OPOSICIÓN AL
FRANQUISMO: 1939-75
HEB11.1.10. Especifica los grupos de oposición política al régimen franquista y
comenta su evolución en el tiempo.
COMPOSICIÓN
20. EL FRANQUISMO: LAS FORMAS DE OPOSICIÓN AL RÉGIMEN
ORIENTACIONES GRUPO TRABAJO: Sempre tendo en
conta a información subministrada polos documentos, o alumnado deberá demostrar
que coñece e caracteriza as diferentes formas de expresión adoptadas pola
oposición ao franquismo ao longo da súa existencia: desde a primeira actividade
guerrilleira na inmediata posguerra ata o xurdimento de diversos movementos de
oposición dentro dos piares do réxime (o exército, a Igrexa e o partido único)
na etapa final do mesmo, pasando pola protesta estudantil e obreira, a
organización de partidos políticos clandestinos, a actividade terrorista e a
oposición desde o exterior.
PREGUNTA
SEÑALADA: 21. EL FRANQUISMO: LAS FUERZAS
DE OPOSICIÓN AL RÉGIMEN
La oposición política al franquismo tuvo
que manifestarse desde la clandestinidad
y estuvo sometida a una fuerte
represión policial y judicial (Ley de Responsabilidades Políticas de 1939,
Ley de represión de la masonería y del comunismo de 1940, La Ley de la
Seguridad del Estado, de 11 de abril de 1941, que castigaba con la pena de
muerte los delitos de traición a la patria bajo ideas separatistas, Ley de
Bandidaje y terrorismo para combatir el maquis (1942 y 1947, tipificando
delitos de rebelión militar), Tribunal de Orden Público, etc.). Fue constante
del franquismo la existencia de presos políticos, censura, control de los
medios de comunicación y marginación de los represaliados y enemigos políticos.
La oposición política partió inicialmente de los partidos y sindicatos
derrotados en la guerra, pero progresivamente
surgieron nuevas formas de oposición, incluso desde dentro del propio
régimen, demandando libertades.
https://www.youtube.com/watch?v=1riwzr6v9u8 para hablar de la represión en los primeros
años y el inicio de la oposición.
En el momento de la creación
de FET y de las JONS, hubo un movimiento de oposición a las ideas de Franco.
Algunos líderes de Falange que se opusieron fueron expulsados o encarcelados
por conspirar contra Franco (Fal Conde o Manuel Hedilla[1]). Después quedó
completamente sometida.
LA OPOSICIÓN EN LA POSGUERRA:
AÑOS CUARENTA
La oposición democrática de los partidos obreros se manifestó mediante la lucha armada de los guerrilleros, los
“maquis”. Al principio, se
trata de simples escapados o huidos
de la represión de Franco por los montes; después se convierten en guerrilleros.
Hacen acciones de resistencia desde los montes contando con el apoyo de la
población civil y de la ayuda que les proporcionaba el PCE. Intentaron
una penetración por el valle de Arán, en 1944, que fracasa. Después actuaron,
durante varios años en las zonas montañosas (Galicia-León-Asturias,
Extremadura), esperando la ayuda de los aliados, pero la falta de apoyo
internacional y en el país llevó al fracaso de la guerrilla. Acaban capturados,
muertos o en el exilio (algunos colaborarán en la resistencia francesa durante
la 2ª Guerra Mundial). En Galicia destacaron las acciones de Benigno Andrade
(Foucellas) y de José Veiga Castro (Piloto), que murió en 1965.
En los años cuarenta, Franco
también tuvo que enfrentarse con la oposición MONÁRQUICA: aristócratas y
generales (Varela, Moscardó, Aranda) que defendían la vuelta a la monarquía, a
la que se sumó D. Juan de Borbón en 1945 (Manifiesto de Lausana). Franco logró
desarmarla colocando a los generales opositores en destinos sin importancia y
proponiendo la Ley de Sucesión de 1947, por la que España se constituía en
reino. En una entrevista celebrada el 25 de agosto de 1948 entre Franco y el
conde de Barcelona en el golfo de Vizcaya, se acordó que el príncipe se
trasladaría a España para cursar allí sus estudios. La oposición monárquica
quedaba desactivada. El 8 de noviembre de 1948, a los diez años de edad, Juan
Carlos pisó por primera vez suelo español. Allí estudiaría durante ese año
académico. Tras el verano de 1949, sin embargo, el deterioro de las relaciones
entre Franco y don Juan llevarían a este último a decidir que su hijo no
volviera por el momento a España.
