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martes, 20 de septiembre de 2011

BASES DE LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA

DE LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA A LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1875-1923)


1.      LAS BASES DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN

Tras el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto, en diciembre de 1874, se instaura un nuevo sistema político conocido como Restauración. El régimen se fundamenta en el sistema liberal parlamentario[1]; un sistema muy conservador que no es democrático.

La idea de la restauración de la monarquía Borbón en el hijo de Isabel II se va gestando durante el Sexenio. Un grupo de moderados, entre los que está Antonio Cánovas, van elaborando un programa conservador que se resume en las palabras “Paz y orden”, que es del gusto de las clases altas y medias temerosas de los excesos revolucionarios, y en la fidelidad al hijo de Isabel II. A este inicial “grupo alfonsino”, se suman también los militares y el llamado “lobby” esclavista cubano, grandes propietarios cubanos que no querían ni independencia de Cuba, ni democracia, ni emancipación de los esclavos.

En la Restauración podemos diferenciar dos etapas:

1ª. 1875-1902. Perfecto funcionamiento del sistema. Reinado de Alfonso XII[2] (1875- noviembre de 1885) y regencia de María Cristina (26 de diciembre 1885-1902).
            2ª. 1902-1923. Perdida de estabilidad, crisis y descomposición. Cambio por: muerte de los líderes que la hicieron y fraccionamiento de los partidos dinásticos, crisis de Cuba, aparición de un nuevo rey, desarrollo del movimiento obrero y de los partidos nacionalistas.

La idea de la Restauración era resolver los conflictos políticos y sociales de la etapa isabelina y del Sexenio. Los objetivos eran:

-          Crear un sistema político compartido por todos los sectores burgueses, para evitar el recurso al pronunciamiento militar y mantener el orden social y económico.
-          Asegurar la exclusión de las clases bajas de la vida política (su actuación en el Sexenio alterara el orden social burgués).
           
            En resumen, un sistema abierto a las clases poderosas y cerrado a las bajas. Este sistema de la Restauración o sistema canovista contará con los siguientes puntos fundamentales para  su funcionamiento:
 
-La monarquía hereditaria, constitucional y doctrinaria. Un rey que acrecienta  sus poderes y acepta la situación turnista.
-La Constitución de 1876.
-La existencia de dos grandes partidos (Liberal y Conservador) muy semejantes que aceptan el sistema de no hacer ninguna ley que el otro  partido tenga que reformar.
-La alternancia pacífica entre los dos partidos.
-La necesidad de contar con una doble confianza: la del Rey, que es preeminente, y la parlamentaria.
-El fraude electoral y el caciquismo que permiten asegurar la victoria en las elecciones.
-El ejército, que acepta mantenerse al margen a defender el orden a cambio de no ser controlado (gastos y funcionamiento).
-El control por parte de la oligarquía.
-El mantener fuera del proceso político a los movimientos nacionalistas y al movimiento obrero.
-El transaccionismo (cesión por ambas partes) en materia de derechos y libertades.

Un elemento sobre el que se asienta el sistema de la Restauración es la Monarquía constitucional. Esta idea quedó recogida en el Manifiesto de Sandhurst (conocido como programa político da Restauración).
El Manifiesto es una declaración que hace desde Inglaterra el futuro Alfonso XII (1-12-74), que fue redactada por Cánovas. En él se presenta como rey de todos los españoles (no como su madre, Isabel II, vinculada a los moderados), y apela a los principios del liberalismo y del catolicismo. El Manifiesto respondía a las aspiraciones de todos los sectores deseosos de orden y estabilidad. Aporta la legitimidad dinástica a un vacío político y jurídico, aumentado con la desaparición de la república (“huérfana la nación...”), intenta conciliar y dar cabida al máximo de posiciones para estabilizar el régimen (carácter abierto e integrador de la monarquía, “posue…necesaria flexibilidade”), alude a una soberanía compartida entre rey y cortes (“...fácil será que se entiendan y concierten sobre todas las cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre”) y anuncia tolerancia en materia religiosa y liberalismo en materia política.


