ya

miércoles, 21 de septiembre de 2011

NACIÓN Y NACIONALISMO EN ESPAÑA


NACIÓN Y NACIONALISMO EN ESPAÑA

            Es difícil establecer la definición (comunidad política, pueblo...) y los factores (territorio, lengua, etnia...) que definen una nación. Casi todo el mundo coincide en identificarla con la patria y que para que exista debe cumplirse el requisito mínimo de que sus miembros tengan  el sentimiento de pertenecer a ella (sentimiento nacional). Los defensores de su existencia consideran que toda nación tiene derecho a decidir libremente su destino (derecho de autodeterminación), derecho que conlleva la capacidad para dotarse de un autogobierno y formar una nación soberana con un Estado independiente.
            En las doctrinas políticas contemporáneas una pieza básica es establecer donde reside la soberanía de una nación: para el fascismo, en el líder carismático y en el Estado; para el tradicionalismo, en las instituciones tradicionales; para el liberalismo doctrinario, en el rey y en el parlamento; para el liberalismo democrático, en el pueblo.

LA CUESTIÓN NACIONAL EN ESPAÑA
           
            A cuestión nacional en España es un debate polémico e inacabado. En España existen diversos movimientos nacionalistas periféricos (Cataluña, País Vasco y Galicia) que defienden la consideración de sus propias comunidades como naciones diferenciadas.
            La idea moderna de nación nació en España vinculada a las transformación hechas por las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812 fue la primera que recogió e definió la nación española como un conjunto de habitantes en los que residía la soberanía   (Art. 1º. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Art. 3. La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a esta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales). La división posterior del liberalismo en dos corrientes (doctrinaria y democrática) dio lugar a la aparición de distintas interpretaciones y argumentaciones sobre la existencia, identificación y valores de la nación española.
           
NACIONALISMO CONSERVADOR ESPAÑOL:
             
            Dominante en los siglos XIX y XX consideraban que:
-          La nación española es una entidad colectiva, superior a la voluntad de los individuos, fruto de la historia que conducía a formar una unidad política inseparable (concepción orgánico- historicista).
-          Los elementos de identidad de la nación son: La Corona (unidad), la península Ibérica (territorio) y la religión católica (característica que distingue de los demás).
-          Se impone el centralismo ya que la unidad de la patria no es compatible con particularismos locales. Hay una cierta identificación con los valores castellanos.

NACIONALISMO ESPAÑOL LIBERAL-DEMOCRÁTICO:

Defendido por Ortega y Gasset, Azaña, Pi i Margall:
-          La nación española es un cuerpo de asociados bajo las mismas leyes, fruto de la voluntad de los individuos en la historia (concepción voluntarista).
-          Los elementos son: la participación democrática, la defensa de los derechos y libertades y el laicismo.
-          La unidad de la patria es compatible con la descentralización y la autonomía política territorial.

Para las fuerzas de la izquierda (anarquismo, socialismo) la patria de la nación española era considerada como una escusa de las oligarquías dominantes para someter a los trabajadores. El anarquismo se oponía frontalmente al Estado, a la nación y a los nacionalismos. Los socialismos marxistas defendían la idea de un Estado que emancipase a la clase trabajadora y que eliminase las diferencias de clase.

REGIONALISMO Y NACIONALISMO PERIFÉRICO

 

            En España, como en otros estados europeos, aparecieron a lo largo del XIX, distintas manifestaciones culturales y políticas, que evolucionaron en la defensa de la existencia de naciones propias diferenciadas de la española.

            Este proceso pasa por distintas etapas más o menos largas:
-          Comienzo: Grupo reducido, burguesía (intelectuales), se interesa por: historia, lengua, cultura...
-          Desarrollo: a lo anterior se une la agitación política para conseguir cierto grado de autogobierno. También aumenta la base social.

            Estas ideas aparecen como reacción frente a las pretensiones uniformizadoras y centralizadoras de la Restauración. Podemos diferenciar entre regionalismo y nacionalismo. El regionalismo consiste en la reivindicación de cierto grado de autogobierno, dentro del Estado. El nacionalismo tiene como objetivo la creación de un Estado-nacional.