Tras un año en Estoril
(Lisboa), Juan de Borbón accedió a que Juan Carlos regresara a España en el
otoño de 1950 para continuar sus estudios, en esta ocasión acompañado de su
hermano menor Alfonso. Ya no abandonaría España
También se puede señalar durante estos años
la oposición que se ejerció desde el Exilio: los exiliados republicanos desde México,
que impulsaron, a propuesta de la delegación de México, que la Asamblea General
de las Naciones Unidas adoptara el 12 de diciembre de 1946 la Resolución 39,
mediante la cual se excluía al gobierno español de organismos internacionales y
conferencias establecidas por las Naciones Unidas. Provoca la salida de los
embajadores de España y el consiguiente bloqueo. Desde los años 50, con el
reconocimiento internacional del régimen de Franco, pasó a no tener
importancia, incluso para el resto de opositores. SE PUEDE PONER TODO EL EXILIO AQUÍ…….
LA OPOSICIÓN EN LOS AÑOS
CINCUENTA Y SESENTA
Los
anarquistas (CNT), escindidos y con sus cuadros presos, perseguidos o aislados
en la guerrilla rural o urbana, se diluyeron poco a poco y perdieron su
influencia en el movimiento obrero.
El PSOE y la
UGT, con sus direcciones en el extranjero y desconectadas de la realidad
española, intentaron continuar apostando por pactos con los monárquicos,
mientras sus organizaciones casi desaparecían de España. Sólo el PCE y el PSUC
(Partido Socialista Unificado de Cataluña, de orientación comunista) en
Cataluña consiguieron reorganizar penosamente sus cuadros y hacer notar su
presencia en los primeros movimientos populares.
Sin embargo,
poco a poco, a partir de 1950 aparecen en escena otros grupos: el Movimiento
Socialista de Cataluña, los demócratas-cristianos, los grupos nacionalistas en
Cataluña y el País Vasco. Su actividad fue mínima y los riesgos que corrían
eran enormes.
Lo más importante fue el inicio de un
movimiento de masas como la huelga de tranvías de Barcelona de 1951, las
primeras huelgas en Asturias o la huelga de Barcelona del mismo año. Aunque
es indudable que estos movimientos eran débiles y escasos, conformaron la
situación que más tarde abrió paso a los movimientos de los años 60.
En los años
cincuenta aparece también un movimiento de oposición
al franquismo dentro de la Universidad. Gente de clase media de
tendencia liberal o democristiana. Coincide con los intentos aperturistas de
Joaquín Ruiz Jiménez en la Universidad y con enfrentamientos con los
falangistas. En los años 1955-56 se producen manifestaciones y
enfrentamientos entre estudiantes “aperturistas” y falangistas que Franco tiene
que reprimir y zanjar cesando a Joaquín Ruiz Jiménez y a Raimundo Fernández
Cuesta (Falange). Estos enfrentamientos demostraban el desgaste de la Falange y
el nacimiento de una oposición no vinculada a la guerra.
En los años
sesenta las protestas contra el SEU (sindicato único universitario)
continuaron y a partir de 1964 casi ningún distrito universitario reconocía al
SEU, que llegaría a ser disuelto. En 1965 las
manifestaciones estudiantiles aumentaron por la destitución por el Gobierno de prestigiosos catedráticos (Tierno Galván,
Aranguren, García Calvo, etc.) y continúan en los años siguientes, sobre todo
bajo la influencia del Mayo del 68, siendo duramente reprimidas por la
policía. La agitación continuó (1967) y el Gobierno declaró el estado de
excepción en toda España durante dos meses (1969).
