COMPOSICIÓN 22. LA
AGONÍA DEL FRANQUISMO Y EL INICIO DE LA TRANSICIÓN
ORIENTACIONES DEL GRUPO DE TRABAJO: Sempre tendo en conta a información
subministrada polos documentos, o alumnado
deberá demostrar que coñece os principais problemas aos que debe facer
fronte o Franquismo na súa etapa final: crise económica, incremento das forzas
de oposición, “Marcha Verde”...., así como as diferentes medidas postas en
marcha polo primeiro goberno da monarquía e
polo goberno de Suárez para chegar á implantación dunha democracia
parlamentaria desde a legalidade franquista vixente, analizando máis en
profundidade a Lei para a Reforma Política.
Pese a los profundos cambios
económicos y sociales de la década de los sesenta que transformaron totalmente
la sociedad española, el Régimen no estaba decidido a adoptar las formas
políticas propias de las democracias occidentales. La idea de Franco, del
franquismo, era su permanencia, por eso en 1967 se promulga la última de las
Leyes Fundamentales, la Ley Orgánica del Estado, para dejar diseñado el futuro
de España, y se completaba el proceso con la designación de Juan Carlos de
Borbón como sucesor de Franco, a título de rey, en julio de 1969, de ese modo
quedaba, en palabras de Franco, “atado y bien atado para el futuro”.
Al
mismo tiempo promulgan una serie de leyes para apaciguar las tensiones sociales
y canalizar las crecientes discrepancias entre las diversas familias que
componen el régimen. Entre las leyes promulgadas destacamos la Ley de Prensa
(1966) que suprimía la censura previa, la Ley de Libertad Religiosa (1967) que
reconocía la igualdad de todas las religiones, la Ley de Educación (1970) que
establecía la escolarización obligatoria hasta los 14 años. Los sectores más
inmovilistas, por su parte, no querían ninguna suavización ni apertura.
Presionaban para expulsar a los tecnócratas e incluso fue aireado el escándalo
“Matesa”, para provocar su salida del gobierno, pero Franco los mantuvo en el
poder. Franco necesitaba el apoyo económico y el gobierno de 1970 fue el llamado
gobierno monocolor, por estar formado casi exclusivamente con tecnócratas y con
la novedad de estar el almirante Carrero Blanco en la vicepresidencia, en el
camino de preparar la sucesión. Ese proceso se culmina en el verano de 1973.
Franco abandona la presidencia del gobierno y es nombrado Carrero Blanco como
jefe de un gobierno en que estaban integradas todas las “familias”, en la idea
de tenerlas controladas en el momento del fallecimiento de Franco. Pero el
franquismo tiene que enfrentarse a varios problemas: crisis política, crisis
económica y crisis internacional.
La crisis política: los planes de
Franco quedaron truncados en diciembre de ese mismo año cuando Carrero Blanco
fue asesinado por ETA en un atentado perpetrado en Madrid en diciembre de 1973.
Carrero era la pieza clave para la continuidad y estabilidad del sistema
franquista. ETA es una organización
terrorista fundada en 1959, de una rama juvenil del Partido Nacionalista Vasco.
La organización Euskadi ta Askatasuna (Euskadi y Libertad, ETA). Reaccionaban
contra la pérdida de identidad del pueblo vasco y contra la represión
franquista. Desde 1967 realizaban atentados.
El
atentado supuso un duro golpe para el franquismo, interinamente ocupó la
presidencia del gobierno Torcuato Fernández Miranda, que evitó el “golpe de
fuerza” que reclamaba la derecha. La
fractura entre inmovilistas (el búnker), defendían el carácter inalterable de
los principios del 18 de julio, y los aperturistas, que defendían la necesidad
de aplicar pequeñas reformas en un sentido democrático, fue haciéndose cada vez
mayor.
En
enero de 1974 se formó un nuevo Gobierno presidido por Arias Navarro que pretendía unir a aperturistas e inmovilistas; un
gobierno sin tecnócratas, con algún aperturista y, sobre todo,
franquistas duros, mantener al régimen unido pese a las discrepancias para
asegurar su futuro. El programa de gobierno que presentó quedó resumido en el
llamado “Espíritu del 12 de febrero”,
que fue la declaración más liberal nunca efectuada por un Ministro de Franco.