            En el desarrollo y evolución de este pensamiento tenemos que destacar los siguientes factores:
-          La diversidad cultural y lingüística de España.
-          El centralismo y uniformismo derivado del nuevo Estado liberal.
-          El desigual desarrollo del capitalismo.
-          La débil nacionalización española: falta de consenso sobre el sistema político (monarquía-república), sobre los símbolos (bandera, himno), el fracaso de la política nacionalizadora del Estado a través de la educación, ejército, participación política, etc.
-          El descontento y desilusión por la marcha general del país: atraso económico, cultural, (el 98). 



EL CATALANISMO

            Las manifestaciones del catalanismo son múltiples y unen reivindicaciones culturales y políticas. El catalanismo tiene una gran variedad ideológica (liberal o conservadora), social (burguesía e proletariado) y estratégica (colaborar con el gobierno de España o rechazarlo completamente).
            El catalanismo parte de la idea de la personalidad diferencial de Cataluña, que se basaría e alimentaria de: lengua propia, costumbres y derecho civil propio, la idea de un pasado glorioso, y desenvolvimiento industrial y la idea de la marginación política frente al centralismo.

En la década de los 30 aparecen en Cataluña, en el contexto cultural del Romanticismo, un amplio movimiento cultural conocido como Reinaxença. La finalidad era la recuperación de la lengua y cultura catalana, y no tenía aspiraciones políticas.
Las primeras formulaciones con contenido político vienen con Valentí Almirall, un republicano federal que convocó el Primero Congreso Catalanista (1880), con la intención de unificar las corrientes catalanistas en un proyecto liberal y laico. Este movimiento culminó en la creación del “Centre Catalá” (1882), organización que pretendía conseguir la autonomía. En 1885 presentó a Alfonso XII el Memorial de Greuges (Memorial de Agravios, Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña). El Memorial defendía el proteccionismo industrial y el derecho particular catalán frente a la uniformización del derecho español. El problema de Almirall era que chocaba con otras formas de entender el catalanismo de base más conservadora y católica.
En 1891 un grupo de intelectuales fundaron la Unió Catalanista, de tendencia conservadora con la intención de defender la tradición jurídica catalana. Su programa se fija en las Bases de Manresa, que se basaba en los principios de orden, tradición, religión y propiedad. Defendía una organización confederal, la soberanía de Cataluña en política interior, y el restablecimiento de las instituciones tradicionales de Cataluña.
A finales de siglo la burguesía catalana dejó de apoyar a los partidos dinásticos y pasó a defender un catalanismo moderado. Este cambio se produce en el contexto de:
-          Crisis de Cuba, pérdida del mercado colonial.
-          Crisis del sistema político, regeneración.
-          Descentralización del Estado.
A convergencia de la burguesía con el catalanismo moderado se plasmó en la formación de la Liga Regionalista en 1901. Su triunfo en las elecciones hizo perder peso a los partidos dinásticos en Cataluña y provocó la crisis de la política caciquil.

Nacionalismo: evolución del catalanismo hacia posiciones nacionalistas.
En 1901 se creó la Liga Regionalista tras la confluencia de los intereses de sectores catalanistas y la burguesía industrial. Entre sus líderes estaban Prat de la Riba y Francesc Cambó. Su programa era conservador e incluso elitista. Desde su fundación conquista éxitos electorales y, a partir de 1907, con la fundación de “Solidaritat Catalana” en conjunción con carlistas y republicanos, dominan las elecciones en Cataluña.

Un dos sus éxitos fue la nueva ley de Mancomunidades, que permitió la creación, en 1914, de la Mancomunidad de Cataluña, organismo que consistía en una federación de las cuatro provincias catalanas y que contaba con una Asamblea General, un Consejo y un Presidente (Prat de la Riba). Desde la Mancomunidad llevaron a cabo una política de carácter nacionalizador, tanto en el ámbito cultural como en obras públicas, fundación de centros educativos y infraestructuras.
La influencia de la Liga siguió creciendo y Cambó fue ministro del Gobierno entre 1917 e1922.
La práctica política de Cambó contó con dos bases:
-          El apoyo de la ciudadanía.
-          La participación en gobiernos de la monarquía (reformar España desde la periferia), aunque fugazmente, para obtener ventajas en Cataluña.

            También se desarrolló un nacionalismo REPUBLICANO Y PROGRESISTA. Antoni Rovira i Virgili fue uno de sus iniciadores. De este nacionalismo parten las primeras organizaciones abiertamente independentistas, bajo la dirección de Francesc Maciá (Estado Catalán, 1922). Defendían la creación de un Estado catalán basado y consolidado por la democracia, las libertades de los ciudadanos, el reformismo social, el laicismo y el republicanismo.

