EL FINAL DEL FRANQUISMO
Y EL INICIO DE LA TRANSICIÓN
Pese a los profundos cambios
económicos y sociales de la década de los sesenta que transformaron totalmente la
sociedad española, el Régimen no estaba decidido a adoptar las formas políticas
propias de las democracias occidentales. La idea de Franco, del franquismo, era
su permanencia, por eso en 1967 se promulga la última de las Leyes
Fundamentales, la Ley Orgánica del Estado, para dejar diseñado el futuro de
España, y se completaba el proceso con la designación de Juan Carlos de Borbón
como sucesor de Franco, a título de rey, en julio de 1969, de ese modo quedaba,
en palabras de Franco, “atado y bien atado para el futuro”.
Al
mismo tiempo promulgan una serie de leyes para apaciguar las tensiones sociales
y canalizar las crecientes discrepancias entre las diversas familias que componen
el régimen. Entre las leyes promulgadas destacamos la Ley de Prensa (1966) que
suprimía la censura previa, la Ley de Libertad Religiosa (1967) que reconocía
la igualdad de todas las religiones, la Ley de Educación (1970) que establecía
la escolarización obligatoria hasta los 14 años. Los sectores más inmovilistas,
por su parte, no querían ninguna suavización ni apertura. Presionaban para
expulsar a los tecnócratas e incluso fue aireado el escándalo “Matesa”, para
provocar su salida del gobierno, pero Franco los mantuvo en el poder. Franco
necesitaba el apoyo económico y el gobierno de 1970 fue el llamado gobierno
monocolor, por estar formado casi exclusivamente con tecnócratas y con la
novedad de estar el almirante Carrero Blanco en la vicepresidencia, en el
camino de preparar la sucesión. Ese proceso se culmina en el verano de 1973.
Franco abandona la presidencia del gobierno y es nombrado Carrero Blanco como
jefe de un gobierno en que estaban integradas todas las “familias”, en la idea
de tenerlas controladas en el momento del fallecimiento de Franco.
Estos
planes quedaron truncados en diciembre de ese mismo año cuando Carrero Blanco fue
asesinado por ETA en un atentado perpetrado en Madrid en diciembre de 1973. En
el documento 1 se recoge un extracto
del comunicado en el que ETA reivindica el atentado y lo justifica: “Carrero
Blanco…constituía la pieza clave (...) de la continuidad y estabilidad del
sistema franquista”. ETA es una organización
terrorista fundada en 1959, de una rama juvenil del Partido Nacionalista Vasco.
La organización Euskadi ta Askatasuna (Euskadi y Libertad, ETA). Reaccionaban
contra la pérdida de identidad del pueblo vasco y contra la represión franquista.
Desde 1967 realizaban atentados.
El
atentado supuso un duro golpe para el franquismo, interinamente ocupó la
presidencia del gobierno Torcuato Fernández Miranda, que evitó el “golpe de
fuerza” que reclamaba la derecha. La
fractura entre inmovilistas (el búnker), defendían el carácter inalterable de
los principios del 18 de julio, y los aperturistas, que defendían la necesidad
de aplicar pequeñas reformas en un sentido democrático, fue haciéndose cada vez
mayor.
En enero de 1974 se formó un nuevo
Gobierno presidido por Arias Navarro que pretendía unir a aperturistas e
inmovilistas; un gobierno sin tecnócratas, con algún aperturista y, sobre todo,
franquistas duros, mantener al régimen unido pese a las discrepancias para
asegurar su futuro. El programa de gobierno que presentó quedó resumido en el
llamado “Espíritu del 12 de Febrero”, que fue la declaración más liberal nunca
efectuada por un Ministro de Franco. En él, Arias prometió una nueva Ley
Municipal que permitiese la elección de los alcaldes y de las
diputaciones provinciales,
aumentó el poder de los procuradores en las Cortes cuyo número ascendió, anunció
reformas sindicales y una nueva Ley sobre las Asociaciones Políticas.
Estos
intentos de conciliación y aperturistas van a quedar cortados por los sectores
ultraderechistas que denunciaban el inminente peligro de destrucción del
régimen y forzaron el retorno al inmovilismo. En el documento 4 Girón de Velasco, Presidente de la Confederación
Nacional de Excombatientes, y uno de los máximos defensores del inmovilismo, defiende
la necesidad de “cerrar el paso a los que quieren arrebatarnos la victoria”,
hay que mantener las mismas ideas presentes en el Alzamiento del 18 de julio
para evitar el “holocausto”, dice Girón en el doc.4. Se trataba, como hablaba la prensa de la época de un
“gironazo” hacia las posiciones defendidas por el “bunker”.
