INTROMISIÓN EJÉRCITO EN LA VIDA POLITICA ESPAÑOLA
La
intervención del ejército en la vida política española es una constante y un
elemento diferenciador durante la época contemporánea, que se produce por la
debilidad de las fuerzas burguesas para imponerse al poder y por la utilización
que hace del poder de los militares para no abandonarlo.
Las Corte de Cádiz
decretaron “libre admisión de todos los hijos de españoles honrados en los Colegios
Militares de mar y tierra” y la guerra contra los franceses propició el acceso
de individuos procedentes de sectores no nobiliarios a puestos de
responsabilidad militar. Esto explica, en cierta medida, la influencia liberal
entre oficiales y suboficiales del ejército y su posterior participación en
pronunciamientos contra el absolutismo primero y contra la política moderada
después.
Cuando se produce
el regreso de Fernando VII y el restablecimiento del absolutismo, contando con
el apoyo de militares absolutistas (general Elio), Fernando VII pretende
aprovecharse del prestigio de aquellos militares que habían defendido su trono
contra los franceses y los coloca en puestos sin importancia. El descontento de
esos militares y el rechazo a la política absolutista de Fernando VII los lleva
a ser los que encabecen las protestas contra el absolutismo; y así se inician los
pronunciamientos, que serán una constante durante su reinado.
Los militares, que
habían defendido la Constitución de 1812 y aceptado las ideas del
liberalismo, encabezan las protestas contra Fernando VII y
realizan los pronunciamientos (doc.1)…… (hay
que explicar que es un pronunciamiento, usar el texto y poner ejemplos).
En el doc. Juan Díaz Porlier (si se sabe algo de Porlier se puede
poner), en La Coruña, protagoniza uno de los primeros pronunciamientos y expone
lo que pretenden: la vuelta a un régimen constitucional, el restablecimiento de
la Constitución del 12 y la convocatoria de Cortes (se pueden indicar líneas
del texto o usar palabras entre comillas).
(También se podría hacer alusión a principios del liberalismo…).
Estos
pronunciamientos fracasan, cuentan con poco apoyo, son impulsivos, poco
meditados, pero indican el descontento de una parte de la población. Los militares tienen que intervenir porque
la burguesía es débil, poco numerosa e incapaz de enfrentarse al poder absoluto
de Fernando VII.
Solo
logra triunfar el pronunciamiento del coronel Riego en 1820 y restaura el
liberalismo; pero, cuando Fernando VII consigue apoyo militar (los Cien mil
hijos enviados por Francia, Santa Alianza) se repone el absolutismo.
A
la muerte de Fernando VII y debido al problema sucesorio una parte del ejército
apoya a los carlistas y las ideas absolutistas y otra parte se mantiene con la
regente María Cristina. Los militares
vuelven a ser necesarios para defender el trono, y obtienen prestigio
nuevamente, como Espartero. Finalmente, María Cristina tiene que aceptar
otra intervención militar, la de los sargentos en el palacio de la Granja en el
verano de 1836. A partir de ahí triunfa
el liberalismo, y los militares, a excepción de los que mantienen la causa carlista,
se decantan por el liberalismo, divididos ahora entre moderados y progresistas.
A
partir de este momento los militares,
como señala el doc. 2., serán un elemento fundamental en el poder y los
partidos políticos tendrán que contar con ellos y casi nada se hará sin su
aprobación. Los moderados contarán con una parte del ejército y los
progresistas con otra. Y los militares apoyarán, en función de las
circunstancias económicas y sociales a un grupo o al otro.
Las
grandes figuras militares pasarán a encabezar los partidos políticos, como por
ejemplo el general Baldomero Espartero en los progresistas y el general Ramón
Narváez en el moderado. Serán los “espadones” que dirigirán la vida política
española. Estas son las dos grandes figuras que simbolizan el poder alcanzado
por los militares, sobre todo Espartero al ocupar la regencia de 1840 a 1843.
