COMPOSICIÓN 3 LA RESTAURACIÓN DE FERNANDO VII Y DEL ABSOLUTISMO (LAS ETAPAS DEL
REINADO)
ORIENTACIONES
GRUPO DE TRABAJO: Sempre tendo en conta a información subministrada polos
documentos, o alumnado deberá explicar o reinado deste monarca como a crise
permanente e definitiva do Antigo Réxime, un modelo que xa resulta inviable
fronte a un liberalismo que vai sufrir avances e retrocesos ata a morte do rei.
En consonancia con isto, referirase ás etapas políticas do seu reinado e
comentará as súas principais características: o Sexenio Absolutista (regreso de
Fernando VII e restablecemento do absolutismo, abolindo a obra das Cortes de
Cádiz); o Trienio Liberal (triunfo do pronunciamento liberal de 1820 e
establecemento dun goberno desta ideoloxía); e a Década Ominosa
(restablecemento do absolutismo logo da intervención dos “Cen Mil Fillos de San
Luís”).
El reinado
de FVII se inserta en la crisis del AR, será constante el enfrentamiento entre
las tendencias absolutistas y liberales.
El 11 de diciembre de 1813 Napoleón
firmó el Tratado de Valençay, por el que reconocía como rey a Fernando VII,
quien recobrará la corona el 22 de marzo de 1814.
REGRESO Y SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-20)
Los liberales
tenían dudas de que Fernando VII aceptase las reformas (había marchado como rey
absoluto), por eso intentaron controlar su regreso. Las Cortes (Martínez de la
Rosa) y la Regencia hacen un itinerario que Fernando VII debía cumplir para
llegar a Madrid y jurar la Constitución. Fernando VII quiere recobrar la
monarquía absoluta pero no sabe el respaldo que tiene.
Fernando VII entra en España y ve el apoyo
popular con el que cuenta: era el
Deseado, la gente aclama su regreso. Los absolutistas, por su parte, vieron la posibilidad de volver al
Antiguo Régimen y le mostraron al rey su apoyo incondicional a través del Manifiesto de los Persas (12 de abril de 1814): 69 diputados
firman ese documento en defensa de la monarquía absoluta. La Iglesia también
quería su regreso para eliminar las reformas que atacaban sus privilegios y obtener
más poder. Finalmente, en Valencia contó con el apoyo del ejército
mandado por el general Francisco Javier de Elio. Con ese respaldo (pueblo,
diputados absolutistas, ejército e Iglesia),
el 4 de mayo de 1814, mediante un Real Decreto, que dejó en secreto, declaró
“nulos y sin ningún valor ni efecto” los decretos de Cádiz y la Constitución;
se dirigió a Madrid y, el 10 y 11 de mayo, los liberales, que no se percataron
de las maniobras de Fernando, al ser los decretos secretos hasta la llegada a
Madrid, fueron detenidos y publicados los decretos. Empieza la primera etapa de
su gobierno: el Sexenio absolutista.
En los meses siguientes se restauraron
todas las instituciones del Antiguo Régimen[1]
y se persiguieron a los liberales. Los liberales no se dieron cuenta de
las acciones del Rey ya que: no conocían los decretos, no había precedentes de
que un rey atacara a quien lo defiende, creían que no habían delinquido
(tampoco existía el delito, que lo creará el Rey personalmente[2]),
creían que la Constitución era tan buena e importante que aunque no le gustara
al Rey la aceptaría, y creían que era imposible volver a la situación anterior
a 1808. El contexto internacional
también le era favorable a Fernando VII: Napoleón había sido derrotado y las
potencias vencedoras consiguieron en el Congreso de Viena restaurar el viejo
orden, y crearon la Santa Alianza para defender el absolutismo en cualquier
país.
