ya

domingo, 28 de abril de 2019

PREGUNTAS BLOQUE 2


5. LOS MUSULMANES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (ETAPAS POLÍTICAS Y REALIDAD SOCIOECONÓMICA).
La conquista y ocupación musulmana se inicia en el 711 (batalla de Guadalete) aprovechando la profunda crisis del Estado visigodo (luchas sucesorias) y finaliza en 1492 con la toma de Granada por los RR.CC. A lo largo de casi ocho siglos de presencia musulmana podemos distinguir las siguientes etapas políticas:
EMIRATO DEPENDIENTE (711-756): Al-Ándalus se convierte en una mera provincia del califato de Damasco, gobernada por un emir desde su capital, Córdoba. Se trata de una etapa de gran inestabilidad política debido a los enfrentamientos internos entre árabes y bereberes por el reparto de tierras y a las numerosas campañas militares, algunas de las cuales acabaron en derrota (Covadonga (722), Poitiers (732)).
EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929): AL-Ándalus se convierte políticamente en independiente con el nombramiento de Abderramán I como emir (Omeya que escapa de la persecución de los abasíes), aunque se siguió respetando la autoridad religiosa del califa de Bagdad.
CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031):se inicia cuando Abderramán III se autoproclama califa, es decir jefe político y religioso, rompiendo, por tanto, la dependencia del califa de Bagdad. Con su hijo Alhakem II (961-976) Al-Ándalus se convirtió en la civilización más brillante y avanzada del momento. Su sucesor Hixem II 9976-1013) delegó el gobierno en su primer ministro Almanzor y tras su muerte (1002) se inició una etapa de auténtica guerra civil que culminó en 1031 con el final del califato.
REINOS DE TAIFAS E INVASIONES BEREBERES (1031-1244): la debilidad y fragmentación de Al-Ándalus en diversos reinos de taifas fue aprovechada por los reinos del norte para avanzar en la reconquista (toma de Toledo por Alfonso VI en 1085). La ayuda prestada por los Almorávides (victoria de Zalaca o Sagrajas en 1086) permitió restablecer la unidad política (1086-1114). Sin embargo, su rigidez religiosa y los nuevos impuestos   propiciaron una serie de rebeliones y la formación de los segundos reinos de taifas (1145-1172). Incapaces de detener el avance cristiano llaman en su ayuda a los Almohades (1146–1232). que restablecen la unidad política. pero tras su derrota en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) se forman los terceros reinos de taifas (Sevilla, Valencia, Murcia, Granada...) que, excepto el de Granada, serán pronto conquistados por los reyes cristianos.
REINO NAZARI DE GRANADA (1246-1492): comprendía las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería y parte del territorio de Jaén y Cádiz. Políticamente era muy débil, debía pagar tributos (parias) a los reyes cristianos y las disputas internas (crisis dinástica o guerra civil) favorecieron su conquista por los RR.CC.
La actividad económica  se caracterizó por una agricultura que se fundamentaba en la trilogía mediterránea (cereales, vid y olivo), que introdujo nuevos cultivos (arroz, azafrán, cítricos...) y que desarrollo nuevas técnicas de regadío como la noria y las acequias para asegurar el riego de los campos; una ganadería en la que destacaba la cría de cabras, ovejas y caballos; una minería basada en la explotación de hierro, cobre, plata, plomo... La vida urbana cobra mucha importancia (aumentan en número y población) por ser centros administrativos, políticos y de intercambio: en las ciudades destaca la una artesanía, basada en la fabricación de cueros (cordabanes), joyas, vidrio, cerámica, armas, tejidos (seda) ... y un comercio interior que se desarrollaba en los zocos de las ciudades y un comercio exterior muy activo con el Mediterráneo, norte de África e incluso zonas del Báltico y Extremo Oriente. Se exportaban productos agrícolas y productos manufacturados (cuero, armas, tejidos...) y se importaban esclavos, maderas, metales, perfumes, especias... La existencia de una moneda fuerte de oro (dinar) y de plata (dirhem) facilito los intercambios. Las ciudades no poseen plano definido, las casas se separan por calles estrechas, poseían un núcleo amurallado, la medina, donde se encontraban los edificios más importantes como la mezquita o el alcázar, y el zoco o mercado; fuera de ella estaban los arrabales donde se instalaban los artesanos y los distintos grupos étnicos.
 Desde el punto de vista social las diferencias entre etnias apenas tuvieron importancia. Pero los árabes, aunque minoritarios, fueron, sin duda, el sector dominante de al-Andalus, tanto desde el punto de vista político como económico, ocupando los mejores puestos. Los bereberes formaban parte del ejército invasor y procedían, sobre todo, del Norte de África (mauri o moros). Los bereberes se instalaron en las sierras peninsulares. Se dedicaban, principalmente, al campo o el pastoreo y si situación era muy humilde. Pero también ocupaban cargos en la administración o el ejército. Se sentían explotados y desplazados por los árabes (muchos bereberes pagaban impuestos y los árabes no).  La verdadera división tenía una base religiosa pues había una gran diferencia entre los musulmanes y los no creyentes. A los musulmanes (árabes, sirios, bereberes y muladíes) les estaban reservadas todas las funciones públicas, gozaban de derechos sociales y estaban exentos de tributo personal. Ello provocó una conversión masiva al Islam (muladíes). Los no creyentes, cristianos (mozárabes) y judíos, tenían se generalizaron a partir del siglo XIII tras la conquista de Extremadura y Andalucía,más restringidos sus derechos y estaban sujetos al pago de impuestos y al servicio militar.




