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domingo, 28 de abril de 2019

PREGUNTAS BLOQUE 3


9. LA NUEVA MONARQUÍA DE LOS REYES CATÓLICOS (UNIÓN DINÁSTICA, REORGANIZACIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA)
Isabel hereda el trono (1474) de su hermano Enrique IV, después de unos enfrentamientos, primero con su hermano Alfonso y después haciendo frente a los partidarios de Juana la Beltraneja, su sobrina, hasta 1479 en que es reconocida por Portugal por el tratado de Alcaçovas-Toledo. El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469), herederos de las dos Coronas con mayor peso e importancia de la Península, dio origen, al acceder ambos al trono en 1479 a un nuevo Estado que se denominó Monarquía Hispánica. Esta monarquía debe entenderse como una unión dinástica de las dos Coronas, basada en un vínculo personal, (Según la Concordia de Segovia firmada en 1475, ambos monarcas dispondrán de igual poder) en la que cada reino conservó sus leyes, sus instituciones, sus Cortes, su moneda y las fronteras y aduanas entre ellos. Sin embargo, para gobernar sus reinos los reyes acordaron gestionar conjuntamente los asuntos de ambas coronas y establecer un único escudo, con los símbolos de Castilla y Aragón. Poco a poco se fue extendiendo la denominación de Reyes de España. A pesar de este aparente equilibrio, el mayor peso territorial, demográfico y económico de Castilla originó una creciente castellanización de la propia monarquía y un descenso del peso político de la Corona Aragón a lo largo de los s. XVI y XVII.
Los Reyes Católicos (título concedido por el papa en 1496) se marcaron el objetivo de transformar una monarquía de carácter feudal en una monarquía moderna y autoritaria. La idea de los RRCC tenía cuatro objetivos: El fortalecimiento de la autoridad real, la modernización del Estado, la permanencia de la sociedad estamental y la unidad religiosa.
Unidas las dos coronas los reyes coincidían en la necesidad de completar la unificación territorial de los reinos hispánicos para consolidar un Estado fuerte que pudiera expandirse fuera de la Península: Granada fue incorporada a Castilla en 1492 y Navarra en 1515 aunque conservó sus privilegios forales e instituciones de gobierno propias.
El fortalecimiento del poder real se hizo evidente desde el comienzo del reinado: sometieron a la nobleza a su autoridad (Pedro Madruga y Pardo de Cela en Galicia) reduciendo sus abusos feudales, ordenando el derribo de fortalezas y castillos y recuperando parte del patrimonio real en manos de los señores, aunque aceptaron garantizar a la aristocracia y a la Iglesia su poder e influencia a cambio de su sumisión política. De este modo consolidaron sus privilegios jurisdiccionales (señoríos) y generalizaron la institución del mayorazgo. Además para controlar a los nobles indisciplinados y el bandolerismo crearon la Santa Hermandad (milicia armada financiada por las ciudades que rápidamente impuso la autoridad real en todo el territorio).
Una vez dominada la nobleza y el clero, los monarcas para lograr la modernización del Estado y reforzar su autoridad  adoptaron  una serie de medidas de carácter político y administrativo entre las que destacamos: la reorganización del Consejo Real (más tarde denominado Consejo de Castilla) que constituyó el principal órgano asesor del gobierno formado por nobles y letrados y con funciones muy amplias (justicia, hacienda…); la creación de nuevos  Consejos  como el de la Inquisición y el de Aragón; la creación de nuevos cargos como los virreyes y secretarios reales (actuaban de intermediarios entre los Consejos y el rey); se revitalizó el cargo de corregidor  como delegado del poder real en las villas y ciudades de realengo y con competencias administrativas, judiciales y militares; se reorganizó el sistema judicial a través de las Cancillerías o Audiencias (Valladolid, Granada, Sevilla y Galicia);  se creó un ejército permanente y se redujo el papel de las Cortes, sobre todo en Castilla, que perdieron protagonismo y únicamente se reunían cuando los monarcas necesitaban recursos financieros o cuando tenían que confirmar al nuevo rey.
En esta política de reforzamiento del poder real tuvo un papel destacado su política religiosa que pretendía conseguir la unidad y para ello decretaron la expulsión de los judíos (1492), obligaron a bautizarse a los musulmanes (1502)   y crearon el Tribunal de la Inquisición (1478) para defender la pureza del dogma y de la moral católica (conversos y moriscos se convirtieron en su principal objetivo).




