ILUSTRACIÓN: LOS
PRINCIPIOS BÁSICOS DEL IDEARIO ILUSTRADO
La
ilustración surge a finales del XVII en el Reino Unido, pero es en Francia, a
lo largo del XVIII, el siglo de las Luces (la luz de la razón combate las tinieblas),
donde encuentra su centro difusor. Es una nueva corriente de pensamiento que se
caracteriza por la utilización de la razón para la comprensión de la realidad. Nada
puede estar por encima de la razón, ni la autoridad, ni la tradición, ni la
revelación. Sólo con la razón se podría alcanzar el conocimiento, que es la
base de la felicidad. Por eso defiende la educación y el progreso. La idea del
pensador ilustrado es aplicar la razón para conocer la naturaleza, resolver los
problemas y mejorar la sociedad.
La
Ilustración carece de una teoría sistemática. Sus ideas provienen de la
aportación de diversos autores. Entre ellos destacamos a Locke, Montesquieu
(separación de poderes), Rousseau (contrato social), Voltaire, etc. A pesar de
eso, podemos establecer una serie de características comunes entre las que
destacamos:
-
El
predominio de la razón como instrumento para alcanzar la verdad, como
oposición a la tradición o la revelación. Todo tiene que ser sometido a la
crítica de la razón. Sólo lo que supera esa criba puede ser tenido como
verdadero. El conocimiento que no sea racional debe de ser rechazado. Unido a
lo anterior, todo tiene que ser criticado.
-
La
defensa de la autonomía del poder político (de la monarquía), que debe
controlar todo, sobre todo el poder religioso.
-
La idea
de la tolerancia religiosa como una idea de la libertad y de la tolerancia.
Unos ilustrados pueden ser defensores de la religión, pero otros pueden ser
agnósticos.
-
El
interés por las actividades productivas y la mejora de las condiciones de
vida de los súbditos como medio de vida para conseguir la felicidad.
-
La
valoración de la educación para difundir la razón y el progreso, único
medio para alcanzar la felicidad. Además, debe de estar dirigido por el estado.
-
La
búsqueda de la felicidad como una de las metas y para ello es necesario la
libertad, la igualdad y la prosperidad material.
Estas
ideas llevaron a la crítica los principios de la sociedad estamental, negando
los privilegios propios de las sociedades del Antiguo Régimen y afirmando la
igualdad y el derecho a la libertad de todos los hombres. Criticaron también la
organización económica, la falta de libertad para comprar y vender y
defendieron la propiedad y la libertad de comercio e industria. Asimismo, sin
negar la existencia de Dios, se opusieron al dominio ideológico de la iglesia.
También se enfrentaron al absolutismo monárquico y defendieron la separación de
poderes (Montesquieu) o la idea de la soberanía nacional (Rousseau), afirmando
que el poder emana del pueblo expresado a través del voto.
Dentro
del pensamiento ilustrado podríamos diferenciar dos tendencias: unos, más moderados
que aceptan la estructura social y política, pero critican los abusos y
privilegios de nobles y eclesiásticos. Proponen reformas de carácter práctico
para mejorar a las clases populares. Aceptan los principios religiosos, pero
rechazan la superstición, los abusos y tradiciones falsas; otros, más radicales que quieren transformar las
bases del sistema, eliminar los privilegios, proponen modelos alternativos que
limitan el poder del rey. Proponen reformas y elaboran reflexiones teóricas
sobre los principios de la economía. Critican las creencias religiosas
tradicionales. Una parte defiende un deísmo natural (Voltaire, Rousseau), otros
son agnósticos.
LOS ILUSTRADOS
ESPAÑOLES
Los
ilustrados españoles tienen sus raíces en el final del siglo XVII, con el
movimiento de los novatores. Un
grupo de humanistas, médicos y científicos que mostraban su preocupación por el
atraso científico español y por el predominio del escolasticismo (integrar el
saber natural y el conocimiento religioso cristiano) en las universidades.
Empleaban el empirismo y el racionalismo. Buscaban tanto el rigor metodológico
como la claridad expositiva. Prefirieron usar las lenguas modernas antes que
las clásicas para publicar sus obras.
