa (1823-33) a lo largo de
las que se va a producir un enfrentamiento constante entre las ideas del
absolutismo y las del liberalismo hasta que triunfen finalmente estas últimas.
El
regreso de Fernando VII era problemático ya que no se sabía si iba a aceptar lo
realizado por las Cortes de Cádiz. Por eso la Regencia y las Cortes elaboraron
un itinerario que Fernando debería cumplir para llegar a Madrid y jurar la
Constitución. Pero Fernando al entrar en España ve el apoyo con el que cuenta y
se va a decantar por el regreso al absolutismo. Fernando VII ve el apoyo
popular, para el pueblo era El Deseado (le gritan ¡vivan las caenas!); ve el
apoyo de la nobleza y parte de los diputados que le expresan a través del Manifiesto
de los Persas (documento suscrito por un grupo de nobles en el que critican el
liberalismo y defienden el absolutismo), también el de la Iglesia (crítico con
el liberalismo por las reformas que atacaban a sus privilegios), y finalmente,
en Valencia (a donde se traslada pese a la oposición de las Cortes) el apoyo
del ejército del general Elio. De este modo decide decretar en Valencia, en
secreto, la anulación de lo hecho en Cádiz (Doc. 1). En ese documento de 4 de
mayo de 1814 critica los principios del liberalismo, en concreto la idea de la
soberanía nacional (doc. 1, párrafo 1) que esconde, según él, la tiranía de un
grupo sobre los demás. Defiende la idea de la soberanía real frente a de
soberanía nacional; y por esa razón decreta “… nulos y sin ningún valor ni
efecto (…) tales actos…” (Doc. 1, líns. 8-9). Después se dirige a Madrid y detiene
a los liberales que no habían logrado huir.
Parte de estos liberales no habían huido porque pensaban que actuaban bien, lo
hacían en nombre de Fernando VII, no creían que no habían cometido delito y
pensaban que no se podía volver atrás. Fernando VII repone las instituciones
del AR y lleva a cabo una dura represión sobre los liberales. Son detenidos y
condenados, aunque con alguna dificultad. Fernando VII asume personalmente la
condena de los detenidos. Se iniciaba la primera etapa de su reinado, de
1814 a 1820, el Sexenio Absolutista, que se caracteriza por la vuelta al
absolutismo.
El
contexto internacional, en ese momento, derrotado Napoleón, también es
favorable al restablecimiento del absolutismo a través de la convocatoria del
Congreso de Viena y de la formación de la Santa Alianza (formada por Austria,
Prusia y Rusia, para defender el absolutismo), que restaura el absolutismo en
toda Europa y vigilará la instalación de cualquier foco de liberalismo en
Europa, para evitar su propagación.
Fernando
VII intenta gobernar de un modo absolutista, ayudado por los secretarios de
despacho y una camarilla, que se preocupa más de aprovecharse del gobierno que
en gobernar. Repone los privilegios señoriales, la Inquisición, todos los
elementos del Antiguo Régimen, etc.; pero las dificultades económicas:
destrozos de la guerra, dificultades en la agricultura, colapso del comercio
(sobre todo con América, que inicia los procesos de Independencia), represión
sobre los liberales…, van a llevar a la aparición de protestas de los liberales
que se van a expresar por medio de los pronunciamientos.
El pronunciamiento
es el levantamiento de una personalidad o militar que había obtenido prestigio
en la guerra de Independencia defendido los principios liberales. Cuando
regresa Fernando VII los encarcela, los coloca en puestos de poca importancia
(intentando mantener su apoyo) o se exilian. Cuando la situación es más
crítica, esta personalidad se manifiesta, escribe un manifiesto o se levanta en
armas a favor de la sustitución de la monarquía absoluta por una monarquía
liberal inspirada en los principios de la Constitución de Cádiz. Espera obtener
el respaldo de más personas o parte del ejército, para forzar a Fernando VII a
dar un giro liberal a su política. Esta es una fórmula característica del liberalismo español debido a la
debilidad de las fuerzas políticas y burguesas, será empleada con frecuencia
durante la Historia de España. En el doc. 2 vemos como Juan Díaz Porlier,
militar que había luchado contra los franceses y que al regreso de Fernando VII
había sido encarcelado en el Castillo de
San Antón, en La Coruña, se pronuncia, ya en 1815, por el regreso al
liberalismo. En ese texto hace responsable de lo que sucede a la camarilla que
rodea a Fernando y que se beneficia del absolutismo y pide una monarquía
sometida a leyes justas que defienda los derechos de la nación, y el regreso al
liberalismo a través de una convocatoria de Cortes (doc.2 lín. 8).