10. LA CONFIGURACIÓN DEL IMPERIO ESPAÑOL EN EL SIGLO XVI (LA HERENCIA DE CARLOS I, LOS CAMBIOS EN TIEMPOS DE FELIPE II: REBELIÓN DE FLANDES, INCORPORACIÓN DE PORTUGAL, GUERRA CONTRA INGLATERRA).
Carlos I, hijo de Juana I de Castilla (la Loca) y de Felipe de Habsburgo (el Hermoso) recibe, a la muerte de Fernando el Católico, en 1516, una inmensa herencia que proviene de sus padres y de sus abuelos maternos y paternos. Se introduce en España la Casa de Austria o Casa de Habsburgo. Heredero de las coronas de Castilla, Aragón, de Navarra y de todos los territorios que estos reinos poseían en Italia, norte de África y América. Además, heredará de sus abuelos paternos las posesiones de la casa de Borgoña en los Países Bajos y en el Franco Condado, las posesiones alemanas y austriacas de los Habsburgo y los derechos al título de emperador del Sacro Imperio. Tras el fallecimiento de su abuelo Maximiliano de Austria fue coronado emperador con el nombre de Carlos V. Desde una perspectiva europea el suyo era, verdaderamente, un imperio universal.
El ideario político de Carlos I se basaba en la supremacía de la autoridad imperial sobre los reyes de la cristiandad (según la concepción medieval del poder los reyes le debían obediencia y vasallaje) y en la defensa del catolicismo, es decir, la Universitas Christiana. Sin embargo, esta supremacía imperial fue un ideal difícil de conseguir debido, principalmente, a la división religiosa provocada por la reforma protestante, el permanente enfrentamiento con Francia y a la escasa colaboración del Papado. Los frentes principales serán: las guerras contra Francia (6 guerras , -todas favorables a Carlos-, destacando la batalla de Pavía (1525), en la que el Francisco I fue hecho prisionero, o el saqueo de Roma en 1527, que era aliado de Francia),las guerras contra los turcos que intentan avanzar sobre Europa continental y obstaculizan el comercio en el Mediterráneo, y las guerras en las posesiones alemanas ante el desarrollo de la reforma protestante (victoria sobre los protestantes en la batalla de Mülberg, en 1547), pero al final tiene que aceptar la paz de Augsburgo de 1555 que permite que cada príncipe decida libremente la religión de su territorio.
                En 1555, enfermo y desilusionado con los fracasos ante Francia y Alemania decide abandonar el poder. Le cede a Felipe, primero la corona de los Países Bajos, y en 1556 la corona de Castilla y Aragón con todas sus posesiones.  Las posesiones en Alemania y el título imperial fueron para su hermano Fernando. Se retira al monasterio de Yuste (Cáceres) hasta su muerte en 1558.
Aunque Felipe II no heredó el título de emperador se convirtió en el rey más poderoso de su tiempo y gobernó sobre un inmenso imperio desde Madrid, donde instaló su corte. De ahí que a su reinado se le denomine Monarquía Hispánica o Imperio Hispánico. Dicho imperio se incrementó en 1580 con la anexión de Portugal y de todas sus posesiones en ultramar al reclamar sus derechos al trono, como hijo de Isabel de Portugal, a la muerte sin descendencia del rey portugués. Tras una breve guerra civil fue proclamado rey en las Cortes de Tomar, pero fueron respetadas sus libertades e instituciones propias.
A diferencia de su padre, Felipe II fue un monarca dedicado a los asuntos hispánicos que atendió apoyado en una extensa y eficaz burocracia. Sin embargo, siguió manteniendo dos grandes objetivos: la hegemonía dinástica en Europa y la defensa del catolicismo. Debido a ello tuvo que enfrentarse a una serie de conflictos, algunos heredados del reinado de su padre: enfrentamiento con Francia por la hegemonía de Europa y freno al expansionismo turco en el Mediterráneo, y otros nuevos: rebelión de Flandes y guerra contra Inglaterra.
La Guerra contra los turcos a los que, en una alianza con Venecia y el Papa, se derrotaron en 1571 en la batalla de Lepanto. Lepanto supuso un freno a la expansión turca, aunque no se acabó con la piratería mediterránea.
Motivos religiosos (cisma anglicano), políticos (apoyo a los protestantes de Flandes) y económicos (actos de piratería a los barcos españoles procedentes de América) a los que hay que añadir la ejecución de María Estuardo, reina católica de Escocia, decidieron a Felipe II a organizar la invasión y conquista de Inglaterra con una gran flota, la Armada Invencible. La expedición fue un desastre y la Gran Armada regreso diezmada y vencida en 1588. Sin embargo, el mayor problema de Felipe II fue la rebelión de los Países Bajos (Flandes) debido a la presión fiscal, al rechazo al poder real y a la persecución del calvinismo. Para solucionar el conflicto, Felipe II optó por la represión y envió un potente ejército al mando del duque de Alba que sometió duramente a los sublevados y ajustició a sus dirigentes. En 1580 el sur de los Países Bajos, católico, aceptó la obediencia al rey (Unión de Arrás), pero las provincias del norte declararon su independencia (Unión de Utrecht) y prosiguieron su lucha, finalmente cede la soberanía de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia, como dote por su boda con el archiduque Alberto de Austria.
Muere en El Escorial en septiembre de 1598.