La
introducción y difusión de las nuevas ideas ilustradas en España fue lenta y
difícil. La ausencia de amplios grupos burgueses, el anquilosamiento y
conservadurismo de los medios intelectuales universitarios y el enorme peso de
la Iglesia obstaculizaron la difusión hasta la segunda mitad del siglo XVIII. A
partir de 1750-1760 surgió una generación de pensadores (citar nombres...). No
formaban un grupo homogéneo, pero coincidían en el interés por la ciencia, el
espíritu crítico y la idea de progreso. Aunque con varios decenios de retraso
respecto a algunos países europeos, en esencia se expandieron los mismos
principios y se intentaron parecidas reformas.
Las
ideas dela Ilustración calaron en una minoría de intelectuales españoles
pertenecientes a la baja nobleza y a la burguesía. El principal obstáculo a su
difusión fue el fanatismo religioso y el temor a la Inquisición.
La
preocupación básica de los ilustrados era encontrar soluciones a la decadencia
española. Para ello propugnaban:
Un
primer objetivo era una reforma del sistema educativo, primando el estudio de
las ciencias, para lograr un progreso técnico y científico. Eje sobre el que
debía sustentarse el cambio social. Para conseguir ese objetivo los ilustrados
se enfrentaron a los estamentos privilegiados y defendieron la necesidad de una
enseñanza útil y práctica, obligatoria para todos los niveles, común a los dos
sexos, impregnada por los nuevos conocimientos y relacionada con el extranjero.
Era la educación un objetivo prioritario.
Un
segundo objetivo: la economía. Preocupación básica. Todos ellos eran
conscientes del atraso del país que provenía de la gran cantidad de tierras
amortizadas en manos de la nobleza y el clero y del desconocimiento de las
nuevas técnicas e inventos, aplicados ya en Inglaterra y en Holanda para
desarrollar la industria.
Además,
los ilustrados criticaban a los estamentos privilegiados, por considerarlos
clases improductivas, que paralizaban la modernización de España. Potenciaban
el desarrollo de las actividades económicas fomentado por las “Sociedades económicas
de amigos del País”, y el desarrollo de la prensa, que nació en el siglo XVIII
(El Pensador), y las tertulias de salón donde se reunían las personas cultas y
como un medio para intercambiar experiencias y noticias.
Los ilustrados llegaron al poder en el reinado
de Fernando VI y Carlos III y desplegaron una amplia política reformista.
Constituían una minoría dentro del panorama español, pero de gran influencia y
poder, destacando entre ellos el padre B. J. Feijoo (obra, Teatro Crítico
Universal), el padre Enrique Flórez (diversas obras sobre Historia y geografía)
y los políticos: el conde Pedro
Rodríguez de Campomanes (secretario de hacienda con Carlos III, obra: Tratado
de la regalía de la amortización; participa en la creación de la Sociedad
Económica de Madrid); José Moniño, conde Floridablanca (secretario de Estado con Carlos III,
participa en la expulsión de los jesuitas), Gaspar Melchor de Jovellanos
(magistrado, pertenece a la academia de la Historia, obra Informe sobre la Ley
agraria), Pablo de Olavide (jurista, dirige proyectos de colonización en el sur
de España por encargo de Carlos III, condenado por la Inquisición, por hereje);
Pedro Pablo Bolea, conde de Aranda (militar, presidente del Consejo de Castilla
con Carlos III y secretario de Estado con Carlos IV). También destacan: el
naturalista Celestino Mutis, el químico Antonio Ulloa, el literato Leandro Fernández
de Moratín. Se impulsaron, bajo patronato real, las expediciones científicas y
la creación de Academias – de la Lengua, de la Historia, de Bellas Artes.
REFORMISMO E
ILUSTRACIÓN EN EL REINADO DE CARLOS III: REFORMAS ECONÓMICAS Y FOMENTO DE LA EDUCACIÓN
Durante
el reinado de Carlos III (1759-1788) se van a multiplicar las reformas. Esto se
explica por dos razones: la primera es que es el Borbón mejor preparado,
segunda por la confluencia en su reinado de la Ilustración y del Despotismo Ilustrado
(se puede definir). Carlos III llega a España desde el reino de Nápoles y al
principio se apoyó en los ministros que trajo consigo: Esquilache y Grimaldi,
entre otros.
Las
ideas fundamentales, en consonancia con la ilustración, eran:
La
preocupación por la mejora de la economía del país y del bienestar de los
súbditos como un medio para engrandecer el reino.
La
conveniencia en la mejora de la organización y racionalización del Estado.
Centralización administrativa y funcionarios mejor preparados.
La aceptación
del rey como un hombre ilustrado, preocupado por los avances y el bienestar de
los súbditos.