6. RECONQUISTA Y REPOBLACION (ETAPAS DE LA RECONQUISTA Y MODELOS DE REPOBLACION)

 A) RECONQUISTA: proceso de expansión territorial y militar llevado a cabo por los reinos peninsulares entre los siglos VIII y XV con el objetivo de restaurar la monarquía visigoda y defender el cristianismo frente al Islam. No fueron ocho siglos de constantes luchas ya que hubo largos periodos de paz, convivencia e intercambio cultural, y también de enfrentamiento entre los reinos cristianos. El proceso reconquistador podemos dividirlo en las siguientes etapas:
PRIMERA ETAPA (SIGLOS VIII-X): formación de los primeros reinos cristianos
a) Reinos y condados occidentales: la victoria de los hispano-visigodos al mando de Pelayo (Covadonga,722) frente a los musulmanes les permitirá crear el reino de Asturias.  Sus sucesores amplían el reino hacía el este, oeste (Galicia) y sur. Alfonso II traslada la capital a Oviedo y con Alfonso III (866-910) se extenderá hasta el valle del Duero y en torno al 914 se trasladará la capital a León, creándose el reino de León. Para defender la Meseta se creó el condado de Castilla, dependiente de León, hasta que a mediados del s. X Fernán González proclamó su independencia. Problemas internos y la potencia del Califato de Córdoba frenan el avance.
b) Reinos y condados orientales:  durante el s. IX los condados pirenaicos que habían dependido del Imperio Carolingio comenzaron a liberarse de su dominio. De este modo la antigua "Marca Hispánica" dio origen al reino de Pamplona, embrión del futuro reino de Navarra, con la familia Arista (830); al condado de Aragón con Aznar Galindez (830) y a los condados catalanes que pronto serán gobernados por condes catalanes dependientes del Imperio Carolingio hasta que Borrel II (947-992) consiguió la independencia.
SEGUNDA ETAPA (1040-1150): ocupación de los valles del Duero, Tajo y Ebro
a) Corona de Castilla: la debilidad de Al-Ándalus tras la caída del califato permitió a Fernando I (1010-1065) dominar toda la cuenca del Duero y a Alfonso VI reconquistar Toledo (1085) e iniciar la expansión hacia el valle del Tajo. Sin embargo, la llegada de los Almorávides frenó la expansión cristiana en el s. XII (derrota de Sagrajas en 1086 y Ucles en 1108).
b) Corona de Aragón: los almorávides no pudieron impedir las conquistas de Alfonso I el Batallador (1104-1134) en el valle del Ebro (Zaragoza. Tudela, Tarazona y Calatayud) y que Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, completase la conquista del territorio catalán (ocupación de Tortosa y Lerida,1149).
TERCERA ETAPA (1150-1212/1212-1263): ocupación de las cuencas del Guadiana y Guadalquivir, Murcia, Valencia y Baleares. Mayor empuje cristiano apoyado en los ejércitos de las Órdenes Militares y en las milicias concejiles. Los reyes cristianos firman tratados (Tudilén (1151) entre Alfonso VII de Castilla y Ramón Berenguer IV de Aragón) para el reparto de los territorios a conquistar a los musulmanes y sus áreas de expansión.
