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jueves, 23 de mayo de 2019

TEORÍA COMPOSICIÓN 3. LA RESTAURACIÓN DE FERNANDO VII Y DEL ABSOLUTISMO (LAS ETAPAS DEL REINADO)


COMPOSICIÓN 3 LA RESTAURACIÓN DE FERNANDO VII Y DEL ABSOLUTISMO (LAS ETAPAS DEL REINADO)
ORIENTACIONES GRUPO DE TRABAJO: Sempre tendo en conta a información subministrada polos documentos, o alumnado deberá explicar o reinado deste monarca como a crise permanente e definitiva do Antigo Réxime, un modelo que xa resulta inviable fronte a un liberalismo que vai sufrir avances e retrocesos ata a morte do rei. En consonancia con isto, referirase ás etapas políticas do seu reinado e comentará as súas principais características: o Sexenio Absolutista (regreso de Fernando VII e restablecemento do absolutismo, abolindo a obra das Cortes de Cádiz); o Trienio Liberal (triunfo do pronunciamento liberal de 1820 e establecemento dun goberno desta ideoloxía); e a Década Ominosa (restablecemento do absolutismo logo da intervención dos “Cen Mil Fillos de San Luís”).
El reinado de FVII se inserta en la crisis del AR, será constante el enfrentamiento entre las tendencias absolutistas y liberales.
El 11 de diciembre de 1813 Napoleón firmó el Tratado de Valençay, por el que reconocía como rey a Fernando VII, quien recobrará la corona el 22 de marzo de 1814.
REGRESO Y SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-20)
Los liberales tenían dudas de que Fernando VII aceptase las reformas (había marchado como rey absoluto), por eso intentaron controlar su regreso. Las Cortes (Martínez de la Rosa) y la Regencia hacen un itinerario que Fernando VII debía cumplir para llegar a Madrid y jurar la Constitución. Fernando VII quiere recobrar la monarquía absoluta pero no sabe el respaldo que tiene.
Fernando VII entra en España y ve el apoyo popular con el que cuenta: era el Deseado, la gente aclama su regreso. Los absolutistas, por su parte, vieron la posibilidad de volver al Antiguo Régimen y le mostraron al rey su apoyo incondicional a través del Manifiesto de los Persas (12 de abril de 1814): 69 diputados firman ese documento en defensa de la monarquía absoluta. La Iglesia también quería su regreso para eliminar las reformas que atacaban sus privilegios y obtener más poder. Finalmente, en Valencia contó con el apoyo del ejército mandado por el general Francisco Javier de Elio. Con ese respaldo (pueblo, diputados absolutistas, ejército e Iglesia), el 4 de mayo de 1814, mediante un Real Decreto, que dejó en secreto, declaró “nulos y sin ningún valor ni efecto” los decretos de Cádiz y la Constitución; se dirigió a Madrid y, el 10 y 11 de mayo, los liberales, que no se percataron de las maniobras de Fernando, al ser los decretos secretos hasta la llegada a Madrid, fueron detenidos y publicados los decretos. Empieza la primera etapa de su gobierno: el Sexenio absolutista.
En los meses siguientes se restauraron todas las instituciones del Antiguo Régimen[1] y se persiguieron a los liberales. Los liberales no se dieron cuenta de las acciones del Rey ya que: no conocían los decretos, no había precedentes de que un rey atacara a quien lo defiende, creían que no habían delinquido (tampoco existía el delito, que lo creará el Rey personalmente[2]), creían que la Constitución era tan buena e importante que aunque no le gustara al Rey la aceptaría, y creían que era imposible volver a la situación anterior a 1808.  El contexto internacional también le era favorable a Fernando VII: Napoleón había sido derrotado y las potencias vencedoras consiguieron en el Congreso de Viena restaurar el viejo orden, y crearon la Santa Alianza para defender el absolutismo en cualquier país.
Fernando VII intenta gobernar de un modo absoluto y lleva a cabo una fuerte represión (no cuenta casi ni con ministros ni con Consejos, ayudado por una camarilla), pero la situación del país era desastrosa: la economía estaba rota, la Deuda era enorme, los campesinos se negaban a pagar las rentas feudales, la recaudación era insuficiente pese a los intentos de reforma. España estaba destrozada por la guerra y tenía que hacer frente a la independencia de las colonias americanas que entorpecían el comercio y aumentaban los gastos. Los intentos de reforma en la Hacienda (el ministro Martín de Garay propone un sistema de contribución proporcional a la riqueza) chocaban con la oposición de los privilegiados. Así, la oposición se manifestó rápidamente.