Al
principio se apoyó en los ministros extranjeros y después en Campomanes, el
conde de Aranda, Floridablanca, Cabarrús, Olavide o Jovellanos.
Las medidas más importantes en materia
económica y educativa son:
a)
En lo referente a la agricultura: Limitar los privilegios de la Mesta, impulsar la
colonización de nuevas tierras (Sierra Morena, Olavide), construcción de alguna
infraestructura de regadío, defender el sistema de “montes abiertos” para
mantener el ganado e impulsar los programas de Reforma Agraria para aumentar
los propietarios y arrendatarios. Entre estos programas destacamos los de Campomanes,
Olavide y Jovellanos. En referencia al régimen de propiedad, criticaron el
exceso de tierras vinculada de la nobleza, y de manos muertas de la Iglesia, la
abundancia de campesinos pobres y jornaleros sin tierras, etc. En este sentido
los ilustrados hicieron distintas propuestas, pero con escasa trascendencia por
la oposición de los privilegiados.
b) En cuanto
al comercio: potenciar su
crecimiento para estimular a otros sectores productivos. Así se crean mercados
de bienes y capitales fomentando el transporte y la libre circulación de
mercancías (libre circulación de grano en 1765, fin del monopolio comercial de
Cádiz con América (1778), creación del banco de S. Carlos en 1782). Facilidades
para la creación de compañías comerciales privilegiadas con una zona y con un
producto.
c) En lo
referente a la industria: Apoyar la
actividad industrial liberalizando el proceso de fabricación (ataque a los
gremios), estableciendo aranceles y tratados comerciales para defender la
industria nacional. Uno de los esfuerzos más interesantes fue el apoyo a las
Sociedades Económicas de Amigos del País; la primera fue fundada por el conde
de Peñaflorida en 1765 con la intención de fomentar la agricultura, industria y
comercio. Potenciar la actividad industrial que podía realizar el campesino (a
tiempo parcial) de textiles y curtidos. Defender el valor del trabajo artesanal
(que es compatible con la nobleza). Crearon manufacturas reales destinadas a
satisfacer la demanda de la Corona (tapices, alfombras, porcelanas, etc.), de
la construcción naval, del material bélico y del consumo popular (tabacos de
Sevilla).
En lo referente a la educación podemos
destacar que defendieron los ilustrados la necesidad de una enseñanza útil y
práctica (Jovellanos), aunque no una enseñanza igual para todos los grupos
sociales (Campomanes). Los grupos sociales superiores debían estudiar para
ejercer su papel dirigente en un nuevo planteamiento sobre las élites sociales,
distinto al tradicional. La nobleza debía demostrar su valía y mérito, ya que
no era racional que sustentase su primacía social en función, exclusivamente,
del nacimiento (padre Feijoo). Los grupos populares debían estudiar para
adquirir una formación básica y obtener la instrucción técnica necesaria para
poder mejorar la productividad del trabajo, por eso la idea de imponer una
enseñanza obligatoria para los primeros niveles y para los dos sexos; aunque la
Ilustración nunca planteó que la mujer tuviera los mismos derechos que el
hombre, se hacía necesario que se educase para ser útil.
En consecuencia, adoptaron una
serie de iniciativas entre las que destacamos: la creación de las Reales
Academias; el paso de las universidades a la jurisdicción real: una educación
nacional controlada sin la excesiva influencia de la iglesia; el apoyo a los
manteistas (universitarios no privilegiados) en detrimento de los colegiales
(privilegiados); creación de los Estudios de S. Isidro con planes modernos de
enseñanza; fundación de nuevas instituciones culturales y científicas (Jardín
Botánico); extensión de la educación primaria; unificar métodos de estudio y
suprimir los “dictados” y usar los libros de estudio; hacer exámenes públicos;
enseñar en castellano. Educar a las mujeres para convertirlas en buenas madres
de familia.
Finalmente,
debemos indicar que pese al interés demostrado por los ilustrados sobre la
educación la realidad fue que ni sus ideas ni la legislación al respecto
lograron en el siglo XVIII la reforma que el país necesitaba. Por ello sólo se
puede hablar de diversas acciones, variadas iniciativas, aportaciones
generosas, disposiciones locales, regionales y, en algunos casos concretos,
nacionales, con la obtención de diferentes resultados en cada uno de los casos.