a) Corona de Castilla: los reinos cristianos bajo la dirección de Alfonso VIII, (espíritu de cruzada) derrotaron a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) abriendo el camino hacia el valle del Guadalquivir.  Fernando III consolidó la presencia castellana en la Mancha, en Extremadura y conquisto la taifa de Murcia y el valle del Guadalquivir (Córdoba en 1236, Sevilla en 1242). Su hijo Alfonso X continuó la conquista (Cádiz ,1262; taifa de Niebla, 1295...) con el objetivo de controlar el estrecho de Gibraltar.
b) Corona de Aragón: Jaime I (1213-1270) conquista las islas Baleares, excepto Menorca (1286), y el reino de Valencia.
c) Portugal, reino desde el 1139, completa la reconquista en el 1279, alcanzando sus límites actuales.
FINAL DE LA RECONQUISTA: Desde finales del s. XIII los territorios cristianos abarcaban toda la Península excepto el reino de Granada, conquistada por los RR.CC en 1492 (entrega de llaves por Boabdil el 2 de enero de 1492) y presentaban una división política que se mantendría sin cambios hasta el final de la Edad Media: reino de Castilla, corona de Aragón, reino de Navarra y reino de Portugal.

B) REPOBLACION: proceso de ocupación demográfica y de organización económica y social llevada a cabo por los reinos cristianos de forma paralela a la reconquista, para defender y aprovechar económicamente los territorios que iban recuperando de manos de los musulmanes. La repoblación presenta las siguientes modalidades:
·         Presura o aprisio:  ocupación individual o colectiva (monasterios, obispos o nobles) de la tierra y quien la cultiva se convierte en propietario. Se llevó a cabo en el s. X en el valle del Duero y Cataluña. Dio como resultado la existencia de comunidades (aldeas o pequeñas villas) de campesinos libres y propietarios de las parcelas de tierra (alodios, tierra libre de cargas señoriales). La nobleza e Iglesia que participa en el proceso obtiene grandes señoríos.
·         Concejil: el territorio era dividido en Concejos (grandes territorios con una ciudad o villa) a los que se les otorgaba un Fuero o Carta Puebla para regular la vida municipal y atraer a la población. Se llevó a cabo en los s. XI y XII en el valle del Tajo y del Ebro. En el valle del Ebro, la población musulmana urbana abandonó las ciudades para instalarse en barrios extramuros. En el campo permanecieron los campesinos musulmanes (mudéjares), continuando la producción agrícola y artesanal.
·         Órdenes Militares:  los reyes concedieron extensos territorios a las Órdenes Militares para que las ocupasen y las defendiesen. Se llevó a cabo en   los s. XII y XIII en el valle del Guadiana y del Júcar. Esto favoreció una estructura señorial dedicada a la ganadería.
·         Repartimientos: los reyes otorgaron territorios a los nobles y soldados que participaron en la conquista de acuerdo a su categoría social. Los de mayor tamaño, grandes latifundios, fueron para nobles, eclesiásticos y órdenes militares. Se llevó a cabo en el s. XIII y XIV en el valle del Guadalquivir, Extremadura y fachada levantina.


