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domingo, 18 de septiembre de 2011

PROPUESTA DE SOLUCIÓN SEXENIO DEMOCRÁTICO

 

EVOLUCIÓN POLÍTICA DURANTE EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)



            El reinado de Isabel II fue un reinado muy inestable, con constantes enfrentamientos entre las distintas facciones del liberalismo. Reinado siempre vinculado con el partido moderado y siendo necesaria la intervención del ejército para sostener el gobierno y para propiciar los cambios.

            Entre las causas de la caída de Isabel II y de la realización de la Revolución Gloriosa debemos destacar las económicas,  políticas, ideológicas y sociales.

            La inestabilidad del reinado de Isabel II se ve agravada por la crisis económica que se extiende entre 1866 y 1868. Se produce una crisis financiera originada por el hundimiento de las acciones en la Bolsa (sobre todo el ferrocarril), una crisis industrial, por el aumento del precio del algodón (motivado por la guerra de Secesión americana) y el descenso de las ventas y una crisis agrícola por las malas cosechas y el aumento de los precios de los productos. 

             Esta crisis económica agrava la crisis política. Toda la clase política está descontenta con el aumento del moderantismo, autoritarismo y de la represión que ejercen los gobiernos de O´Donnell y de Narváez. En 1866, demócratas y progresistas habían firmado el Pacto de Ostende, al que un año después se une la Unión Liberal (Pacto de Bruselas), con un objetivo: el derrocamiento de Isabel II, la posterior promulgación de una nueva constitución y el establecimiento del sufragio universal. El alma del acuerdo fue el general Prim, que había intentado varios pronunciamientos en estos años. A este descontento político se une la extensión de las ideas progresistas, republicanas y demócratas y, finalmente, la crisis social, el descontento y enfrentamiento de las distintas clases sociales, sobre todo, entre el proletariado (en situación de explotación) y la burguesía. Esta situación le da a la Revolución Gloriosa una gran fuerza social.

            Las muertes de O´Donnell (1867) y Narváez (1868), favorecieron las pretensiones de los conspirados, los cuales se pronunciaron[1] el 17 de septiembre de 1868 en la Bahía de Cádiz con la ayuda del almirante Topete, encargado de sublevar a la armada. El 18 de septiembre de 1868, el general Prim y otro militares secundan el pronunciamiento que dirige el general Serrano. Con el grito de “¡Viva España con honra!”, y con la promesa de medidas democráticas (sufragio universal, ampliación de derechos), consiguen el apoyo de la población Ante el anuncio de la sublevación, del pronunciamiento (de nuevo una intervención militar, rasgo característico de la construcción del liberalismo para forzar la caída de un gobierno) de estos militares liberales monárquicos, se suceden una serie de alzamientos populares en las principales ciudades que adoptaron la forma de Juntas Revolucionarias[2], en las cuales tendrán un protagonismo especial los elementos democráticos. Estas Juntas, como la de Málaga, que está expuesta en el documento 1, exponen en sus proclamas una síntesis de las aspiraciones de los revolucionarios: establecimiento del sufragio universal, implantación de la libertades (expresión, reunión, cultos...) y la formación de unas cortes constituyentes para la redacción de una nueva constitución que exprese esos ideales. Medidas para romper con la legislación moderada impuesta con la Constitución de 1845 y otras leyes como la Ley de Ayuntamientos de 1845 o la Ley electoral de 1846 que imponía un sufragio muy censitario.  La reina se exilia tras el combate de Alcolea (Córdoba 26 al 28 de septiembre) y Prim impulsa la formación de un Gobierno Provisional formado por progresistas y unionistas que se planteará la democratización del país, pero también la moderación de la revolución para que no se altere el orden social.
            La Revolución de 1868, conocida como “La Gloriosa”, nombre que ya se le da en el documento nº 1, no es un pronunciamiento liberal más. Va a tratar de establecer un auténtico sistema democrático (revolución burguesa plena) que durará hasta 1874. El periodo es conocido como “Sexenio Democrático”. Las aspiraciones de los revolucionarios, que en buena medida serán recogidas en la Constitución de 1869, aparecen mencionadas en el citado documento: amplia declaración de derechos y libertades, soberanía nacional y fin de la dinastía de los Borbones.
            Para evitar el auge de las ideas republicanas en la Juntas, Prim impulsa la formación de un GOBIERNO PROVISIONAL formado por progresistas y unionistas, y presidido por Serrano, en el cual no entran los demócratas (están los generales Prim y Serrano, el almirante Topete, Sagasta, Ruiz Zorrilla, etc.). Su acción tendrá un doble sentido:
-          Moderar la revolución para evitar que caiga en avances sociales y veleidades republicanas. Por ello, se disolverán las Juntas Revolucionarias, siendo sustituidas por ayuntamientos democráticos.
-          Legislar para instalar un sistema democrático.
       