Los levantamientos y pronunciamientos para forzar a Fernando VII a introducir reformas liberales se suceden (Mina -Pamplona, 1814-; Porlier -A Coruña, 1815[3]-: la falta de apoyos militares y civiles propiciaron el fracaso y su ejecución el 3 de octubre), pero fracasan. El pronunciamiento consiste en la sublevación de un militar o personalidad importante que luchó en la guerra de la Independencia. Generalmente están en el exilio, en la cárcel o en puestos de poca importancia política. Tiene como finalidad forzar la voluntad de Fernando VII (o la conquista del poder) para implantar el liberalismo mediante una acción que pretende encontrar el apoyo del resto del ejército, de las fuerzas políticas y de la mayoría de la población. La repetición de los pronunciamientos nos indica el fuerte descontento de ciertas capas sociales, sobre todo de la burguesía, ya que la mayoría de los pronunciamientos son impremeditados, impulsivos, débiles y fruto de la casualidad y acaban en la detención y ejecución de los protagonistas. Se suceden desde 1814 y así llegamos al 1 de enero de 1820 cuando se inicia el pronunciamiento del coronel Rafael del Riego: se subleva en Cabezas de San Juan (Sevilla) y recorre Andalucía proclamando la Constitución de 1812. Riego está acantonado a la espera para embarcar para América, así se une el malestar por la situación interna con la marcha para luchar en las posesiones americanas.
7.2.   EL TRIENIO LIBERAL (1820-23)
El movimiento de Riego se deshacía sin encontrar ni mucha oposición ni mucho apoyo, pero antes se extendió a otras ciudades de España. En La Coruña la mayoría de los militares, con el apoyo de la burguesía, detuvieron a las autoridades realistas, nombraron una Junta de Gobierno y restablecieron la Constitución de 1812. Fernando VII, para poder controlar la situación, tuvo que aceptar convertirse en monarca constitucional el 10 de marzo de 1820 (“…marchemos francamente por la senda constitucional”). Concedió una amnistía y convocó elecciones. Las Cortes mayoritariamente liberales comenzaron una gran obra legislativa:
-         Liquidar el feudalismo en el campo: supresión de señoríos y mayorazgos, venta de tierras, desamortización de los bienes de la Inquisición y monasterios suprimidos.
-         Liberalizar la industria y el comercio. Abolición de los gremios.
-         Modernización política y administrativa.
-         Creación de la Milicia Nacional[4] como fuerza de orden pública.
Los liberales para extender su ideología se valían de la prensa, de las Sociedades Patrióticas y masónicas y de la Milicia Nacional, pero el apoyo popular no era grande y contaban además con la oposición de la Iglesia católica.
El Rey y los absolutistas, desde el principio intentaron boicotear todas las acciones (derecho de veto) para que fracasara el Trienio. Además, los absolutistas están muy presionados (momento del “trágala”, canción que cantan los liberales para humillar a los absolutistas). Por otra parte, el campesinado ve como su situación empeora, ya que ahora eran arrendatarios de las tierras de los señores y tenían que pagar rentas o eran expulsados, y los impuestos tenían que pagarlos en dinero y no eran capaces. Así, los campesinos empezaron a alzarse contra los liberales, que cada vez estaban más divididos entre exaltados y moderados.