El movimiento obrero tuvo poca
importancia en los años cuarenta y principios de los cincuenta (huelga de
tranvías de Barcelona de 1951). Las primeras protestas importantes no se
producen hasta 1956-58: manifestaciones en las zonas mineras
(Asturias) e industrializadas (País Vasco). Es en estas huelgas donde comienzan
a formarse las futuras Comisiones Obreras (CC.OO.). Estas “comisiones”
se fueron consolidando como alternativa a las centrales clásicas (CNT, UGT:
estructuras muy débiles y escasa implantación), y con el apoyo del PCE
consiguieron una fuerte implantación entre los trabajadores. Trabajaban desde
la clandestinidad y también infiltrados en los sindicatos verticales (líder del
movimiento Marcelino Camacho). Este movimiento obrero se fortaleció al amparo
de la liberalización de las relaciones laborales que supuso la Ley de Convenios
Colectivos de 1958. Sobre todo, con la “liberalización” que introduce José
Solís Ruiz ministro del Movimiento y de la Organización Sindical que permite
que se presenten a las elecciones sindicales trabajadores no vinculados
directamente con el Movimiento.
Es en 1964
cuando podemos decir que las CC.OO. inician su andadura como movimiento
organizado, logrando la permanencia y la coordinación, en gran medida, del
movimiento obrero español bajo el franquismo. Las elecciones sindicales de
1966, en las que CC.OO. logra un gran triunfo, sus representantes infiltrados
en las listas oficiales, supusieron un duro golpe al sindicato vertical y
permitieron la consolidación de CC.OO. como movimiento organizado. Eso causó un
disgusto en el régimen y a partir de ahí pasa de movimiento “semilegal” a ser
perseguido sistemáticamente (el Tribunal Supremo, en noviembre de 1967, las
declara subversivas e ilícitas). La represión contra CC.OO. es brutal: de 9.000
condenados entre 1963 y 1977 por el Tribunal de Orden Público (TOP), que
sustituyó a los Tribunales Militares como instrumento represor, una inmensa
mayoría eran militantes de CC.OO.
En el año 1968 Marcelino Camacho, Julián Ariza
y otros dirigentes sindicales son encarcelados y procesados por su pertenencia
a CC.OO.
El auge del
movimiento obrero es respondido por el régimen declarando sucesivos estados de
excepción, destacando el de 1969 y el de 1970-71, que provocan numerosas
detenciones y torturas a dirigentes obreros. Destaca la detención y condena a
veinte años de prisión de los dirigentes de CC.OO. (Marcelino Camacho, etc.)
(el llamado Proceso 1001, celebrado en diciembre del 73, coincide con el
asesinato de Carrero Blanco) que, aunque dificulta las movilizaciones, no
impide que a partir de 1973 los conflictos colectivos, los paros y las huelgas
se suceden en numerosas empresas y sectores de todo el Estado, y que CC.OO. se
consolide y fortalezca como organización[2].
En los años 60 tienen mucha
importancia la oposición que viene de la Iglesia: Desde la Iglesia también se va gestando una oposición al
régimen. El distanciamiento con el régimen cobra más fuerza entre 1962-65
con motivo del Concilio Vaticano II. Una parte de
la Iglesia católica, cada vez más numerosa, no sólo se distanciaba del régimen,
al hilo de lo apertura acordada en el Concilio Vaticano II, sino que también lo
critica y pide cambios. Son los años de la HOAC, del JOC y USO, años en que las
iglesias sirven de refugio a los obreros y estudiantes, años en los que es
habitual la figura del "cura rojo".Estos sindicatos de inspiración
católica van a servir de lanzadera del movimiento obrero. En los años setenta con
el nombramiento en 1971 del cardenal Vicente Enrique y Tarancón como presidente
de la Conferencia Episcopal Española, se aumentan las distancias. En septiembre
de 1971 aprobaron un documento en el que se abogaba por una separación entre
Iglesia y Estado y se rechazaba la participación de los obispos en las
instituciones franquistas y se pedía la instalación de un sistema democrático.