        El gobierno provisional empieza a legislar para dar satisfacción a las demandas de las Juntas, así se establecen decretos recogiendo los derechos de expresión, asociación, etc. Además se establecen medidas de carácter librecambista, como el arancel de Figuerola de 1869, que abre el mercado español al comercio exterior; se suprimen los impopulares impuestos de consumos (se puede hacer una explicación) y se crea la peseta como unidad del sistema monetario español.
         Otra de las labores del Gobierno Provisional es la convocatoria de elecciones para la Asamblea Constituyente en enero de 1869. Triunfan los monárquicos progresistas de Prim y están presentes los demócratas, los unionistas, los moderados, algunos republicanos y carlistas. Esta Asamblea redactará en pocos meses la Constitución de 1869 (junio), algunos de cuyos artículos se recogen en el documento nº 2, en la que se establece una monarquía constitucional plenamente democrática. En su articulado destaca:
Establecimiento de la soberanía nacional (Preámbulo y art. 32), que en realidad es popular al ser establecido el sufragio universal.

Completo reconocimiento de los derechos de los ciudadanos (Art. 17): Libertad de  culto, libertad de enseñanza, libertad de imprenta, libertad asociación, etc. Declaración muy amplia y novedosa (derecho al secreto de la correspondencia).
            Clara separación de poderes, frente al gran poder del ejecutivo-rey de la Constitución de 1845:
            El Ejecutivo: en manos de  rey y ministros. El rey no tiene veto, y tampoco iniciativa legislativa, sólo puede suspender las cortes una vez por legislatura, sanciona y promulga las leyes, etc. Las órdenes del rey necesitan la firma del ministro.
            El Legislativo: en el Congreso y Senado; cámaras de iguales funciones elegidas por sufragio universal. Asumen en exclusiva el poder legislativo (Art. 34), controlan al gobierno y aprueban los presupuestos.
            El Judicial: independiente (Art. 36). Se establece el juicio por Jurados y la carrera judicial para garantizar su independencia.
            Supresión de impuestos indirectos, supresión de los impuestos de consumos.
           En lo referente a la religión, se establece la tolerancia religiosa, pero manteniendo los gastos de culto y clero.
           Y se establece  como forma de gobierno (art. 33) la monarquía.
           Proclamada la constitución se mantiene en el poder el gobierno provisional del general Serrano, que asume la Regencia mientras que se tiene que hacer frente a la guerra de Cuba[3], a los desordenes sociales y, dado que se estableció la monarquía como forma de gobierno, a la búsqueda de un rey que tenía  que ser católico, liberal y contar con la aprobación de las potencias europeas.            Se promovieron varios candidatos: los carlistas presentaron a Carlos VII; Cánovas del Castillo a Alfonso (hijo de Isabel II); Prim se negó a cualquiera posibilidad de aceptar a un Borbón (“¡Jamás, Jamás, Jamás!”); los portugueses presentaron a Fernando de Coburgo; y los franceses no aceptaban al duque de Montpensier (Antonio de Orleans, esposo de Luisa Fernanda hermana de Isabel II) ni a Leopoldo de Hohenzollern Sigmarigen (“Olé, Olé si me eligen”; su propuesta originará la guerra franco-prusiana); el candidato elegido fue Amadeo de Saboya, hijo de rey de Italia Víctor Manuel II. El 16 de noviembre se votó en el Parlamento y Amadeo de Saboya obtuvo 191 votos a favor.