11. LA CRISIS SOCIO-ECONÓMICA DEL SIGLO XVII (LA CRISIS DEMOGRÁFICA, EL DETERIORO DE LA ECONOMÍA, LOS PROBLEMAS DE LA HACIENDA REAL).

El siglo XVII se caracteriza por la aparición de una grave crisis económica que afectó a toda Europa y a España de forma muy grave, por su incidencia en la crisis política y fiscal de la monarquía. Los aspectos más destacados de la crisis son los siguientes:
 CRISIS DEMOGRÁFICA: Desde finales del siglo XVI (1580) y durante el siglo XVII la población peninsular se estancó e incluso decreció (pasó de 8 a 7 millones). Fueron varias las causas que motivaron este periodo crítico:
- Las epidemias que afectaron a toda la península en diversas oleadas, sobre todo la peste: ciclos de 1596 y 1602, 1647 y 1652 (sobre todo en la Corona de Aragón y Levante) y 1676 a 1685.
- La reiteración de las malas cosechas provocaba, frecuentemente, crisis de subsistencia.
- La expulsión de los moriscos en 1609 – 1614 hizo disminuir la población de algunos reinos hispanos: Valencia, Murcia y Aragón.
-las continuas guerras de la monarquía.
La crisis afectó más al centro peninsular y más acusada en las ciudades que en el campo, aunque también habrá zonas que noten la despoblación.
CRISIS ECONÓMICA
- agraria y la disminución de la producción ganadera: algunas zonas rurales quedan despobladas, aumentan las cargas impositivas, se sustituyen los cereales por otros cultivos comerciales lo que se traducen en reducción de producciones. La producción de lana también disminuye.         
- La crisis de las actividades textiles, sobre todo en Castilla; debido a la disminución de la demanda, la reducción de la producción de lana al disminuir la cabaña ganadera de la Mesta, al aumento de impuestos y a la competencia extranjera (flamenca, inglesa). Excesiva alza de precios y falta de competitividad.
-otras actividades artesanales también disminuyen, sobre todo las relacionadas con las actividades del Estado, por ejemplo, la construcción naval o la metalurgia.
- La disminución de la llegada de metales preciosos de América. Los que llegaban se destinaban a pagar deudas de la monarquía o caían en manos de los comerciantes extranjeros.
- Los problemas de la Hacienda Real, por el incesante aumento de los gastos en guerras, y para que el rey Felipe IV mantuviese su patrimonio familiar. El constante aumento de los gastos y la disminución de los ingresos condujo periódicamente a la bancarrota del Estado. El recurso era el aumento de los impuestos que provocaba aún más el estrangulamiento de los sectores productivos. Otros recursos fueron el aumento de la deuda pública, los ”juros”, que eran un papel por el que se definía un privilegio a favor de la persona citada en él; esta persona declaraba entregar al rey un capital y, a cambio, el rey le concedía el privilegio de cobrar una parte de determinados impuestos de la Renta feudal, citados en el documento, hasta una cantidad prefijada. Otro recurso fue la emisión de moneda de poca calidad, los reales de vellón, moneda mezcla de plata y cobre. Pero todas estas medidas provocaban el aumento de la inflación y el agravamiento de la recesión económica.
Ante la gravedad de estos problemas surge un grupo de intelectuales, economistas (Tomas de Mercado, Sancho de Moncada…) que analizan las causas y problemas y plantean algunas soluciones: son los arbitristas.  Intelectuales que le proponen al rey que adopte una medida, solución (arbitrio) para la mejora del reino. Hubo una gran cantidad de arbitrios, muchos sin sentido, otros más válidas como las de Sancho de Moncada que propone medidas proteccionistas y de fomento de la industria, para recuperar la decadencia económica.
La situación económica comienza a mejorar en Cataluña y Valencia, impulsada por el comercio y la industria, desde mediados del XVII, y en Castilla la recuperación se nota desde 1680.
Como consecuencia de la crisis la sociedad estamental española se fue polarizando, por un lado, el empobrecimiento de un campesinado que constituía la mayor parte de la población, la debilidad de la burguesía y las clases medias, y por el otro, el crecimiento de los grupos sociales improductivos como la nobleza y el clero. La mentalidad social imperante, marcada por el desprecio al trabajo agravó la crisis social y económica. El hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en arquetipos sociales de las España del Barroco.




12. EL VALIMIENTO DEL CONDE DUQUE DE OLIVARES Y LA CRISIS DE LA MONARQUÍA (LOS PROYECTOS DE REFORMA, LAS REVUELTAS DE CATALUÑA Y PORTUGAL)

Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar, conocido como el conde-duque de Olivares, llega a la corte de Felipe III en 1615. Felipe IV al acceder al trono (1621) nombró como valido al conde-duque de Olivares (1622) cuyo gobierno se caracterizó por el autoritarismo y la centralización. Ambos trataron de mantener la hegemonía de la Monarquía hispánica en el exterior, amenazada especialmente por Holanda y Francia.
El programa de Olivares está contenido en el Gran Memorial que presentó al rey en 1624 y en el que proponía modificar la estructura política de la Monarquía Hispánica eliminando los privilegios forales de los reinos e imponiendo en todo ello las leyes de Castilla, más favorables para el poder real.
Puesto que consideraba que la autoridad y reputación de la monarquía se habían deteriorado, propuso un plan de reformas (influenciados por los arbitristas) encaminadas, no solo, a reforzar el poder real sino también a recuperar el prestigio internacional y a un mayor protagonismo den la política europea y en sus conflictos. Ello nos llevará, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años (1818-48), a una serie de conflictos bélicos (Holanda, Francia) que supondrán no solo el declive de la monarquía hispánica sino también el fin de la hegemonía española en Europa.
Entre las reformas propuestas por Olivares (administrativas, económicas…), cuyos resultados fueron desiguales y que en gran parte fracasaron, destacamos: la sustitución del tradicional sistema de consejos por una serie de juntas (Junta Grande de Reformación…) que abarcaban diferentes ámbitos de la administración pública con la finalidad de agilizarla y que también pretendía unificar la monarquía bajo unas mismas leyes e instituciones, siguiendo el modelo de Castilla; el intento de implantar una serie de medidas económicas de corte mercantilista para favorecer el comercio y las manufacturas nacionales y la creación de unos erarios estatales (bancos estatales) que contribuyesen a reducir la deuda pública y a financiar las actividades económicas.
Sin embargo, quizás el plan más ambicioso de Olivares, cuya finalidad era que todos los reinos de España compartieran con Castilla, exhausta y empobrecida, las enormes necesidades económicas y militares de la Corona fue la Unión de Armas (1625): un ejército permanente de 140.000 hombres sostenidos por todos los reinos en proporción a su población y riqueza. La propuesta fue aceptada por las distintas Cortes excepto Cataluña que quedó al margen de la misma.
Olivares se involucra en la Guerra de los Treinta años (1618-48). Intentar recuperar la supremacía sobre Francia y el control de los Países Bajos. La entrada de Francia, en 1635, en la guerra de los Treinta Años hizo que Olivares presionara más a los reinos para obtener recursos, lo que motivó el inicio de fuertes protestas.
La revuelta de Cataluña: En 1639 entran las tropas reales en Cataluña para forzar su participación en la guerra contra Francia. El alojamiento de las tropas castellanas provoca tumultos que culminan con la sublevación de los segadores y la muerte del virrey, el conde de Santa Coloma, (el Corpus de sangre del 7 del 6 de 1640). La Generalitat solicitó ayuda a Francia y proclamó conde de Barcelona a Luis XIII. En 1652 Cataluña, ante el temor al dominio francés, se sometió a Felipe IV bajo el compromiso de respetar sus fueros.
Paralelamente Portugal como consecuencia de la presión fiscal que suponía la Unión de Armas, la política de castellanización de Olivares… se sublevó, proclamando rey al duque de Braganza con el nombre de Juan IV. Los intentos de Felipe IV por recuperar Portugal fracasaron y la independencia portuguesa se consolidó (1668).
En la década de los 40 también hubo otros movimientos separatistas en Andalucía, Aragón, Navarra o Nápoles, que fracasarán. En 1643 Felipe IV prescindió por fin del conde-duque.
 Las rebeliones de la década de 1640 hicieron fracasar la política de Olivares que se retiró del gobierno en 1643 dejando a la monarquía sumida en una grave crisis.
Al final con las paces de Westfalia (octubre de 1648) por los cuales finalizó la guerra de los Treinta Años en Alemania y de los Pirineos (en 1659 se pone fin a la guerra entre España y Francia) marca la pérdida de hegemonía sobre Europa, siendo sustituida por una serie de equilibrios políticos y religiosos entre los principales reinos: Francia, Inglaterra, Holanda Austria y España.



13. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA GALICIA DE LOS AUSTRIAS (LA AGRICULTURA Y SUS TRANSFORMACIONES, LA IMPORTANCIA DE LA PESCA EN LA GALICIA LITORAL, LA ESTRUCTURA SOCIAL: SOCIEDAD RENTISTA Y PESO DE LA HIDALGUÍA)

Galicia forma parte de la Corona de Castilla con el título de reino; tenía una posición geoestratégica importante en la ruta marítima hacia los Países Bajos. Durante los Austrias Galicia fue divida en 7 provincias: Mondoñedo, Ourense, Tui, Lugo, Santiago, A Coruña y Betanzos. Como representación del reino se creó en el XVI (1528) la Junta del Reino, formada por los delegados de los ayuntamientos de las capitales de las 7 provincias. Esta institución no tenía funciones de gobierno, pero si capacidad para conceder el dinero al rey, ordenar la recluta de soldados, organizar el cobro de impuestos, exponer alguna queja y solicitar alguna mejora. El renio de Galicia había perdido el derecho al voto en Cortes en el siglo XV, por eso una de las mayores preocupaciones fue recuperarlo. Ese proceso termina en 1623 (a cambio de 100.000 ducados para construir una escuadra para defender las costas), momento en el que las Cortes tienen un funcionamiento más representativo que de poder.
                La sociedad gallega del XVI Y XVII es una sociedad estamental, con el mantenimiento del régimen señorial. En la parte superior los perceptores de las rentas señoriales, tanto eclesiásticos como nobiliarios; en la parte inferior, subordinados, estaban los campesinos (80/90% de la población) que trabajaban las tierras bajo distintas fórmulas de cesión, aunque la más extendida era el foro. La alta nobleza es absentista y está asociada a las grandes empresas políticas y militares de la Corte en Madrid, lo que permite el auge de la hidalguía, que se convertirá en el grupo dominante. El origen de esta hidalguía es variado: nobles, campesinos ricos, de escribanos, burgueses ricos, etc. La hidalguía rural va acumulando tierras: unas en propiedad y otras que obtiene en arriendo de las órdenes eclesiásticas regulares (Samos, Meira, …) o de importantes casas nobiliarias absentistas (Lemos, Monterrey, ...) que luego son subaforadas al campesinado en unas condiciones muy ventajosas para el hidalgo “intermediario”. Se configura así una sociedad de rentistas en la que las clases dominantes, la hidalguía rural, en lugar de invertir sus rentas en la tierra las dedicaban a la construcción e pazos e iglesias o a los estudios de sus hijos segundones. 
La agricultura: base de la economía.  tenemos una fase de 1480 a 1630 con unas producciones agrícolas (cereales) y ganaderas en crecimiento, con ampliación de roturaciones, con una cabaña ganadera importante, y también destaca el papel de los bosques gallegos para la construcción de barcos para el comercio colonial. A partir de 1630 entramos en otra fase en la que destacan transformaciones. Habría que diferenciar entre la Galicia Occidental, marítima, de clima más suave, de la del interior de clima más duro.  En la zona occidental la gran transformación proviene de la introducción del maíz, desde principios del XVII, pero, sobre todo, a partir de 1630. Este nuevo cultivo permitió el cambio en el sistema de rotaciones, eliminando casi el barbecho; aumentan las producciones lo que reduce las crisis y ayuda al crecimiento demográfico y finalmente, la expansión de cultivos generó procesos de parcelación y desarrollo del minifundio. A este cultivo hay que añadir las producciones de lino, cítricos y viticultura que mantienen sus producciones hasta finales del XVII en que empiezan a hundirse. En la zona oriental (2/3 del territorio), se introduce el maíz, pero sus rendimientos son menores y no ayudan a disminuir las crisis.
Las actividades comerciales y artesanales son minoritarias (10% de la población). En las artesanales destacan, el textil (producción doméstica de lino), los curtidos, las herrerías y las salazones.
En cuanto a la pesca debemos destacar su importancia en la economía costera y como complemento alimenticio. Las capturas más extendidas son las de sardina, merluza, congrio, pulpo, en las rías gallegas y expediciones al banco canario-sahariano o a Terranova para la captura del bacalao, que se destinan a la salazón y ahumados, sobre todo, para su envío al interior de España. También hay pesca ballenera relacionada con las pesquerías del Cantábrico. También el marisqueo. Es la pesca de la sardina, sobre todo, la que convierte a Pontevedra en el principal puerto pesquero de Galicia.

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