Esa tendencia se incrementa en 1973 con el documento titulado “La Iglesia y la
comunidad política”, en el que pedían la revisión del Concordato y el respeto
al pluralismo ideológico.
También desde el movimiento vecinal:
las asociaciones de vecinos era una de las pocas asociaciones permitidas por el
régimen, y se aprovechaban para "colar" reivindicaciones con aristas
políticas siempre que se podía.
También desde finales de los años 50 y sesenta se
presenta la oposición que viene desde:
Desde el nacionalismo también renace un
movimiento de oposición. En el País Vasco, una escisión de jóvenes del PNV
fundaron, en 1959, la organización Euskadi ta Askatasuna (Euskadi y
Libertad, ETA). Reaccionaban contra la pérdida de identidad del pueblo vasco y
contra la represión franquista; tenían un referente de admiración en los
movimientos de liberación nacional que se estaban a desarrollar en el Tercer
Mundo; comenzará las acciones armadas a partir de 1967, para acabar con la
opresión del pueblo vasco. En 1968 el primer atentado contra contra un policía
acusado de torturador. A partir de ahí se convertiría en el primer problema
político y de orden público del franquismo, que respondería al desafío con una
represión general e indiscriminada en el País Vasco de enorme dureza.
En
cuanto a la oposición política
en los años 50 y 60, se encontraba muy fragmentada y tenía muy pocos
militantes. Estaban: los democristianos de Gil Robles y los de
Manuel Jiménez Fernández; los socialdemócratas de Dionisio Ridruejo; los
liberales de Joaquín Satrústegui; los republicanos; el PSOE,
liderado por Rodolfo Llopis, muy dividido entre los militantes del interior y
exilio (sufre una escisión con la creación por Tierno Galván del Partido
Socialista del Interior). Una de las acciones que tuvo más repercusión fue la “reunión
de Munich”, de 1962. Con motivo del IV Congreso del Movimiento Federal
Europeo se reunieron en Munich representantes de los movimientos de oposición
del interior y del exilio. Llegaron a acuerdos sobre las reformas que tenía que
efectuar España y la instauración de instituciones democráticas[3]:
garantías para el ejercicio de los derechos de la persona (en especial el de
expresión), supresión de censura, libertades sindicales, etc.
El régimen
reaccionó con una gran campaña de prensa contra lo que denominó el “contubernio
de Munich” y con represalias con los asistentes.
En la reunión no
estuvo el Partido Comunista de España (PCE dirigido por Santiago Carrillo)
debido a la hostilidad de los otros participantes (contexto internacional de
rechazo al comunismo) pese a ser el partido con más implantación (CC.OO.) y
mejor estructurado en el interior de España.
El PC fue el
partido que mejor supo mantener su organización clandestina y el único con una
cierta organización de masas. Esto fue a causa de su línea política de
penetración en las organizaciones de masas (comisiones obreras, sindicatos
estudiantiles, asociaciones de vecinos…) y su acercamiento a todas las fuerzas
antifranquistas, independientemente del lado en que hubiesen hecho la guerra:
política de “reconciliación nacional”.
LA OPOSICIÓN EN LOS AÑOS 70.
En los
años finales del franquismo se intensificaron los actos de oposición al
régimen. Entre las causas podemos indicar:
-
El desarrollo económico, social y cultural que demanda
libertades políticas.
-
El crecimiento del movimiento obrero y universitario y
las huelgas.
-
El aumento de la prensa crítica con el régimen.
-
El alejamiento de la Iglesia e incluso de militares
(Unión Militar Democrática).
-
La propia debilidad del régimen: aparición de un grupo
reformista; debilidad física de Franco.
Los distintos partidos políticos van aumentando
su base social y organización. El de mayor base social era el PCE
(sobre todo en Cataluña con el PSUC) que defendía una alianza de todas las
fuerzas democráticas o “Pacto por la Libertad”. Liderado por Santiago
Carrillo. La estrategia del PCE, conocida con el nombre de “Eurocomunismo”,
tuvo mucho éxito y consistió en fomentar la unidad de clases contra el
franquismo y la “reconciliación nacional”, rompiendo con el comunismo
soviético.