1.1.  EL PENSAMENTO POLÍTICO DE CÁNOVAS

El artífice y diseñador fue Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897)[3]. Ligado a los sectores menos conservadores participa en 1854 (Manifiesto de Manzanares) y en el Sexenio. Crítico con la declaración de derechos del hombre, con el sufragio universal, con los republicanos y con el movimiento obrero (respaldó la prohibición de la AIT en España). Era un liberal moderado, un conservador partidario de los principios del liberalismo doctrinario. Un político pragmático. Buscó garantizar la estabilidad integrando la mayor parte de las fuerzas liberales en el sistema por él diseñado, y evitando recurrir a la violencia para acceder al gobierno. El pensamiento de Cánovas parte de dos instituciones, Corona y Cortes, y de dos principios, la soberanía compartida y la constitución histórica de España. El rey, la Corona, representa el orden y la autoridad, las Cortes la voluntad del pueblo y la libertad. En función de lo anterior, la Corona debe ser la pieza clave del sistema, por lo tanto tendrá el poder de hacer la ley con las Cortes (soberanía compartida) y se considera que la monarquía está por encima de la Constitución escrita ya que es, la monarquía, fundamento mismo del Estado.


1.2.  LA CONSTITUCIÓN DE 1876 Y EL FINAL DE LOS CONFLICTOS BÉLICOS

            Una vez en España, Alfonso XII nombra a Cánovas jefe de gobierno. Cánovas organizó una Comisión de notables para redactar una nueva Constitución y, en diciembre de 1875, convocó elecciones a Cortes constituyentes por sufragio universal, tal como establecía la constitución de 1869. El proceso electoral fue manipulado, y Cánovas obtuvo los resultados esperados.
La Constitución de 1876 fue la más duradera de la Historia de España. Es de carácter moderado y se inspira en la de 1845. Cánovas quería una constitución que durase, que permitiese gobernar a partidos distintos y que acabase con el recurso al pronunciamiento militar. Intenta mantener ciertos principios tradicionales (doctrinarios y conservadores) y la incorporación de principios democráticos de la Constitución de 1869. Los principios fundamentales son:

-          Soberanía compartida entre la Corona y las Cortes (ya en la de 1845). Así el Rey tiene potestad legislativa junto a las Cortes.

-          Establece división de poderes. El poder ejecutivo entre Rey y Jefe de gobierno, pero el Rey es la pieza clave del sistema ya que: convoca, cierra y disuelve las Cortes; tiene el poder ejecutivo (nombra ministros) y el mando supremo del ejército (rey soldado). Además se considera que la monarquía está por encima de la Constitución, ya que es fundamento del Estado (se separa de la idea de que el origen del poder está en la Nación). El jefe de gobierno nombra ministros y tiene el poder ejecutivo.
El poder legislativo en manos de las Cortes bicamerales: Congreso y Senado. Mandato por 5 años, elegidos por sufragio censitario. Unas cortes que pueden ser “controladas” por el ejecutivo, ya que las disuelve cuando quiere y en el Senado hay senadores por derecho propio[4], por nombramiento real y elegidos por altas dignidades, lo que le da un carácter muy conservador.
El poder judicial en manos de jueces, pero desaparece el juicio por jurados.

-          Declaración de derechos semejante a la de 1869, pero recortados o remitidos a leyes posteriores que los restringen.

-          Proclamación de la confesionalidad del Estado, pero con tolerancia de otras religiones en el ámbito privado (no gusta a la Iglesia). Mantenimiento de los gastos de culto y clero y privilegios en la enseñanza y en la moral social.

-          En cuanto al Sufragio, queda establecido el de tipo censitario, y no está presente en la Constitución. En 1890 se aprueba el sufragio universal masculino.

El éxito en la implantación de este modelo lo marcó el fin de la guerra carlista y de la de Cuba, es decir, la pacificación. La guerra carlista remató en 1876, cuando ya no contaba con ningún apoyo. Como consecuencia fue abolido el régimen foral, y los vascos quedaron sujetos al pago de impuestos y de la recluta de quintos. A cambio se establece un sistema de “conciertos económicos[5] en 1878.