Cuando
un grupo político alcanza el poder cuenta con el respaldo del ejército e intentará
mantenerse en el poder. Durante el reinado de Isabel II serán los moderados los
que cuenten con el apoyo de la reina y de la mayoría del ejército. Por esa
razón para conseguir ocupar el poder, la otra opción política tendrá que
conseguir el apoyo de una parte importante del ejército, realizar un
pronunciamiento, conseguir apoyo de más militares, que se formen juntas revolucionarias,
y así, finalmente, la reina, con esa presión, nombre jefe de gobierno al líder
la opción contraria. Eso sucede para forzar la caída de Espartero, para su
regreso en 1854, después de la “vicalvarada” para el inicio del bienio
progresista y, finalmente, para llevar a cabo la revolución septembrina de
1868. La intervención de otro grupo de militares encabezados por los generales
Prim, Serrano y Topete, sumándose a las ideas progresistas y demócratas fuerzan
la caída de Isabel II y la instauración de un régimen democrático.
Esta
época del Sexenio Revolucionario también acaba con otra intervención militar. La
posibilidad de la vuelta a la inestabilidad de la I República la corta el
general Pavía a principios de 1874, tomando el poder el general Serrano,
esperando el momento para volver a la monarquía. Y el general Martínez Campos
protagoniza el pronunciamiento para el regreso de Alfonso XII, a finales de
1884.
Con
la Restauración, su diseñador, Antonio Cánovas del Castillo, pensó en crear un
sistema de alternancia pacífica entre los dos grandes partidos, el conservador
y el liberal. De ese modo se alejaba a la oposición del poder, se controlaba la
sociedad y ya no era necesaria la intervención militar en la vida política;
parecía que se subordinaba el poder militar al poder civil y el rey encabezaba
el ejército (rey soldado y mando del ejército). Aunque esto no sucede del todo.
Como señala Raymond Carr en el doc. 3.
es un proceso de “desmilitarización” aparente. En principio los militares
aceptan esa subordinación a cambio de poder integrarse en los partidos
políticos como dirigentes (el ministro de la guerra siempre es un general –doc.
3-), ocupar puestos de importancia (los generales son senadores) y disponer de
un gran presupuesto que no sería controlado (“reserva sacrosanta”, doc 3). De ese modo los militares no intervienen
durante la Restauración, a excepción del levantamiento de Villacampa en 1886 a
favor de la República que acabó fracasando siendo confinado en África. Pero
durante la Restauración serán un elemento de presión constante y las acciones
de los gobiernos tendrán que contar con su aprobación e incluso con su
colaboración, como la del general Polavieja después del desastre de Cuba para
intentar regenerar el sistema e evitar la crisis; ya que necesitan su ayuda
para controlar a la oposición y el orden público. Además, irán adoptando posiciones, cada vez, más conservadoras y serán
causa de las distintas crisis de la Restauración: desastre del 98, las
derrotas en África y la defensa de la ley de jurisdicciones de 1906 son un
ejemplo.
La
injerencia militar va a ir aumentando desde principios del siglo XX,
coincidiendo con el reinado de Alfonso XIII. En 1905, un grupo de oficiales
asaltaron la redacción de la revista Cut-cut por las críticas contra el
ejército y la defensa del catalanismo. La mayor parte de los militares apoyó
esta acción y el Gobierno no se atrevió a castigar a los culpables. De este
modo, el poder militar se impuso ante el civil, al conseguir, con el
consentimiento del rey, la aprobación de una nueva Ley de Jurisdicciones (ponía
bajo jurisdicción militar las ofensas contra la unidad de la patria). El cambio
en la mentalidad militar era claro: de apoyar con sus acciones una u otra
facción liberal a lo largo del siglo XIX, pasaron a la defensa de sus intereses
corporativos y a considerarse salvadores de la patria y de la unidad nacional.