        El 2 de enero de 1871 Amadeo I de Saboya fue proclamado rey de España. Su llegada coincidió con el asesinato de Prim (muerto después de sufrir un atentado el 27 diciembre de 1870), su gran valedor, lo que hará aumentar sus problemas. Amadeo adoptó el papel de rey constitucional, pero no pudo evitar la inestabilidad derivada de:

• La debilidad de los gobiernos compuestos por los partidos del régimen: progresistas de Sagasta, radicales de Ruiz Zorrilla y unionistas de Serrano. Tenían poco apoyo social, como quedaba patente en la alta abstención electoral.

• Crecimiento de la oposición a la monarquía de Amadeo I: por parte de los monárquicos, partidarios de la restauración borbónica con Alfonso, el hijo de Isabel II; oposición de los republicanos; de los carlistas, quienes protagonizan un nuevo levantamiento, propugnando la entrega del trono a Carlos VII, levantamiento que se convierte en la Tercera Guerra Carlista (1872-76), con incidencia en País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo. Oposición de la iglesia (porque hay tolerancia religiosa), de las clases adineradas (porque hay librecambismo), etc. Y también el escaso respaldo popular; nunca consiguio el cariño del pueblo.
            Ante los continuos desórdenes y el escaso apoyo popular, Amadeo abdica el 11 de febrero de 1873. El estado del país, los problemas y la falta de unidad que comentábamos queda patente en su discurso de abdicación (documento nº 3). En el documento hace referencia a la falta de entendimiento entre los distintos partidos políticos (“… atronador y contradictorio clamor de los partidos políticos “) los progresistas, unionistas o radicales constantemente enfrentados (6 gobiernos en dos años) a los desordenes sociales, a la falta de apoyo, etc.

            Conocida su renuncia,  el Parlamento, reunidos el Congreso y el Senado (aunque la Constitución de 1869 no permitía las reuniones conjuntas), proclama entonces la República el 11 de febrero de 1873.

            El régimen republicano  nace sumido en una gran inestabilidad, lo que finalmente le lleva al fracaso. Las causas principales de esta inestabilidad hay que buscarlas en:

- La existencia de dos guerras: La de Cuba y la carlista.

- Su escaso apoyo popular.

- La división de los propios republicanos, entre federalistas y unionistas y entre moderados y exaltados.

- El problema del cantonalismo, que aparece como un intento de construir el estado desde abajo.
- el auge e inestabilidad que provoca el movimiento obrero.
La República va a tener cuatro presidencias (presidentes del poder ejecutivo):

- Figueras es nombrado el 11 de febrero de 1873.

Las primeras medidas se toman buscando estabilizar un régimen que nace en circunstancias especiales. En mayo se celebran elecciones y ganan los federalistas. Esto provocará el aumento de los desórdenes.

- Pi i Margall es elegido presidente (11 de junio 1873).

Se realiza un proyecto de constitución federal (documento nº 4), que habría modificado plenamente la organización del estado español. Llama la atención especialmente su artículo 1, donde se habla de que España queda dividida no en regiones o en provincias, sino en Estados (17 estados, se incluye Cuba y Puerto Rico), que conforman la idea de la república federal. En cuanto a la Soberanía, se establece expresamente que reside en todos los ciudadanos, se entiende, por lo tanto,  popular (art. 42). Se establece también una rígida separación de poderes entre el ejecutivo, ejercido por el Consejo de Ministros (Presidente más ministros) legislativo, que reside en un Congreso y Senado, y judicial, en los jueces y el jurado popular,  apareciendo, además, un nuevo poder, el poder de relación entre los tres poderes (art. 45), que sería ejercido por el Presidente de la República. El Presidente de la República era elegido por sufragio universal indirecto (cada provincia elegía unos electores y esos se reunían en Madrid para la elección del Presidente y Vicepresidente). Otros aspectos destacados son el establecimiento de amplias libertades y la clara separación de Estado e Iglesia, que dejará de percibir los gastos de culto y clero.
Se aprobó la constitución, pero los desordenes sociales aumentan (como la revuelta de Alcoy, en la que asaltan a las autoridades y fábricas) y estalla el problema del cantonalismo. Varias ciudades se proclaman cantones (estados independientes que se federaban voluntariamente en la Federación española) soberanos en Andalucía y Levante (Cartagena fue el primer sitio y el más importante). Contaban con el apoyo de la pequeña burguesía y también del movimiento obrero, sobre todo anarquistas. Promulgaban leyes como la eliminación de los consumos, jornada de 8 horas, etc. y no aceptaban las órdenes del gobierno. Ante estos graves problemas y como Pi i Margall no quiere reprimir usando la violencia, presenta su  dimisión.