La guerra de Cuba acaba en 1878 con la Paz de Zanjón[6], en la que se acuerda una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y un proceso de reformas políticas y administrativas. El atraso e incumplimiento de estos acuerdos provocará un nuevo conflicto en 1879 y la insurrección definitiva de 1895.


1.2.1.      EL PAPEL DEL EJÉRCITO

El ejército constituye otro de los pilares básicos del  sistema de la Restauración. Pero lo que se pretende es acabar con la intervención del ejército en la vida política. Queda establecida la supremacía del poder civil sobre el militar otorgando, a cambio, la autonomía de la milicia y del generalato.
Los militares obtuvieron prestigio con las victorias (carlista, cubana) lo que hizo que se integraran en los partidos Conservador y Liberal. Los mandos del ejército serán diputados y senadores de los partidos dinásticos.
Ahora bien, los militares seguirán siendo un elemento de presión sobre la vida civil. Mantendrán un cierto distanciamiento y crítica sobre el sistema político y sobre la sociedad en general, sobre todo con la prensa. Irán adoptando posiciones cada vez más conservadoras.
También hay que destacar el papel de los reyes como rey-soldado. Monarcas con formación militar, que dirigen el ejército y tienen una posición activa en las guerras (carlista), lo que le permite tener el apoyo de los militares.


1.3.   LA ALTERNANCIA EN EL PODER

1.3.1.       BIPARTIDISMO Y TURNO PACÍFICO

El sistema político de la Restauración se basaba en la existencia de dos grandes partidos, Conservador y Liberal, considerados como partidos dinásticos que se alternaban en el poder. Eso significaba:
-          El fin del exclusivismo de la etapa isabelina.
-          La eliminación del pronunciamiento militar o la insurrección.
-          El alejamiento de las clases bajas de la vida política.

1.3.2.       LOS PARTIDOS

Los dos partidos son muy semejantes:
-          Defensa de la monarquía.
-          Defensa de la constitución.
-          Defensa de la propiedad privada.
-          Defensa del Estado liberal unitario y centralista.
Diferían en que los conservadores eran proclives al inmovilismo y a la defensa de la iglesia y del orden social, por el contrario los liberales eran defensores de un reformismo progresista de carácter laico.
Se trataba de partidos de notables, con poca cohesión ideológica y estructura organizativa, sin estatutos ni afiliados. Tenían un carácter muy personal y los cambios de partido eran frecuentes. Su base social era muy semejante: las élites económicas y las clases medias acomodadas.

El Partido Liberal Conservador[7]. Organizado en torno a Antonio Cánovas hasta  su muerte en 1897, integraba a moderados, unionistas, algún progresista y algún sector católico.

El Partido Liberal Fusionista[8]. Unido hasta 1903 a Práxedes Mateo Sagasta. Aglutinaba a los progresistas y algunos unionistas, moderados y republicanos.
           
Entre ambos partidos existía un acuerdo tácito de no promulgar ninguna ley que forzase al otro a abolirla cuando llegase al gobierno.


1.3.3.       EL TURNO

Cánovas y Sagasta aceptaban dos principios básicos: que el ejercicio del poder no debía quedar en exclusividad en una fuerza política, y que el cambio de gobierno no podía depender de unas elecciones. Para llevar estos principios a la práctica, idearon el sistema del turno pacífico entre  sus partidos. El sistema se producía del siguiente modo:

1-      Cuando el partido en el gobierno sufría una crisis o desgaste, el Rey llamaba a gobernar al otro partido. Así este contaba ya con apoyo de la Corona.
2-      El Rey entregaba al nuevo jefe de gobierno el decreto de disolución de las Cortes. Ya que el jefe de gobierno tiene que tener mayoría en las Cortes. Se preparaban las elecciones; obtenían la mayoría parlamentaria y estaban representados todos los partidos, y así parecía que el sistema funcionaba.