Fernando VII
intenta gobernar de un modo absoluto y lleva a cabo una fuerte represión (no
cuenta casi ni con ministros ni con Consejos, ayudado por una camarilla), pero
la situación del país era desastrosa: la economía estaba rota, la Deuda era
enorme, los campesinos se negaban a pagar las rentas feudales, la recaudación
era insuficiente pese a los intentos de reforma. España estaba destrozada por
la guerra y tenía que hacer frente a la independencia de las colonias
americanas que entorpecían el comercio y aumentaban los gastos. Los intentos de
reforma en la Hacienda (el ministro Martín de Garay propone un sistema de
contribución proporcional a la riqueza) chocaban con la oposición de los
privilegiados. Así, la oposición se
manifestó rápidamente.
Los levantamientos y pronunciamientos
para forzar a Fernando VII a introducir reformas liberales se suceden (Mina
-Pamplona, 1814-; Porlier -A Coruña, 1815[3]-:
la falta de apoyos militares y civiles propiciaron el fracaso y su ejecución el
3 de octubre), pero fracasan. El pronunciamiento consiste en la sublevación de
un militar o personalidad importante que luchó en la guerra de la
Independencia. Generalmente están en el exilio, en la cárcel o en puestos de
poca importancia política. Tiene como finalidad forzar la voluntad de Fernando
VII (o la conquista del poder) para implantar el liberalismo mediante una
acción que pretende encontrar el apoyo del resto del ejército, de las fuerzas
políticas y de la mayoría de la población. La repetición de los
pronunciamientos nos indica el fuerte descontento de ciertas capas sociales,
sobre todo de la burguesía, ya que la mayoría de los pronunciamientos son
impremeditados, impulsivos, débiles y fruto de la casualidad y acaban en la
detención y ejecución de los protagonistas. Se suceden desde 1814 y así
llegamos al 1 de enero de 1820 cuando se inicia el pronunciamiento del coronel
Rafael del Riego: se subleva en Cabezas de San Juan (Sevilla) y recorre
Andalucía proclamando la Constitución de 1812. Riego está acantonado a la
espera para embarcar para América, así se une el malestar por la situación
interna con la marcha para luchar en las posesiones americanas.
7.2. EL TRIENIO LIBERAL (1820-23)
El movimiento
de Riego se deshacía sin encontrar ni mucha oposición ni mucho apoyo, pero
antes se extendió a otras ciudades de España. En La Coruña la mayoría de los
militares, con el apoyo de la burguesía, detuvieron a las autoridades
realistas, nombraron una Junta de Gobierno y restablecieron la Constitución de
1812. Fernando VII, para poder controlar la situación, tuvo que aceptar
convertirse en monarca constitucional el 10 de marzo de 1820 (“…marchemos
francamente por la senda constitucional”). Concedió una amnistía y convocó
elecciones. Las Cortes mayoritariamente liberales comenzaron una gran obra
legislativa:
-
Liquidar el
feudalismo en el campo: supresión de señoríos y mayorazgos, venta de tierras,
desamortización de los bienes de la Inquisición y monasterios suprimidos.
-
Liberalizar
la industria y el comercio. Abolición de los gremios.
-
Modernización
política y administrativa.
-
Creación de
la Milicia Nacional[4]
como fuerza de orden pública.
Los
liberales para extender su ideología se valían de la prensa, de las Sociedades
Patrióticas y masónicas y de la Milicia Nacional, pero el apoyo popular no era
grande y contaban además con la oposición de la Iglesia católica.
El
Rey y los absolutistas, desde el principio intentaron boicotear todas las
acciones (derecho de veto) para que fracasara el Trienio. Además, los
absolutistas están muy presionados (momento del “trágala”, canción que cantan
los liberales para humillar a los absolutistas). Por otra parte, el campesinado
ve como su situación empeora, ya que ahora eran arrendatarios de las tierras de
los señores y tenían que pagar rentas o eran expulsados, y los impuestos tenían
que pagarlos en dinero y no eran capaces. Así, los campesinos empezaron a
alzarse contra los liberales,
que cada vez estaban más divididos
entre exaltados y moderados.