7. EL REGIMEN FEUDAL Y LA SOCIEDAD ESTAMENTAL


El feudalismo es un sistema de organización social y económico basado en la existencia de una economía cerrada, autosuficiente de base agraria. La posesión de la tierra define la división social. Las relaciones sociales se manifiestan bajo la vinculación señor-vasallo. Desde finales del s. IX en los territorios que quedaron libres de la ocupación musulmana se impuso el feudalismo, es decir un sistema de organización económica, política y social basado en una serie de lazos y obligaciones que vinculaban a vasallos y señores. Surgió en Europa Occidental en el s. IX, alcanzo su plenitud en los s. XI-XII y tuvo su origen en la descomposición del sistema carolingio y en la situación de inestabilidad provocada por las invasiones de normandos, musulmanes y húngaros.
El régimen feudal puede definirse como un sistema de gobierno que aspira a reconstruir el estado sobre la base de un contrato voluntario (más o menos) y privado, el contrato de vasallaje, uniendo en una jerarquía de señores y vasallos a los miembros de la clase dominante. En los contratos de vasallaje los vasallos juran fidelidad al señor y se obligan a prestarle el auxilium (ayuda militar) y el consilium (ayuda en la administración y justicia), a cambio, el señor le entrega un feudo, para su manutención. Los feudos al principio son concesiones de tierras, pero también podían ser el cobro de tributos o concesiones administrativas. La importancia del feudo dependía de la importancia del vasallo. A través de estos contratos los reyes (nobles más poderosos) consiguen la obediencia de otros nobles y pueden establecer su poder/dominio/autoridad sobre los reinos.
Entre sus características destacamos: la descentralización del poder político ya que el señor acaparó las funciones propias del Estado (legislar, establecer impuestos y administrar justicia); el papel influyente de la Iglesia; una economía de base agraria y de autoconsumo y una sociedad, denominada estamental, fuertemente jerarquizada en la que predominaban los lazos de dependencia persona (vasallaje y encomienda) y en la que sus miembros eran legalmente desiguales. 
La sociedad medieval es una sociedad estamental dividida en grupos, estados o estamentos, de acuerdo con la función que desempeñan: luchar, rezar, trabajar. En la cúspide de esta sociedad estaba el rey, considerado un "primus inter pares", poseía el poder supremo, según la Iglesia concedido por Dios, pero debía respetar las leyes y privilegios forales del reino. Este podía dividirlo entre sus posibles herederos, aunque a partir del s. XIII se consideraba patrimonio inalienable y debía ser transmitido integro. El poder del rey descansaba fundamentalmente en las relaciones de vasallaje que establecía con nobles y eclesiásticos. Era el señor supremo de un territorio al que todos le debían obediencia y fidelidad, pero a cambio tenía que otorgar a sus vasallos un beneficio o feudo que se consideraba como el pago que el rey les hacía para conseguir su ayuda militar. El feudo con el tiempo pasó a denominarse señorío, distinguiéndose entre señorío territorial, cuando el señor tiene la propiedad de la tierra, y el señorío jurisdiccional, cuando el señor ejerce la justicia, nombra autoridades, cobra impuestos etc.  El señorío territorial para su explotación estaba organizado en dos partes: la reserva señorial que se reservaba el señor para explotarla directamente con la ayuda de los siervos y donde se encontraban su residencia y los servicios principales: fragua, molino, telares, etc., y cuando los utilicen los habitantes del señorío tendrán que pagar al señor; la otra parte del señorío la constituyen los mansos, lotes de tierra que el señor entrega a los campesinos por los cuales tienen que pagar y estar sujetos a múltiples trabajos (corveas) en la reserva del señor.
En un segundo nivel estaban los privilegiados (nobles y eclesiásticos): basaban su poder en la posesión de tierras, estaban exentos del pago de impuestos, disponían de leyes y tribunales especiales y ejercían el poder y la justicia sobre los demás. Eran los "señores", con vínculos de dependencia personal que los unía entre sí mediante la prestación de favores mutuos, especialmente ayuda militar a cambio de tierras y honores. Fundamentaban su posición de dominio y privilegio en la dedicación al servicio de las armas o de la oración, en la defensa que realizaban de la sociedad frente a los peligros que la amenazaban y en la posesión de grandes patrimonios territoriales. Tanto entre la alta (duques, condes) y la baja nobleza (hidalgos, infanzones, caballeros...) como entre el alto (abades y obispos) y el bajo clero (curas y monjes) existían grandes diferencias honorificas y económicas. Eran frecuentes los enfrentamientos entre ellos por el incremento de sus patrimonios o por controlar el poder, pero siempre hicieron causa común frente a los demás miembros de la sociedad.
En la base de la sociedad estaban los no privilegiados (campesinos, artesanos, comerciantes, burgueses...), todos ellos pagaban impuestos (pechos). Su situación y composición fue variando con el paso del tiempo. Antes del s. X lo componían, fundamentalmente, campesinos libres (solían encomendarse a un señor para lograr protección, relaciones de encomendación por las que ceden tierras o pagan impuestos) y siervos.  A partir del renacimiento urbano apareció en las ciudades un nuevo grupo social, la burguesía que incluía a artesanos, comerciantes y menestrales (herreros, sastres...).
Por último, como grupos marginales o minorías religiosas más importantes cabe mencionar a judíos y mudéjares.