En él, Arias prometió una nueva Ley Municipal que permitiese la elección
de los alcaldes y de las diputaciones provinciales, aumentó el poder de los
procuradores en las Cortes cuyo número ascendió,
anunció reformas sindicales y una nueva Ley sobre las Asociaciones Políticas.
Estos intentos de conciliación y aperturistas van
a quedar cortados por los sectores ultraderechistas que denunciaban el
inminente peligro de destrucción del régimen y forzaron el retorno al
inmovilismo. Girón de Velasco,
Presidente de la Confederación Nacional de Excombatientes, es uno de los
máximos
defensores del inmovilismo, defiende la necesidad de “cerrar el paso a los que
quieren arrebatarnos la victoria”, hay que mantener las mismas ideas presentes
en el Alzamiento del 18 de julio para evitar el “holocausto”. Se trataba, como hablaba la prensa de
la época de un “gironazo” hacia las
posiciones defendidas por el “bunker”.
Las reformas presentadas en
febrero se cortan y los ministros aperturistas (Fraga,
Fernández Ordóñez, Pío Cabanillas...) se alejaban del régimen. El intento de
apertura había fracasado demostrando claramente la incapacidad del franquismo
para democratizarse desde dentro. El gobierno vuelve a la represión y a
mantenerse dentro de sus esencias.
El gobierno de Arias Navarro no
sólo tuvo que hacer frente a la ruptura entre inmovilistas y reformistas sino
también al aumento de la conflictividad social que se tradujo en un incremento
del número de huelgas, al auge del terrorismo (ETA incrementó sus atentados y
aparecieron nuevos grupos terroristas ultraizquierdistas como FRAP y GRAPO), a
la cuestión marroquí (reclamaciones sobre el Sahara y Marcha Verde) y a la
crisis económica. La presión al régimen desde el movimiento obrero también
aumentaba, sobre todo la protagonizada por Comisiones Obreras. La dirección del
sindicato ilegal (Marcelino Camacho) estaba en la cárcel desde 1972, y habían
sido duramente condenados en el “proceso 1001” de diciembre del 73 a largas
condenas de cárcel. A esa situación hay que unir el fin del crecimiento
económico del desarrollismo y e inicio de la crisis del 73.
La
crisis económica se inició en 1973 y fue producida por la subida de los
precios del petróleo y el inicio de un nuevo ciclo tecnológico que afectó
gravemente a la economía mundial. Pero el Estado franquista no adoptó ningún
tipo de medida y la crisis sacó a la luz los defectos estructurales del
desarrollo económico de los años sesenta: la dependencia tecnológica del extranjero,
el elevado endeudamiento de las empresas públicas, el aumento del paro… En la
primavera de ese mismo año, la gran profundidad de la crisis económica era
evidente, afectaba a todos los sectores económicos, que agravaba el negro
panorama de nuestra economía y del futuro del régimen franquista, incapaz de
atajar la profundidad de la crisis.
Al mismo tiempo que se producía la desunión en el régimen entre las posiciones más
inmovilistas y las reformistas, la oposición aumentaba y promovieron la
creación de organismos unitarios para reivindicar la democratización del país e
impedir la continuidad del franquismo. En este sentido, en Julio de 1974, a iniciativa del PC, se crea en París
la Junta Democrática que tenía como objetivos “la formación de un Gobierno
Provisional, la legalización de los partidos políticos, y la celebración de una
consulta popular”. Se reclama una “ruptura” con la legalidad de la dictadura y
la brusca desaparición del sistema franquista.
Al año siguiente el PSOE impulsó la Plataforma de Convergencia
Democrática y en 1976 ambos organismos, con una programación similar, se
unieron en la Coordinación Democrática, la Platajunta. Optaron por la vía de la
“reforma” o “ruptura pactada”, es decir, la transformación de la dictadura en
democracia partiendo de su propia legalidad, e incluso contando con la voluntad
de las fuerzas aperturistas. En su Programa fundacional, entre otras cosas,
piden: liberación de presos políticos, ejercicio de derechos humanos y
libertades políticas, y la ruptura política con el inicio de un periodo
constituyente.