Los liberales comienzan a dividirse entre moderados e exaltados:
-       Los moderados (doceañistas) buscaban una transición o pacto con sectores respetables y propietarios de la vieja sociedad. Creían que la Constitución de 1812 debía ser reformada en los aspectos más radicales. Así, reforzar el poder ejecutivo en manos de la Corona, limitar las atribuciones de las Cortes, establecer un Parlamento bicameral (Cortes y Senado para moderar), y eliminar el sufragio universal masculino.
-       Los exaltados (veinteañistas) defendían a ultranza la Constitución de 1812. Creían que las reformas debían aumentarse y para eso se tenía que dar una mayor participación popular (sufragio universal masculino).
Los absolutistas lograron levantar partidas (grupos armados) realistas en Cataluña, País Vasco, Navarra y norte de Castilla que contaban con el apoyo de la población agraria, pero fracasaron a finales de 1822. Se dieron cuenta que sólo podrían derribar el régimen liberal con la ayuda extranjera.
El 15 de agosto de 1822 los absolutistas forman una Regencia en la Seo de Urgel (Lérida) y solicitan ayuda a Metternich (Santa Alianza, Verona[5]) que acuerda enviarle cien mil soldados[6]. El 7 de abril de 1823 los “Cien Mil Hijos de San Luis” mandados por Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema[7] invaden España, y el 1 de octubre el rey recobra el poder absoluto.
7.3.   EL REGRESO AL ABSOLUTISMO: LA DÉCADA OMINOSA (1823-1833)
Con el regreso del absolutismo se sucede una fuerte represión (ejecuciones de Riego y Mariana Pineda) sobre los liberales que sólo va a ceder debido a los problemas económicos (actuaciones de la Superintendencia General de Policía, de los voluntarios realistas, de los tribunales de justicia e incluso de las Juntas de Fe).
La economía mantiene las dificultades pese a los intentos de reforma del ministro Luis López Ballesteros[8], que pone en funcionamiento los presupuestos y el Tribunal de Cuentas. También se funda el Banco de San Fernando (1829) y se pone en funcionamiento la bolsa de Comercio en Madrid.
Una parte del absolutismo se dio cuenta que se tenían que producir ciertas reformas para intentar frenar la quiebra del sistema. Había que permitir ciertas reformas liberales. Así, en contacto con la burguesía financiera moderada se intentó racionalizar la economía a través de las reformas que se iban sucediendo, y se  elaboró un proyecto de centralización del Estado que atentaba contra la existencia de los fueros del País Vasco y Navarra.
Estas reformas provocaron la reacción de los ultrarrealistas que no querían cambios y que contaban con el apoyo del hermano del rey, D. Carlos María Isidro. La oposición fue creciendo hasta llegar a dos enfrentamientos graves:
·      La guerra de los Malcontents, o revuelta de los agraviados de Cataluña de 1827. Fue una revuelta protagonizada por los campesinos y artesanos rurales en precaria situación, y que se extendió a Aragón, Valencia, País Vasco y la Mancha, y que estaba financiada por los ultrarrealistas.
·      La cuestión sucesoria, a partir de 1830. En 1829, Fernando VII se casa (cuarto matrimonio) con su sobrina María Cristina de Nápoles. Su embarazo y la posibilidad de descendencia hace que Fernando firme en marzo la Pragmática de 1789 (Ley hecha por Carlos IV, pero no firmada) que restablece la Ley de Partida, que permite la sucesión femenina. El 10 de octubre 1830 nace Isabel que es proclamada heredera. En enero de 1832 nace la segunda hija, Luisa Fernanda. Fernando VII tenía asegurada, prácticamente, la sucesión. Entonces, los partidarios de D. Carlos se negaron a aceptar la situación ya que quedaban apartados de la sucesión y lograron en 1832 que Fernando, enfermo, repusiese a Ley Sálica[9]. Este cambio quedó en secreto (aunque fue divulgado, maniobra que parece ser que se le ocurrió a María Cristina), lo que asustó a los liberales, que temerosos de una gran represión si el trono pasaba a D. Carlos, deciden apoyar a María Cristina.  A finales del año, repuesto Fernando volvió a promulgar la Pragmática Sanción[10]. Ahora Mª. Cristina contaba con el apoyo de los absolutistas moderados y de los liberales (ante el temor a una gran represión de los carlistas). El día de la muerte del rey, el 29 de septiembre de 1833, desde Portugal, se inició el levantamiento carlista.