En el PSOE
se dio un crecimiento y cambio de dirección recayendo esta en los
dirigentes que vivían dentro de España (Congreso de Suresnes, 1973, Felipe
González). La dirección del
partido, residente en el exterior, mantenía posiciones ancladas políticamente
en la Segunda República y en la guerra Civil. El sector del interior era más
realista propugnando la colaboración con todos los grupos políticos y la
monarquía parlamentaria como opción más viable.
Los partidos
nacionalistas (PNV y CDC, Convergencia Democrática de Cataluña) tenían
también un fuerte arraigo en las clases medias de ambas regiones.
Junto a estos partidos aparecieron otros, a finales
de los sesenta y principios de los setenta, la llamada nueva izquierda: la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores),
la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), el PCE m.l (P. Comunista marxista
leninista), etc. Influidos por el maoísmo, trotskismo, etc. defendían la acción
directa, violenta. (De algunos grupos se desprendieron grupos violentos como el
FRAP).
Dentro del régimen también aparecen escisiones:
algunos cargos importantes como Fraga, Areilza, Fernández Ordóñez, Pío
Cabanillas, Calvo Sotelo defienden una línea reformista, aunque sin llegar a
proponer un sistema democrático (Gabinete de Orientación y Documentación,
GODISA de M. Fraga; colectivo “Tácito”; Federación de Estudios Independientes,
FEDISA). En el Ejército, La Unión de
Militares Demócratas (UMD), sindicato clandestino creado en 1974, nunca fue
más que un reducto minoritario, pero mostraba que hasta en el epicentro del
Régimen había cierto descontento.
El paso final del movimiento opositor fue la
realización de uniones o alianzas como pedía el PCE en su Pacto por la
Libertad. Una de las primeras alianzas fue la Asamblea de Cataluña, en
la que participaban todos los grupos de oposición de Cataluña. Las alianzas más
importantes son las que formarán el PCE y el PSOE. En julio de 1974 se
constituyó en París la Junta Democrática de España, liderada por el
PCE, en la que se integraban: Partido Socialista Popular (Enrique Tierno
Galván), personalidades independientes (García Trevijano), asociaciones
(vecinos, amas de casa, juventud, etc.), Comisiones Obreras, etc. Sus
objetivos constituían un programa democrático mínimo (formación gobierno
provisional, amnistía, legalización partidos, libertad de huelga, derechos de
reunión, expresión, celebración sufragio sobre la forma de gobierno, etc.).
Tuvo una gran repercusión por promover la oposición política sin pertenecer a
ningún partido. En 1975, las fuerzas que no habían entrado en la Junta
promovieron la creación de la Plataforma de Convergencia Democrática, liderada
por el PSOE, en la que se encontraban: UGT, Izquierda Democrática, Unión
Socialdemócrata Española, Organización Revolucionaria del Trabajo, Movimiento
Comunista y Partido Carlista. Desde el principio comenzaron conversaciones
entre las dos formaciones para luchar conjuntamente. Un primer acuerdo
se da el 30 de octubre de 1975 (Franco enfermo): liberalización de presos,
libre ejercicio derechos humanos, libertades políticas y ruptura democrática.
Las conversaciones se mantienen hasta alcanzar la unidad, en marzo de 1976, con
la formación de Coordinación Democrática, que luchará por la ruptura
democrática (elecciones generales a Cortes Constituyentes).
También hay que añadir el incremento del terrorismo. La organización terrorista más importante fue
ETA. Esta organización derivó ideológicamente hacia el independentismo radical
y el leninismo, y llevó a cabo asesinatos (desde 1968), secuestros y chantajes
a empresarios en una autodenominada lucha contra los gobiernos de España y
Francia que impedían, según su visión, la libertad del pueblo vasco. El
atentado más importante de ETA en este período fue, sin duda, el magnicidio que
acabó con la vida del presidente del Gobierno, el almirante Carrero Blanco, el
20 de diciembre de 1973. Además de ETA, aparecieron otras organizaciones
terroristas de extrema izquierda, como el Frente Revolucionario Antifascista y
Patriótico (FRAP) y los Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre
(GRAPO), constituidos ambos en 1975. La extrema derecha también constituyó
grupos, como los Guerrilleros de Cristo Rey, que organizaron constantes
provocaciones y atentados para que el régimen no cediese a las reivindicaciones
de la oposición.