De este modo el turno contaba con dos condiciones:

-          La implicación de la Corona en el sistema político como árbitro entre partidos.
-          El falseamiento electoral.

En el ejercicio del poder podemos distinguir los siguientes períodos:

1875-81: Gobiernos iniciales de los conservadores. Interpretación restrictiva de los derechos y libertades; sufragio censitario; restricción de la ley de prensa, reunión y asociación. Persecución del movimiento obrero.   
1881-84: Gobiernos liberales. Primera alternancia pacífica. Primeras aperturas del régimen.

1884-85: Gobierno de Cánovas. Muerte de Alfonso XII. Ante esa circunstancia (no hay hijo varón): Pacto del Pardo de 1885: Cánovas y Sagasta se reúnen y acuerdan: apoyar a la Regencia,  mantener el turno, hay que esperar a proclamar al heredero (María Cristina estaba embarazada), no hay que hacer ninguna ley que el otro partido tenga que modificar. Para garantizar ese acuerdo Cánovas dimite y deja gobernar a Sagasta que garantiza el funcionamiento del turno.

1885-90: Gobiernos de Sagasta que introducen reformas: legalización de organizaciones obreras (1887), ley de juicios por jurados (1888), Código civil (1889), Sufragio universal para varones de más de 25 anos (1890).

1890-92: Cánovas: 1891 se vuelve a establecer un arancel proteccionista. (crisis                              finisecular)
1892-95: Sagasta: intentos de Sagasta por evitar la guerra de Cuba.
1895-97: Cánovas.
1897-99: Sagasta.
1899-01: Silvela, Azcárraga.
1901-02: Sagasta.

En los turnos de la década de los noventa el funcionamiento del sistema de la Restauración empieza a ser peor por: el fraccionamiento en los partidos dinásticos (dentro del partido Conservador y del Liberal aumentan las tensiones entre sus líderes que provocan dimisiones y cambios de gobierno), el aumento de la conflictividad social (huelgas en las ciudades –celebraciones de los 1º de Mayo- y en el campo), aumento de los atentados anarquistas, del crecimiento del nacionalismo y la crisis de Cuba.


1.3.4.       FRAUDE ELECTORAL Y  CACIQUISMO

La alternancia fue posible gracias a un sistema electoral corrompido. El control del proceso electoral se ejercía a través de dos instituciones: el ministro de gobernación y el cacique.

El ministro de gobernación, antes de las elecciones, hacía las listas de los candidatos a elegir, el encasillado. En el encasillado  entraban los diputados del partido del gobierno, para ter una mayoría cómoda; los diputados del partido que pasaba a la oposición, para repartir escaños entre los principales líderes; y algunos diputados de otros partidos, para dar idea de pluralidad política. Después  ordenaba  a los gobernadores, alcaldes y caciques su elección. Coloquialmente a los diputados que estaban en el encasillado le llamaban “ministeriales”, ya que contaban con el favor del gobierno, y, naturalmente, se facilitaba  su elección; a los diputados de la oposición se les llamaba “legales”. La realización del encasillado era muy compleja, ya que había que contar con muchos líderes, y también tener en cuenta los distritos “enfeudados”[9], es decir los distritos que estaban controlados por una persona o familia y que no se podían cambiar.
El cacique. El caciquismo era la relación político-personal que se establecía entre una persona y  sus clientes.
 
-          El cacique era un jefe local que controlaba una determinada área.
-          Tenía no tanto poder económico como político para emplear la administración del Estado en beneficio de amigos y contra los enemigos.
-          Hacía la tarea de intermediario entre el Estado y la comunidad. Al Estado le ofrecía el control de la comunidad y a esta  su influencia en el Estado.

