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martes, 26 de septiembre de 2017

PROPUESTA SOLUCIÓN INTROMISIÓN EJÉRCITO


INTROMISIÓN EJÉRCITO EN LA VIDA POLITICA ESPAÑOLA
                La intervención del ejército en la vida política española es una constante y un elemento diferenciador durante la época contemporánea, que se produce por la debilidad de las fuerzas burguesas para imponerse al poder y por la utilización que hace del poder de los militares para no abandonarlo.
                Las Corte de Cádiz decretaron “libre admisión de todos los hijos de españoles honrados en los Colegios Militares de mar y tierra” y la guerra contra los franceses propició el acceso de individuos procedentes de sectores no nobiliarios a puestos de responsabilidad militar. Esto explica, en cierta medida, la influencia liberal entre oficiales y suboficiales del ejército y su posterior participación en pronunciamientos contra el absolutismo primero y contra la política moderada después. 
                Cuando se produce el regreso de Fernando VII y el restablecimiento del absolutismo, contando con el apoyo de militares absolutistas (general Elio), Fernando VII pretende aprovecharse del prestigio de aquellos militares que habían defendido su trono contra los franceses y los coloca en puestos sin importancia. El descontento de esos militares y el rechazo a la política absolutista de Fernando VII los lleva a ser los que encabecen las protestas contra el absolutismo; y así se inician los pronunciamientos, que serán una constante durante su reinado.
                Los militares, que habían defendido la Constitución de 1812 y aceptado las ideas del liberalismo,   encabezan las protestas contra Fernando VII y realizan los pronunciamientos (doc.1)…… (hay que explicar que es un pronunciamiento, usar el texto y poner ejemplos).
En el doc. Juan Díaz Porlier (si se sabe algo de Porlier se puede poner), en La Coruña, protagoniza uno de los primeros pronunciamientos y expone lo que pretenden: la vuelta a un régimen constitucional, el restablecimiento de la Constitución del 12 y la convocatoria de Cortes (se pueden indicar líneas del texto o usar palabras entre comillas).  (También se podría hacer alusión a principios del liberalismo…).
                Estos pronunciamientos fracasan, cuentan con poco apoyo, son impulsivos, poco meditados, pero indican el descontento de una parte de la población. Los militares tienen que intervenir porque la burguesía es débil, poco numerosa e incapaz de enfrentarse al poder absoluto de Fernando VII.
                Solo logra triunfar el pronunciamiento del coronel Riego en 1820 y restaura el liberalismo; pero, cuando Fernando VII consigue apoyo militar (los Cien mil hijos enviados por Francia, Santa Alianza) se repone el absolutismo.
                A la muerte de Fernando VII y debido al problema sucesorio una parte del ejército apoya a los carlistas y las ideas absolutistas y otra parte se mantiene con la regente María Cristina. Los militares vuelven a ser necesarios para defender el trono, y obtienen prestigio nuevamente, como Espartero. Finalmente, María Cristina tiene que aceptar otra intervención militar, la de los sargentos en el palacio de la Granja en el verano de 1836. A partir de ahí triunfa el liberalismo, y los militares, a excepción de los que mantienen la causa carlista, se decantan por el liberalismo, divididos ahora entre moderados y progresistas.
                A partir de este momento los militares, como señala el doc. 2., serán un elemento fundamental en el poder y los partidos políticos tendrán que contar con ellos y casi nada se hará sin su aprobación. Los moderados contarán con una parte del ejército y los progresistas con otra. Y los militares apoyarán, en función de las circunstancias económicas y sociales a un grupo o al otro.
                Las grandes figuras militares pasarán a encabezar los partidos políticos, como por ejemplo el general Baldomero Espartero en los progresistas y el general Ramón Narváez en el moderado. Serán los “espadones” que dirigirán la vida política española. Estas son las dos grandes figuras que simbolizan el poder alcanzado por los militares, sobre todo Espartero al ocupar la regencia de 1840 a 1843.
                Cuando un grupo político alcanza el poder cuenta con el respaldo del ejército e intentará mantenerse en el poder. Durante el reinado de Isabel II serán los moderados los que cuenten con el apoyo de la reina y de la mayoría del ejército. Por esa razón para conseguir ocupar el poder, la otra opción política tendrá que conseguir el apoyo de una parte importante del ejército, realizar un pronunciamiento, conseguir apoyo de más militares, que se formen juntas revolucionarias, y así, finalmente, la reina, con esa presión, nombre jefe de gobierno al líder la opción contraria. Eso sucede para forzar la caída de Espartero, para su regreso en 1854, después de la “vicalvarada” para el inicio del bienio progresista y, finalmente, para llevar a cabo la revolución septembrina de 1868. La intervención de otro grupo de militares encabezados por los generales Prim, Serrano y Topete, sumándose a las ideas progresistas y demócratas fuerzan la caída de Isabel II y la instauración de un régimen democrático.
                Esta época del Sexenio Revolucionario también acaba con otra intervención militar. La posibilidad de la vuelta a la inestabilidad de la I República la corta el general Pavía a principios de 1874, tomando el poder el general Serrano, esperando el momento para volver a la monarquía. Y el general Martínez Campos protagoniza el pronunciamiento para el regreso de Alfonso XII, a finales de 1884.