En ese contexto de crecimiento de la oposición,
desunión del régimen, crisis económica y aislamiento internacional (había
caído las dictaduras portuguesa y griega) se produce la reclamación de Marruecos
sobre el Sahara, que agravo la crisis final de la dictadura.
En 1970, la ONU había aprobado una
resolución para efectuar en el Sahara un referéndum de autodeterminación.
España se niega a hacerlo hasta 1974. En 1973 se fundó el Frente Polisario que
es un movimiento de liberación nacional que se formó por un grupo de
estudiantes y soldados saharauis refugiados en Mauritania y que luchaban por la
independencia del Sahara. Marruecos no quería el referéndum. El Rey Hassan de Marruecos
organizó la “Marcha Verde”, grupos civiles que entrarían en el Sahara para
anexionarlo, para octubre de 1975. Marruecos contaba con el apoyo de los EE.UU.
y Francia, ante la vinculación del Frente Polisario y Argelia con la Unión
Soviética. El día 6 de noviembre la Marcha Verde entró en el Sahara lo que
determinó la salida de España (el 9 del 11 el rey ordena el repliegue. La ONU
condenó la entrada, pero EE.UU. y Francia aceptaron la anexión. Se llega a los
Acuerdos de Madrid, 14, 15 de noviembre de 1975, reparto del Sahara entre Marruecos
(zona norte y oriental) y Mauritania (zona meridional), España abandona en
febrero de 1976).
El 20 de noviembre de 1975 Franco falleció dejando
tras de sí un régimen anacrónico y en profunda crisis.
Dos días después de su muerte Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey y con él se inicia
la Transición hacia un sistema democrático. En su primer gobierno, mantiene
como jefe de gobierno a Carlos Arias Navarro y como Presidente de las Cortes y
del Consejo del Reino a Torcuato Fernández Miranda. Dentro de ese gobierno
había partidarios de mantenerse en el régimen, sin cambios, los que querían
alguna transformación y los que esperaban poder avanzar hacia la democracia.
En este contexto ante los
posibles cambios se perfilan tres
posibilidades:
–
Los continuistas (conocidos como el búnker), se
mantienen fieles al espíritu de Franco y se oponen a cualquier reforma. Son
minoritarios en el conjunto de la sociedad, pero tienen peso entre las Fuerzas
Armadas y los servicios de Seguridad.
– Los rupturistas: creen que desde el franquismo no puede hacerse una
reforma hacia la democracia. Consideran necesario romper con el sistema
vigente para formar un Gobierno Provisional que legalice partidos y convoque
elecciones a Cortes Constituyentes. Es
la postura de casi toda la oposición.
–
Los reformistas: son partidarios de iniciar una reforma dirigida desde la
Dictadura para dar lugar a una democracia controlada.
Favorecida por los poderes económicos y el entorno internacional (sobre todo
EEUU). Los principales representantes de esta postura serán el Rey y Adolfo Suárez.
El gobierno contaba con una
oposición democrática cada vez más fuerte, sobre todo desde la formación de la
citada anteriormente Platajunta. La oposición de los inmovilistas también era
mayor. Al mismo tiempo se produce un
incremento de la conflictividad social y laboral que provoca huelgas,
protestas, etc. Los atentados terroristas de ETA, GRAPO, FRAP también se
suceden. La respuesta del gobierno de Arias fue la represión, en algunos casos
con gran dureza (sucesos en una iglesia de Vitoria el 3-3-1976). El cambio
estaba paralizado, así que el Rey, que ya había estado lanzando mensajes de
libertad y cambio (Discurso en el Congreso de Estados Unidos) y que había
conseguido apoyos dentro y fuera de España (EE.UU.) solicitó a Arias su
dimisión el 1 de julio de 1976.