            Se elige el tercer presidente, Nicolás Salmerón, en julio y autoriza la represión militar contra el cantonalismo, lo que otorga un mayor protagonismo a los militares. Dimite en septiembre por no querer firmar unas penas de muerte a cantonalistas.

            El último presidente es Emilio Castelar. Él obtiene del parlamento poderes excepcionales para restablecer el orden, entre las medidas destacan:

• Persigue el federalismo, para estabilizar el país y mantener la unidad.

• Refuerza el poder militar para hacer frente al cantonalismo y a la guerra carlista.

• Suspende las Cortes durante tres meses.

            El gobierno de Castelar  se queda sin apoyos, los grupos monárquicos, moderados, etc., quiere que su gestión fracase para poder volver a la monarquía. Así, Castelar presentó su dimisión el 2 de enero de 1873. En ese contexto el poder pasaría de nuevo a los republicanos federales y podrían volver a aumentar los problemas sociales y el cantonalismo. Es entonces cuando se produce el golpe de estado del general Pavía (3 de enero de 1874). De nuevo una intervención militar para acabar con un régimen y dar paso a otro. Los militares y los sectores moderados (oligarquía) no querían la república ni la inestabilidad de los republicanos federales.

            El golpe de estado da lugar a la implantación del gobierno del general Serrano, quien permanece en el poder a lo largo de 1874. Se mantiene como forma de gobierno la república, pero con un gobierno formado por monárquicos, a la espera de encontrar el momento adecuado para restablecer la monarquía. Serrano intentará, ante todo, restablecer el orden (Guerras de Cuba, carlista y cantonalista), hasta que el 29 de diciembre de 1874 el general Arsenio Martínez Campos se subleva en Sagunto pidiendo la vuelta de la monarquía. En 1875 volverá Alfonso de Borbón (XII) y será proclamado rey de España mientras que Serrano sale al exilio. Se inicia la Restauración.

            Termina de este modo el periodo conocido como el Sexenio Revolucionario,  seis agitados años en los que tuvimos, la primera constitución democrática, una nueva dinastía reinante y a la Primera república.



[1]              El pronunciamiento es el levantamiento de una personalidad importante, generalmente un militar, que ha obtenido prestigio. Empiezan los pronunciamientos durante el reinado de Fernando VII, para forzar al monarca a tomar un rumbo liberal (Porlier, Riego, Torrijos). Son característicos en la historia de España debido a la debilidad de las fuerzas políticas civiles. También los liberales moderados protagonizan pronunciamientos, como el general Narváez frente a Espartero, o O´Donnell en Vicálvaro en 1854.
[2]  Las Juntas revolucionarias constituyen otra institución característica del liberalismo español. Aparecen con el inicio de la Guerra de Independencia, cuando las autoridades existentes no hacen nada contra los franceses. El pueblo decide organizarse y forma nuevas formas de autoridad que no aceptan las órdenes del poder existente y asumen el poder, la soberanía. Se repiten a lo largo del XIX en momentos de crisis. Se eligen de modo espontáneo mediante procesos electorales variados y tienen especial incidencia en 1835, 36, 40, 42-43, 54 y 68-69.
[3]              Guerra de 1868 al 78, de marcado carácter antiesclavista, anticolonialista y de liberación nacional. Están presentes cusas económicas (crisis, altos impuestos, etc.) y políticas por la falta de representación de los cubanos, ilegalidad de partidos políticos, etc. A lo que hay que unir una fuerte conflictividad social derivada de las grandes desigualdades económicasy del esclavismo. Acaba con la Paz de Zanjón de 1878.

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