LAS VÍAS DE DIFUSIÓN
DEL PENSAMENTO ILUSTRADO: LAS SOCIEDADES ECONÓMICAS DE AMIGOS DEL PAÍS Y LA
PRENSA PERIÓDICA
La
introducción y difusión de las nuevas ideas ilustradas en España fue lenta y
difícil. La ausencia de amplios grupos burgueses, el anquilosamiento y
conservadurismo de los medios intelectuales universitarios y el enorme peso de
la Iglesia obstaculizaron la difusión hasta la segunda mitad del siglo XVIII.
Las Sociedades Económicas de Amigos del
País fueron uno de los instrumentos más originales de actuación de la
Ilustración española. Eran instituciones privadas, fomentadas y patrocinadas
por Carlos III, que reunían a grupos de ilustrados, nobles, clérigos y algunos
burgueses, cuyos objetivos principales era la difusión de nuevas teorías y
técnicas para desarrollar la economía de sus provincias y el fomento de la
educación técnica de artesanos y campesinos. A través de ellas se difundieron
conocimientos que en esos momentos no se explicaban en las universidades
españolas. La primera fue la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País
(fundada por el marqués de Peñaflorida 1765) que serviría de modelo al resto. Estas
sociedades toman como modelo las que se estaban formando por toda Europa.
Durante
el reinado de Carlos III, se constituyeron en distintas localidades más de
sesenta Sociedades. Parten del modelo de la sociedad Bascongada y de la Real
Sociedad Matritense y su difusión se produce por iniciativa de Pedro Rodríguez
Campomanes que expuso ese proyecto de creación de sociedades en dos obras: el
Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774) y en el Discurso sobre
la educación popular y su fomento (1775). Desde estas sociedades se organizaban
actividades de todo tipo: realizaban estudios sobre las causas del atraso de la
región y los medios para solucionarlo; impartían clases de agricultura, artes e
industria; propiciaban la aplicación de nuevas técnicas; difundían las nuevas
teorías económicas; creaban talleres y manufacturas; publicaban libros y prensa
periódica etc. Aunque no todas tuvieron el mismo éxito y muchas de ellas pasada
la euforia inicial entraron en declive. En Galicia se fundan La Sociedad de
Amigos de Santiago y Lugo en 1784 y 1785 respectivamente. La de Santiago
fomentó las industrias textiles a partir de plantas adaptadas al país como el
cáñamo y el lino y también estableció escuelas de hilado; y también difundió
sus novedades a través de una Revista Económica.
La prensa periódica fue una novedad de
este siglo y uno de los cauces más importantes por los que circularon las
nuevas ideas de la Ilustración. Eran publicaciones privadas, impresas con el
permiso oficial y sometidas a la censura eclesiástica.
Había
una prensa culta, científica,
literaria, filosófica o sociológica que difundía las novedades científicas y
culturales. Los lectores eran una
minoría culta perteneciente a la nobleza, el clero, el funcionariado y la
burguesía, ya que, tanto por su elevado coste como por el alto índice de
analfabetismo no podía ser una prensa de masas.
Ente
los numerosos periódicos que se publicaron se podrían citar el Diario de los Literatos de España, de
carácter cultural y literario; el Diario
noticioso, curioso, erudito y comercial, público y económico, primer
periódico diario español, fundado en 1758; el
Censor o el Pensador, periódico
costumbrista. Por su parte, la Gaceta de
Madrid, cuyo origen se remonta al siglo XVII, se convirtió con Carlos III
en el órgano de prensa de la monarquía, al servicio del reformismo, también se
encargaba de ofrecer información sobre temas políticos y militares, lo mismo
que el Mercurio Histórico y Político.
También
se puede hablar de publicaciones de
carácter popular que, ya existentes en el siglo XVII, se desarrollaron a lo
largo del XVIII: los almanaques y pronósticos. Eran libritos ilustrados con
grabados que se distribuían por pueblos y ciudades y ofrecían información del
tiempo y los más variados contenidos: fuera del pronóstico meteorológico del
año incluían datos sobre los cambios de la luna, pensamientos, pautas de
conducta e instrucciones y enseñanzas sobre los más variados oficios. Hoy son
valiosos porque constituyen una recopilación de cultura popular y una vía de
difusión de los valores burgueses entre las clases bajas, pero su peligrosidad
llevó a Carlos III de España a prohibir su publicación en 1767, bajo el
pretexto de que constituían una lectura vana e inútil para el pueblo.