            Igual que otras organizaciones, el nacionalismo sufre la represión con la dictadura de Primo de  Rivera. Esta represión contribuye a su radicalización y reagrupamiento. Se recupera a finales de los años veinte y tendrá una gran influencia en la II República.


EL NACIONALISMO VASCO

            Las provincias vascas tenían dentro de la monarquía española un status especial definido por sus privilegios forales: hidalguía universal, sistema fiscal propio, instituciones administrativas y jurisdiccionales propias, restricción de obligaciones militares, aduanas con Castilla, limitación del poder del rey (sometidas a los intereses vascos).
           
            Con la llegada del liberalismo y la Constitución de Cádiz estos privilegios son suprimidos, pero con el regreso de Fernando VII se reponen.
            Cuando se produce la sucesión de Isabel II, los defensores de los privilegios forales apoyan a D. Carlos. Cuando remata la guerra carlista en el Convenio de Vergara se acuerda mantener los privilegios forales.
            Con la ley paccionada de 1841, Navarra pierde los privilegios y pasa a ser una provincia especial, con autonomía administrativa y fiscal. Las provincias vascas pierden todos los privilegios, pero los moderados en 1844 vuelven a concederlos, casi en su totalidad.
            En 1876, con la derrota de la 3º guerra carlista, Cánovas suprime los privilegios vascos, y concede en 78 un régimen de concierto económico: las provincias vascas tienen capacidad para distribuir las quintas militares y recaudar las rentas e impuestos con las que contribuyen al Estado central, que es una cantidad negociada. Este concierto está vigente hasta 1937.

            La defensa de los privilegios forales y la lucha contra la rápida industrialización que destruía la sociedad tradicional vasca son dos elementos centrales en el desarrollo del pensamiento nacionalista vasco.

El nacionalismo vasco arranca políticamente con la fundación, en 1895, del Partido Nacionalista Vasco por Sabino Arana, en el contexto de los cambios políticos y económicos de finales de siglo:
-          Abolición de los fueros en 1876.
-          Rápida e intensa industrialización acompañada de inmigración (españolización) y formación de una burguesía vinculada al sistema de la Restauración.

Los principios del nacionalismo se apoyaban en la defensa de la lengua y cultura y en la etnia, su lema era “Dios y las Antiguas leyes”. El Nacionalismo vasco atacaba tanto a las clases dirigentes (destruían la sociedad tradicional) como a los obreros (perturbaban el orden). Sus postulados se planteaban desde el integrismo católico y los valores culturales de la sociedad tradicional.
Al principio el nacionalismo tuvo poca presencia, hasta la incorporación del grupo fuerista de Ramón de la Sota. En 1898-9 tuvieron los primeros éxitos en el ámbito local y provincial. Desde entonces se mantuvieron dos tendencias, una independentista y otra autonomista.

El nacionalismo vasco se consolida en los primeros años del XX, y controla sobre todo la provincia de Vizcaya. El discurso del P.N.V. se hizo más moderado para captar a la burguesía. En 1913 el PNV pasó a denominarse “Comunión Nacionalista Vasca” con un planteamiento autonomista y defensor de la riqueza vasca.
Después de la muerte de Arana, y al compás de la crisis de 1917, en el partido surgen dos tendencias: la independentista y la autonomista. En 1921 el sector radical (aberriano) refundó el PNV recogiendo las viejas tesis de Arana.


GALLEGUISMO

            A partir de la segunda mitad del XIX surge el galleguismo que reivindica:
                        - reconocimiento de los intereses de Galicia.
                        - la defensa del gallego y del autogobierno.
            Su grado de implantación es escaso:
                                    a) PROVINCIALISMO: 1840-1885.
                                    b) REGIONALISMO: 1885-1916.
                                    c) NACIONALISMO: 1916-1936.

            En todas las fases el punto de partida es: reconocimiento de la pobreza, atraso y alejamiento; sentimiento de maltrato, y el olvido desde Madrid.