8. LAS CRISIS BAJOMEDIEVALES (CRISIS DEMOGRÁFICAS, PROBLEMAS SOCIALES, EL CASO GALLEGO: REVUELTAS IRMANDIÑAS DEL SIGLO XV).

Si bien desde el s. XI la economía y la demografía habían experimentado una fase expansiva, los siglos XIV y XV estuvieron marcados, al igual que en el resto de Europa, por una profunda crisis que afectó a todos los sectores de la sociedad. Desde comienzos del s. XIV se produjo en todos los reinos europeos una crisis demográfica que provocó fuerte descenso de la población motivado por las hambres (malas cosechas sucesivas provocadas por condiciones climatológicas adversas y crecimiento de la población por encima de de sus recursos), las guerras y las epidemias de peste. Especial virulencia tuvo la Peste Negra (1348) que procedente de Oriente se extendió por toda Europa provocando una gran catástrofe demográfica (se calcula que acabó con la tercera parte de la población europea) que fue más intensa en la Corona de Aragón, sobre todo en Cataluña (40%), que en la Corona de Castilla (25%).
El descenso de la población paralizó el crecimiento económico entrando en una crisis económica. La base de la economía era la agricultura que no había cambiado desde los romanos. En esa situación, con el descenso de la mano de obra se reducen las superficies de cultivo y hay menos producción, se produce hambre y aumento de precios. A eso hay que añadir las malas condiciones atmosféricas. El descenso de las rentas de los grandes propietarios, la nobleza, fue la lógica consecuencia de esta situación. La recuperación demográfica posterior permitió su reactivación, pero con notables diferencias entre la Corona de Castilla cuya recuperación estuvo asociada a la extensión de la ganadería ovina trashumante y la Corona de Aragón donde tanto la crisis como la recuperación fue diferente según los reinos (Aragón y Valencia lograron recuperarse en el siglo XV, pero Cataluña no lo hará hasta finales del mismo). La artesanía también sufre las consecuencias, dado el descenso de la demanda provocado por el descenso demográfico y el empobrecimiento de la población. El comercio fue la actividad menos afectada por la crisis: El comercio castellano continuó creciendo.  Basado en la exportación de lana y la importación de productos manufacturados de lujo y dirigido esencialmente a Flandes. El comercio catalán en el Mediterráneo, se basó en la exportación de productos textiles y la importación de sedas y especias, se mantuvo en el siglo XIV.
 La crisis demográfica y económica tuvo un fuerte impacto sobre los grupos nobiliarios que al ver reducidos sus ingresos endurecieron las cargas feudales (malos usos), se convirtieron en encomenderos de monasterios e iglesias y presionaron a los monarcas para conseguir nuevas mercedes, rentas y tierras. El enfrentamiento entre la nobleza y la monarquía originó en algunos momentos graves conflictos internos entre las que destacamos la guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara (1369-1379). En Cataluña destaca el conflicto con los payeses de remença (la remença era el pago que