Los liberales comienzan a dividirse entre moderados e exaltados:
-
Los moderados (doceañistas) buscaban una
transición o pacto con sectores respetables y propietarios de la vieja
sociedad. Creían que la Constitución de 1812 debía ser reformada en los
aspectos más radicales. Así, reforzar el poder ejecutivo en manos de la Corona,
limitar las atribuciones de las Cortes, establecer un Parlamento bicameral
(Cortes y Senado para moderar), y eliminar el sufragio universal masculino.
-
Los exaltados (veinteañistas) defendían a
ultranza la Constitución de 1812. Creían que las reformas debían aumentarse y
para eso se tenía que dar una mayor participación popular (sufragio universal
masculino).
Los
absolutistas lograron levantar partidas (grupos armados) realistas en Cataluña,
País Vasco, Navarra y norte de Castilla que contaban con el apoyo de la
población agraria, pero fracasaron a finales de 1822. Se dieron cuenta que sólo
podrían derribar el régimen liberal con la ayuda extranjera.
El
15 de agosto de 1822 los absolutistas forman una Regencia en la Seo de Urgel
(Lérida) y solicitan ayuda a Metternich (Santa Alianza, Verona[5])
que acuerda enviarle cien mil soldados[6].
El 7 de abril de 1823 los “Cien Mil Hijos de San Luis” mandados por Luis
Antonio de Borbón, duque de Angulema[7]
invaden España, y el 1 de octubre el rey recobra el poder absoluto.
7.3. EL REGRESO AL ABSOLUTISMO: LA DÉCADA OMINOSA
(1823-1833)
Con el
regreso del absolutismo se sucede una fuerte
represión (ejecuciones de Riego y Mariana Pineda) sobre los liberales
que sólo va a ceder debido a los problemas económicos (actuaciones de la
Superintendencia General de Policía, de los voluntarios realistas, de los
tribunales de justicia e incluso de las Juntas de Fe).
La economía
mantiene las dificultades pese a los intentos de reforma del ministro Luis
López Ballesteros[8],
que pone en funcionamiento los presupuestos y el Tribunal de Cuentas. También
se funda el Banco de San Fernando (1829) y se pone en funcionamiento la bolsa
de Comercio en Madrid.
Una parte
del absolutismo se dio cuenta que se tenían que producir ciertas reformas para intentar frenar la quiebra del
sistema. Había que permitir ciertas reformas liberales. Así, en contacto con la
burguesía financiera moderada se
intentó racionalizar la economía a través de las reformas que se iban
sucediendo, y se elaboró un proyecto de
centralización del Estado que atentaba contra la existencia de los fueros del
País Vasco y Navarra.
Estas
reformas provocaron la reacción de los
ultrarrealistas que no
querían cambios y que contaban
con el apoyo del hermano del rey, D. Carlos
María Isidro. La oposición fue creciendo hasta llegar a dos
enfrentamientos graves:
·
La guerra de
los Malcontents, o revuelta de los agraviados de Cataluña de 1827. Fue una
revuelta protagonizada por los campesinos y artesanos rurales en precaria
situación, y que se extendió a Aragón, Valencia, País Vasco y la Mancha, y que
estaba financiada por los ultrarrealistas.
·
La cuestión sucesoria,
a partir de 1830. En 1829, Fernando VII se casa (cuarto matrimonio) con su
sobrina María Cristina de Nápoles. Su embarazo y la posibilidad de descendencia
hace que Fernando firme en marzo la Pragmática de 1789 (Ley hecha por Carlos
IV, pero no firmada) que restablece la Ley de Partida, que permite la sucesión
femenina. El 10 de octubre 1830 nace Isabel que es proclamada heredera. En
enero de 1832 nace la segunda hija, Luisa Fernanda. Fernando VII tenía asegurada,
prácticamente, la sucesión. Entonces, los partidarios de D. Carlos se negaron a
aceptar la situación ya que quedaban apartados de la sucesión y lograron en
1832 que Fernando, enfermo, repusiese a Ley Sálica[9].
Este cambio quedó en secreto (aunque fue divulgado, maniobra que parece ser que
se le ocurrió a María Cristina), lo que asustó a los liberales, que temerosos
de una gran represión si el trono pasaba a D. Carlos, deciden apoyar a María
Cristina. A finales del año, repuesto
Fernando volvió a promulgar la Pragmática Sanción[10].