Para su funcionamiento se valía del fraude electoral, de la poca participación en las elecciones (con el sufragio censitario hay pocos votantes y  se puede controlar bien su voto; cuando se establece el sufragio universal se sigue  controlando ya que los distritos electorales son pequeños y no vota todo el mundo) y del clientelismo. El clientelismo se daba más en el mundo rural como pervivencia de otras formas de dominación (arrendamiento de tierras, etc.), por la miseria e inseguridad del campesino y por el analfabetismo. Para el fraude electoral se valían de cualquier método: suplantación de las personas, soborno, alteración de las listas, impedir el voto, y si podía quedar duda el cambio de la urna por otra preparada (pucherazo) para que en el recuento de los votos no hubiese sorpresa.

            De ese modo se escogían los diputados. Los que quedaban fuera podían protestar, y presentar denuncias ante las Cortes, pero ahí la mayoría del gobierno en las Cortes resolvía siempre en su favor[10]. 
        
2.      FUERA DEL TURNO

Fuera del turno están el resto de los partidos que tienen una incidencia menor. Están siempre vigilados y los partidos dinásticos emplean la represión sobre ellos. Su participación política es casi testimonial, menguados siempre por el fraude electoral.

2.1. LAS FUERZAS DE OPOSICIÓN: CARLISMO Y REPUBLICANISMO

El carlismo hasta 1888 se mantuvo desorganizado y en una línea de intransigencia que mantendrán los llamados “integristas”. A partir de 1888, el carlismo inicia un proceso de modernización y participación en los procesos electorales defendiendo el antiliberalismo y el tradicionalismo católico. Sólo tuvo arraigo en el País Vasco, Navarra y algo en Cataluña y Valencia.
Los republicanos fueron marginados por el sistema, pero eran una fuerza importante. Tenían tres problemas:
-          El fraccionamiento: Divididos en varias tendencias, Emilio Castelar líder del Partido Posibilista, Ruiz Zorrilla del Partido Republicano Progresista, Nicolás Salmerón con el republicanismo unitario y Pi i Margall con los federalistas. Con el sufragio universal tienen una revitalización y se unen, menos los posibilistas, en la Unión Republicana en 1893.
-          La compleja composición social. Eran muy interclasistas, aunque su base estaba en las ciudades.
-          La fuerte represión a la que estaban sometidos.

2.2. EL MOVIMIENTO OBRERO

Tenía poca capacidad de acción y el régimen de la Restauración no intentó integrarlo. Presenta tres rasgos: no era unitario, dominaba el anarquismo y políticamente se decantó por el republicanismo.     
                          COMPLETAR CON EL TEMA DE SOCIEDAD.



2.3. EL NACIONALISMO

Aparece como reacción frente a las pretensiones uniformizadoras y centralizadoras de la Restauración. Podemos diferenciar entre regionalismo y nacionalismo. El regionalismo consiste en la reivindicación de cierto grado de autogobierno, dentro del Estado. El nacionalismo tiene como objetivo la creación de un Estado-nacional.

2.3.1.       EL CATALANISMO

En la década de los 30 aparecen en Cataluña, en el contexto cultural del Romanticismo, un amplio movimiento cultural conocido como Reinaxença. La finalidad era la recuperación da lengua y cultura catalana, y no tenía aspiraciones políticas.
Las primeras formulaciones con contenido político vienen con Valentí Almirall, un republicano federal que convocó el Primero Congreso Catalanista (1880), con la intención de unificar las corrientes catalanistas en un proyecto liberal y laico. Este movimiento culminó en la creación del “Centre Catalá” (1882), organización que pretendía conseguir la autonomía. En 1885 presentó a Alfonso XII el Memorial de Greuges (Memorial de Agravios, Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña). El Memorial defendía el proteccionismo industrial y el derecho particular catalán frente a la uniformización del derecho español. El problema de Almirall era que chocaba con otras formas de entender el catalanismo de base más conservadora y católica.
En 1891 un grupo de intelectuales fundaron la Unió Catalanista, de tendencia conservadora con la intención de defender la tradición jurídica catalana. Su programa  se  fija en las Bases de Manresa, que se basaba en los principios de orden, tradición, religión y propiedad. Defendía una organización confederal, la soberanía de Cataluña en política interior, y el restablecimiento de las instituciones tradicionales de Cataluña.
A finales de siglo la burguesía catalana dejó de apoyar a los partidos dinásticos y pasó a defender un catalanismo moderado. Este cambio se produce en el contexto de:
-          Crisis de Cuba, perdida del mercado colonial.
-          Crisis del sistema político, regeneración.
-          Descentralización del Estado.
La convergencia de la burguesía con el catalanismo moderado se  plasmó en la formación de la Lliga Regionalista en 1901. Su triunfo en las elecciones hizo perder peso a los partidos dinásticos en Cataluña y provocó la crisis de la política caciquil.