Las reformas presentadas en
febrero se cortan y
los ministros aperturistas (Fraga, Fernández Ordóñez, Pío Cabanillas...) se
alejaban del régimen. El intento de apertura había fracasado demostrando
claramente la incapacidad del franquismo para democratizarse desde dentro. El
gobierno vuelve a la represión y a mantenerse dentro de sus esencias.
El gobierno de Arias Navarro no
sólo tuvo que hacer frente a la ruptura entre inmovilistas y reformistas sino
también al aumento de la conflictividad social que se tradujo en un incremento
del número de huelgas tal y como se puede observar en la gráfica del documento 2, al auge del terrorismo
(ETA incrementó sus atentados y aparecieron nuevos grupos terroristas
ultraizquierdistas como FRAP y GRAPO), a la cuestión marroquí (Marcha Verde) y
a la crisis económica. La presión al régimen desde el movimiento obrero también
aumentaba, sobre todo la protagonizada por Comisiones Obreras. La dirección del
sindicato ilegal (Marcelino Camacho) estaba en la cárcel desde 1972, y habían
sido duramente condenados en el “proceso 1001” de diciembre del 73 a largas
condenas de cárcel. A esa situación hay que unir el fin del crecimiento
económico del desarrollismo y e inicio de la crisis del 73. En ese contexto el
número de huelgas crece espectacularmente tal como recoge la gráfica del doc. 2.
La
crisis económica se inició en 1973 y fue producida por la subida de los precios
del petróleo y el inicio de un nuevo ciclo tecnológico que afectó gravemente a
la economía mundial. Los países más industrializados redujeron el consumo del
petróleo, buscaron energías alternativas e iniciaron un proceso de reconversión
industrial. Pero el Estado franquista no adoptó ningún tipo de medida y la
crisis sacó a la luz los defectos estructurales del desarrollo económico de los
años sesenta: la dependencia tecnológica del extranjero, el elevado
endeudamiento de las empresas públicas, el aumento del paro… En 1975 la tasa de
crecimiento descendió y la inflación y el paro no dejaban de aumentar… El
Gobierno, que carecía de un plan a largo plazo y considerando que la crisis era
transitoria trató de frenarla con una política de compensaciones (subvenciones
y desgravaciones) que evitase una fuerte repercusión en los precios energéticos.
En la primavera de ese mismo año, la gran profundidad de la crisis económica era
evidente, afectaba a todos los sectores económicos, en el doc. 3, se refleja esa situación a través de una viñeta humorística
que reflejaba el negro panorama de nuestra economía y del futuro del régimen
franquista, incapaz de atajar la profundidad de la crisis.
Al
mismo tiempo que se producía la desunión en el régimen entre las posiciones más
inmovilistas y las reformistas, la oposición aumentaba y promovieron la
creación de organismos unitarios para reivindicar la democratización del país e
impedir la continuidad del franquismo. En este sentido y tal y como se recoge
en el documento 5, en Julio de 1974, a iniciativa del PC,
se crea en París la Junta Democrática que tenía como objetivos “la formación de
un Gobierno Provisional, la legalización de los partidos políticos, y la
celebración de una consulta popular”. Se reclama una “ruptura” con la legalidad
de la dictadura y la brusca desaparición del sistema franquista. Al año siguiente el PSOE impulsó la Plataforma
de Convergencia Democrática y en 1976 ambos organismos, con una programación
similar, se unieron en la Coordinación Democrática, la Platajunta. Optaron por
la vía de la “reforma” o “ruptura pactada”, es decir, la transformación de la
dictadura en democracia partiendo de su propia legalidad, e incluso contando
con la voluntad de las fuerzas aperturistas. En su Programa fundacional, entre otras
cosas, piden: liberación de presos políticos, ejercicio de derechos humanos y
libertades políticas, y la ruptura política con el inicio de un periodo
constituyente.