La
prensa periódica entra en una fase de decadencia a finales de siglo, con el
inicio de la Revolución francesa y la prohibición por parte de Carlos IV (1791)
de cualquier prensa salvo los periódicos oficiales.
Aparte
de estos medios de expansión de las ideas ilustradas también podemos señalar la
incidencia de los salones de las
casas de algunos burgueses, que se convirtieron en lugares habituales de
tertulia y debate sobre las ideas y avances del momento. Y también la labor de
difusión desde las Reales Academias
que se van fundando Real Academia española (1714), Real Academia de la Historia
(1734), etc.
LAS LIMITACIONES DEL
PROYECTO ILUSTRADO
Carlos
III (1759-1788) desde su llegada a España desde el reino de Nápoles comenzó
aplicar, al igual que otros monarcas europeos, las ideas de progreso y de
racionalización ilustradas, siempre que
no atentaran contra el poder de la monarquía absoluta. Al principio se
apoyó en los ministros italianos Esquilache y Grimaldi. Pero desde el principio
se vio la fuerte oposición de los grupos privilegiados (nobleza y clero) ante
cualquier reforma que atacase sus privilegios. Teniendo que ser llevadas a cabo
de un modo más lento.
Se
pone más interés en las reformas que aumentan el poder absoluto del monarca y
en aquellas que conectan con la mejora del reino a nivel económico,
administrativo y en la felicidad de los súbditos. Pero las reformas que atacan
los privilegios de nobleza y clero y las que atacaban los principios de la
monarquía absoluta siempre tuvieron un alcance más limitado o quedaron en
simples proyecto, por la fuerte oposición con que contaron.
Un
ejemplo de esa oposición lo constituye el llamado Motín de Esquilache de 1766.
El 23 de marzo, se inician las revueltas consecuencia de una orden sobre
indumentaria (capas y sombreros), medidas de saneamiento, limpieza urbana,
orden público, etc. Las protestas se dirigen contra Esquilache y los
“reformadores” extranjeros (también se critica el precio de los alimentos, los
ministros extranjeros, oposición de los privilegiados, etc.). Carlos III atemorizado
por las protestas destituyó a Esquilache, frenó las reformas y bajó el precio
de algunos productos. Los motines cesaron y Carlos III continuó más adelante las
reformas con ministros españoles. En 1767 decretará la expulsión de la Compañía
de Jesús por ser uno de los principales instigadores de los motines y por no
supeditarse a su poder (problema con 4º voto: obediencia al Papa). Fue una
medida regalista para limitar el poder de la Iglesia. También fue una medida
para demostrar su poder ante los grupos privilegiados. Pero las reformas había
que hacerlas más lentamente por la oposición de los grupos privilegiados, para
no perder sus privilegios, y también, de las clases populares por ignorancia, falta
de interés y apego al tradicionalismo y a la superstición.
También
desde la Inquisición, aunque subordinada al poder de Carlos III, se mantuvo una
estrecha vigilancia y oposición a las ideas ilustradas, a través de la censura
de los libros y escritos y de la vigilancia de la conducta e ideas de algunos
ilustrados. De ese modo se convirtió en un freno a las reformas. Un ejemplo
fueron los distintos procesos contra algunos ilustrados, destacando el llevado
a cabo contra Pablo de Olavide. Denunciado por la Iglesia y la nobleza, fue
condenado por la Inquisición en 1778, teniendo que exiliarse a Francia.
A
finales de siglo las ideas ilustradas van conectado con las de un incipiente
liberalismo. Así empieza a hablarse de limitación del poder real, de rechazo a
la soberanía de origen divino, de la idea de la separación de poderes, de la
abolición de privilegios estamentales, de la defensa de los derechos
individuales, etc. Pero todas estas ideas no avanzaban ya que el límite de las reformas estaba en la
pervivencia del sistema político absoluto.
De este modo, cuando muere Carlos III en 1788, la mayor parte de las reformas
están paralizadas, no se hizo apenas nada para evitar la concentración de
riqueza en los privilegiados. Así, una parte de la población estaba
desencantada: primero la burguesía urbana, que tenía dinero pero no tenía poder
político, segundo el campesinado que se veía atacado por los privilegiados y
por los burgueses que querían invertir en la tierra.
Finalmente,
con el inicio de la Revolución francesa se paran todas las reformas y Carlos IV
cesa a los secretarios más reformistas, con lo que todo este proceso de cambio
queda paralizado.