2.3.2.       EL NACIONALISMO VASCO

Arranca políticamente con la fundación en 1895 del Partido Nacionalista Vasco por Sabino Arana, en el contexto de los cambios políticos y económicos de finales de siglo:
-          Abolición de los fueros en 1876.
-          Rápida e intensa industrialización acompañada de inmigración (españolización) y formación de una burguesía vinculada al sistema de la Restauración.
Los principios del nacionalismo se apoyaban en la defensa de la lengua y cultura y en la etnia, su lema era “Dios y las Antiguas leyes”. El Nacionalismo vasco atacaba tanto a las clases dirigentes (por destruir la sociedad tradicional) como a los obreros (por perturbar el orden). Sus postulados se planteaban desde el integrismo católico y los valores culturales de la sociedad tradicional.
Al principio el nacionalismo tuvo poca presencia, hasta la incorporación del grupo fuerista de Ramón de la Sota. En 1898-9 tuvieron los primeros éxitos en el ámbito local y provincial. Desde entonces se mantuvieron dos tendencias, una independentista y otra autonomista.

2.3.3.       EL GALLEGUISMO

El regionalismo gallego se desenvuelve a partir del renacimiento cultural de los años ochenta. Fue más débil y tardío, por el escaso desarrollo de la burguesía. Están presentes dos corrientes:
-          Una tendencia tradicionalista representada por Alfredo Brañas. Antiliberal. Mitificador de la sociedad tradicional.
-          Una tendencia liberal-democrática, encabezada por Manuel Martínez Murguía. Criticaba la política centralizadora y el atraso de Galicia.
En los años 90 se llevan a cabo los primeros intentos organizativos pero con poco éxito, debido a las divisiones y a la poca base social.

EVOLUCIÓN POLÍTICA

1875-81: Gobiernos iniciales de los conservadores. Interpretación restrictiva de los derechos y libertades; sufragio censitario; restricción de la ley de prensa, reunión y asociación. Persecución del movimiento obrero.   
1881-84: Gobiernos liberales. Primera alternancia pacífica. Primeras aperturas del régimen.
1884-85: Gobierno de Cánovas. Muerte de Alfonso XII. Ante esa circunstancia: Pacto del Pardo de 1885: Cánovas y Sagasta se reúnen y acuerdan: apoyar a la Regencia,  mantener el turno, esperar a proclamar al heredero (María Cristina estaba embarazada), no hay que hacer ninguna ley que el otro partido tenga que modificar. Para garantizar ese acuerdo Cánovas dimite y deja gobernar a Sagasta para asegurarse que el sistema sigue funcionando.

1885-90: Gobiernos de Sagasta (Gobierno Largo) que introducen reformas e un programa aperturista: libertad de cátedra, de imprenta, legalización de organizaciones obreras (1887), ley de juicios por jurados (1888), Código civil (1889), Sufragio universal para varones de más de 25 anos (1890).

En los turnos de la década de los noventa el funcionamiento del sistema de la Restauración empieza a ser peor por: el fraccionamiento en los partidos dinásticos (dentro del partido Conservador y del Liberal aumentan las tensiones entre sus líderes que provocan dimisiones y cambios de gobierno), el aumento de la conflictividad social (huelgas en las ciudades –celebraciones de los 1º de Mayo- y en el campo), aumento de los atentados anarquistas, del crecimiento del nacionalismo y la crisis de Cuba.


La guerra de Cuba supondrá el inicio de la crisis. Comienza a extenderse la idea de Regenerar el sistema, y los gobiernos van intentar hacer algo, pero serán incapaces por las presiones de los sectores más intransigentes.





           
3.            LA GUERRA DE CUBA Y FILIPINAS

La política exterior española entre 1875 y 1898 estuvo caracterizada por el “recogimiento”; una política que intentaba no involucrar a España en los compromisos internacionales y de respetar el equilibrio entre las potencias para no enfrentarse a ninguna.

La idea de Cánovas era la de mantener la soberanía española en los territorios de ultramar y como máximo intervenir en el norte de África.

En 1878 se firma la Paz de Zanjón con Cuba con la promesa de nuevas condiciones políticas y administrativas, la abolición de la esclavitud y una amnistía. Salvo la esclavitud, abolida en 1886, el resto quedó sin tocar por lo que las tensiones aumentaron, complicadas ahora por los aranceles proteccionistas que dificultaban el comercio con EE.UU., y que empeoraron con el arancel proteccionista de 1891.

En Cuba, en 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, que inicia, con el Grito de Baire, o 24 de febrero de 1895, la revuelta independentista.

El gobierno de Cánovas envió primero al general Martínez Campos y después a Weyler, que no atajaron la revuelta. A la muerte de Cánovas los liberales intentaron reconducir la situación concediéndole la autonomía a la isla, el sufragio y la igualdad de derechos, pero los independentistas, con el apoyo de los EE.UU., no aceptaron.

En febrero de 1898, con motivo del hundimiento del Maine, los EE.UU. entraron en la guerra tanto en Cuba como en Filipinas. Las derrotas de Cavite (Filipinas) y Santiago (Cuba)  llevaron a la firma de la Paz de París en diciembre de 1898, que significó el abandono de Filipinas, Cuba y Puerto Rico y la isla de Guam (entregadas a EE.UU por 20 millones de dólares). En 1899 las posesiones que quedaban en el Pacífico, las islas Carolina y Marianas, fueron vendidas a Alemania. Desaparecía así el imperio español en América y en el Pacífico.

4.            LAS CONSECUENCIAS DEL 98

La derrota de Cuba llevó a la sociedad y a la clase política a un estado de desencanto y frustración. Era el fin del mito del imperio español. Además la prensa extranjera puso de relieve algunos de los problemas: el sistema político corrupto, los políticos incompetentes, un ejército ineficaz, etc.

4.1. REPERCUSIONES ECONÓMICAS Y POLÍTICAS

Las repercusiones fueron mínimas. A nivel político los partidos dinásticos mantuvieron el poder y el sistema turno. Lo único que hicieron fue adoptar también la retórica de la “regeneración”, es decir, hablar de la necesidad de realizar reformas, pero en la práctica no efectuar grandes cambios. Lo que se manifestó fue un impulso en los partidos nacionalistas y el apoyo que recibieron de la burguesía al ver que los políticos tradicionales no eran capaces de solucionar los problemas.
A nivel económico el impacto fue mínimo. Se intensifica el proteccionismo. La pérdida de Cuba se fue asimilando desde el inicio de la guerra.
Los militares fueron duramente criticados y adoptaron una postura de defensa corporativa de sus intereses y de desprecio de la sociedad civil y del sistema liberal. Los militares se defendían diciendo que fueron enviados a una guerra sin los medios suficientes para poder ganarla.


4.2. EL REGENERACIONISMO

Es fruto de la crítica al sistema de la Restauración que se hace a nivel cultural y político. Estos movimientos regeneracionistas cuentan con el apoyo de las clases medias. Uno de los más significativos es el que lideraba Joaquín Costa, la Unión Nacional (1900), que intentó convertirse en el tercer partido dinástico pero que fracasó, en parte por la falta de cohesión interna y la de una estrategia política clara, y se disolvió en 1903. Su movimiento partía de la Liga Nacional de Productores a la que se le sumaron las Cámara de comercio, que en aquellos años suscitaban mucho interés. Pero el movimiento era muy intelectual y participaban pocos obreros y campesinos.  Después el movimiento se concentró en el análisis intelectual. En el informe titulado “Oligarquía y Caciquismo”, Joaquín Costa hacía una dura crítica del gobierno y la necesidad de cambiarlo. Su programa se resume en el lema: escuela y despensa. También afirmaba la necesidad de contar temporalmente en España con un  “cirujano de hierro”[11] para solucionar los problemas del país.