Su presión sobre la vida civil
aumenta con la crisis de 1917. En 1916, se habían formado en Barcelona las
llamadas Juntas de Defensa (asociaciones de
militares) que reclamaban un aumento salarial y se oponían a los
ascensos por méritos de guerra. Si bien en un primer momento fueron declaradas
ilegales, finalmente fueron reconocidas. Una vez más se puso de manifiesto la
debilidad del poder civil frente al militar.
A partir de entonces los militares intervinieron en el nombramiento del
ministro de guerra y se convirtieron en los defensores del orden público. El
gobierno tiene que ceder ante la llegada de la crisis política y social, y a
partir de ahí se presenta como la única institución capaz de garantizar el
orden.
En 1923, cuando se están analizando las
responsabilidades del desastre de Annual y cuando parecía que la Restauración
tenía que coger el camino de la democracia se produce la intervención del
general Miguel Primo de Rivera (Doc. 4). En septiembre de 1923, el capitán
general de Cataluña protagoniza un golpe de estado que no cuenta con casi
ninguna oposición y el rey Alfonso XIII lo nombra jefe de un gobierno formado
en exclusiva por militares, el Directorio Militar. Se inaugura la primera
dictadura del siglo XX. Este gobierno solo militar dura hasta 1925, dando paso
a partir de ahí a figuras civiles que colaboran en la misma idea. Era un
régimen que anula la Constitución de 1876, acaba con los partidos políticos y
que pone énfasis en el control del orden público y del desarrollo económico.
Cuando Primo de Rivera intentó institucionalizar el régimen la economía empezó
a ir mal y el aumento de la oposición y la falta de apoyo en los propios
militares le lleva a dimitir. Remata, después de la dictablanda del general
Berenguer y del Almirante Aznar, el 14 de abril de 1931, con la proclamación de
la II República.
Cuando
se inaugura la II República, una parte de los militares, que ya habían
participado en su instauración y colaborado en parte en algún intento de
pronunciamiento, se vuelca con la República, pero otra parte se vuelve muy hostil y aumenta su descontento a medida
que se hacen reformas (que los militares no comparten por su posición
conservadora y que afectan a la unidad,
religión, propiedad, su propio estatus, etc.), sobre todo la militar realizada
por Azaña y adoptan posiciones más conservadoras. Así ya se produce el
intento de golpe de estado del general Sanjurjo en 1932 (que fracasa y lo lleva
a la cárcel y después al exilio en Portugal) y la formación de la UME (Unión
militar española). Una vez que se produce la victoria del Frente Popular, en
febrero de 1936, los militares empiezan la preparación de un golpe de estado.
Los militares, Mola, Goded, Fanjul, Franco, inician los preparativos del golpe,
contando con el apoyo de los grupos falangistas y conservadores. Así se llega
al 18 de julio de 1936, cuando en España, siguiendo el levantamiento de las
tropas del Protectorado de África, se levantan contra el gobierno de la
República. El golpe fracasa, una parte
del ejército quedó leal a la República, y se inicia la Guerra Civil que acaba
con la victoria del bando sublevado del general Francisco Franco. A partir de ahí se inicia una dictadura
militar y eclesiástica que tendrá la incorporación de rasgos del fascismo. En el DOC 5, vemos a Franco en compañía de
Hitler (la foto corresponde a la entrevista de Hendaya) de cuyo régimen
nazi recoge algunas influencias. El
régimen de Franco será una dictadura militar muy personal que se caracterizara
por la defensa de las ideas conservadoras y que representa el final de camino
conservador que empiezan los militares a principios del siglo XX: defensa
de los valores tradicionales, unidad de la patria, propiedad privada, religión
católica, negación de las reformas republicanas, anticomunismo, antijudismo,
antimasonería y antiliberalismo. Será un régimen ejercido con una gran
represión, que solo tendrá una ideología y un partido, la Falange, y que
contará con el apoyo del ejército hasta su muerte en 1975.
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