tenían que hacer los campesinos si querían abandonar la tierra, expresaba la falta de libertad) que se produce en la segunda mitad del siglo XIV y se vuelve a producir en el XV, rebelándose los payeses contra los malos usos, 1462-72, y el rey Juan II los apoya para recortar el poder de la nobleza e imponer el poder real. También se puede citar el enfrentamiento entre el sindicato de la Busca (artesanos y pequeños comerciantes) contra la Biga (gobierno de la ciudad), que consigue triunfar, recuperando el control de las instituciones y reprimir con dureza a los dirigentes de la Busca (1450-1462).
Al mismo tiempo, el empeoramiento de las condiciones de vida y la explotación señorial crearon un fuerte malestar entre los grupos no privilegiados que protagonizaron diferentes revueltas entre las que destacamos las revueltas irmandiñas en Galicia. Los reyes permitieron la formación de hermandades para que los campesinos y habitantes de las ciudades  defendieran sus derechos y libertades ante los abusos de los señores tanto nobles como eclesiásticos.
En 1431 se formó la hermandad fusquenlla en tierras de los Andrade (Pontedeume y Betanzos) ante la dureza con la que Nuño Freire de Andrade, el Malo, trataba a los campesinos que vivían en sus señoríos. Dirigidos por el hidalgo coruñés Roi Xordo asaltaron y destruyeron diversas fortalezas y castillos. Las fuerzas de Andrade, ayudadas por el arzobispo de Santiago, derrotaron a los irmandiños de la fusquenlla y restablecieron la situación anterior.

 Entre 1467 y 1469 tuvo lugar la gran guerra irmandiña aunque sus preparativos habían empezado en 1465 con la formación de una hermandad general y constituyó una auténtica guerra civil en la que participaron todos los grupos sociales. Por parte de los irmandiños, unos 80.00 mil,  estaban los campesinos, habitantes de las ciudades y algunos clérigos e hidalgos, siendo sus principales dirigentes  Alonso de Lanzós, Pedro de Osorio y  Diego de Lemos. Inicialmente los irmandiños dominaron la situación e impusieron sus demandas: eliminación de los abusos nobiliarios, defensa de las libertades urbanas, revisión de impuestos, y devolución de las tierras usurpadas. Los nobles lograron reorganizarse y dirigidos por Pedro Álvarez de Sotomayor iniciaron desde Portugal una rápida campaña militar que les permitió recuperar sus territorios y someterlos. Pero los irmandiños no perdieron del todo ya que: no hay una gran represión, no se vuelven a reedificar la mayoría de las fortalezas destruidas, las restas señoriales fueron revisadas a la baja, y la garantía de paz y justicia con la llegada de Isabel I de Castilla, que eliminará los malos usos y el cumplimiento de la justicia con la creación de la Real Audiencia en 1480, para extender el poder real y someter a la nobleza. El movimiento irmandiño fue valorado de manera distinta por los historiadores: para unos, fue una revolución que pretendía acabar con el poder feudal y para otros, un movimiento de protesta contra los abusos señoriales. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario