9. LA NUEVA MONARQUÍA DE LOS REYES CATÓLICOS (UNIÓN DINÁSTICA,
REORGANIZACIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA)
Isabel hereda el trono (1474) de
su hermano Enrique IV, después de unos enfrentamientos, primero con su hermano
Alfonso y después haciendo frente a los partidarios de Juana la Beltraneja, su
sobrina, hasta 1479 en que es reconocida por Portugal por el tratado de
Alcaçovas-Toledo. El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón
(1469), herederos de las dos Coronas con mayor peso e importancia de la
Península, dio origen, al acceder ambos al trono en 1479 a un nuevo Estado que
se denominó Monarquía Hispánica. Esta
monarquía debe entenderse como una unión dinástica de las dos Coronas, basada
en un vínculo personal, (Según la Concordia de Segovia firmada en 1475, ambos
monarcas dispondrán de igual poder) en la que cada reino conservó sus leyes, sus
instituciones, sus Cortes, su moneda y las fronteras y aduanas entre ellos. Sin
embargo, para gobernar sus reinos los reyes acordaron gestionar conjuntamente
los asuntos de ambas coronas y establecer un único escudo, con los símbolos de
Castilla y Aragón. Poco a poco se fue extendiendo la denominación de Reyes de
España. A pesar de este aparente equilibrio, el mayor peso territorial,
demográfico y económico de Castilla originó una creciente castellanización de
la propia monarquía y un descenso del peso político de la Corona Aragón a lo
largo de los s. XVI y XVII.
Los Reyes Católicos (título
concedido por el papa en 1496) se marcaron el objetivo de transformar una
monarquía de carácter feudal en una monarquía moderna y autoritaria. La idea de
los RRCC tenía cuatro objetivos: El fortalecimiento de la autoridad real, la
modernización del Estado, la permanencia de la sociedad estamental y la unidad
religiosa.
Unidas las dos coronas los reyes
coincidían en la necesidad de completar la unificación territorial de los
reinos hispánicos para consolidar un Estado fuerte que pudiera expandirse fuera
de la Península: Granada fue incorporada a Castilla en 1492 y Navarra en 1515
aunque conservó sus privilegios forales e instituciones de gobierno propias.
El fortalecimiento del poder real se hizo evidente desde el
comienzo del reinado: sometieron a la nobleza a su autoridad (Pedro Madruga y
Pardo de Cela en Galicia) reduciendo sus abusos feudales, ordenando el derribo
de fortalezas y castillos y recuperando parte del patrimonio real en manos de
los señores, aunque aceptaron garantizar a la aristocracia y a la Iglesia su
poder e influencia a cambio de su sumisión política. De este modo consolidaron
sus privilegios jurisdiccionales (señoríos) y generalizaron la institución del
mayorazgo. Además para controlar a los nobles indisciplinados y el bandolerismo
crearon la Santa Hermandad (milicia armada
financiada por las ciudades que rápidamente impuso la autoridad real en todo el
territorio).
Una vez dominada la nobleza y el
clero, los monarcas para lograr la
modernización del Estado y reforzar su autoridad adoptaron
una serie de medidas de carácter político y administrativo entre las que
destacamos: la reorganización del
Consejo Real (más tarde denominado Consejo de Castilla) que constituyó el
principal órgano asesor del gobierno formado por nobles y letrados y con
funciones muy amplias (justicia, hacienda…);
la creación de nuevos Consejos como el de la Inquisición y el de Aragón; la creación de nuevos cargos como los
virreyes y secretarios reales (actuaban de intermediarios entre los
Consejos y el rey); se revitalizó el
cargo de corregidor como delegado del poder real en las villas y
ciudades de realengo y con competencias administrativas, judiciales y
militares; se reorganizó el sistema
judicial a través de las Cancillerías o Audiencias (Valladolid, Granada,
Sevilla y Galicia); se creó un ejército permanente
y se redujo el papel de las Cortes, sobre
todo en Castilla, que perdieron protagonismo y únicamente se reunían cuando los
monarcas necesitaban recursos financieros o cuando tenían que confirmar al
nuevo rey.
En esta política de reforzamiento
del poder real tuvo un papel destacado su política
religiosa que pretendía conseguir la unidad y para ello decretaron la
expulsión de los judíos (1492), obligaron a bautizarse a los musulmanes
(1502) y crearon el Tribunal de la
Inquisición (1478) para defender la pureza del dogma y de la moral católica
(conversos y moriscos se convirtieron en su principal objetivo).
10. LA CONFIGURACIÓN DEL IMPERIO ESPAÑOL EN EL SIGLO XVI (LA HERENCIA
DE CARLOS I, LOS CAMBIOS EN TIEMPOS DE FELIPE II: REBELIÓN DE FLANDES,
INCORPORACIÓN DE PORTUGAL, GUERRA CONTRA INGLATERRA).
Carlos I, hijo de Juana I de
Castilla (la Loca) y de Felipe de Habsburgo (el Hermoso) recibe, a la muerte de
Fernando el Católico, en 1516, una inmensa herencia que proviene de sus padres
y de sus abuelos maternos y paternos. Se introduce en España la Casa de Austria
o Casa de Habsburgo. Heredero de las coronas de Castilla, Aragón, de Navarra y
de todos los territorios que estos reinos poseían en Italia, norte de África y
América. Además, heredará de sus abuelos paternos las posesiones de la casa de
Borgoña en los Países Bajos y en el Franco Condado, las posesiones alemanas y
austriacas de los Habsburgo y los derechos al título de emperador del Sacro
Imperio. Tras el fallecimiento de su abuelo Maximiliano de Austria fue coronado
emperador con el nombre de Carlos V. Desde una perspectiva europea el suyo era,
verdaderamente, un imperio universal.
El ideario político de Carlos I
se basaba en la supremacía de la autoridad imperial sobre los reyes de la
cristiandad (según la concepción medieval del poder los reyes le debían
obediencia y vasallaje) y en la defensa del catolicismo, es decir, la
Universitas Christiana. Sin embargo, esta supremacía imperial fue un ideal
difícil de conseguir debido, principalmente, a la división religiosa provocada
por la reforma protestante, el permanente enfrentamiento con Francia y a la
escasa colaboración del Papado. Los frentes principales serán: las guerras
contra Francia (6 guerras , -todas favorables a Carlos-, destacando la batalla
de Pavía (1525), en la que el Francisco I fue hecho prisionero, o el saqueo de
Roma en 1527, que era aliado de Francia),las guerras contra los turcos que
intentan avanzar sobre Europa continental y obstaculizan el comercio en el
Mediterráneo, y las guerras en las posesiones alemanas ante el desarrollo de la
reforma protestante (victoria sobre los protestantes en la batalla de Mülberg,
en 1547), pero al final tiene que aceptar la paz de Augsburgo de 1555 que
permite que cada príncipe decida libremente la religión de su territorio.
En
1555, enfermo y desilusionado con los fracasos ante Francia y Alemania decide
abandonar el poder. Le cede a Felipe, primero la corona de los Países Bajos, y
en 1556 la corona de Castilla y Aragón con todas sus posesiones. Las posesiones en Alemania y el título
imperial fueron para su hermano Fernando. Se retira al monasterio de Yuste (Cáceres)
hasta su muerte en 1558.
Aunque Felipe II no heredó el
título de emperador se convirtió en el rey más poderoso de su tiempo y gobernó
sobre un inmenso imperio desde Madrid, donde instaló su corte. De ahí que a su
reinado se le denomine Monarquía Hispánica o Imperio Hispánico. Dicho imperio
se incrementó en 1580 con la anexión de
Portugal y de todas sus posesiones en ultramar al reclamar sus derechos al
trono, como hijo de Isabel de Portugal, a la muerte sin descendencia del rey
portugués. Tras una breve guerra civil fue proclamado rey en las Cortes de
Tomar, pero fueron respetadas sus libertades e instituciones propias.
A diferencia de su padre, Felipe
II fue un monarca dedicado a los asuntos hispánicos que atendió apoyado en una
extensa y eficaz burocracia. Sin embargo, siguió manteniendo dos grandes
objetivos: la hegemonía dinástica en Europa y la defensa del catolicismo.
Debido a ello tuvo que enfrentarse a una serie de conflictos, algunos heredados
del reinado de su padre: enfrentamiento con Francia por la hegemonía de Europa
y freno al expansionismo turco en el Mediterráneo, y otros nuevos: rebelión de
Flandes y guerra contra Inglaterra.
La Guerra contra los turcos a los
que, en una alianza con Venecia y el Papa, se derrotaron en 1571 en la batalla
de Lepanto. Lepanto supuso un freno a la expansión turca, aunque no se acabó
con la piratería mediterránea.
Motivos religiosos (cisma
anglicano), políticos (apoyo a los protestantes de Flandes) y económicos (actos
de piratería a los barcos españoles procedentes de América) a los que hay que
añadir la ejecución de María Estuardo, reina católica de Escocia, decidieron a
Felipe II a organizar la invasión y
conquista de Inglaterra con una gran flota, la Armada Invencible. La
expedición fue un desastre y la Gran Armada regreso diezmada y vencida en 1588.
Sin embargo, el mayor problema de Felipe II fue la rebelión de los Países Bajos (Flandes) debido a la presión
fiscal, al rechazo al poder real y a la persecución del calvinismo. Para
solucionar el conflicto, Felipe II optó por la represión y envió un potente
ejército al mando del duque de Alba que sometió duramente a los sublevados y
ajustició a sus dirigentes. En 1580 el sur de los Países Bajos, católico,
aceptó la obediencia al rey (Unión de Arrás), pero las provincias del norte
declararon su independencia (Unión de Utrecht) y prosiguieron su lucha,
finalmente cede la soberanía de los Países Bajos a su hija Isabel Clara
Eugenia, como dote por su boda con el archiduque Alberto de Austria.
Muere en El Escorial en
septiembre de 1598.
11. LA CRISIS SOCIO-ECONÓMICA DEL SIGLO XVII (LA CRISIS DEMOGRÁFICA, EL
DETERIORO DE LA ECONOMÍA, LOS PROBLEMAS DE LA HACIENDA REAL).
El siglo XVII se caracteriza por
la aparición de una grave crisis económica que afectó a toda Europa y a España
de forma muy grave, por su incidencia en la crisis política y fiscal de la
monarquía. Los aspectos más destacados de la crisis son los siguientes:
CRISIS DEMOGRÁFICA: Desde
finales del siglo XVI (1580) y durante el siglo XVII la población peninsular se
estancó e incluso decreció (pasó de 8 a 7 millones). Fueron varias las causas que motivaron este periodo
crítico:
- Las epidemias que afectaron a toda la península en diversas oleadas,
sobre todo la peste: ciclos de 1596 y 1602, 1647 y 1652 (sobre todo en la
Corona de Aragón y Levante) y 1676 a 1685.
- La reiteración de las malas cosechas provocaba, frecuentemente,
crisis de subsistencia.
- La expulsión de los moriscos en 1609 – 1614 hizo disminuir la
población de algunos reinos hispanos: Valencia, Murcia y Aragón.
-las continuas guerras de la monarquía.
La crisis afectó más al centro
peninsular y más acusada en las ciudades que en el campo, aunque también habrá
zonas que noten la despoblación.
CRISIS ECONÓMICA
- agraria y la disminución de la
producción ganadera: algunas zonas rurales quedan despobladas, aumentan las
cargas impositivas, se sustituyen los cereales por otros cultivos comerciales
lo que se traducen en reducción de producciones. La producción de lana también
disminuye.
- La crisis de las actividades
textiles, sobre todo en Castilla; debido a la disminución de la demanda, la
reducción de la producción de lana al disminuir la cabaña ganadera de la Mesta,
al aumento de impuestos y a la competencia extranjera (flamenca, inglesa).
Excesiva alza de precios y falta de competitividad.
-otras actividades artesanales
también disminuyen, sobre todo las relacionadas con las actividades del Estado,
por ejemplo, la construcción naval o la metalurgia.
- La disminución de la llegada de
metales preciosos de América. Los que llegaban se destinaban a pagar deudas de
la monarquía o caían en manos de los comerciantes extranjeros.
- Los problemas de la Hacienda Real, por el incesante aumento de los
gastos en guerras, y para que el rey Felipe IV mantuviese su patrimonio
familiar. El constante aumento de los gastos y la disminución de los ingresos
condujo periódicamente a la bancarrota del Estado. El recurso era el aumento de
los impuestos que provocaba aún más el estrangulamiento de los sectores
productivos. Otros recursos fueron el aumento de la deuda pública, los ”juros”,
que eran un papel por el que se definía un privilegio a favor de la persona
citada en él; esta persona declaraba entregar al rey un capital y, a cambio, el
rey le concedía el privilegio de cobrar una parte de determinados impuestos de
la Renta feudal, citados en el documento, hasta una cantidad prefijada. Otro
recurso fue la emisión de moneda de poca calidad, los reales de vellón, moneda
mezcla de plata y cobre. Pero todas estas medidas provocaban el aumento de la
inflación y el agravamiento de la recesión económica.
Ante la gravedad de estos
problemas surge un grupo de intelectuales, economistas (Tomas de Mercado,
Sancho de Moncada…) que analizan las causas y problemas y plantean algunas
soluciones: son los arbitristas.
Intelectuales que le proponen al rey que adopte una medida, solución
(arbitrio) para la mejora del reino. Hubo una gran cantidad de arbitrios,
muchos sin sentido, otros más válidas como las de Sancho de Moncada que propone
medidas proteccionistas y de fomento de la industria, para recuperar la
decadencia económica.
La situación económica comienza a
mejorar en Cataluña y Valencia, impulsada por el comercio y la industria, desde
mediados del XVII, y en Castilla la recuperación se nota desde 1680.
Como consecuencia de la crisis la
sociedad estamental española se fue polarizando, por un lado, el
empobrecimiento de un campesinado que constituía la mayor parte de la
población, la debilidad de la burguesía y las clases medias, y por el otro, el
crecimiento de los grupos sociales improductivos como la nobleza y el clero. La
mentalidad social imperante, marcada por el desprecio al trabajo agravó la
crisis social y económica. El hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en
arquetipos sociales de las España del Barroco.
12. EL VALIMIENTO DEL CONDE DUQUE DE OLIVARES Y LA CRISIS DE LA
MONARQUÍA (LOS PROYECTOS DE REFORMA, LAS REVUELTAS DE CATALUÑA Y PORTUGAL)
Gaspar de Guzmán y Pimentel
Ribera y Velasco de Tovar, conocido como el conde-duque de Olivares, llega a la
corte de Felipe III en 1615. Felipe IV al acceder al trono (1621) nombró como
valido al conde-duque de Olivares (1622) cuyo gobierno se caracterizó por el
autoritarismo y la centralización. Ambos trataron de mantener la hegemonía de
la Monarquía hispánica en el exterior, amenazada especialmente por Holanda y
Francia.
El programa de Olivares está contenido en el Gran Memorial que
presentó al rey en 1624 y en el que proponía modificar la estructura política
de la Monarquía Hispánica eliminando los privilegios forales de los reinos e
imponiendo en todo ello las leyes de Castilla, más favorables para el poder
real.
Puesto que consideraba que la
autoridad y reputación de la monarquía se habían deteriorado, propuso un plan
de reformas (influenciados por los arbitristas) encaminadas, no solo, a
reforzar el poder real sino también a recuperar el prestigio internacional y a
un mayor protagonismo den la política europea y en sus conflictos. Ello nos
llevará, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años (1818-48), a una serie
de conflictos bélicos (Holanda, Francia) que supondrán no solo el declive de la
monarquía hispánica sino también el fin de la hegemonía española en Europa.
Entre las reformas propuestas por Olivares (administrativas,
económicas…), cuyos resultados fueron desiguales y que en gran parte
fracasaron, destacamos: la sustitución del tradicional sistema de
consejos por una serie de juntas (Junta Grande de Reformación…) que abarcaban
diferentes ámbitos de la administración pública con la finalidad de agilizarla
y que también pretendía unificar la monarquía bajo unas mismas leyes e
instituciones, siguiendo el modelo de Castilla; el intento de implantar una
serie de medidas económicas de corte mercantilista para favorecer el comercio y
las manufacturas nacionales y la creación de unos erarios estatales (bancos
estatales) que contribuyesen a reducir la deuda pública y a financiar las
actividades económicas.
Sin embargo, quizás el plan más
ambicioso de Olivares, cuya finalidad era que todos los reinos de España
compartieran con Castilla, exhausta y empobrecida, las enormes necesidades
económicas y militares de la Corona fue la
Unión de Armas (1625): un ejército permanente de 140.000 hombres sostenidos
por todos los reinos en proporción a su población y riqueza. La propuesta fue
aceptada por las distintas Cortes excepto Cataluña que quedó al margen de la
misma.
Olivares se involucra en la
Guerra de los Treinta años (1618-48). Intentar recuperar la supremacía sobre
Francia y el control de los Países Bajos. La entrada de Francia, en 1635, en la
guerra de los Treinta Años hizo que Olivares presionara más a los reinos para
obtener recursos, lo que motivó el inicio de fuertes protestas.
La revuelta de Cataluña: En 1639 entran las tropas reales en
Cataluña para forzar su participación en la guerra contra Francia. El
alojamiento de las tropas castellanas provoca tumultos que culminan con la
sublevación de los segadores y la muerte del virrey, el conde de Santa Coloma,
(el Corpus de sangre del 7 del 6 de 1640). La Generalitat solicitó ayuda a
Francia y proclamó conde de Barcelona a Luis XIII. En 1652 Cataluña, ante el
temor al dominio francés, se sometió a Felipe IV bajo el compromiso de respetar
sus fueros.
Paralelamente Portugal como consecuencia de la
presión fiscal que suponía la Unión de Armas, la política de castellanización
de Olivares… se sublevó, proclamando rey
al duque de Braganza con el nombre de Juan IV. Los intentos de Felipe IV
por recuperar Portugal fracasaron y la independencia portuguesa se consolidó
(1668).
En la década de los 40 también
hubo otros movimientos separatistas en Andalucía, Aragón, Navarra o Nápoles,
que fracasarán. En 1643 Felipe IV prescindió por fin del conde-duque.
Las rebeliones de la década de 1640 hicieron
fracasar la política de Olivares que se retiró del gobierno en 1643 dejando a
la monarquía sumida en una grave crisis.
Al final con las paces de
Westfalia (octubre de 1648) por los cuales finalizó la guerra de los Treinta
Años en Alemania y de los Pirineos (en 1659 se pone fin a la guerra entre
España y Francia) marca la pérdida de hegemonía sobre Europa, siendo sustituida
por una serie de equilibrios políticos y religiosos entre los principales
reinos: Francia, Inglaterra, Holanda Austria y España.
13. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA GALICIA DE LOS AUSTRIAS (LA AGRICULTURA Y
SUS TRANSFORMACIONES, LA IMPORTANCIA DE LA PESCA EN LA GALICIA LITORAL, LA
ESTRUCTURA SOCIAL: SOCIEDAD RENTISTA Y PESO DE LA HIDALGUÍA)
Galicia forma parte de la Corona
de Castilla con el título de reino; tenía una posición geoestratégica
importante en la ruta marítima hacia los Países Bajos. Durante los Austrias
Galicia fue divida en 7 provincias: Mondoñedo, Ourense, Tui, Lugo, Santiago, A
Coruña y Betanzos. Como representación del reino se creó en el XVI (1528) la
Junta del Reino, formada por los delegados de los ayuntamientos de las
capitales de las 7 provincias. Esta institución no tenía funciones de gobierno,
pero si capacidad para conceder el dinero al rey, ordenar la recluta de
soldados, organizar el cobro de impuestos, exponer alguna queja y solicitar
alguna mejora. El renio de Galicia había perdido el derecho al voto en Cortes
en el siglo XV, por eso una de las mayores preocupaciones fue recuperarlo. Ese
proceso termina en 1623 (a cambio de 100.000 ducados para construir una
escuadra para defender las costas), momento en el que las Cortes tienen un
funcionamiento más representativo que de poder.
La sociedad gallega del XVI Y XVII es una
sociedad estamental, con el mantenimiento del régimen señorial. En la parte
superior los perceptores de las rentas señoriales, tanto eclesiásticos como
nobiliarios; en la parte inferior, subordinados, estaban los campesinos (80/90%
de la población) que trabajaban las tierras bajo distintas fórmulas de cesión,
aunque la más extendida era el foro. La alta nobleza es absentista y está
asociada a las grandes empresas políticas y militares de la Corte en Madrid, lo
que permite el auge de la hidalguía, que se convertirá en el grupo dominante.
El origen de esta hidalguía es variado: nobles, campesinos ricos, de
escribanos, burgueses ricos, etc. La hidalguía rural va acumulando tierras:
unas en propiedad y otras que obtiene en arriendo de las órdenes eclesiásticas
regulares (Samos, Meira, …) o de importantes casas nobiliarias absentistas
(Lemos, Monterrey, ...) que luego son subaforadas al campesinado en unas
condiciones muy ventajosas para el hidalgo “intermediario”. Se configura así
una sociedad de rentistas en la que las clases dominantes, la hidalguía rural,
en lugar de invertir sus rentas en la tierra las dedicaban a la construcción e
pazos e iglesias o a los estudios de sus hijos segundones.
La agricultura: base de la economía. tenemos una fase de 1480 a 1630 con unas
producciones agrícolas (cereales) y ganaderas en crecimiento, con ampliación de
roturaciones, con una cabaña ganadera importante, y también destaca el papel de
los bosques gallegos para la construcción de barcos para el comercio colonial.
A partir de 1630 entramos en otra fase en la que destacan transformaciones.
Habría que diferenciar entre la Galicia Occidental, marítima, de clima más
suave, de la del interior de clima más duro.
En la zona occidental la gran transformación proviene de la introducción
del maíz, desde principios del XVII, pero, sobre todo, a partir de 1630. Este
nuevo cultivo permitió el cambio en el sistema de rotaciones, eliminando casi
el barbecho; aumentan las producciones lo que reduce las crisis y ayuda al
crecimiento demográfico y finalmente, la expansión de cultivos generó procesos
de parcelación y desarrollo del minifundio. A este cultivo hay que añadir las
producciones de lino, cítricos y viticultura que mantienen sus producciones
hasta finales del XVII en que empiezan a hundirse. En la zona oriental (2/3 del
territorio), se introduce el maíz, pero sus rendimientos son menores y no
ayudan a disminuir las crisis.
Las actividades comerciales y artesanales son minoritarias (10% de
la población). En las artesanales destacan, el textil (producción doméstica de
lino), los curtidos, las herrerías y las salazones.
En cuanto a la pesca debemos destacar su importancia en la economía costera y
como complemento alimenticio. Las capturas más extendidas son las de sardina,
merluza, congrio, pulpo, en las rías gallegas y expediciones al banco
canario-sahariano o a Terranova para la captura del bacalao, que se destinan a
la salazón y ahumados, sobre todo, para su envío al interior de España. También
hay pesca ballenera relacionada con las pesquerías del Cantábrico. También el
marisqueo. Es la pesca de la sardina, sobre todo, la que convierte a Pontevedra
en el principal puerto pesquero de Galicia.
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