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miércoles, 21 de septiembre de 2011

POBLACIÓN, DESARROLLA DEMOGRÁFICO Y SOCIEDAD EN LA ÉPOCA DE FRANCO


POBLACIÓN, DESARROLO DEMOGRÁFICO Y SOCIEDAD EN LA ÉPOCA DE FRANCO


  1. MOVIMIENTO NATURAL

La población pasó de 25.877.000 habitantes en 1940 a unos 35.500.000 en 1975. El crecimiento más fuerte se produce en los años 60 (desarrollo económico), sobre todo en el quinquenio 65-70 (1960: 30.430.000, 1965: 31.965.000 e 1970: 34.032.000). El crecimiento de 1961-70 e uno de los más grandes de la demografía española. Está unido al baby boom de los años 60 (crecimiento económico) y a las bajas tasas de mortalidad.

Se acompaña este crecimiento de unas tasas de natalidad que oscilan entre el 24,3 por mil en 1940 al 18,6 por mil en 1975, y una mortalidad en fuerte descenso: en 1940 es del 16 por mil y se sitúa en 1960 en el 8,6 por mil. Las causas de los descensos están en el progreso económico y en la transformación social.

  1. POBLACIÓN ACTIVA

Es otra de las grandes transformaciones de la sociedad que se ve en el siguiente cuadro:
               

1940
1975
SECTOR 1º
50,52 %
21,46 %
SECTOR 2º
22,13 %
38,24 %
SECTOR 3º
27,35 %
40,30 %


Este cambio en la distribución es como consecuencia del proceso industrializador. También debemos destacar el aumento de la población trabajadora, ya que en 1940 la población activa representa solo el 34,61 % de la población y en 1975 es del 38 %.

  1. MOVIMIENTOS MIGRATORIOS

Los movimientos migratorios se producen por diferencias de tensión demográfica sobre los recursos disponibles. Las migraciones van de los lugares de mayor crecimiento vegetativo a los de mayor crecimiento económico.

Las migraciones interiores se dirigen hacia las zonas más industrializadas: Madrid, País Vasco, Valle del Ebro, Valencia... (16 provincias), provocando el abandono de las provincias emisoras (34). En el período 1951-60 sale un millón de personas, entre 1961-70 casi dos millones.

Las migraciones exteriores no comienzan hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1958 el destino preferente era Hispanoamérica, después el polo de atracción es Europa (fuerte crecimiento económico). Esta salida hacia Europa afectó, en términos generales, a casi un millón de personas (lo que ayudó notablemente al triunfo de las medidas estabilizadoras: menos paro en España, más renta para los que quedan, envío de dinero para comprar cosas en España y ayudar a compensar la Balanza de Pagos). El aumento más importante es en los años 1961-62 con case 120.000 salidas, situándose después en unas 65.000 anuales.



4.      PURITANISMO IDEOLÓGICO Y CONTROL SOCIAL

El franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana, en los comportamientos culturales y religiosos y en el marco político.

Los primeros años de la posguerra fueron años de represión. La Ley de Responsabilidades Políticas, de febrero del 39, atribuía las responsabilidades de la guerra a todo sospechoso de republicano. Esto obligó a miles de personas a cambiar de comportamientos e ideas (otros no lo hicieron a tiempo); fueron depurados y España sufrió una pérdida irreparable. El temor a la represión y la necesidad de trabajar generará una adhesión al nuevo régimen (incluso se valió de un sistema policial de delaciones –denuncias y venganzas-) que afectó a todos los sectores de la sociedad.

El hambre y la escasez son otras de las características de la posguerra. La elevación del coste de la vida, la pérdida de poder adquisitivo, la falta de productos y el racionamiento hacían difícil sobrevivir cada día. Las clases bajas sufrían aun más fuertemente esa situación debido a las enfermedades y epidemias.

CONTROL IDEOLÓGICO Y COSTUMBRES

En la posguerra existió un estricto control ideológico, tanto estatal como eclesiástico. Se crearon organizaciones e instituciones de encuadramiento ideológico y político: el Frente de Juventudes, la Sección Femenina de FET y de las JONS, etc. La religión católica fue la única reconocida por el Estado: matrimonio, bautismo, non divorcio, moralidad en las costumbres (baile, baños, comportamiento social –prostitución-, papel de la mujer), educación, etc., estaban dirigidos por la moral católica.