Por otra parte está la Generación del 98. Grupo de intelectuales caracterizados por un profundo pesimismo y una crítica hacia el atraso de España. Una parte de la intelectualidad mirara hacia Europa y hablará de europeizar España y, otra parte, mirará hacia los valores tradicionales españoles (los casticistas) y defenderá su potenciación.
Finalmente, la derrota también provocó un cambio de mentalidad en los militares que adoptaron actitudes más autoritarias e intransigentes ante las críticas y el antimilitarismo.

4.3. EL GOBERNO SILVELA-POLAVIEJA

A nivel político, en el 1898, el nuevo gobierno de Francisco Silvela, conservador, mostró un intento de renovación al dar entrada en el gobierno a figuras políticas que estaban apoyadas por la burguesía catalana, como Manuel Durán i Bas o al general Camilo García de Polavieja. Había que atraer a la burguesía descontenta y controlar a los militares. Este gobierno está en el poder de 1899 a 1901 e intentó llevar a cabo una política reformista que se basó en:

-          Una reforma del sistema tributario que hacía recaer parte de la subida de impuestos sobre los comerciantes e industriales, y que provocó la oposición de la burguesía catalana. No se lleva a la práctica.
-          Un intento de descentralización política que contó con la oposición del partido conservador. No se lleva a la práctica.
-          Reformas militares. No se realizan.

Las reformas no se llevan a cabo y las dificultades presupuestarias hacen que Polavieja dimita en 1899. Silvela es cesado en octubre de 1890 (le sucede Azcárraga).
En 1901, no contando el gobierno de los conservadores con apoyo suficiente, la regente, María Cristina, encargó formar gobierno a Sagasta, y la “regeneración” quedó sin incidencia. 




[1]              En la monarquía democrática el rey reina pero no gobierna, en el sistema de la Restauración la Corona comparte  el poder legislativo con las cortes así como la soberanía de la nación.
[2]              Primer matrimonio con María de las Mercedes de Orleáns del 23 de enero de 1878 a junio de 1878. Segundo matrimonio con María Cristina de Habsburgo el  29 de noviembre de 1879.
[3]              Político e historiador. Autor de obras como: Historia de la decadencia de España desde Felipe III hasta la muerte de Carlos II. Fue asesinado por el anarquista italiano Angiolillo en el balneario de Santa Águeda.
[4]              Herederos del  rey, altos mandos del ejército y de la administración, grandes de España.
[5]              Fijación de un cupo económico para la recaudación de los impuestos que realizarían las autoridades provinciales.
[6]              Al acabar la guerra carlista fueron enviados los soldados para Cuba, produciéndose así una rápida victoria.
[7]              Conservador: 1875-1881: Período de formación, atrae a los líderes de otros grupos. 1885-1902: Plenitud con dos problemas: 1892, se separa Silvela y en 1897, muere Cánovas problema de la sucesión que se resuelve volviendo Silvela y formando la Unión Conservadora.

[8]              Liberal: 1875-1885: Período de formación, atrae a los líderes: 1880 Partido Liberal Fusionista. 1885-1903 Plenitud después de salvar la crisis (fraccionamiento del partido) de 1885 al recoger el gobierno que le cede Cánovas y poner a los disidentes en los ministerios.
[9]              Distritos enfeudados a las familias de Montero Ríos, Bugallal, Gasset, etc.
[10]             Si en un distrito había muchas irregularidades se repetían las elecciones.
[11]             Los dictadores del futuro (Primo de Rivera y Franco)  se apropiaran de las palabras de Costa para presentarse como herederos del espíritu do regeneracionismo.

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