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sábado, 23 de septiembre de 2017

PROPUESTA DE SOLUCIÓN MODELO MOVIMIENTO OBRERO

EL MOVIMIENTO OBRERO 2007
(nota: solución para el 2007)

El desarrollo de la industrialización genera una nueva clase social: el proletariado. El cambio producido en el régimen de propiedad de la tierra, de explotación agrícola y en el trabajo industrial produce un endurecimiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora.
            En las ciudades los trabajadores tienen que someterse a unas condiciones de trabajo industrial muy duras: largas jornadas, trabajos penosos, condiciones infrahumanas, salarios miserables... Además, un trabajo que afecta a hombres, mujeres y niños.
            Para mejorar su condición, los trabajadores irán organizándose progresivamente, empleando medios de presión, que ni la ley ni los patronos conceden de buen grado. Primero se organizan en asociaciones puramente laborales, para pasar más adelante a reivindicaciones más globales, según los modelos defendidos por las principales ideologías inspiradoras del movimiento obrero: anarquismo y socialismo.

            Los trabajadores al inicio de la industrialización no se encuentran unidos, solo cuentan con SOCIEDADES DE AYUDA MUTUA, que no tienen una finalidad reivindicativa, ni de defensa de sus intereses. Tienen como finalidad la organización de algún acto festivo o ayudarse en momentos de dificultad (falta de trabajo, enfermedad, muerte, etc.). Con la llegada del liberalismo, este tipo de organizaciones, al igual que los gremios, van a estar mal vistas por la burguesía, que prefiere tratar con el obrero de modo individual para imponerle sin oposición sus duras condiciones de trabajo, por eso serán prohibidas.
            En la década de 1830, durante la Regencia de María Cristina, es cuando se instala el liberalismo político y económico al compás de la industrialización. Se desarrollan los núcleos industriales y llegan las máquinas movidas por vapor, como la de la fábrica Bonaplata en Cataluña (primera de España en incorporar el vapor a la industria textil), o la fábrica de tabacos de A Coruña (Doc.1, aunque en Galicia llegan más tarde). Las máquinas cambian las condiciones de trabajo (doc. 1), los trabajadores no se acomodan a los cambios e incluso ven disminuir sus salarios. En esta situación, los trabajadores ven en las máquinas un competidor que les saca el trabajo (“apenas sacan a tercera parte del salario…” Doc. 1). Así que su respuesta es la destrucción de las máquinas y las fábricas. Es lo que se conoce con el nombre de LUDISMO (estos actos ya se han producido Inglaterra en el XVIII, precisamente el nombre de ludismo deriva de Ned Ludd, un trabajador textil que destruye máquinas textiles). Estas acciones se producen en los primeros momentos de la industrialización, por ejemplo, en Alcoy o en la fábrica Bonaplata en 1835. En Galicia se producen más tarde, el doc. 1 pone la fecha de 1857, debido a la tardía industrialización que se produce en Galicia. Estos actos serán duramente contestados por parte del estado y de los patronos (el estado permite a los patronos actuar con gran dureza para defenderse), como nos muestra el documento 1. Por estas razones los obreros se dieron cuenta que tendrían que seguir otro camino para mejorar sus condiciones de vida y trabajo.
            Durante los años 30 se vuelven a desarrollar sociedades de ayuda mutua, que poco a poco se hacen más reivindicativas. Por otro lado, el gobierno permite, a partir de 1839, las sociedades de ayuda mutua y beneficencia. De este modo en Barcelona, en 1840, se funda el primer SINDICATO, La Asociación de Tejedores de Barcelona. En principio son de oficio y de carácter local. Estos sindicatos tienen un carácter más reivindicativo, pero al estar prohibidos por la ley son perseguidos y a los trabajadores sólo les queda la HUELGA como forma de lucha, pero también está prohibida.
            Con la llegada de la Década Moderada estas sociedades son ilegalizadas, sus miembros perseguidos y los conflictos duramente reprimidos, con una legislación que favorece a los industriales burgueses. Con la llegada del liberalismo progresista durante el Bienio, los trabajadores tienen una mayor permisividad, que es aprovechada para luchar por conseguir el derecho de ASOCIACIÓN (Doc. 2). En ese documento, extraído el Eco de la Clase Obrera (primer semanario obrero de España fundado en 1854) los trabajadores señalan algunas razones para obtener el derecho a asociarse: salarios bajos, trabajo de mujeres y niños (doc. 2, lín. 2,3 y 4). Exponen a las Cortes Constituyentes que sólo pueden tener sociedades de ayuda mutua, pero que son insuficientes para defender “todos nuestros intereses” (doc. 2, lín. 12). Por ese motivo piden “…el libre ejercicio de un derecho: del derecho de ASOCIARNOS”. Pero las Cortes no atienden su petición de concederles el derecho de asociación y en la Constitución de 1856 (non nata), aunque se recogen muchos derechos políticos, no se atienden las peticiones del proletariado, no se atiende la “cuestión social”. Así, durante 1856, se llevarán a cabo en Barcelona numerosas huelgas que supondrán una gran inestabilidad y la caída de Espartero y del régimen progresista. O´Donnell se hace con el poder con la misión de volver al régimen moderado, las asociaciones vuelven a estar prohibidas y perseguidos los líderes obreros.
            Los años 60 son de gran dureza para los trabajadores (aunque sus condiciones de vida mejoran algo por el desarrollo industrial). O´Donnell gobierna de un modo autoritario, y cuando la crisis económica estalla, a partir de 1866, todos se unen para derribar el régimen. Estalla la Revolución Gloriosa y se instala un gobierno (Prim, Serrano, Sagasta) que aspira a construir un régimen democrático.
            Se inicia el Sexenio democrático. Durante estos años el movimiento obrero tendrá un florecimiento. El gobierno concede el derecho a asociarse, que es recogido en la Constitución de 1869. A partir de este momento se comienzan a formar multitud de organizaciones obreras y entran en España las principales ideologías del movimiento obrero europeo: el socialismo marxista (Marx) y el anarquismo (Bakunin).
            En 1864 se había fundado en Londres la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores). En 1868 envía a España representantes para fundar asociaciones dentro de la Internacional. En 1868 llega Fanelli, enviado por Bakunin, y con él la ideología anarquista cuyas principales características son: la lucha por la destrucción del estado, la lucha por la destrucción de cualquier forma de autoridad o poder, la supresión de la propiedad privada, la organización en comunas y la transformación de la sociedad por parte del trabajador agrícola. Fanelli fundará en Barcelona en 1870 la Federación Regional Española que se extenderá rápidamente por España (Andalucía y Cataluña). En 1872 tendrá su momento más álgido y causará un fuerte temor en los empresarios y sociedad en general, como nos muestra el Documento 3. Los sucesos de la Comuna de París y los disturbios de Alcoi de 1873 y otros levantamientos en España, llevará a la prohibición de la AIT en 1874, lo que beneficia los intereses de la burguesía industrial. La corriente anarquista seguirá desarrollándose en los años siguientes, y se producirá una división: una parte se decantará por la vía de la “acción directa”, los atentados, contra los principales elementos de la opresión de los trabajadores: el Estado, la burguesía y la Iglesia. (se pueden citar atentados, la Mano Negra en Andalucía, etc.). Otra parte será partidaria de crear movimientos de masas y fundará Solidaridad Obrera en 1907 y la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) en 1910, que defenderá la huelga revolucionaria como táctica esencial para la emancipación del trabajador.
            Por otro lado, en 1871 llega a España Paul Lafargue, que será el que introduzca la ideología marxista, cuyas principales ideas son: la idea de construir una sociedad socialista, que el medio para conseguir esa sociedad es la lucha de clases, que esa transformación tiene que hacerla el proletariado industrial, organizado en sindicatos y partidos, que los trabajadores tienen que conquistar el poder y establecer una dictadura del proletariado para acabar con las desigualdades, sobre todo con la “propiedad privada de los medios de producción”, que pasarán a manos del Estado, una vez socializados todos los medios de producción, esto es eliminada la propiedad privada, se conseguiría una sociedad igualitaria.
            Lafargue junto a Pablo Iglesias, Francisco Mora y José Mesa fundarán la Nueva Federación Madrileña, que en 1879 pasará a denominarse Agrupación Socialista Madrileña y a continuación el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Durante estos años el crecimiento es lento, sobre todo por la persecución a la que son sometidos por parte del Estado. Desde la 1875, con la vuelta a la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII de Borbón, se suprime el derecho de asociación y se vuelve a la dura represión sobre el movimiento obrero y a la ilegalidad de las organizaciones obreras.
            En 1887 se consigue, de nuevo, el Derecho de Asociación, y a partir de ahí se produce un mayor desarrollo de los grupos obreros. El PSOE crece y crea su sindicato, la UGT (Unión General de Trabajadores) en 1888, pero lo hacen de forma lenta y muy controlada por los distintos gobiernos de la Restauración; así hasta llegar a la elección del primer diputado a Cortes por parte del PSOE, Pablo Iglesias, en 1910.
Durante la Restauración, el movimiento obrero será, un elemento de inestabilidad constante y ayudará en la crisis y descomposición del sistema da Restauración con la realización de numerosas huelgas, alguna tan importante como la de la Semana Trágica de 1909 o en la de la crisis de 1917. Anarquistas y socialistas participan en numerosas huelgas y manifestaciones (Semana Trágica, etc.), manteniéndose, siempre, por parte del Estado una gran represión. Pero también se van a conseguir ciertos cambios, como la creación por parte del Gobierno de la Comisión de Reformas Sociales en 1883 para interesarse por los problemas de los trabajadores y plantear soluciones; la creación del Instituto Nacional de Previsión en 1908 (para la atención sanitaria, etc.), el reconocimiento del derecho de Huelga en 1909 o la reducción de la jornada a 8 horas en 1919.
            Durante los años finales del siglo XIX y principios del XX también se produce el desarrollo de organizaciones de trabajadores que tienen su raíz en el sindicalismo confesional católico, como la CONCA, pero que nunca alcanzó un gran arraigo.
            Durante el siglo XX el crecimiento de los sindicatos obreros será espectacular, y progresivamente alcanzarán más poder, y sus acciones, las HUELGAS, serán uno de los elementos de la crisis definitiva de la Restauración.
            La huelga, junto a las manifestaciones, se convierte en el arma más poderosa de los trabajadores. Durante el siglo XIX las manifestaciones de sus protestas se producían, generalmente, de forma espontánea, cuando surgía un problema (alza de precios, impuestos de consumos, falta de trabajo) y revestía la forma de motín. Se producían tanto en el campo como en la ciudad y siempre eran duramente contestados por el gobierno. Poco a poco los trabajadores se dieron cuenta que la mejor forma de lucha era la huelga. La huelga es parcial cuando afecta a un sector o localidad o general, cuando pretende afectar a todos los sectores o a todo el país. Con la huelga, abandonando el trabajo, los obreros pretendían alcanzar lo que no conseguían con la negociación. Para que la huelga tuviese éxito era fundamental su buena organización, es decir, coordinar bien a los trabajadores, que participara el mayor número posible de ellos (para eso también los sindicatos recaudaban dinero –cajas de resistencia- para poder mantener las huelgas), organizar bien las peticiones e intentar ganar el apoyo de la sociedad. En el siglo XX sus huelgas se irán haciendo más fuertes, sobre todo cuando participan los dos sindicatos más importantes, la UGT y la CNT. Y sus peticiones pasaran del campo laboral al político, pasando la huelga a ser caracterizada como una huelga revolucionaria.
            En 1917 se produce un momento de gran fuerza y tensión, señalado en el documento 4. La situación de los trabajadores había empeorado durante los años precedentes (1ª guerra mundial): aumento del coste de la vida, mantenimiento de los mismos salarios, grandes beneficios para la burguesía. Así, al compás de la crisis militar y política que se produce en 1917, los trabajadores también intentan conseguir mejoras, y usar la huelga general como arma de sus reivindicaciones.
            La UGT y la CNT ya habían convocado la huelga general en 1916, ante la carestía de la vida, que ahora, en 1917 se había agravado. La situación se complica ante el conflicto ferroviario en Valencia. Por esta razón se convoca la huelga general, que adquiere un carácter revolucionario al exigir la caída del régimen y la convocatoria de Cortes constituyentes. En el Doc. 4 se hace llamamiento a la huelga general (Lín. 6) como medio para conseguir sus objetivos (doc. 4, “…cambios fundamentales de sistema que garanticen al pueblo el mínimo de las condiciones decorosas de vida y de desarrollo de sus actividades emancipadoras.”). Entre los firmantes de ese documento se encontraban: Largo Caballero, Julián Besteiro, Daniel Anguiano, etc, principales dirigentes de la UGT y CNT. La huelga tendrá una incidencia muy desigual: será mayor en Valencia, Madrid y Barcelona. El Gobierno responderá, empleando al ejército, con una gran dureza: detenciones masivas, y condenas a muerte de los principales dirigentes (serían después conmutadas).  
Aunque la huelga fracasó, a partir de ese momento, se mantuvo la conflictividad social (muy importante en Andalucía y Cataluña –pistolerismo-) y el movimiento obrero, sobre todo la UGT y la CNT continuarán creciendo y será una causa de la debilidad de los gobiernos y de la definitiva caída del régimen de la Restauración.

finalizar 



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