LA ILUSTRACIÓN EN
GALICIA: INSTITUCIONES E ILUSTRADOS GALLEGOS
A lo largo del XVIII surgen
en Galicia ilustrados e iniciativas vinculados a la Ilustración y a las
preocupaciones ideológicas y económicas. Entre los rasgos propios de los ilustrados gallegos destacan:
1.
La
moderación de sus propuestas. La mayor parte de los ilustrados son miembros
del clero (Feijoo, el padre Sarmiento) o hidalgos (Cornide, Vicente do Seixo…)
y fueron partidarios de compaginar la renovación y las reformas con el
mantenimiento de la fe cristiana y el orden social, político y económico. Nunca
pusieron en duda el sistema vigente.
2.
La crítica
de los abusos sociales y de los impedimentos legales y económicos.
Criticaron los abusos de nobles y clero. Criticaron la miseria en la que vivía
el campesinado, la gran cantidad de tierras en manos de nobleza y clero
(mayorazgos y manos muertas), el atraso técnico de todos los sectores
productivos, el elevado número de impuestos (cita la luctuosa, impuesto a pagar
cuando muere un familiar).
3.
El
predominio en sus preocupaciones por las reformas económicas. Aquí debemos
citar:
a)
La mejora de las actividades agropecuarias
mediante la renovación técnica y el incremento de superficies cultivables:
mejores semillas, nuevas técnicas agrarias; también limitar manos muertas y
mayorazgos.
b)
La defensa de los intereses pesqueros gallegos
frente a la explotación de los fomentadores catalanes, defendiendo las técnicas
tradicionales de pesca. Esta propuesta fracasó.
c)
La potenciación de la producción artesanal e
industrial: mediante la importación de maquinaria extranjera, fomentando la
educación de artesanos y aprendices, creando talleres y fábricas, etc.
d)
La ampliación de las actividades comerciales,
mejorando carreteras y puertos.
e)
El fomento de la educación y de la renovación
científica como medio para superar el atraso existente y regenerar la sociedad.
Establecieron escuelas de primeras letras. Editaron cartillas para difundir las
ventajas de los avances técnicos.
Fundaron escuelas técnicas. Crearon bibliotecas, etc. Se renovaron
estudios y cátedras en la Universidad de Santiago.
4.
El
descubrimiento y defensa de Galicia. En algunos ilustrados gallegos, a
través del estudio de los problemas y búsqueda de soluciones les llevó a descubrir
las especificidades de la tierra en la que vivían y a defender el Reino de
Galicia como una entidad diferente, con personalidad propia. Esto tuvo su
manifestación en el estudio y descripción de sus tierras, la defensa de sus
riquezas frente a los demás y al estudio y defensa de la lengua gallega.
5.
La
creación de instituciones ilustradas, para llevar a la práctica sus
proyectos. Destacamos las siguientes:
a)
La Academia de la Agricultura de Galicia, 1775
en La Coruña. Para analizar y poner remedio a la decadencia de la agricultura
gallega y difundir nuevas técnicas.
b)
El Real Consulado de La Coruña, 1785. Para el
fomento del desarrollo económico.
c)
Las Sociedades Económicas de amigos del País de
Santiago y Lugo, fundadas en 1784 y 1785. Para fomentar el desarrollo económico
de su territorio y lograr la participación de la nobleza y clero en la
regeneración. La de Santiago fomentó las industrias textiles a partir del lino
y del cáñamo y estableció una escuela de hilado y una industria de mantelería,
etc., y difundió sus novedades a través de la Revista Económica.
Entre los ilustrados gallegos destacamos a:
el padre Feijoo, numerosas obras y estudios, destaca el
Teatro Crítico Universal,
José Cornide Saavedra, perteneció a todas las entidades
reseñadas, pues fue fundador y secretario perpetuo de la Academia de
Agricultura, miembro de los Amigos del País de Santiago y Lugo, y consiliario
del Consulado, además de director segundo del Real Montepío de Pescadores del
reino de Galicia.
Pedro Antonio Sánchez miembro del Consulado y fundador de
la Escuela de Dibujo y de la Biblioteca Pública de La Coruña.
Lucas Labrada: secretario del Consulado, de tendencia ya
marcadamente liberal y autor de una Descripción económica del reino de Galicia,
publicada en El Ferrol en 1804.
Raimundo Ibáñez, marqués de Sargadelos; instalación de
fábrica de fundición de en Cervo (Lugo) y de porcelena.
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