Ahora Mª. Cristina contaba con el apoyo de los absolutistas moderados y de los
liberales (ante el temor a una gran represión de los carlistas). El día de la
muerte del rey, el 29 de septiembre de 1833, desde Portugal, se inició el
levantamiento carlista.
Por su parte los liberales mantenían una
estrategia insurreccional en torno a dos militares, Espoz y Mina y Torrijos;
pero estos intentos fracasaron. Así en los años treinta se cambió de
estrategia. Primero, unos inicios de contactos entre liberales moderados y
reformistas fernandinos como alternativa a la crisis y en apoyo de María
Cristina y de su hija Isabel, ante el temor a la llegada de los
ultrarrealistas. Segundo, el contexto internacional estaba marcado por el triunfo
del liberalismo moderado en Francia[11],
que intuía una posibilidad de transición sin revolución. Por estas razones los
liberales, ante la enfermedad de Fernando VII y posible sucesión de María
Cristina-Isabel II, prefieren dejar la vía del pronunciamiento y aliarse con
María Cristina.
Así, cuando María
Cristina asuma la Regencia tendrá que contar con el LIBERALISMO ya que:
-
ella necesita
a los liberales para defender el trono para su hija Isabel II.
-
la economía
necesita las reformas liberales para superar los problemas que tiene.
De este modo se produce la sustitución del modelo do Antiguo
Régimen por el modelo del liberalismo.
[1]
Se restablece el régimen señorial; se restaura la Inquisición, la censura
previa; se suprime la libertad de imprenta...
[2]
Los liberales detenidos eran encausados, pero los tribunales no encontraban
delitos para juzgarlos. Así Fernando VII personalmente decide el
encarcelamiento y destierro de los detenidos.
[3] Juan Díaz Porlier, militar del ejército
tradicional español, después de ser derrotado por los franceses en 1808, se
pasa a preparar y formar guerrillas. Cuando regresa Fernando VII es
traicionado, detenido y encarcelado en La Coruña. Aprovechando unas salidas de
la cárcel, por motivos de salud, organiza el pronunciamiento. Ajusticiado en La
Coruña en 1815.
[4]
Cuerpo armado de voluntarios formado por clases medias, esencialmente urbanas,
con el fin de garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.
[5]
La Santa Alianza (Austria, Prusia, Rusia, Francia) organiza congresos
periódicos para vigilar y sofocar los focos liberales en Europa. En 1823 se
reúnen en Verona.
[6]
Pero no le enviaron ayuda a Fernando VII para sofocar la independencia de las
colonias americanas. Este proceso de independencia de las colonias españolas es
bien visto por las potencias europeas que quieren ampliar allí su economía, por
lo que en este caso no intervienen y permiten la introducción del liberalismo y
la consiguiente independencia de España.
[8]
Nace en Vilagarcía de Arousa en 1872. Participa en el levantamiento contra los
franceses en 1808. Nombrado señor de la Golpilleira.
[9]
Durante la convalecencia del Rey, se firmó el decreto que tendría que ser
“secreto”. Hacer el decreto en secreto le daba un tinte oscuro para que los
liberales se decidiesen a apoyar a Isabel ante el temor a las represiones de
los ultrarrealistas. Al mismo tiempo, se cambia el gobierno y los mandos
militares por gente afín a María Cristina. De ese modo, a la muerte del rey,
María Cristina cuenta con más respaldo frente a D. Carlos María Isidro.
[10]
Con el apoyo de la hermana
de María Cristina, Luisa Carlota (mujer de Francisco de Paula, hermano de
FVII), que abofetea al ministro Calomarde, respondiéndole este para evitar ser
cesado: “manos blancas no ofenden”.
[11]
Luis Felipe de Orleans sucede a Carlos X. Fernando VII no reconoce el nuevo
gobierno francés y este apoya a los liberales que se encontraban en Francia, y
que protagonizarán varias sublevaciones que no tendrán éxito.
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