Este
pronunciamiento y otros, como el de Espoz y Mina, acaban siempre con la detención y ejecución de
los protagonistas, lo que nos indica la gravedad de la situación y también la
falta de organización y de premeditación de sus actos. Esto pronunciamientos se
repiten cada año y en 1820 se va a realizar otro, ahora protagonizado por el
coronel Rafael del Riego. Este se inicia en Cabezas de San Juan (Sevilla), con
soldados que estaban acantonados en espera para marchar a luchar en América, el
1 de enero de 1820. Aquí se une el descontento ante la marcha para América y la
situación en España. Recorren Andalucía sin mucho éxito y cuando estaba
perdiendo fuerza, prendió en otras ciudades de España (La Coruña), por lo que
Fernando VII no tuvo tiempo de sofocar estos levantamientos por lo que se vio
obligado, para seguir siendo rey, a aceptar el regreso al liberalismo (doc.3).
El
10 de marzo de 1820 Fernando VII se ve obligado a aceptar el regreso al liberalismo
“…marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional…” (doc.
3). Entramos en la segunda etapa de su reinado: el Trienio Liberal (1820-23).
Se instaló un gobierno liberal, se realizaron elecciones a Cortes, que ganaron
los liberales y se restauró la Constitución de Cádiz y su obra legislativa, dieron
impulso a las transformaciones basadas en el liberalismo: supresión del régimen
señorial y de los mayorazgos, supresión de conventos, desamortización de bienes
de la Inquisición y de los conventos suprimidos, reforma del ejército, etc. La presión sobre los
absolutistas aumenta, es la época del “trágala”, canción popular que se cantaba
para humillar a los absolutistas. Estas reformas comienzan a diferenciar a los
liberales en dos grupos: los moderados o doceañistas, partidarios de reformas
más suaves y los exaltados o veinteañistas, partidarios de reformas más radicales
(pueden aumentarse las diferencias). Estas luchas políticas unidas a las dificultades
económicas provocaran una gran inestabilidad que a va a aprovechar Fernando VII
para volver al absolutismo.
Fernando
VII desde el inicio del Trienio ya conspiraba para restaurar el absolutismo y
boicoteaba las acciones del gobierno del Trienio, pero tuvo que esperar hasta
contar con las fuerzas suficientes. Ya durante 1821 y 22 se produjeron algunas
insurrecciones sufragadas por la aristocracia y el clero, pero fueron
derrotadas, su mayor éxito fue la toma
de Urgel y la instalación de una “regencia” que resistió algunos meses. El
triunfo de Fernando vendrá de la mano de la ayuda exterior. Las potencias
europeas (Austria, Prusia, Rusia y Francia), ante la extensión del liberalismo
en Europa, se reunieron en Verona, en Octubre de 1822, para organizar su supresión.
En este congreso se le encomendó a Francia, como miembro de la Santa Alianza,
el envío de un ejército, Los cien mil hijos
de San Luís, mandados por el duque de Angulema (primo de FVII e hijo del
futuro rey de Francia Carlos X), a los que se le unieron 35000 voluntarios
realistas. Este ejército penetró en España y, sin casi oposición, repuso a Fernando
VII como rey absoluto. A estos hechos se refiere Fernando VII en el Doc. 4:
“…por las generosas resoluciones de mis poderosos aliados y por los denodados
esfuerzos de mi primo…”. Remata de este modo el Trienio Liberal y se inicia la
3ª etapa.
Anulado
todo lo hecho por el Trienio, fueron perseguidos todos sus dirigentes, detenidos,
condenados y ejecutados; la represión era durísima ajusticiamiento de Riego,
Mariana Pineda, etc.), solo se redujo ante a falta de personal cualificado para
atender la administración, y se mantiene durante toda la década.
De
todos modos la vuelta al AR ya no era posible y, sobre todo, las dificultades
administrativas y económicas obligaban a la realización de reformas de carácter
liberal (reformas de López Ballesteros): reformas en la agricultura, impuestos,
control del presupuesto, etc. Estas pequeñas reformas provocarán la aparición de
un grupo de realistas, partidarios de un mayor absolutismo. Poco a poco fueron
radicalizando sus posturas y apoyando a D. Carlos María Isidro, hermano del rey,
y previsible rey ante la falta de descendencia de Fernando. En 1827, se llega a
producir un levantamiento en el Pirineo, la guerra de los Agraviados
(malcontents), que es sofocado, pero que significa la concreción de un movimiento
ultraabsolutista, el carlismo.
Por
su parte el liberalismo vuelve a conspirar y a preparar pronunciamientos, pero no tienen los suficientes apoyos y
fracasan, como el de José María de Torrijos, en diciembre de 1831. Empiezan a cambiar de estrategia y piensan que es mejor apoyar a María Cristina y apoyarse en el contexto internacional favorable ahora al liberalismo (ciclo revolucionario del 30).
En
ese contexto se produce el problema sucesorio. Fernando VII se casa en 1829 con
María Cristina de Nápoles que queda en poco tiempo embarazada, lo que provoca
el problema sucesorio. Fernando VII para garantizar la sucesión a su
descendencia publicó, en 1830, la Pragmática Sanción de 1789 (Ley aprobada por
Carlos IV que había quedado sin publicar), que eliminaba la ley Sálica; se
restablecía así la Ley de las Partidas que permitía la sucesión femenina.
Después nace Isabel y más tarde Luisa Fernanda, la sucesión ya estaba asegurada
y los carlistas protestan (D. Carlos que hasta ese momento hubiera sido rey
quedaba apartado de la sucesión), lo que lleva a que en 1832, enfermo Fernando,
se suprima la Pragmática. Los carlistas “convencen” a María Cristina de que si
no se anula la Pragmática se irá a una guerra civil y que ella perderá ya que
no tiene apoyos; si se anula la ley ella y sus hijas quedarían en buena
posición. Este cambio quedó en secreto;
y los carlistas empiezan a tomar el mando. Pero el secreto fue difundido y
conocido por los liberales. En este contexto los absolutistas moderados y los
liberales temiendo otra gran represión (alertados por el cambio secreto), ven
que es mejor apoyar a Isabel, por lo que repuesto Fernando de la enfermedad se
vuelve a reponer la Pragmática (destierro de Tadeo Calomarde, ministro de
Fernando VII favorable a las posturas ultraabsolutistas de D. Carlos). Ahora los
absolutistas moderados e incluso liberales ocupan los puestos clave, y Don
Carlos tiene que abandonar la corte e instalarse en Portugal.
Los
liberales también se deciden a apoyar a María Cristina al ver que sus
pronunciamientos fracasan (pronunciamiento de Torrijos) y que es mejor cambiar
de estrategia y aprovecharse del contexto internacional favorable al
liberalismo después de la revolución de 1830 en Francia.
El 29 de septiembre de 1833 moría Fernando VII
y se iniciaba la regencia de María Cristina que contaban con el apoyo de los
absolutistas moderados y de los liberales. Los carlistas iniciaran un
levantamiento, la primera guerra carlista.
De este modo en
la lucha entre el absolutismo y liberalismo se acababa imponiendo el
liberalismo, ya que son necesarias las reformas económicas liberales para
evitar la quiebra del sistema, y María Cristina necesita a los liberales para
que le ayuden a defender el trono para su hija Isabel frente a las pretensiones
carlistas.
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