CENSURA Y CULTURA

La unificación lingüística en torno al castellano (“habla la lengua del Imperio”) fue uno de los principios del nuevo Estado. La obsesión lingüística llevó a erradicar todo vocablo extranjerizante –castellanización-. A nivel artístico tuvo un carácter reaccionario: estilos historicistas, grandilocuentes, triunfalistas. A nivel literario: la censura sobre las grandes obras de escritores españoles y extranjeros llevó a la llamada literatura de kiosko: los cómics “El Coyote”, “Roberto Alcázar y Pedrín”, “El Capitán Trueno”, etc. El cine por su difusión e influencia fue objeto de especial atención y control. El Departamento Nacional de Cinematografía establecía las ideas en las que debían basarse las películas del nuevo régimen: valores patrióticos, religiosos, familiares... Todas las producciones, nacionales y extranjeras, debían superar la censura (cortes, cambios de diálogo). Las películas de los años 40 y 50 fueron de temas militares, patrióticos y folclóricos (Antonio Molina, Lola Flores). Además, antes de la proyección era obligatoria la visualización del NO-DO (hasta el 1 de enero de 1976), instrumento de propaganda del régimen.

La prensa sufrió un control rigoroso (Ley de Prensa de 1938 hasta 1966). La censura incluía desde la autorización para editar hasta nombrar director del periódico por parte de la Administración. Además la propia Dirección General de Prensa daba instrucciones para publicar ciertas noticias o insertar obligatoriamente otras (discursos de Franco). Sobre la Radio se ejerció un control semejante (la televisión, desde el inicio de las emisiones en 1958, fue un medio controlado por el régimen y empleado como propaganda y distracción). Era obligatoria la transmisión de la información oficial conectando con el “Diario hablado de RNE”. Fue la época de los programas musicales y variedades, folletines radiofónicos (Guillermo Sautier Casaseca, Matilde Conesa, Juana Ginzo) y de las retransmisiones deportivas (fútbol).
 
5.      MODERNIZACIÓN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA

El crecimiento económico llevó parejo una serie de cambios sociales y culturales. La sociedad tradicional fue dejando paso a una sociedad moderna, más urbanizada y dinámica.

El desenvolvimiento de la urbanización y de la economía industrial y de servicios hizo que España se convirtiese en una sociedad de clases medias. En esta sociedad es de destacar el aumento en el número de asalariados, de profesionales liberales y de un gran número de obreros industriales. También destaca la incorporación de la mujer al trabajo (2,3 millones en 1960, 3,1 en 1970) siempre con salarios inferiores a los de los hombres y en condiciones muy desiguales (ley sobre derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer, presentada por Pilar Primo de Rivera en 1961).

Junto a estas transformaciones se producen otras en los comportamientos sociales y en las pautas culturales. El sistema educativo experimentó profundas transformaciones. El acceso a las aulas se generalizó, en 1964 se declaró obligatoria la instrucción hasta los 14 años. En 1970 se aprobó la Ley General de Educación (José Luís Villar Palasí) que dio un fuerte impulso a la enseñanza (aumento de las inversiones, tramos educativos –EGB, BUP, COU-, enseñanzas profesionales). A pesar de esto fallaron las inversiones y la Iglesia siguió teniendo una fuerte presencia y control en el sistema educativo. La Universidad también experimentó un crecimiento, tendiendo a la “masificación”.

En el campo cultural, la necesidad de homologación del régimen de Franco en el exterior, favoreció la puesta en marcha de una serie de reformas por parte de Manuel Fraga:
-          liberalización editorial, en 1962, que permitió la difusión de obras antes prohibidas.
-          Suavización de la censura.
-          Aparición de revistas críticas: Revista de Occidente, Cuadernos para el Diálogo, Triunfo.
-          Ley de Prensa de 1966.

El aumento del nivel de vida, sobre todo desde los sesenta, inició una tendencia alcista del consumo en la sociedad española. Tuvo lugar un incremento del presupuesto familiar y una transformación en la estructura de los gastos. Las necesidades básicas (alimentación, vestido, etc.) dejaron de absorber la mayor parte del presupuesto (en 1958 era del 77,2 % y en 1973 del 57 %), y permitió dirigir el consumo hacia la vivienda, educación, cultura, ocio, etc. Cobra especial importancia el consumo de bienes duraderos: frigorífico, lavadora, televisor, automóvil. La producción industrial de estos bienes se disparó a finales de los sesenta y principios de los setenta, lo que repercutió también en la Hacienda al aumentar la recaudación a través de los impuestos de lujo.

Estas nuevas formas de consumo comportaron modificaciones en las formas de vida urbana (en el mundo rural se produce más tarde). La cultura, cada vez más secularizada, erosionaba el modelo socio-religioso del nacionalcatolicismo. A este cambio contribuyeron: la llegada de turistas, el conocimiento del exterior por los emigrantes y los cambios en la Iglesia (fijarse más en las clases desfavorecidas y marginadas, abandono de prácticas religiosas).


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