PROVINCIALISMO:
           
            En torno a 1840 surgen las primeras reivindicaciones en defensa de la propia personalidad y criticando al centralismo. Culturalmente coincide con el movimiento romántico que potencia el estudio de los elementos identificadores y diferenciadores: la historia, cultura y lengua.
            Un grupo importante es la generación de 1846, en la que destaca Antolín Faraldo.
            Al mismo tiempo, se pide un cierto grado de autogobierno; un punto importante fue el pronunciamiento de M. Solís en 1846, que denunció la explotación que padecía Galicia y el deseo de regenerar su prestigio.
            En la cultura, paralelamente, se desenvuelve el REXURDIMENTO, protagonizado por Rosalía, Curros, Pondal… Inician el movimiento de recuperación y defensa del empleo del gallego como lengua, no solo popular sino también literaria. Así mismo, los historiadores, Benito Vicetto e M. Murguía, contribuyeron con sus trabajos de recuperación e interpretación del pasado de Galicia a suministrar argumentos al naciente galleguismo.


REXIONALISMO:
           
            Aparece en la década de 1880. Defiende tanto el empleo de la lengua propia como la consecución del derecho a la autonomía política y administrativa, sin romper con la unidad de España.
            Tiene dos posturas: Liberal: M. Murguía.
                                         Conservadora: Alfredo Brañas.
            Murguía: Defiende la nacionalidad gallega, justificada en razones: étnicas, idioma, historia, geografía. Reivindica el derecho a la autonomía política que solo se puede lograr mediante una amplia descentralización administrativa.
            Brañas: Conjuga las reivindicaciones regionalistas con la unidad de España empleando la idea de la doble patria (grande y pequeña). Mantiene posiciones católicas y conservadoras. Un rasgo fundamental del alma gallega es el catolicismo, y el corporativismo social y gremial como base de la composición de las instituciones.
           
            Durante esta época es cuando aparecen las primeras organizaciones de tipo galleguista: Asociación Rexionalista Galega, 1891; Liga Galega, 1897; Real Academia Galega, 1906; periódico A Nosa Terra, 1907.
           
            Las realizaciones políticas son escasas. En 1907 se constituye Solidaridad Gallega, uniendo a regionalistas, republicanos y neocarlistas; se centró en la lucha anticaciquil y en la redención de foros; tuvo poco éxito.

NACIONALISMO:
           
            Desarrolla a partir de 1916. Escritores y obras: Antón y Ramón Villar Ponte, V. Risco y Castelao.
            Recogieron, fundamentaron y divulgaron los trazos esencias de la nación galega; analizaron los problemas y propusieron soluciones.
            Según ellos Galicia es una nación caracterizada por: lengua, geografía, raza, espíritu, cultura, historia, etc.
            Los nacionalismos gallegos tienen un ideario común:
-          atraso económico y opresión de Galicia.
-          Modernización de la producción agropecuaria.
-          Defensa de la autonomía integral
-          Rechazo del separatismo.

            Podemos diferenciar dos tipos de nacionalismo:
Nacionalismo TRADICIONALISTA: Otero Pedrayo, V. Risco. Destacan dos rasgos:
             Dominio ideológico del catolicismo y hegemonía de la hidalguía.
Nacionalismo DEMOCRÁTICO: A. Bóveda, Castelao.
            Defensa de la democracia y autogobierno.

            En el terreno organizativo el nacionalismo se desenvuelve a través de las IRMANDADES DE AMIGOS DA FALA (1916) (Villar Ponte, A Coruña). En 1918 celebran la 1ª ASAMBLEA NACIONALISTA DAS IRMANDADES, en Lugo, donde ya aparece un programa político nacionalista y democrático. Se unen muchas personalidades, pero tiene poca implantación social. Tienen muchas diferencias ideológicas, no llegan a constituir un partido político y se separan en dos grupos:
            El de Risco, IRAMANDADE NACIONALISTA GALEGA: es sobre todo cultural y defiende la abstención.
            El de Peña Novo, IRMANDADE DA CORUÑA, lucha electoral.
           
En el ámbito de la cultura destaca la revista NÓS.

            Durante la Dictadura de Primo de Rivera, al igual que el resto de los nacionalismos, sufre la represión.

            A finales de la década de los veinte comienza a reaparecer y destaca la creación de ORGA (Organización republicana galega autónoma) en 1929 y, ya en 1931, la fundación del Partido Galeguista, que tendrá una gran actividad durante la II República.
           

No hay comentarios:

Publicar un comentario