oposición desde el exilio:
tiene alguna incidencia en los años 40, pero con divisiones
Se puede señalar la influencia
que ejercieron los exiliados republicanos desde México, que impulsaron, a
propuesta de México, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptara el 12 de diciembre de 1946 la Resolución
39, mediante la cual se excluía al gobierno español de organismos
internacionales y conferencias establecidas por las Naciones Unidas.
En 1945 se creó un gobierno
republicano en el exilio, en México. Allí se celebraron las cortes republicanas
de 1945 (con un centenar de los diputados de 1936) que eligieron el gobierno
republicano en el exilio. Azaña había muerto y Martínez Barrios fue elegido
presidente de la República en el exilio y José Giral, presidente del gobierno.
Pero no tuvo reconocimiento internacional y sus acciones carecieron de
incidencia. Además de estar divididos entre los que querían una estrategia
exclusivamente republicana y los que aceptaban colaborar con otras fuerzas políticas.
El gobierno republicano en el exilio se mantuvo hasta 1977.
Desde fines de la Guerra Mundial
se reorganizan algunos grupos políticos, en el exilio, como el PSOE, la UGT o
el PCE y se forman algunas alianzas entre ellos –Unión Nacional Española (UNE),
dirigida por el PCE y la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD)–.
-El PSOE, liderado en el
exilio de México por Indalecio Prieto, intentó un acercamiento a los partidos
monárquicos como mal menor para acabar con el régimen franquista. Este acercamiento
no llegó a cristalizar y por ello Indalecio Prieto dimitió en 1950.
-El Partido Comunista
estaba dividido. Finalmente, en 1942, Dolores Ibárruri, «La Pasionaria» fue elegida,
en el exilio, Secretaria General del PCE, cargo que desempeñó hasta 1960, en
que fue sustituida por Santiago Carrillo. El PCE pretendió crear un frente
nacional republicano, pero no fueron apoyados por el resto de grupos políticos
en el exilio. A partir de 1951, el PCE defiende la idea de «reconciliación
nacional» y su deseo de llegar al poder por medios no violentos como la «huelga
nacional pacífica»
La contestación de régimen a
toda la oposición fue la dura represión; en ese sentido podemos señalar: en
el año 1963 se creó el temible Tribunal de Orden Público (TOP)
que juzgaba los llamados delitos políticos o actividades subversivas. Los
consejos de guerra y las ejecuciones. Entre ellos destacan, el proceso
de Burgos (1970) contra ETA; y el proceso 1001,
contra dirigentes de CCOO (1973). En 1974 el anarquista Puig Antich
fue ejecutado y en septiembre de 1975 tras un juicio militar, fueron ejecutados
cinco militantes del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) y
de ETA.
[1] Fal Conde se opuso a la
unificación y tuvo que exiliarse en Portugal. Manuel Hedilla fue acusado de
conspirar contra Franco y fue condenado dos veces a la pena de muerte, luego
conmutada.
[2] El Parlamento español aprobó el 1
de abril de 1977 la Ley reguladora del Derecho de Asociación Sindical, el 27 y
28 de ese mismo mes CCOO y UGT, respectivamente, registraron sus estatutos y
fueron legalizados.
[3] Lo que en Munich se debatió es
sobre las condiciones políticas que debían darse en España para entrar en el
Mercado Común Europeo: Instituciones democráticas: un parlamento elegido
democráticamente; gobierno elegido por sufragio universal. Garantías para
ejercer los derechos de persona: libertad individual, derecho a la vida, a la
expresión. Reconocimiento de la
personalidad de los pueblos de España: derechos para los pueblos que se
constituyen en Naciones dentro de España.
Libertades sindicales, derecho de huelga. Legalización de partidos
políticos y respeto a la oposición.
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