Tras la dimisión de Arias,
Torcuato Fernández Miranda, como Presidente del Consejo del Reino, le propuso
al Rey, como era preceptivo, una terna de candidatos para la elección de jefe
de gobierno: Adolfo Suárez, Gregorio López Bravo y Federico Silva. El día 3 de
julio de 1976 Adolfo Suárez fue designado por el Rey para desempeñar el cargo
de jefe de gobierno. Suárez provenía del franquismo, había sido ministro en el
gabinete anterior, por lo que su nombramiento causó un gran recelo en la
oposición y satisfacción en los sectores del régimen. Nombró un gobierno
aperturista e inició un nuevo talante en un ambiente de poca colaboración: José
María de Areilza o Fraga no querían colaborar, la Platajunta convocaba
manifestaciones en apoyo de la amnistía…
Poco a poco el gabinete
presidido por Suárez fue cobrando protagonismo y credibilidad y el 17 de julio
hizo una declaración programática
que marca el inicio de las reformas. En esa declaración, partiendo del principio de
que “la soberanía reside en el pueblo”, anuncia la celebración de elecciones
generales antes del 30 de julio de 1977. La idea era hacer la reforma dentro de la legalidad, hacer una ruptura pactada contando con mayor
consenso y apoyo de las fuerzas políticas, para desmantelar lentamente la
dictadura para llegar a la democracia. Acompañando estas ideas, Suárez pone en
marcha algunas medidas reformistas, como la aprobación de una amnistía para
presos políticos (salvo terrorismo), recogida en la declaración del 17 de julio. Ampliación de la tolerancia pública
que amplía la libertad de expresión, negociaciones para legalizar centrales
sindicales y partidos políticos, etc.
Esta declaración fue recibida con rechazo en los
sectores del bunker y con escepticismo en la oposición democrática. Al bunker
había que aislarlo y a la oposición democrática ganarla para que se apartase de
las posiciones rupturista y aceptase la vía reformista y de consenso, para
pasar del régimen franquista a la democracia desmantelando lentamente las
estructuras de la dictadura. Los partidos políticos comienzan a reorganizarse,
la derecha en torno a Fraga forma Alianza Popular, democristianos y liberales
forman el Partido Popular (PP) que será el aglutinante de la Unión de Centro
Democrático (UCD), el Partido Comunista habla de la concordia entre españoles y
abre una vía de diálogo con el gobierno, etc.). El gobierno por su parte,
intenta controlar a los poderes fácticos: al ejército, con el vicepresidente
del gobierno el general Gutiérrez Mellado, y a la Iglesia con la labor del
cardenal Tarancón.
Finalmente,
todo este proceso quedaría confirmado con la aprobación de la Ley
para la Reforma Política (última
Ley fundamental de la legislación franquista). Ley que fue el instrumento para encauzar la transición a la democracia,
pasando de la ley a la ley (idea de Torcuato Fernández, pasar de las leyes
franquistas a un verdadero Estado de Derecho utilizado las posibilidades de
reforma de sistema anterior). La Ley fue presentada por Suárez a las Cortes
para ser tramitada por el procedimiento de urgencia (para evitar oposiciones de
los inmovilistas), es aprobada por las Cortes el 18 de noviembre de 1976 y
ratificada, en referéndum nacional, el 15 de diciembre de 1976 (la prensa
hablará de las Cortes haraquiri, por haber aprobado su autodisolución). El búnker hizo campaña por el voto negativo, y
la oposición, que consideraba la ley muy insuficiente, recomendó la abstención.
Los resultados de la votación de diciembre de 1976 fueron claros: 77% de
participación y 94% de votos afirmativos. Adolfo Suárez tenía un claro apoyo
popular para culminar la Transición.
La Ley
reconocía la soberanía popular, afirmaba la inviolabilidad de los derechos
fundamentales y creaba unas Cortes democráticas de carácter bicameral. Las
Cortes debían ser elegidas por sufragio universal, directo y secreto. Serían
elegidos 350 diputados y 207 senadores.
Desde ese momento se iniciaba la voladura controlada del régimen,
se iniciaba el camino hacia la democracia que arrancaba la transición y que
dejaba atrás el duro periodo de la dictadura franquista.
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