En
ese contexto de crecimiento de la oposición, desunión del régimen, crisis
económica y aislamiento internacional (había caído las dictaduras portuguesa y
griega, Marruecos había organizado la marcha verde sobre el Sahara, etc.) El 20 de noviembre de 1975 Franco falleció
dejando tras de sí un régimen anacrónico y en profunda crisis.
Dos
días después de su muerte Juan Carlos de Borbón fue proclamado como rey y con
él se inicia la transición hacia un sistema democrático. En su primer gobierno,
mantiene como jefe de gobierno a Carlos Arias Navarro y como Presidente de las
Cortes y del Consejo del Reino a Torcuato Fernández Miranda. Dentro de ese
gobierno había partidarios de mantenerse en el régimen, sin cambios, los que
querían alguna transformación y los que esperaban poder avanzar hacia la
democracia.
El gobierno contaba con una oposición
democrática cada vez más fuerte, sobre todo desde la formación de la citada
anteriormente Platajunta. La oposición de los inmovilistas también era
mayor. Al mismo tiempo se produce un
incremento de la conflictividad social y laboral que provoca huelgas,
protestas, etc. Los atentados terroristas de ETA, GRAPO, FRAP también se
suceden. La respuesta del gobierno fue la represión, en algunos casos con gran dureza
(sucesos en una iglesia de Vitoria el 3-3-1976). El cambio estaba paralizado,
así que el Rey, que ya había estado lanzando mensajes de libertad y cambio
(Discurso en el Congreso de Estados Unidos) y que había conseguido apoyos
dentro y fuera de España (EE.UU.) solicitó a Arias su dimisión el 1 de julio de
1976.
El día 3 de julio de 1976 Adolfo Suárez
fue designado por el Rey para desempeñar el cargo de jefe de gobierno. Suárez
provenía del franquismo, había sido ministro en el gabinete anterior, por lo
que su nombramiento causó un gran recelo en la oposición y satisfacción en los
sectores del régimen. Nombró un gobierno aperturista e inició un nuevo talante
en un ambiente de poca colaboración, José María de Areilza o Fraga no querían
colaborar, la Platajunta convocaba manifestaciones en apoyo de la amnistía…
Poco a poco el gabinete presidido por Suárez
fue cobrando protagonismo y credibilidad y el 17 de julio hizo una declaración programática que marca el
inicio de las reformas. En esa declaración, está recogida en el doc. 6., partiendo del principio de
que “la soberanía reside en el pueblo”, anuncia la celebración de elecciones
generales antes del 30 de julio de 1977. La idea era hacer la reforma dentro de
la legalidad, hacer una ruptura pactada contando con mayor consenso y apoyo de
las fuerzas políticas, para desmantelar lentamente la dictadura para llegar a
la democracia. Acompañando estas ideas, Suárez pone en marcha algunas medidas
reformistas, como la aprobación de una amnistía para presos políticos (salvo
terrorismo), recogida en la declaración del 17 de julio (Doc. 6). Ampliación de la tolerancia pública que amplía la
libertad de expresión, negociaciones para legalizar centrales sindicales y
partidos políticos, etc.
Esta
declaración fue recibida con rechazo en los sectores del bunker y con
escepticismo en la oposición democrática. Al bunker había que aislarlo y a la
oposición democrática ganarla para que se apartase de las posiciones rupturista
y aceptase la vía reformista y de consenso, para pasar del régimen franquista a
la democracia desmantelando lentamente las estructuras de la dictadura.
Esta
declaración de intenciones quedaría confirmada con la aprobación de la Ley
para la Reforma Política (última
Ley fundamental de la legislación franquista). Ley que fue el instrumento para encauzar la transición a la democracia,
pasando de la ley a la ley. La Ley fue presentada por Suárez a las Cortes para
ser tramitada por el procedimiento de urgencia (para evitar oposiciones de los
inmovilistas), es aprobada por las Cortes el 18 de noviembre de 1976 y
ratificada, en referéndum nacional, el 15 de diciembre de 1976. La Ley
reconocía la soberanía popular, afirmaba la inviolabilidad de los derechos
fundamentales y creaba unas Cortes democráticas de carácter bicameral. Las
Cortes debían ser elegidas por sufragio universal, directo y secreto. Serían
elegidos 350 diputados y 207 senadores
A
partir de ahí, se iniciaba el camino hacia la democracia que arrancaba la
transición y que dejaba atrás el duro periodo de la dictadura franquista.
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