                Con la Restauración, su diseñador, Antonio Cánovas del Castillo, pensó en crear un sistema de alternancia pacífica entre los dos grandes partidos, el conservador y el liberal. De ese modo se alejaba a la oposición del poder, se controlaba la sociedad y ya no era necesaria la intervención militar en la vida política; parecía que se subordinaba el poder militar al poder civil y el rey encabezaba el ejército (rey soldado y mando del ejército). Aunque esto no sucede del todo. Como señala Raymond Carr en el doc. 3. es un proceso de “desmilitarización” aparente. En principio los militares aceptan esa subordinación a cambio de poder integrarse en los partidos políticos como dirigentes (el ministro de la guerra siempre es un general –doc. 3-), ocupar puestos de importancia (los generales son senadores) y disponer de un gran presupuesto que no sería controlado (“reserva sacrosanta”, doc 3).   De ese modo los militares no intervienen durante la Restauración, a excepción del levantamiento de Villacampa en 1886 a favor de la República que acabó fracasando siendo confinado en África. Pero durante la Restauración serán un elemento de presión constante y las acciones de los gobiernos tendrán que contar con su aprobación e incluso con su colaboración, como la del general Polavieja después del desastre de Cuba para intentar regenerar el sistema e evitar la crisis; ya que necesitan su ayuda para controlar a la oposición y el orden público. Además, irán adoptando posiciones, cada vez, más conservadoras y serán causa de las distintas crisis de la Restauración: desastre del 98, las derrotas en África y la defensa de la ley de jurisdicciones de 1906 son un ejemplo.
                La injerencia militar va a ir aumentando desde principios del siglo XX, coincidiendo con el reinado de Alfonso XIII. En 1905, un grupo de oficiales asaltaron la redacción de la revista Cut-cut por las críticas contra el ejército y la defensa del catalanismo. La mayor parte de los militares apoyó esta acción y el Gobierno no se atrevió a castigar a los culpables. De este modo, el poder militar se impuso ante el civil, al conseguir, con el consentimiento del rey, la aprobación de una nueva Ley de Jurisdicciones (ponía bajo jurisdicción militar las ofensas contra la unidad de la patria). El cambio en la mentalidad militar era claro: de apoyar con sus acciones una u otra facción liberal a lo largo del siglo XIX, pasaron a la defensa de sus intereses corporativos y a considerarse salvadores de la patria y de la unidad nacional.
Su presión sobre la vida civil aumenta con la crisis de 1917. En 1916, se habían formado en Barcelona las llamadas Juntas de Defensa (asociaciones de  militares) que reclamaban un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra. Si bien en un primer momento fueron declaradas ilegales, finalmente fueron reconocidas. Una vez más se puso de manifiesto la debilidad del poder civil frente al militar.  A partir de entonces los militares intervinieron en el nombramiento del ministro de guerra y se convirtieron en los defensores del orden público. El gobierno tiene que ceder ante la llegada de la crisis política y social, y a partir de ahí se presenta como la única institución capaz de garantizar el orden.
                En 1923, cuando se están analizando las responsabilidades del desastre de Annual y cuando parecía que la Restauración tenía que coger el camino de la democracia se produce la intervención del general Miguel Primo de Rivera (Doc. 4). En septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña protagoniza un golpe de estado que no cuenta con casi ninguna oposición y el rey Alfonso XIII lo nombra jefe de un gobierno formado en exclusiva por militares, el Directorio Militar. Se inaugura la primera dictadura del siglo XX. Este gobierno solo militar dura hasta 1925, dando paso a partir de ahí a figuras civiles que colaboran en la misma idea. Era un régimen que anula la Constitución de 1876, acaba con los partidos políticos y que pone énfasis en el control del orden público y del desarrollo económico. Cuando Primo de Rivera intentó institucionalizar el régimen la economía empezó a ir mal y el aumento de la oposición y la falta de apoyo en los propios militares le lleva a dimitir. Remata, después de la dictablanda del general Berenguer y del Almirante Aznar, el 14 de abril de 1931, con la proclamación de la II República.
                Cuando se inaugura la II República, una parte de los militares, que ya habían participado en su instauración y colaborado en parte en algún intento de pronunciamiento, se vuelca con la República, pero otra parte se vuelve muy hostil y aumenta su descontento a medida que se hacen reformas (que los militares no comparten por su posición conservadora y que afectan  a la unidad, religión, propiedad, su propio estatus, etc.), sobre todo la militar realizada por Azaña y adoptan posiciones más conservadoras. Así ya se produce el intento de golpe de estado del general Sanjurjo en 1932 (que fracasa y lo lleva a la cárcel y después al exilio en Portugal) y la formación de la UME (Unión militar española). Una vez que se produce la victoria del Frente Popular, en febrero de 1936, los militares empiezan la preparación de un golpe de estado. Los militares, Mola, Goded, Fanjul, Franco, inician los preparativos del golpe, contando con el apoyo de los grupos falangistas y conservadores. Así se llega al 18 de julio de 1936, cuando en España, siguiendo el levantamiento de las tropas del Protectorado de África, se levantan contra el gobierno de la República.  El golpe fracasa, una parte del ejército quedó leal a la República, y se inicia la Guerra Civil que acaba con la victoria del bando sublevado del general Francisco Franco. A partir de ahí se inicia una dictadura militar y eclesiástica que tendrá la incorporación de rasgos del fascismo. En el DOC 5, vemos a Franco en compañía de Hitler (la foto corresponde a la entrevista de Hendaya) de cuyo régimen nazi recoge algunas influencias. El régimen de Franco será una dictadura militar muy personal que se caracterizara por la defensa de las ideas conservadoras y que representa el final de camino conservador que empiezan los militares a principios del siglo XX: defensa de los valores tradicionales, unidad de la patria, propiedad privada, religión católica, negación de las reformas republicanas, anticomunismo, antijudismo, antimasonería y antiliberalismo. Será un régimen ejercido con una gran represión, que solo tendrá una ideología y un partido, la Falange, y que contará con el apoyo del ejército hasta su muerte en 1975.    

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