Por su parte los liberales mantenían una estrategia insurreccional en torno a dos militares, Espoz y Mina y Torrijos; pero estos intentos fracasaron. Así en los años treinta se cambió de estrategia. Primero, unos inicios de contactos entre liberales moderados y reformistas fernandinos como alternativa a la crisis y en apoyo de María Cristina y de su hija Isabel, ante el temor a la llegada de los ultrarrealistas. Segundo, el contexto internacional estaba marcado por el triunfo del liberalismo moderado en Francia[11], que intuía una posibilidad de transición sin revolución. Por estas razones los liberales, ante la enfermedad de Fernando VII y posible sucesión de María Cristina-Isabel II, prefieren dejar la vía del pronunciamiento y aliarse con María Cristina.
            Así, cuando María Cristina asuma la Regencia tendrá que contar con el LIBERALISMO ya que:
-          ella necesita a los liberales para defender el trono para su hija Isabel II.
-          la economía necesita las reformas liberales para superar los problemas que tiene.
De este modo se produce la sustitución del modelo do Antiguo Régimen por el modelo del liberalismo.






[1]                    Se restablece el régimen señorial; se restaura la Inquisición, la censura previa; se suprime la libertad de imprenta...
[2]                    Los liberales detenidos eran encausados, pero los tribunales no encontraban delitos para juzgarlos. Así Fernando VII personalmente decide el encarcelamiento y destierro de los detenidos.
[3]                      Juan Díaz Porlier, militar del ejército tradicional español, después de ser derrotado por los franceses en 1808, se pasa a preparar y formar guerrillas. Cuando regresa Fernando VII es traicionado, detenido y encarcelado en La Coruña. Aprovechando unas salidas de la cárcel, por motivos de salud, organiza el pronunciamiento. Ajusticiado en La Coruña en 1815.
[4]                    Cuerpo armado de voluntarios formado por clases medias, esencialmente urbanas, con el fin de garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.
[5]                    La Santa Alianza (Austria, Prusia, Rusia, Francia) organiza congresos periódicos para vigilar y sofocar los focos liberales en Europa. En 1823 se reúnen en Verona. 
[6]                    Pero no le enviaron ayuda a Fernando VII para sofocar la independencia de las colonias americanas. Este proceso de independencia de las colonias españolas es bien visto por las potencias europeas que quieren ampliar allí su economía, por lo que en este caso no intervienen y permiten la introducción del liberalismo y la consiguiente independencia de España.
[7]                     Hijo del futuro rey de Francia Carlos X.
[8]                    Nace en Vilagarcía de Arousa en 1872. Participa en el levantamiento contra los franceses en 1808. Nombrado señor de la Golpilleira.
[9]                    Durante la convalecencia del Rey, se firmó el decreto que tendría que ser “secreto”. Hacer el decreto en secreto le daba un tinte oscuro para que los liberales se decidiesen a apoyar a Isabel ante el temor a las represiones de los ultrarrealistas. Al mismo tiempo, se cambia el gobierno y los mandos militares por gente afín a María Cristina. De ese modo, a la muerte del rey, María Cristina cuenta con más respaldo frente a D. Carlos María Isidro.
[10]                 Con el apoyo de la hermana de María Cristina, Luisa Carlota (mujer de Francisco de Paula, hermano de FVII), que abofetea al ministro Calomarde, respondiéndole este para evitar ser cesado: “manos blancas no ofenden”.
[11]                 Luis Felipe de Orleans sucede a Carlos X. Fernando VII no reconoce el nuevo gobierno francés y este apoya a los liberales que se encontraban en Francia, y que protagonizarán varias sublevaciones que no tendrán éxito.

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